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Madrid, 18 de noviembre de 1994 |
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PRESENTACIÓN
II.- ¿A QUÉ REALIDAD NOS REFERIMOS, CUANDO HABLAMOS DEL MUNDO OBRERO?
III.- DIMENSIONES BÁSICAS DE LA PASTORAL OBRERA
IV.- PROPUESTAS |
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SIGLAS
PRESENTACIÓN El presente Documento, aprobado por la LXII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, es el resultado de un proceso largo en el tiempo y que marca una fecha histórica, llena de esperanza en la evangelización del Mundo Obrero. Es el fruto de reflexiones y encuentros que se comenzaron a coordinar en España el año 1985. La Subcomisión de Pastoral Obrera -C.E.A.S. de la Conferencia Episcopal ha ido recogiendo las experiencias de los militantes obreros cristianos de los Movimientos especializados de Acción Católica, la experiencia de tantos otros militantes que, orientados e impulsados por la Doctrina Social de la lglesia, entregaron su vida para anunciar a Jesucristo y su Mensaje al mundo obrero en momentos muy difíciles y, en muchas ocasiones, con recelos e incomprensiones. La aprobación de este Documento adquiere una importancia especial para la vida de la Iglesia. En los distintos documentos de la Conferencia Episcopal sobre Apostolado Seglar se ha hecho mención muchas veces de la Pastoral Obrera. Pero en la pequeña e intensa historia de los Movimientos especializados de Acción Católica, es la primera vez que surge un Documento específico íntegramente dedicado a la Pastoral Obrera. Sentimos, por ello una especial emoción. Miramos a la Pastoral Obrera con esperanza e ilusión. Estamos convencidos de que Jesucristo es la respuesta a los problemas del mundo obrero y, a pesar de las difíciles situaciones por las que actualmente pasa, hay muchos signos positivos: los diálogos Iglesia-Organizaciones Obreras, la potenciación de la Acción Católica y de los Movimientos especializados dentro de ella, la toma de postura que suponen las 32 propuestas aprobadas en el documento que publicamos. Expresamos con la aprobación de este Documento un punto de llegada. A la vez, y esto es lo más importante para toda la Iglesia, es un punto de partida. Empieza ahora con más fuerza, si cabe, el trabajo paciente y constante de tantos que ya lo están haciendo y de toda la Iglesia, para que hagamos verdad las palabras del profeta Isaías:
Que en este Adviento nos dispongamos a hacer nuestras las palabras del
Maestro.
+ Elías Yanes Álvarez I.- INTRODUCCIÓN El camino que en nuestro país ha recorrido la Iglesia en el servicio al mundo obrero, ha ido creando las condiciones y ha puesto las bases, para que podamos abordar cuanto concierne a la pastoral obrera con la suficiente madurez. Conscientes de la situación por la que atraviesan los trabajadores, y animados por las personas y grupos que prestan su servicio en la evangelización del mundo del trabajo, nos decidimos, hace ya tiempo, a abrir un proceso de reflexión sobre la Pastoral Obrera, que debía confluir en una Asamblea Plenaria dedicada a este tema. Como reflejan las actas que nos han llegado de las distintas diócesis, el proceso de reflexión y revisión que hemos realizado durante estos años, así como los encuentros que hemos tenido, nos han enriquecido a todos. El presente documento, fruto en gran medida del trabajo eclesial ya hecho, quiere ser expresión de nuestra preocupación y compromiso por la evangelización del mundo obrero, así como testimonio de nuestra cercanía, aliento y estímulo a cuantos se dedican con generosidad y paciencia a llevar la Buena Noticia de la liberación y de la salvación cristianas al mundo del trabajo. Con él queremos promover la Pastoral Obrera en el seno de la Pastoral General de la Iglesia y ofrecemos para ello algunas orientaciones y líneas de acción. Nos dirigimos, en primer lugar, a toda la comunidad eclesial, porque toda ella es corresponsable de la evangelización del mundo obrero. Pero con especial interés nos dirigimos a aquellas parroquias, movimientos, comunidades, grupos y personas, que se siente específicamente enviados por la Iglesia a realizar su misión en el mundo del trabajo. Queremos también invitar al trabajo apostólico en este campo a aquellos miembros de la comunidad eclesial que, procedentes del mundo del trabajo, no sienten, sin embargo la llamada que la Iglesia les hace a realizar en él su misión evangelizadora. El presente documento tiene su contexto más apropiado en el anterior documento de la CEE «Los Cristianos Laicos. Iglesia en el mundo». Ahí se encuentran las claves adecuadas para comprender, fundamentar y llevar a cabo cuanto ahora decimos refiriéndonos específicamente al mundo obrero. También existe una estrecha relación de complementariedad con el documento recientemente aprobado sobre «La caridad en la vida de la Iglesia ».
