Colaboraciones
La política
15 abril, 2025 | Javier Úbeda Ibáñez
La política es la actividad humana que desarrollan los hombres para participar en la vida cívica y obtener o influir en el poder público.
No pueden caber dudas sobre la naturaleza moral de la política, a la que podemos definir como: «la actividad prudencial, que consiste en hacer posible lo necesario para el bien común».
Doctrina católica de la política
Para determinar la esencia de la política, es necesario distinguir dos tipos de acciones humanas:
a) Lo factible: se refiere al hacer del hombre; las acciones ejercidas sobre la naturaleza externa (construir una mesa, levantar un edificio). Está regido por la virtud intelectual de arte.
b) Lo agible: se refiere al obrar humano; acciones ejercidas dentro del hombre (pensar, decidir). Está regido por la virtud intelectual y moral de la prudencia: que obtiene de los principios morales, conclusiones prácticas aplicables a cada caso concreto.
Como la política persigue el bien común, que no es un bien físico, y la principal actividad del político es mandar o liderar a otros, no cabe duda que pertenece al campo del obrar humano, no al del hacer. Por consiguiente, si es una actividad agible, debe estar regida por la prudencia, no por el arte, como se ha entendido generalmente, desde Maquiavelo. No es, entonces, «el arte de lo posible».
Existen valores morales que deben regir la política. Estos valores deben defenderse siempre, incluso cuando la mayoría sea contraria a ellos.
La política cristiana no es algo tan nuclear a nuestra religión como la familia o la educación, pero hay que añadir que sin una buena política que los tutele, tales asuntos fundamentales sobreviven desamparados y en precario, cuando no directamente perseguidos y bajo riesgos letales.
En un régimen democrático todos los católicos, por gozar de la condición de ciudadanos, tenemos una responsabilidad moral y el deber de participar de acuerdo con nuestra fe. Si no cupiera tal posibilidad no existiría tal deber, pero nosotros, sin duda, lo tenemos.
Lo que la Iglesia enseña y ordena
- Por política se entiende la acción multiforme «destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común». Las acciones sociales no son sustitutivos, sino complementos, de la política institucional.
- Los católicos, como ciudadanos que son, deben participar en la política, según su competencia específica y bajo la propia responsabilidad.
- Toda concepción del hombre, del bien común y del Estado debe someterse al juicio de la norma moral ínsita en la naturaleza misma del hombre.
- Hay que tener siempre presente que «sería un error confundir la justa autonomía que los católicos deben asumir en política, con la reivindicación de un principio que prescinda de la enseñanza moral y social de la Iglesia».
- «Ningún fiel puede [...] apelar al principio del pluralismo y autonomía de los laicos en política, para favorecer soluciones que comprometan o menoscaben la salvaguardia de las exigencias éticas fundamentales para el bien común de la sociedad».
- Personalmente, el católico tiene el deber moral de coherencia de vivir con conciencia única y unitaria. En el orden práctico, ese deber se concreta en unos mínimos negativos: los legisladores cristianos tienen la «precisa obligación de oponerse» a toda ley que atente contra la vida humana.
Los legisladores católicos no pueden votar leyes inmorales, y que los electores no deben votar a los partidos que las lleven en su programa, ni siquiera en nombre de que votan por otras reivindicaciones legítimas a las que van unidas.
El justo pluralismo consiste en «elegir, entre las opiniones políticas compatibles con la fe y la ley moral natural, aquella que, según el propio criterio, se conforma mejor a las exigencias del bien común».
La política católica debe ser el resultado de un juicio prudente sobre la sociedad, atenido a las normas del derecho natural y dignificado por la intención de construir toda una cultura inspirada en el Evangelio.
Nota doctrinal de la Congregación para la doctrina de la Fe sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política: