Servicio diario - 04 de julio de 2018


 

Misa del Papa Francisco para los migrantes en la Basílica de San Pedro
Rosa Die Alcolea

Instrucción `Ecclesiae Sponsae Imago' sobre el `Ordo virginum'
Redacción

Francisco orará por la paz en Bari, "lugar simbólico y puerto de esperanza"
Rosa Die Alcolea

VENEZUELA: Entrevista al Secretario General del Episcopado, Mons. José Trinidad Fernández
José Antonio Varela Vidal

Video del Papa: "El cansancio de los sacerdotes, ¿saben cuántas veces pienso en eso?"
Rosa Die Alcolea

Buenos Aires: Nuevo obispo de la Eparquía San Gregorio de Narek de los Armenios
Redacción

Monseñor Felipe Arizmendi: "Orar por los gobernantes"
Felipe Arizmendi Esquivel

San Antonio María Zaccaría, 5 de julio
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

04/07/2018-12:45
Rosa Die Alcolea

Misa del Papa Francisco para los migrantes en la Basílica de San Pedro

(ZENIT — 4 julio 2018).- El 'Papa de los pobres' celebrará la Misa para los migrantes, en el Altar de la Cátedra de la basílica de San Pedro, el próximo viernes, 6 de julio de 2018, coincidiendo con el 5° aniversario de la visita de Francisco a Lampedusa (8 de julio de 2013).

La Eucaristía será a las 11 horas y será una "ocasión de oración por los muertos, por los supervivientes y por aquellos que los asisten", ha informado el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Greg Burke, esta mañana en un comunicado.

Se esperan aproximadamente 200 personas, entre los cuales refugiados y personas que se ocupan de ellos.

La participación está reservada a las personas con entrada, que es siempre gratuita, ha señalado Burke.

 

 

04/07/2018-18:56
Redacción

Instrucción Tcclesiae Sponsae Imago' sobre el `Ordo virginum'

(ZENIT – 4 julio 2018).- La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica presenta la Instrucción Ecclesiae Sponsae Imago (Imagen de la Iglesia como esposa de Cristo) retomando la definición de Ordo virginum ‘Consagración de las vírgenes’.

Después del Rito litúrgico y las normas contenidas en él, la Instrucción es el primer documento de la Sede Apostólica que profundiza la fisonomía y la disciplina de esta forma de vida, ha explicado el Card. João Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, en la presentación del texto, este miércoles, 4 de julio de 2018.

“Las vírgenes consagradas son la imagen de la Iglesia como esposa de Cristo”, de esta manera el decreto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino que, bajo el mandato del beato Papa Pablo VI promulgó el nuevo Rito de Consagración de las vírgenes, presentaba a las mujeres consagradas en el Ordo virginum. Era el 31 de mayo de 1970.

Rito restaurado

Como sucedía en las comunidades apostólicas en la edad patrística, después de siglos se concedía también la posibilidad de recibir esta consagración a las mujeres que permanecen en su entorno de vida normal, y ya no estaba solamente reservada a las monjas, ha indicado el cardenal João Braz de Aviz.

Dentro de dos años, en 2020, el Rito restaurado celebrará su 50 aniversario, ha anunciado el Prefecto: en el último medio siglo, con el redescubrimiento de la Iglesia particular, esta peculiar vocación femenina ha sido conocida y amada en todo el mundo.

Las vírgenes consagradas están presentes en todos los continentes, en numerosas diócesis, y ofrecen su propio testimonio de vida en todos los ámbitos de la sociedad y de la Iglesia. En 2016, durante el Año de la Vida Consagrada, una estadística aproximada estimó por defecto la presencia de más de cinco mil vírgenes consagradas en el mundo, en continuo crecimiento.

RD

A continuación, reproducimos la Instrucción Ecclesiae Sponsae Imago sobre el Ordo virginum:

***

 

Introducción

I.         La vocación y el testimonio del Ordo virginum

II.        La configuración del Ordo virginum en las iglesias particulares y en la iglesia universal

III.      El discernimiento vocacional y la formación para el Ordo virginum

Conclusión

 

Introducción

1. La imagen de la Iglesia Esposa de Cristo aparece, en el Nuevo Testamento, como eficaz icono revelador de la íntima naturaleza de la relación que el Señor ha querido establecer con la comunidad de los que creen en Él (Ef 5, 23-32; Ap 19, 7-9; 21, 2-3.9).

Desde los tiempos apostólicos, esta expresión del Misterio de la Iglesia ha encontrado una manifestación totalmente peculiar en la vida de aquellas mujeres que, correspondiendo al carisma evangélico suscitado en ellas por el Espíritu Santo, con amor esponsal, se han dedicado al Señor Jesús en virginidad, para experimentar la fecundidad espiritual de la íntima relación con Él y ofrecer los frutos a la Iglesia y al mundo.

2. Como nos indican algunos pasajes del Nuevo Testamento y los escritos de los primeros siglos cristianos, esta forma de vida evangélica se expresó de forma espontánea en las primeras comunidades cristianas, figurando entre las otras formas de vida ascética que, en el contexto de la sociedad pagana, constituían un signo evidente de la novedad del cristianismo y de su capacidad de responder a las más profundas preguntas sobre el sentido de la existencia humana. Por un proceso análogo al de la viudedad de las mujeres que escogían la continencia « en honor de la carne del Señor », la virginidad consagrada femenina adquirió progresivamente las singularidades de un estado de vida públicamente reconocido por la Iglesia.

En los tres primeros siglos numerosísimas vírgenes consagradas sufrieron el martirio por permanecer fieles al Señor. Entre ellas Águeda de Catania, Lucía de Siracusa, Inés y Cecilia de Roma, Tecla de Iconio, Apolonia de Alejandría, Restituta de Cartago, Justa y Rufina de Sevilla. Cesadas las persecuciones, la memoria de las vírgenes mártires permaneció como viva llamada a la entrega total de sí, como exigía la consagración virginal.

En las mujeres que acogían esta vocación y correspondían con la decisión de perseverar en virginidad durante toda la vida, los Padres de la Iglesia vieron reflejadas la imagen de la Iglesia Esposa totalmente dedicada a su Esposo; por eso se referían a ellas como sponsae Christi, Christo dicatae, Christo maritate, Deo nuptae. En el cuerpo vivo de la Iglesia, aparecían como un coetu institucionalizado, denominado Ordo virginum.

3. A partir del siglo IV, el ingreso en el Ordo virginum se hacía por medio de un solemne rito litúrgico, presidido por el Obispo diocesano. En medio de la comunidad reunida para la celebración eucarística, la mujer manifestaba el sanctum propositum de permanecer durante toda la vida en virginidad por amor a Cristo, y el Obispo pronunciaba la oración consecratoria. Como atestiguan ya los escritos de Ambrosio de Milán y sucesivamente las más antiguas fuentes litúrgicas, el simbolismo nupcial del rito se hacía particularmente evidente por la imposición del velo a la virgen de parte del Obispo, gesto que correspondía a la velatio de la esposa en la celebración del matrimonio.

4. La estima y la solicitud pastoral que acompañaban el camino de la virginidad consagrada están ampliamente atestiguadas en la literatura patrística. Los padres no se limitaron a censurar el comportamiento de las consagradas inadecuado a su compromiso de llevar una vida casta en el humilde seguimiento de Cristo, también afrontaron y combatieron con vigor tanto los argumentos que negaban el valor de la virginidad consagrada, como las desviaciones heréticas que propugnaban los ideales de la virginidad y de la continencia sobre la base de una concepción negativa del matrimonio y la sexualidad. Ilustraron ampliamente los fundamentos teológicos de la consagración virginal, evidenciando el origen carismático, la motivación evangélica, la importancia eclesial, la referencia ejemplar a la Virgen María, el valor profético de anticipación y vigilante espera de la plena comunión con el Señor que se realizará solo cuando Él vuelva glorioso, al final de los tiempos. Dirigiéndose a las vírgenes consagradas « más con el afecto que con la autoridad » de su ministerio, les exhortaban a alimentar y expresar su amor por Cristo Esposo meditando asiduamente la Escritura y perseverando en la oración personal y litúrgica; practicando la ascesis, las virtudes y las obras de misericordia; cultivando una actitud de dócil escucha al magisterio del Obispo y el compromiso de cuidar la comunión eclesial, con el fin de ofrecer un testimonio transparente y persuasivo del Evangelio dentro de las comunidades cristianas y del ambiente social en el que permanecían insertas, viviendo generalmente con su propia familia y también, a veces, en forma comunitaria.

En ese mismo período, a través de las decretales de los Papas y las constituciones de los Concilios Provinciales, empezó a definirse la disciplina sobre los aspectos esenciales de esta forma de vida.

5. Mientras durante los primeros siglos las vírgenes consagradas vivían generalmente con sus propias familias, con el desarrollo del monacato cenobítico la Iglesia asoció la consagración virginal a la vida comunitaria y por consiguiente a la observancia de una regla común y a la obediencia a una superiora. Paulatinamente en el curso de los siglos desapareció la forma de vida originaria del Ordo virginum, con su típico arraigo en la comunidad eclesial local bajo la guía del Obispo diocesano.

Los ritos de ingreso en la vida monástica corrieron paralelos y en la mayoría de los monasterios sustituyeron la celebración de la consecratio virginum. Solo algunas familias monásticas en las que se hacían los votos solemnes mantuvieron este rito que, aun conservando los elementos esenciales de su estructura originaria, se enriqueció con la aportación de la sensibilidad de las poblaciones entre las que se difundió, mediante sucesivas revisiones que llevaron a introducir nuevas fórmulas eucológicas y gestos simbólicos.

6. El impulso de renovación eclesial inspirado por el Concilio Vaticano II suscitó también interés de cara al rito litúrgico de la consecratio virginum y del Ordo virginum. Muchos siglos después de su desaparición y en un contexto histórico totalmente cambiado, en donde se producían procesos de profunda transformación de la condición femenina en la Iglesia y en la sociedad, esta antigua forma de vida consagrada revelaba una sorprendente fuerza de atracción capaz de responder no solo al deseo de muchas mujeres que querían dedicarse totalmente al Señor y a los hermanos, sino también al redescubrimiento contextual de la identidad propia de la Iglesia particular en la comunión con el único Cuerpo de Cristo.

Según la disposición de la Constitución sobre la liturgia Sacrosantum Concilium n. 80, en el período postconciliar, el rito de la consecratio virginum del Pontifical Romano, se revisó, teniendo en cuenta los principios que el Concilio había fijado por medio de la reforma litúrgica. El nuevo Ordo Consecrationis virginum, promulgado el 31 de mayo de 1970, por la Sagrada Congregación para el Culto Divino, por mandato especial del Papa Pablo VI, entró en vigor el 6 de enero de 1971. Retomando la más antigua tradición eclesial y teniendo en cuenta la sucesiva evolución histórica, fueron elaboradas y aprobadas dos formas celebrativas. La primera destinada a las mujeres que permaneciendo in saeculo, es decir en sus ordinarias condiciones de vida, son admitidas a la consagración por el Obispo diocesano. La segunda está destinada a las monjas de comunidad que celebran este rito, profesas perpetuas, o que en esa celebración hacen profesión perpetua y reciben la consecratio virginum.

7. De esta manera ha sido reconocida de forma explícita por la Iglesia la consagración virginal de mujeres que permanecen en su entorno de vida ordinario, arraigadas en la comunidad diocesana reunida alrededor del Obispo, según la modalidad del antiguo Ordo virginum, sin ser adscritas a un Instituto de vida consagrada. El mismo texto litúrgico y las normas que en él se establecen delinean en los elementos esenciales la fisonomía y la disciplina de esta forma de vida consagrada, cuyo carácter institucional – propio y distinto de los Institutos de vida consagrada – ha sido confirmado sucesivamente por el Código de Derecho Canónico (can. 604). De manera similar, el Código de Cánones de las Iglesias orientales también ha explicitado la posibilidad de que en las Iglesias orientales el derecho particular constituya vírgenes consagradas que públicamente profesen castidad en el siglo “por su cuenta”, es decir, sin los lazos de pertenencia a un instituto de vida consagrada (can. 570).

Por consiguiente, en la reorganización de la Curia Romana que se llevó a cabo por la Constitución Apostólica Pastor bonus,el Ordo virginum se situó en el ámbito de competencia de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

También el Catecismo de la Iglesia Católica, la reflexión realizada con ocasión del Sínodo de los Obispos dedicado al tema «La vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo» y la sucesiva exhortación post-sinodal Vita consecrata (en particular en los nn. 7 y 42) han contribuido a clarificar el lugar eclesiástico del Ordo virginum entre las otras formas de vida consagrada, poniendo de relieve el vínculo peculiar que se establece entre las vírgenes consagradas y la Iglesia particular y universal.

La Instrucción Caminar desde Cristo. Un renovado compromiso de la vida consagrada en el tercer milenio, ha subrayado la exigencia de una especial atención por parte del Obispo diocesano y de su presbiterio hacia las vírgenes consagradas.

Sucesivamente, el Directorio para el ministerio pastoral de los Obispos Apostolorum Successores, en continuidad con la antigua tradición eclesial, ha vuelto a afirmar que el Obispo diocesano ha de tener una solicitud particular hacia el Ordo virginum,porque las vírgenes son consagradas a Dios a través de sus manos y la Iglesia las confía a su cuidado pastoral.

8. Desde que esta forma de vida consagrada se volvió a proponer en la Iglesia, se ha asistido a un verdadero y propio reflorecimiento del Ordo virginum, cuya vitalidad se manifiesta en una múltiple riqueza de carismas personales que se ponen al servicio de la edificación de la Iglesia y de la renovación de la sociedad según el espíritu del Evangelio. El fenómeno aparece de gran relevancia no solamente por el número de mujeres involucradas, sino también por su difusión en todos los continentes, en muchísimos Países y Diócesis, en zonas geográficas y contextos muy diversos.

Sin duda, esto ha sido posible también gracias a la traducción de la edición típica latina del Ordo Consecrationis Virginum a la mayoría de las lenguas comunes, por las respectivas Conferencias Episcopales.

Numerosos Obispos, con su magisterio y acción pastoral, han promovido y sostenido el Ordo virginum en sus Diócesis, valorando asimismo la contribución de las vírgenes consagradas, que se han sentido llamadas a reflexionar sobre su experiencia, la actualidad de esta vocación en la Iglesia y el mundo de hoy, y sobre las consideraciones necesarias para poder expresarse según su propia originalidad. Con tal fin algunas Conferencias Episcopales han elaborado criterios y orientaciones comunes para la atención pastoral del Ordo virginum en sus circunscripciones.

En sinergia con el magisterio y la acción de los Obispos diocesanos, la Sede Apostólica ha mantenido una atención constante hacia el Ordo virginum, poniéndose al servicio de las Iglesias particulares, para favorecer el renacer y el desarrollo de esta forma de vida, según sus características peculiares.

9. El servicio a la comunión que el sucesor de Pedro ejerce también respecto del Ordo virginum, ha asumido una visibilidad particular con ocasión de los dos primeros encuentros internacionales que han visto reunirse en Roma a vírgenes consagradas procedentes de numerosos países. De San Juan Pablo II en 1995 y de Benedicto XVI en 2008, las vírgenes consagradas han recibido preciosas enseñanzas para orientarse en su camino.

Un tercer encuentro internacional tuvo lugar en el 2016, cuando las vírgenes consagradas del mundo entero fueron invitadas a Roma para participar en las Jornadas conclusivas del Año de la Vida Consagrada convocado por el Papa Francisco. Bajo la guía del sucesor de Pedro, que invitó a las personas consagradas de todas las formas de vida, a redescubrir los fundamentos comunes de la vida consagrada, se ha evidenciado cómo el característico arraigo del Ordo virginum en las Iglesias particulares, se armoniza con la experiencia de comunión que las vírgenes consagradas experimentan en el horizonte de la Iglesia universal, participando de la única misión eclesial.

10. En los últimos años, desde varias partes del mundo se ha pedido a este Dicasterio que ofrezca indicaciones para orientar a los Obispos diocesanos en la aplicación de las normas del Pontifical Romano implícitas en el canon 604 del Código de Derecho Canónico, así como en la definición de una disciplina más completa y orgánica que, según los principios comunes del derecho de la vida consagrada en sus diversas formas, especifique las peculiaridades del Ordo virginum.

La presencia renovada de esta forma de vida en la Iglesia, cuya reaparición se vincula estrechamente al evento del Concilio Vaticano II, y la rapidez de su crecimiento en tantas Iglesias particulares, justifica se responda a estas demandas, para que sea custodiada la identidad específica del Ordo virginum, con la necesaria adaptación a los diversos contextos culturales.

La presente Instrucción establece los principios normativos y criterios orientativos que los Pastores de cada Diócesis y cada Iglesia particular asimilada a la Diócesis deben aplicar en la atención pastoral del Ordo virginum.

Después de indicar el fundamento bíblico y los elementos característicos de la vocación y del testimonio de las vírgenes consagradas (Primera parte), la Instrucción trata sobre la configuración específica del Ordo virginum en la Iglesia particular y en la Iglesia universal (Parte segunda), para luego detenerse sobre el discernimiento vocacional y los itinerarios para la formación previa a la consagración y la formación permanente (Parte tercera).

 

I. La vocación y el testimonio del Ordo virginum

El fundamento bíblico de la virginidad consagrada

11. Sed fecundos y multiplicaos fue el mandato del Creador dado a la primera pareja (Gn 1, 28) y reafirmado a Noé y a sus hijos (Gn 9, 1.7). De este mandato está impregnada profundamente la mentalidad hebraica y todas las páginas del Antiguo Testamento, conexionado a la promesa de una posteridad numerosa y al cumplimiento de los tiempos mesiánicos. El matrimonio, posiblemente próspero en hijos, aparece por tanto como la forma ideal de todo israelita piadoso y un estilo de vida diferente resulta extraño a la mentalidad bíblica.

En el Pentateuco y en los Libros históricos la abstención sexual es requerida solo como condición temporal de desapego de lo que es profano, para acceder a la esfera de la santidad de Dios: por ejemplo para prepararse al encuentro con el Señor en el Sinaí (Ex 19, 15), o a la guerra contra el enemigo del Señor (1 S 21, 2-7), o durante el servicio cultual de parte de los levitas (Lv22, 1-9), o para poder participar en una comida sagrada (1 S 21, 5). La virginidad es estimada como una cualidad positiva solo en relación al futuro matrimonio y con referencia explícita a la condición de la mujer (Dt 22, 13-21), en cuanto representa la intimidad reservada al esposo. En particular, al sumo sacerdote se le impone desposarse con una virgen por razones de pureza ritual (Lv 21, 10-14). La virginidad perpetua, en cambio, era considera una gran humillación (como la hija de Jefté en Jc 11, 37), mientras la esterilidad física es soportada con gran sufrimiento moral (como Raquel en Gn 30, 23; Ana en 1 S 1, 11; Isabel en Lc 1, 25).

12. La exaltación del amor esponsal – que alcanza su cúspide poética en el Cantar de los Cantares – en los libros sapienciales, se fundamenta en el ideal de la vida familiar heredada de la tradición, contemplado en su belleza (por ejemplo: Sal 127, 3-5; 128, 1-3; Eclo 25, 1) y repropuesto en óptica moral y pedagógica (por ejemplo: Prov 5, 15-19; Eclo 7, 23-28; 9, 1.9). La virginidad es apreciada como virtud de la mujer, guardada y respetada con vistas al matrimonio, en cuanto prueba de su rectitud y del honor de su familia (Jb 31, 1; Eclo 9, 5; 42, 10), hasta el punto que, personificando la Sabiduría divina, el libro del Sirácida la describe como virgen esposa que se entrega a los que temen al Señor (Eclo 15, 2). Y porque la virtud es agradable a Dios, también aparece la intuición viendo en las buenas obras una fecundidad espiritual que redime de la mortalidad incluso a la mujer estéril, al imposibilitado para constituir una familia o está privado de descendencia (Sab 3, 13-14; 4, 1).

13. A partir de la predicación de Oseas – estrechamente ligada a su sufrida experiencia personal –, la metáfora nupcial aparece en los Libros proféticos para dar prominencia a la total gratuidad de la elección y a la incansable fidelidad por parte de Dios (Os 1-2; Ez 16; 23), mientras el pueblo cede a la seducción de otras divinidades y de sus cultos. En este marco simbólico, muchas veces todo el pueblo de Dios es comparado o personificado con la figura de una virgen: bien, para denunciar la idolatría que lo expone al riesgo de desaparecer, como una virgen que muere sin descendencia (Am 5, 2), bien para dar voz al lamento por su ruina (Lm 2, 13), bien para invitarlo al arrepentimiento (Jr 31, 21). Pero a veces, también, para hacer resonar la promesa de la redención con la que Dios rescatará a Israel de la devastación y del abandono y así encontrar la alegría de reconocerse amado con amor eterno (Jr 31, 4.13; Is62, 5).