II.- ¿A QUÉ REALIDAD NOS REFERIMOS, CUANDO HABLAMOS DE MUNDO OBRERO? No se trata ahora de hacer un estudio sociológico sobre la realidad social del mundo del trabajo. Pero sí es conveniente constatar que se trata de una realidad compleja, a fin de no caer en la tentación de la simplificación, afirmando o que nada ha cambiado o que ha cambiado todo. Los años de desarrollo primero, el impacto de las nuevas tecnologías después, la mundialización de la economía, y, por último, la crisis y las estrategias de salida de la crisis basadas en la flexibilización del mercado de trabajo impuestas por el capital, han provocado en el mundo del trabajo transformaciones profundas, una creciente fragmentación y heterogeneidad, una pérdida importante de la conciencia obrera y, en importantes sectores del mundo obrero, un progresivo empobrecimiento, que llega hasta, lo que se denomina hoy "exclusión social". Parece como si la realidad obrera se difuminase hasta el punto de perder su propia entidad. Al menos, así piensan algunos. Sin embargo, el mundo obrero, centro de la preocupación eclesial en este documento, continúa siendo la realidad más importante social y numéricamente en nuestra sociedad, aunque esa realidad se encuentre hoy en fuerte proceso de transformación y en su seno exista una gran variedad de situaciones; este mundo ya no sólo se encuentra en la industria y los servicios, sino también en el campo, el mar, la emigración...; está formado por quienes trabajan legalmente o por los que tienen que hacerlo en la economía ilegal o sumergida; por obreros fijos, eventuales y en paro; por parados de larga duración, con contratos intermitentes, a tiempo parcial, o los llamados de aprendizaje; por trabajadores con una alta cualificación profesional que, o no tienen trabajo, o lo tienen inestable y mal pagado. Forman, además, el mundo obrero los trabajadores autónomos a menudo con dificultades de subsistencia. Lo forman quienes tienen conciencia clara de ser obreros. Todos estos: jóvenes y adultos, activos y jubilados, barrios populares, familias enteras..., con sus condiciones de trabajo y de vida marcadas por la precariedad, modestia económica, dependencia... con sus diferentes situaciones y con sus luces y sombras constituyen la realidad incuestionable del mundo obrero actual. El mundo obrero sigue existiendo. Aunque su rostro haya cambiado, el puesto que ocupa en el sistema de producción sigue siendo el mismo; están subordinados y han de estar sometidos a las exigencias del capital, (activos financieros, multinacionales, poderes o decisiones de tipo político, etc.), que es quien impone las condiciones de trabajo y de vida en función de sus intereses. «No obstante, es necesario denunciar la existencia de unos mecanismos económicos, financieros y sociales, los cuales, aunque manejados por la voluntad de los hombres, funcionan de modo casi automático, haciendo más rígida las situaciones de riqueza de los unos y de pobreza de los otros. Estos mecanismos, maniobrados por los países más desarrollados de modo directo o indirecto, favorecen a causa de su mismo funcionamiento los intereses de los que los maniobran, aunque terminan por sofocar o condicionar las economías de los países menos desarrollados. Es necesario someter en el futuro estos mecanismos a un análisis atento bajo el aspecto ético-moral» (SRS 16). Aquí está la raíz de las situaciones de explotación, de pobreza y de creciente exclusión social que existen dentro del mundo obrero. De este modo, la Doctrina Social de la Iglesia, reconoce el sentimiento que hay en el mundo obrero de cómo en extensas capas de su seno se va instalando el sufrimiento y la marginación social. La regulación, que, legalmente o al margen de la ley, se está imponiendo a muchos trabajadores es, en múltiples ocasiones, incompatible con la dignidad de la persona humana y con el respeto a los derechos humanos. Todo ello va creando una situación social en la que, si bien no se puede identificar el mundo obrero con los pobres, éstos sí son una parte muy importante del mundo obrero y tienen una estrecha relación con él. El Papa nos lo ha dicho con toda claridad y contundencia: «Los pobres... aparecen en muchos casos como resultado de la violación del trabajo humano; bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo -es decir, por la plaga del desempleo-, bien porque se desprecian el trabajo y los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia» (LE 8). "La Iglesia está vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente 'la Iglesia de los pobres'" (LE 8). Por eso ella ha de mostrarse hondamente sensible al mundo del trabajo y prestarle una atención y dedicación especial.
