Colaboraciones

 

Democracia, política, religión. M. Azaña

 

 

 

21 octubre, 2025 | Javier Úbeda Ibáñez


 

 

 

 

 

El papel principal de la democracia debe ser ocupado por la Persona Humana. La primacía no es para el Estado, ni para el capital ni tampoco para el Mercado, como en otros sistemas. La democracia es también la fe de los derechos de cada persona, para desempeñarse en la vida social. Es la Persona Cívica, y esos derechos deben desarrollarse en la actividad económica, política y social.

La palabra Democracia, como la usan los pueblos modernos, tiene un sentido mucho más amplio que en los tratados clásicos de la ciencia gubernamental. Primero y, ante todo, designa una filosofía general de la vida humana y de la vida política, así como un estado de espíritu. No sólo el estado democrático viene de la inspiración evangélica, sino que no puede subsistir sin ella.

La democracia debe promover el bien común y la justicia social, valores permanentes para todas las personas humanas.

Política es el arte de gobernar en justicia y en paz la vida personal, laboral y social de los ciudadanos de un Pueblo, Nación o Estado mirando a su bienestar y bien común. Sin embargo, para ciertos políticos, la política es esencialmente una lucha y una contienda que permite asegurar a los individuos y a los partidos que detectan el poder su dominación sobre la sociedad, y al mismo tiempo, la adquisición de ventajas, beneficios y privilegios que se desprenden de la ostentación del poder político La democracia no está al servicio de la política, sino que la política debe estar al servicio de la democracia.

Los políticos deben ser servidores del pueblo. Entendemos que las personas que acceden a cargos y destinos de responsabilidad política, sin saber gobernarse a sí mismos ni a su familia, no son los más representativos ni los más idóneos para gobernar democráticamente al pueblo. Los partidos políticos deben buscar personas competentes y honestas que sirvan al pueblo haciendo leyes justas y buenas y aplicándolas correctamente para el bienestar personal y social del pueblo.

La religión es la dependencia que los humanos sentimos de la existencia de un ser supremo, llamado Dios, que nos ha creado y nos gobierna. Históricamente, es tan antigua como el ser humano, apareciendo de diversas formas y maneras, desde el fetichismo y animismo a las actuales religiones, Hinduismo, Budismo, Shintoismo, Judaísmo, Cristianismo e Islamismo. Hoy día, los ciudadanos religiosos son miles de millones de ciudadanos extendidos por todo el mundo.

En 1931, Manuel Azaña dijo en las Cortes Constituyentes de la Segunda República: «España ha dejado de ser católica», sin embargo, la religión católica sigue siendo la mayoritaria, la popular y la de mayor arraigo entre españoles. Los colegios católicos de enseñanza escolar son los más acreditados y frecuentados. Las fiestas, el calendario y costumbres católicas han arraigado fuertemente en el pueblo español. La Iglesia católica tiene mayor convocatoria popular en sus parroquias y templos que ningún partido político o grupo de presión laico en sus manifestaciones, mítines y convocatorias. Su obra social y asistencial a personas enfermas, discapacitadas y de la tercera edad es ejemplar.