También el celibato de Jeremías – el único a quién Dios ordena explícitamente no tomar mujer – constituye un anuncio profético del castigo que está por abatirse sobre el pueblo (Jr 16, 2). Es un instrumento expresivo de la palabra de Dios, un símbolo de muerte o mejor, una personificación dolorosa del mensaje del juicio que anuncia la destrucción inminente como castigo por la infidelidad del pueblo a Dios.

14. En el pensamiento rabínico el célibe es considerado un hombre sin protección, sin alegría, sin bendición (Bereshit Rabba 17, 2) que se parece a « uno que desparrama sangre » o que disminuye la imagen divina (Tratado Yevamol del Talmud de Babilonia 63b). Sin embargo, entre los rabinos y algunos grupos religiosos como los esenios y los terapeutas y la conocida comunidad de Qumran, aparecen excepciones.

En los umbrales del Nuevo Testamento encontramos además la figura de Juan el Bautista que se define amigo del Esposo(Jn 3, 29) y con su vida ascética y de predicación prepara la venida del Mesías y la llegada del Reino de Dios.

15. En el Nuevo Testamento el celibato entra en escena y se presenta como profecía encarnada del ya y todavía no del Reino de Dios, que tiene su origen y razón de ser justo en la novedad de la irrupción del Reino en la historia. Desde el momento que el Reino de Dios en los Evangelios se identifica con la predicación, las obras y la misma persona de Jesús, la motivación del celibato asume un carácter fuertemente cristocéntrico. Los Evangelios de la infancia de Mateo (1, 18-25) y sobre todo de Lucas (1, 26-38) presentan la novedad de la virginidad (carnis y cordis) de la madre de Jesús, signo visible de la encarnación invisible del Hijo de Dios y expresión esponsal de la alianza con Dios, a la que es llamado todo el pueblo de los creyentes. Los Evangelios nos presentan además a Jesús como predicador itinerante que, libre de cualquier atadura (Mt 8, 19-20), manifiesta la urgencia del Reino ya presente y llama a la fe y a la conversión. El estilo itinerante de Jesús comporta, de hecho, una constante separación de lugares y personas y no se adapta a la necesidad de una vida familiar, donde el interés de un miembro está fuertemente unido al interés de los demás miembros, de modo que se origina una solidaridad fuerte y la política de los parentescos.

Aunque hay varias referencias a los familiares de Jesús, en los Evangelios nunca aparece una alusión a una mujer o a unos hijos (Mc 3, 31-32; 6, 3; Jn 6, 42; Hch 1, 14). Jesús, de hecho, llama hijos o hijitos a sus discípulos (tékna, Mc 10, 24; teknía, Jn 13, 33; paidía, Jn 21, 5), permitiendo captar la realidad de una filiación espiritual. Con ocasión de la visita de los familiares que vienen a verlo (Mt 12, 47; Mc 3, 31; Lc 8, 20) o incluso a buscarlo y llevarlo a casa (Mc 3, 21), Él anuncia la constitución de su nueva familia, que no se funda en los vínculos de la sangre, sino en una realidad espiritual expresada mediante el deseo de cumplir la voluntad de Dios (Mt 12, 50; Mc 3, 31-35) o de escuchar la palabra del Dios y ponerla en práctica (Lc 8, 21). Este nacimiento ulterior o renacimiento en el Espíritu, que va más allá de la carne y de la sangre, también está atestiguado en el Prólogo de San Juan (Jn 1, 12-13) y con ocasión del diálogo entre Jesús y Nicodemo (Jn 3, 3-8).

Jesús abraza libremente una vida sin lazos ni obligaciones familiares, para poderse dedicar plenamente al anuncio del Reino y a la realización del designio de amor del Padre para la humanidad. La libertad radical de los lazos que Jesús encarna, la requiere también para aquellos que le siguen: Él pide dejar (afíemi, en los tres sinópticos) todo (panta: Mt 19, 27; Mc 10, 28) o los bienes (ta idia: lo íntimo, la propia intimidad, Lc 18, 28) y esto supone dejar, además de padres, hermanos, hermanas, también mujer (gyne-´: Lc 18, 29) o hijos (tékna: Mt 19, 29; Mc 10, 29; Lc 18, 29). A sus discípulos habla de eunuchia como condición absolutamente nueva, para ser entendida no como mortificación o actitud de desprecio hacia la mujer, sino como un don particular concedido por Dios a aquellos que son llamados.

Recordemos el famoso logion: No todos comprenden estas palabras, sino solo aquellos a quienes se les ha concedido (Mt 19, 11). Desde el punto de vista gramatical la expresión a quienes se les ha concedido (dédotai) corresponde a un pasivo divino y significa: aquellos a quienes Dios lo ha otorgado. Solo aquellos que entran en la comprensión del misterio del Reino inaugurado por Cristo pueden entender este don que requiere una opción voluntaria, libre, y tiene una motivación de orden teológico y escatológico, al ser por el Reino de los cielos (Mt 19, 12).

Así el celibato se presenta como una opción libre, que tiene lugar también en ese espacio relacional que es el cuerpo, y con el cual se responde al Dios del amor que llama y se revela en el rostro de Cristo. No es evadirse de la relación, ni fruto de un esfuerzo inhumano, sino don que pertenece al dinamismo de la transfiguración del vínculo que distingue el estilo inaugurado por Jesús: la fraternidad evangélica, base de una humanidad reconciliada y fundamento de la koino-nía en la que se basa la vida de la Iglesia. El anuncio del Reino abre así a los discípulos una situación escatológica nueva, ante la cual todo pasa a un segundo plano (Mt 10, 37; Lc 14, 26; Mt 19, 27-29; Mc 10, 28-30; Lc 18, 29). En Mt 22, 23-33; Mc 12, 18-27 y Lc 20, 27-40, donde se habla de la condición escatológica de los resucitados, se muestra, de hecho, cómo la opción por el celibato y la virginidad por Cristo y el Evangelio sitúa ya a los discípulos – con una función simbólica y anticipada – en la realidad del Reino.

16. Escribiendo a los Corintios, Pablo presenta junto al matrimonio la virginidad, no como un mandato, sino como un consejo (1 Cor 7, 25), una llamada personal de Dios, un carisma (1 Cor 7, 7). La caracteriza como el estado de vida que permite una mayor dedicación al Señor (1 Cor 7, 32-35), testimonio de la no pertenencia de los cristianos a este mundo, signo de la tensión de la Iglesia hacia la meta final y anticipo del estado de resurrección (1 Cor 7, 29.31). El acento no está puesto sobre el estado físico, sino en la dedicación total de la persona a Cristo y su servicio por el Reino. En tal sentido, la comunidad en sí misma es, a los ojos de Pablo, la virgen, que él, en calidad de padre, ha prometido a Cristo para que, custodiando íntegra la fe suscitada por la predicación apostólica, dirija a Él todas sus energías y su dedicación (2 Cor 11, 2-4).

En la Jerusalén celeste todos los elegidos son llamados vírgenes (Ap 14, 4) expresión de su fidelidad a la alianza, de su no estar contaminados con los ídolos. En el libro del Apocalipsis la virginidad aparece como signo del reconocimiento de la pertenencia a la ciudad celeste, a la esposa del Cordero (Ap 21, 2.9).

Si Jesús, el consagrado por excelencia, vive su consagración no en términos de separación de lo profano o desde lo impuro cumpliendo las prescripciones legales, sino desde la acogida del cuerpo que el Padre le ha dado y  don de sí mismo en la cruz, su cuerpo es lugar concreto y signo de realización de su consagración al designio del Padre (Hb 10, 5-10). Así sucede también a quien inicia el camino del celibato o virginidad: el cuerpo se hace palabra, anuncio de pertenencia total al Señor y de servicio alegre a hermanos y hermanas.

17. La virginidad cristiana se sitúa así en el mundo como signo manifiesto del reino futuro porque su presencia revela la relatividad de los bienes materiales y la transitoriedad del mundo. En este sentido, como el celibato del profeta Jeremías, la virginidad es profecía del fin inminente, pero al mismo tiempo, en virtud del vínculo esponsal con Cristo, anuncia también el inicio de la vida del mundo futuro, el mundo nuevo según el Espíritu. El signo, así, como sucede en la visión bíblica, no es una referencia puramente convencional o la imagen pálida de una realidad lejana, sino la realidad misma en su manifestación incipiente. En el signo está implícita, aunque escondida, la realidad futura.

La virginidad consagrada se sitúa, por tanto, en el horizonte de una esponsalidad, que no es teogámica (es decir, de matrimonio con la deidad) sino teologal, es decir, bautismal, porque se trata del amor esponsal de Cristo por la Iglesia (cf. Ef 5, 25-26). Se trata de una realidad salvífica sobrenatural y no solo humana, que no puede ser explicada con la lógica de la razón sino con la fe, porque – como recuerda la Escritura – El que te hizo, te toma por esposa (Is 54, 5). Es una de las grandes obras del orden nuevo inaugurado con la Pascua de Cristo y la efusión del Espíritu, experiencia difícil de comprender para el hombre carnal y comprensible solo para aquellos que se dejan instruir por el Espíritu de Dios (cf. 1 Cor 2, 12-13).

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04/07/2018-12:26
Rosa Die Alcolea

Francisco orará por la paz en Bari, "lugar simbólico y puerto de esperanza"

(ZENIT – 4 julio 2018).- Bari, la ciudad que alberga las reliquias de San Nicolás, y venera a la Madre de Dios bajo el título de Odegitria (la que lleva por el camino) es “lugar simbólico”: presencia de Oriente en Occidente, “lugar de peregrinación y puerto de esperanza”.

Así lo expresó el cardenal Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, quien presentó el Encuentro del Papa Francisco con los Jefes de las Iglesias y Comunidades Cristianas de Medio Oriente, ayer, 3 de julio de 2018, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, junto al cardenal  Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

El Santo Padre viajará el próximo sábado, 7 de julio de 2018, a Bari, capital de la región de Apulia, que custodia las reliquias de San Nicolás, para “participar en una jornada de reflexión y oración” sobre la dramática situación en el Medio Oriente que aflige a tantos hermanos y hermanas en la fe, informó la Santa Sede el pasado 25 de abril de 2018.

 

¡La paz contigo!

El lema de la visita es ¡La paz contigo! Cristianos juntos por Medio Oriente, y el Papa compartirá la jornada con los Patriarcas de las Iglesias Orientales Católicas de Oriente Medio, estarán presentes todos (copto, sirio, maronita, caldeo, armenio), excepto el melquita que estará representado por el Metropolitano de Alepo, y el Administrador Apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén.

En la agenda del Pontífice para la visita, destacan dos grandes momentos, indicó Mons. Leonardo Sandri: la oración ecuménica por la paz junto a los fieles, que tendrá lugar en el paseo marítimo, a las 9:30 horas, y el momento de  reflexión y escucha mutua entre el Santo Padre y los jefes de las Iglesias y Comunidades eclesiales de Oriente Medio, aportando cada uno sus propios punto de vista, observaciones y propuestas, que se celebrará en la basílica pontificia de San Nicolás, a puerta cerrada.

 

“Gesto profético”

Para ese momento se ha confiado la preparación de un informe introductorio a Mons. Pierbattista Pizzaballa, Administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén, que seguirá una serie de intervenciones libres, describió Mons. Leonardo Sandri.

Está previsto –continuó el Prefecto– que el Santo Padre dirija unas palabras al comienzo de la oración pública y al final del encuentro cuando, una vez reabiertas las puertas de la basílica de San Nicolás, el Papa y los demás presentes saldrán a la entrada y soltarán al vuelo las palomas que les darán algunos niños: gesto profético, porque “sobre todo a los niños y a las jóvenes generaciones de Oriente Medio tenemos que devolver esa esperanza que las malas acciones o la simple indiferencia les ha quitado en estos años”, apuntó el Card. Sandri.

 

Evangelio cantado en árabe

Los cantos serán interpretados por el coro de la archidiócesis –detalló el cardenal Sandri– con piezas solistas en árabe y arameo gracias a la presencia de algunos alumnos del Pontificio Instituto de Música Sacra pertenecientes a la Iglesia Caldea, Melquita y Maronita.

Asimismo, el Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales señaló que el Evangelio será cantado en árabe por un diácono de Siria. Para los participantes en la oración, se ofrecerán folletos en francés, inglés, árabe, griego, siríaco occidental y oriental, armenio, además de italiano.

 

 

 

04/07/2018-14:58
José Antonio Varela Vidal

VENEZUELA: Entrevista al Secretario General del Episcopado, Mons. José Trinidad Fernández

(ZENIT – 4 julio 2018).- En medio de las actividades propias de un país en crisis, como son la organización de ollas comunes, la distribución gratuita de medicamentos y hasta la creación de una plataforma digital para impartir educación pastoral a distancia, encontramos a monseñor José Trinidad Fernández, secretario general de la Conferencia Episcopal Venezolana.

Son varios los niveles de alerta encendidos, que van desde la desnutrición infantil, el bajo nivel de los salarios y el éxodo de sus ciudadanos, entre ellos algunos sacerdotes que ya no pueden vivir de las reducidas colectas parroquiales… De estos y otros temas fue nuestro diálogo con el también obispo auxiliar de Caracas.

¿Aún hay esperanza para Venezuela, verdad?

Mientras tengamos a Cristo en nuestro corazón, hay esperanza para los pueblos de América Latina; y sobre todo para nuestro país que tanto lo necesita”. La esperanza sigue siendo ese movimiento hacia Dios para resolver los conflictos y los problemas que como venezolanos tenemos.

¿Cómo responden los obispos a la crisis actual?

En primer lugar, el hecho mismo de la crisis ha generado más solidaridad en nuestra gente y esa solidaridad nos ha llevado a estar más cerca de los más pobres, con los despreciados, con la gente sencilla de nuestro pueblo, con los indigentes… Por lo que se han hecho campañas a través de las distintas Cáritas parroquiales y de Cáritas nacional, para acompañar a la gente que está con problemas de nutrición.

La auténtica solidaridad surge en momentos como este…

Solo siendo solidario un país puede progresar, creo que esa es la primera salida. Si tenemos fe y confianza en Dios, la solidaridad nos lleva a buscar respuestas ante estas urgencias que estamos viviendo; de las crisis se saca provecho, se sacan bienes, parafraseando a Santo Tomás de Aquino.

¿Qué lección se obtiene del momento actual?

Esperamos como personas de fe, aprender mucho de esto, a saber que cuando uno va por el camino equivocado eso no termina bien. Y creo que ahora más que nunca es urgente volver a Cristo, volver a nuestras raíces cristianas para encontrar la sabiduría necesaria para responder a los problemas y angustias de los hombres de nuestro tiempo. En este país tan golpeado por las situaciones de gobernabilidad que no ayudan en nada a nuestra gente, donde los salarios no alcanzan para cubrir las necesidades básicas del ciudadano.

La gente se queja de los sueldos…

Cómo es posible que con un salario mínimo solo se pueda comprar una lata de atún que cuesta 5.100.000 bolívares (cerca de U$2.00 ndr), y que no alcance para más nada. Nuestro salario es miserable y la Conferencia quiere acompañar, a través de Cáritas, con un sistema de monitoreo en la población infantil para saber en qué grado están nuestros niños de algunos sectores, niños que se desmayan en las escuelas y que no son enviados porque no tienen los alimentos nutritivos para poder responder a las exigencias académicas.

La desnutrición está en varios sectores…

Sí, y para ello las Cáritas parroquiales están respondiendo con las “Ollas solidarias”, que aunque no son la solución, sí son un alivio para la gente que necesita comer y alimentarse. Para poder vivir dignamente se necesitaría como sueldo mínimo U$300 y así cubrir la alimentación, vestido, salud, pagos de los servicios y entretenimiento familiar. 

¿Le preocupa la reacción internacional, las sanciones? Prácticamente hay un aislamiento progresivo a Venezuela…

Sí, ese aislamiento nos va dejando a nosotros como al margen en la esfera mundial. Y esto es un peligro porque, castigando a uno, toda una población está siendo castigada, y esa es la que sufre y la que lo padece.

Hace poco ustedes se pronunciaron sobre el problema de los migrantes, ¿qué hacer con este éxodo?

El problema del emigrante aparece cuando los miembros de un país no tienen la garantía de vida, y buscan otra forma de subsistencia más allá de su propia frontera. Van buscando una mejor calidad de vida que les garantice vivir dignamente. Por ello creo que la tarea y la labor de la Iglesia es acompañar a estos migrantes, sobre todo con esa actitud de preocupación que tiene el papa Francisco, para que a través de las conferencias episcopales se atiendan a los venezolanos que están en esta situación afuera.

¿Cómo han sentido los obispos de Venezuela la solidaridad de otras conferencias episcopales?

Como un gesto de comunión que nos une como obispos, que nos lleva a sentir una Iglesia muy solidaria y cercana con quienes están desfavorecidos por esta crisis humanitaria. Las distintas conferencias episcopales y organizaciones del mundo están mirando con mucha atención lo que sucede en el país.

¿Cómo ve la situación de Nicaragua?

Como miembros de la Iglesia nos preocupan los hermanos nicaragüenses que están viviendo situaciones de tortura, en la que han sido vulnerados sus derechos humanos. Como decía san Juan Pablo II, donde falta la caridad, donde se vulneran los derechos humanos, allí está presente la Iglesia, que tiene siempre una voz que decir en favor de la vida.

Hace unos años se hablaba de una iglesia nacionalista venezolana que se había fundado con el nombre de católica… ¿Qué ha sido de esto?

Frente a eso, nosotros como obispos y la gente también de Iglesia, estamos bien claros de que la única Iglesia que existe es la de Jesucristo. Se ha hablado por todos lados acerca de cómo crear espacios paralelos a la Iglesia con otros movimientos esotéricos, movimientos religiosos que quieren contrastar la labor eclesial, pero la voz de Cristo nadie la acalla.

Hace poco fue la beatificación de la hermana Carmen Rendiles… ¿Cuál es el legado de esta religiosa para nuestros tiempos?

El legado que deja la madre Carmen es sobre todo el amor a la eucaristía, el amor a los sacerdotes. Ese amor a la eucaristía que debe ser el centro de la vida de todo cristiano, de todo religioso, de todo hombre, mujer, joven o niño en la Iglesia.

También se espera la beatificación del médico José Gregorio Hernández. ¿Cómo va ese proceso?

Aquí en Venezuela todos estamos interesados en que el doctor José Gregorio Hernández sea elevado a los altares. Como dijo el cardenal Angelo Amato, solo falta el  milagro, porque el milagro es el sello de Dios que manifiesta la santidad de una persona. José Gregorio Hernández fue declarado venerable por san Juan Pablo II en su segunda visita a Venezuela en febrero del año 1996, y Dios quiera que sea pronto beatificado.

¿Cuál es el mensaje de Gregorio Hernández para hoy?

Justamente, a partir del 29 de junio se comienza a celebrar el centenario de la muerte del doctor José Gregorio Hernández. Él fue el médico de los pobres, el médico del servicio de la caridad. Si tenemos algo hermoso que se puede resaltar en su vida, es la forma de ayudar a sus pacientes, que si no tenían dinero para comprar sus medicinas él se las llevaba. Ojalá recuperemos la mística en la búsqueda del bien, de los enfermos, ver en ellos al mismo Cristo.

¿Qué mensaje final les daría a los lectores venezolanos que están en el extranjero?

Ha sido muy duro para los venezolanos que han salido del país, estar lejos de su tierra, de su familia. Creo que si hay algo importante dentro de esta realidad, de quienes se han ido del país, es que deben continuar con su vida de creyentes, cultivando la fe y sobre todo sembrando el bien por todas partes donde vayan, aún en medio de las circunstancias que les ha tocado vivir.

 

 

 

04/07/2018-17:30
Rosa Die Alcolea

Video del Papa: "El cansancio de los sacerdotes, ¿saben cuántas veces pienso en eso?"

(ZENIT — 4 julio 2018).- "Para que los sacerdotes que viven con fatiga y en la soledad el trabajo pastoral se sientan ayudados y confortados por la amistad con el Señor y con los hermanos".

Ya está disponible del 'video del Papa' del mes de julio, donde el Santo Padre expresa su intención de oración para este mes, difundido por la Red Mundial de Oración.

"El cansancio de los sacerdotes... ¿Saben cuántas veces pienso en eso?" con esta reflexión del Santo Padre empieza el video dedicado al mes de julio.

Los sacerdotes —explica el Papa— con sus virtudes, con sus defectos, desarrollan su labor en tantos campos. Y ante tantos frentes abiertos no se pueden quedar parados después de una desilusión. "En esos momentos es bueno que recuerden que la gente quiere a sus pastores, los necesita, confía en ellos", exhorta el Pontífice.

 

Red Mundial de Oración

El 'Video del Papa' es una iniciativa global desarrollada por la Red Mundial de Oración del Papa (Apostolado de la Oración) para colaborar en la difusión de las intenciones mensuales del Santo Padre sobre los desafíos de la humanidad.

Todos los meses, publican el video del Papa Francisco en sus pedidos de oración, disponible en 9 idiomas. El proyecto es una idea de La Machi, la consultora de
comunicación para buenas causas especializada en valores religiosos y el cuidado de la creación.

 

 

04/07/2018-19:13
Redacción

Buenos Aires: Nuevo obispo de la Eparquía San Gregorio de Narek de los Armenios

(ZENIT — 4 julio 2018).- El Papa ha nombrado obispo de la eparquía de San Gregorio de Narek en Buenos Aires de los Armenios (Argentina) y exarca para América Latina y México de los Armenios (Brasil) al Rev.do Pablo Hakimian, del clero de la misma eparquía, hasta ahora párroco de la catedral de Buenos Aires de los Armenios.

El Santo Padre Francisco ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la eparquía de San Gregorio de Narek en Buenos Aires de los Armenios (Argentina) y al exarcado para América Latina y México de los Armenios (Brasil) presentada por Mons. Vartan Waldir Boghossian, salesiano.

 

Rev.do Pablo Hakimian

El Rev.do Pablo Hakimian nació en El Cairo (Egipto) el 11 de noviembre de 1953. Estudió Filosofía y Teología en Roma en la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, como alumno del Pontificio Colegio Armenio Leonino. Obtuvo la especialización en Teología Pastoral. Fue ordenado sacerdote el 14 de agosto de 1981. En los años siguientes, ha desempeñado diversos servicios pastorales: vicario parroquial de Buenos Aires (1981-1984), párroco de San Pablo (1984-1987), de nuevo párroco de Buenos Aires (1987-2002 ). En los años 2002-2003, fue administrador patriarcal de la eparquía de Iskanderiya de los Armenios (Egipto). Desde 2003 hasta hoy, es de nuevo párroco de la Catedral de San Gregorio de Narek de Buenos Aires. Además del armenio, habla español, portugués, italiano, francés y árabe.

 

 

04/07/2018-14:22
Felipe Arizmendi Esquivel

Monseñor Felipe Arizmendi: "Orar por los gobernantes"

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas

 

VER

Ha terminado la fase del proceso electoral con la emisión del voto popular y los resultados preliminares, con una clara definición de las opciones partidistas para el siguiente período de gobierno, a nivel federal, estatal y municipal. A pesar de los muchos asesinatos previos y de algunos incidentes en el día de las votaciones, éstas transcurrieron en paz. Aunque creció el porcentaje de participación, llegando a un 63% a nivel nacional, y en algunos municipios rebasó el 90%, y a pesar de toda la propaganda que se hizo para que la gente emitiera su voto, todavía hay un elevado porcentaje que no lo hace, por indolencia, por falta de facilidades para hacerlo, como en los lugares más pobres y alejados de las casillas, o por definición ideológica.

Podemos estar o no de acuerdo con los resultados, satisfechos o no con las personas que fueron elegidas, pero ésta ha sido la manifestación de la voluntad popular mayoritaria, y en una sana democracia, esto es lo que cuenta. La mayoría consideró que se requería dar una oportunidad a quien parecería ofrecer una mejor alternativa para que cambie la situación en el país, y en eso hemos de fincar nuestra esperanza. Tengamos en cuenta, sin embargo, que los cambios no dependen sólo de una persona, ni siquiera de su equipo de trabajo, sino de todos nosotros. Aunque los elegidos quieran combatir la corrupción, la impunidad, la violencia y la inseguridad, estos males están en el corazón humano de los ciudadanos, y éstos los convierten en sistema corrupto y destructor.

¿Qué nos toca hacer ahora? Por una parte, dar un margen de tiempo a los elegidos, a partir de que tomen posesión de su cargo, para que pongan en práctica sus promesas.

Por otra, colaborar en todo lo que podamos para mejorar al país, empezando por nuestras personas y familias. Y, ahora y siempre, hacer oración por quienes han sido elegidos, los del actual período y los del siguiente. Aunque a los incrédulos les parezca inútil la oración, nosotros tenemos mucha fe en su eficacia. Mientras Moisés oraba en el Sinaí, el pueblo derrotaba a sus enemigos. La oración hecha con fe, de acuerdo con el Reino de Dios, tiene una eficacia increíble.

 

PENSAR

En su homilía del 18 de septiembre del año pasado, durante la Misa en Santa Marta, el Papa Francisco comentó lo que recomendaba el apóstol Pablo en 1 Tim 2,1-3:

"Ante todo, ruego que se hagan súplicas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por toda la humanidad, por los reyes y por todas las autoridades, para que podamos llevar una vida pacífica y serena, del todo religiosa y digna. Esto es bello y grato ante Dios, nuestro Salvador".

Al respecto, decía el Papa: "El pueblo debe rezar por los gobernantes, y nosotros no tenemos una conciencia firme sobre esto. Cuando un gobernante hace una cosa que no nos gusta, decimos cosas feas; si hace una cosa que nos gusta, decimos: ¡Ah, qué bueno! Pero lo dejamos solo, lo dejamos con su partido, dejamos que se las arregle con el Parlamento. Nosotros no podemos dejar a los gobernantes solos; debemos acompañarlos con la oración. Los cristianos deben rezar por los gobernantes.

Alguno podrá objetar: ¿ Cómo voy a rezar por éste que hace tantas cosas malas? Precisamente entonces tiene más necesidad. Reza, haz penitencia por el gobernante. La oración de intercesión es por todos aquellos que están en el poder, para que podamos llevar una vida calmada y tranquila. Todo el pueblo se beneficia de esto. Debemos crecer en esta conciencia de rezar por los gobernantes. Por lo tanto, es oportuno preguntarnos: ¿Rezo por todos los gobernantes? Y si encuentras, cuando haces examen de conciencia para confesarte, que no has rezado por los gobernantes, di esto en la confesión. Porque no rezar por los gobernantes es un pecado".

Pero el Papa también recomendó a los gobernantes orar: "Es muy importante la oración del gobernante, tan importante porque es la oración por el bien común del pueblo que le ha sido confiado. Si no reza, se cierra en la propia auto-referencia, o en aquella de su partido, en ese círculo del que no puede salir; es un hombre cerrado en sí mismo. Pero cuando ve los problemas reales y tiene conciencia de que es subalterno, un gobernante reza, porque tiene la conciencia de que hay otro que tiene más poder que él".

 

ACTUAR

No nos quedemos en criticar a los gobernantes. Si puedes, habla con uno de ellos personalmente, o mándale algún mensaje por algún medio, y compártele tus puntos de vista. No los dejemos solos. Necesitan nuestro consejo y nuestra fraterna corrección. Y sigamos el consejo del apóstol Pablo y del Papa Francisco: oremos por nuestros gobernantes. Pidamos al Espíritu Santo que los ilumine, los enderece, los sostenga y los impulse al desgaste de su vida, para bien de nuestro pueblo, sobre todo de los pobres. Y oremos también por quienes no fueron elegidos, para que sigan luchando por el bien común, demostrando así su amor a la patria.

 

 

04/07/2018-19:22
Isabel Orellana Vilches

San Antonio María Zaccaría, 5 de julio

«Ángel en carne. Gran reformador y artífice de los Clérigos regulares de San Pablo (barnabitas). Aspirando a lo máximo, se ocupó de recordar a sus hijos que debían alcanzar las grandes cotas de la santidad»

Antonio María fue otro rayo de luz para la Iglesia, como san Cayetano y san Ignacio, en una época marcada por las ansias de reforma que en lo eclesial discurría entre una ferviente búsqueda de Dios y la tibieza de miembros de la Iglesia, incluidos pontífices y prelados, que habían sucumbido bajo el influjo mundano del Renacimiento. Antes de morir dejó este excelso legado a los suyos: «No quiero que seáis santos pequeños: os quiero grandes santos. No digáis nunca: ¡solamente hasta aquí!, en vuestras ascensiones espirituales, porque siempre queda cuesta por subir. Es preciso que corramos como locos no sólo hacia Dios, sino también hacia los prójimos, porque en ellos entregamos a Dios lo que no podemos darle directamente, no teniendo Él necesidad de nuestros bienes».

Nació a finales de 1502 en Cremona, Italia. Su padre era de ascendencia genovesa y origen patricio. Fue hijo único, aunque estuvo rodeado de sus parientes cercanos, tíos y primos, que compartían un palacio destinado también al próspero negocio de paños de lana de su propiedad. A buen seguro que la unidad existente entre todos, coronada por el patriarca de la familia, tendría su trascendencia en la formación del futuro santo que vio cómo iban dejando este mundo paulatinamente algunos de estos seres queridos, uno de ellos su propio padre. Cuando su madre Antonieta enviudó, él tenía año y medio de vida, una edad en la que el perfil de los rostros amados suele permanecer
desdibujado. Pensando en su bien, ella no volvió a casarse. Transmitió a su hijo el valor de la abnegación, de la pobreza y de la renuncia en beneficio del prójimo. Tan bien asimiló esta lección el santo que siempre huyó de lo superfluo y ostentoso. En su adolescencia se desprendió sin dudarlo de su capa de terciopelo para que se cubriese con ella un pobre harapiento. Este gesto, tras el que se adivinan otros similares, se producía en unas circunstancias calamitosas para su ciudad: damnificados por el desbordamiento del río, fiebres y miseria por doquier. Para alguien de su sensibilidad era un escenario ante el que no podía quedar impasible.

A los 15 años comenzó estudios de filosofía en Pavía donde permaneció tres años. Entre tanto, Lutero clavaba en las puertas del castillo de Wittenberg su repulsa contra las indulgencias, plasmadas en las famosas 95 tesis. En diciembre de 1520 quemó la bula de excomunión papal. Ese año Antonio María se había trasladado a Padua para cursar medicina. Como universitario y creyente, vivió de lleno las consecuencias derivadas de este funesto episodio que tuvo gran repercusión en el ambiente universitario en el que se movía. Renunció a la herencia que le correspondía, y solo aceptó lo preciso para vivir.

En 1524, nada más concluir los estudios de medicina, regresó a Cremona. Eligió la carrera para poder ayudar al prójimo y enseguida vio que sus anhelos iban más allá del cuidado del cuerpo. Comenzó a frecuentar a los dominicos, y consagró su virginidad a María. También se fraguó su vocación sacerdotal. Confió este sentimiento a su director espiritual y después de cursar los estudios eclesiásticos, en 1528 se ordenó sacerdote. En su primera misa, y en el instante de la consagración, se produjo un hecho sobrenatural: el altar quedó inundado de luz durante un tiempo mientras era escoltado por ángeles que se unían a su adoración a Cristo.

Las catequesis con niños de diversa condición fue una de sus primeras acciones apostólicas. Las impartía en la iglesia de San Vitale orientando sus vidas evangélicamente frente a las ideas profanas y laxas defendidas por la corriente renacentista predominante. A este grupo infantil se fueron uniendo sus madres y el resto de familiares. Querían escuchar a este apóstol que salía a la calle con el crucifijo en la mano a buscar a la gente que andaba por el mal camino, y que en medio del asfalto les exhortaba a la penitencia y al arrepentimiento de sus pecados. Puso en marcha a las angélicascon el apoyo de la condesa de Guastalla, Luisa Torelli, que adquirió una casa para llevar vida de perfección con otras jóvenes.

En 1530 se trasladó a Milán, donde se involucró en la Sociedad de la Sapiencia Eterna. Conoció entonces a Giacomo Antonio Morigia y a Bartolomé Ferrari, que deseaban iniciar una sociedad de sacerdotes. Al conocer al santo se materializó su proyecto dando lugar a los Clérigos regulares de San Pablo(barnabitas), nombre que aludía al lugar de reunión, la iglesia de San Bernabé. Esta fundación les acarreó no pocos disgustos y amenazas de personas exaltadas, como un predicador que arremetió contra ellos tildándolos de fanáticos y locos. Fueron denunciados ante el arzobispado, el Senado y la Inquisición. Lleno de confianza Antonio Maria acudió al tribunal, y en el transcurso del proceso los jueces comprendieron que todo era fruto de una calumnia. El acusador inicuo se retractó antes de morir, mientras el santo lo acogía en sus brazos.

A este enamorado de Cristo y de María se debe el toque de las tres de la tarde todos los viernes, y las cuarenta horas de adoración al Santísimo Sacramento solemne y perpetua , prácticas que inculcó a los fieles y que siguen vigentes. También constituyó una congregación para los casados con el fin de introducir el espíritu de la reforma en las familias. Con indecible fatiga, debido a la lucha que mantuvo día tras día, cayó extenuado en Guastalla. Ni siquiera podía trasladarse con sus hermanos de comunidad, y rogó que le enviasen con su madre a Cremona. Ésta, al verle en tal estado a sus 36 años, estalló en llanto. Y él le dijo: «Oh, madrecita, dejad de llorar! En breve, gozaréis conmigo de aquella gloria eterna en que, desde ya, espero entrar». Vaticinó que él moriría el día de la octava de san Pedro y san Pablo, y así sucedió el 5 de julio de 1539. León XIII confirmó su culto el 3 de enero de 1890, y lo canonizó el 27 de mayo de 1897. Fue considerado por sus paisanos «Padre de la Patria»y «Ángel en carne».