III.- DIMENSIONES BÁSICAS DE LA PASTORAL OBRERA La evangelización del mundo obrero, objetivo central de la Pastoral Obrera, es preocupación, responsabilidad y tarea de toda la Iglesia (EN 14; CLIM 19). Es ella, en cuanto cuerpo visible de la presencia de Cristo entre nosotros, quien recibe de El la misión de «ir por el mundo entero predicando la Buena Noticia a toda la humanidad» (Mc. 15, 15-20). Fiel a la voluntad de su Señor, toda la Iglesia ha de sentirse y ha de mostrarse corresponsablemente unida, también en el testimonio cristiano, en el servicio evangélico a los trabajadores y también a la voluntad transformadora de eses condiciones sociales que tan directamente afectan al mundo obrero. Por ello es fundamental que en la comunidad creyente exista y se consolide una conciencia común, sinceramente compartida por todos los miembros del Pueblo de Dios, acerca de la necesidad, importancia y dimensiones fundamentales de una Pastoral Obrera verdaderamente eclesial. Líneas de acción Las líneas de acción que presentamos a la comunidad cristiana arrancan de estas convicciones, actualizadas y profundizadas en la reflexión común sobre la práctica pastoral que hemos venido realizando durante estos años. 1. La Pastortal Obrera es obra de toda la Iglesia La evangelización del mundo obrero ha de ser comprendida, asumida y vivida por toda la Iglesia como obra propia. La Iglesia reconoce y apoya la misión específica de comunidades, movimientos y personas, que han recibido este carisma en el seno de la misma Iglesia. La Pastoral Obrera nunca debiera ser considerada como la tarea particular y exclusiva de algunas comunidades, movimientos y personas, que, por su propia cuenta y riesgo, han decidido dedicarse a la misión en el mundo obrero. Para ello, será necesario cultivar y fortalecer, en todos los miembros de la comunidad eclesial, -Obispos, Presbíteros, Religiosas/religiosos y seglares- la convicción y el sentimiento de que es la Iglesia quien envía a evangelizar en el mundo obrero y quien, por ello, se compromete a acompañar, sostener y animar a quienes realizan ahí esta misión. Para avanzar en esta dirección ofrecemos las siguientes líneas de acción:
2. La Pastoral Obrera "especialmente necesaria" en la actividad pastoral de la Iglesia «Uno de los contenidos más importantes de la Nueva Evangelización está constituido por el anuncio del "Evangelio del Trabajo" que he presentado en mi encíclica Laborem Exercens, y que, en las condiciones actuales, se ha vuelto especialmente necesario. Ello supone una intensa y dinámica pastoral de los trabajadores, tan necesaria hoy, como en el pasado, respecto del cual, bajo algunos aspectos, se ha vuelto todavía más difícil. La Iglesia tiene que buscar siempre nuevas formas y nuevos métodos, sin ceder al desaliento». (Alocución de Juan Pablo II, 15 de Enero, 1993). Cuando la comunidad eclesial reflexiona desde su fe cristiana sobre el significado que el trabajo tiene en la vida personal, familiar y social dentro de nuestra sociedad, encuentra motivaciones, múltiples y profundas, para dar a la evangelización del mundo obrero un lugar preferente en su actividad pastoral (Cf. Alocución Juan Pablo II, 18-11-1983, nº 22). He aquí algunas de estas motivaciones:
La comunidad eclesial, por tanto, debe poner los medios para que todos sus miembros descubran estas motivaciones. En la medida en que ellas calen en la conciencia comunitaria, en esa medida impulsarán a la comunidad eclesial a plantearse la Pastoral Obrera como tarea preferente de su servicio evangelizador. 3. La Pastoral Obrera, una pastoral específica El mundo obrero, a pesar de su realidad compleja y en permanente transformación, tiene su propia historia y su cultura, su situación social y los problemas que ella genera, sus organizaciones y sus militantes, su manera de situarse ante la Iglesia y su modo de relacionarse con ella (Cf. SRS 9 y LE 8 y 13). La Pastoral Obrera, sin ser una pastoral de especialistas, deberá ser sensible a las características peculiares del mundo obrero y deberá tenerlas muy presentes a la hora de plantear su evangelización, como deberá formar a los que han de llevarla a cabo, deberá elegir para ello la metodología adecuada y por último tendrá que seleccionar las tareas y actividades pastorales. Así pues, la Pastoral Obrera tendrá en cuenta:
Para terminar afirmamos con gozo que en todo este proceso no se parte de cero. En nuestra Iglesia hay ya un largo camino recorrido y una rica experiencia vivida por comunidades, movimientos, grupos y personas que han dedicado lo mejor de su vida a la evangelización del mundo obrero. Esta experiencia es la que inspira, y en cierto sentido también avala, las líneas de acción y las propuestas más concretas y específicas, que se ofrecen a continuación, divididas en cuatro capítulos. PROPUESTAS 1ª. Presencia de la Pastoral Obrera en la vida y misión de la Iglesia PROMOCIÓN, PRESENCIA Y PARTICIÓN 1. «Como expresión y exigencia en la comunión y misión de la Iglesia»(1). «La Conferencia Episcopal, en el ámbito nacional, y cada uno de los Obispos en sus respectivas diócesis, promoverán aquellas asociaciones o movimientos»(2) presentes en el mundo obrero e integrados en la Pastoral Obrera:
ANIMACIÓN E INSERCIÓN Parroquias, arciprestazgos, vicarías y zonas 2. «Si la parroquia es la Iglesia que se encuentra entre las casas de los hombres, ella vive y obra entonces profundamente injertada en la sociedad humana e íntimamente solidaria con sus aspiraciones y dramas»(4). La Pastoral Obrera ayudará y animará este tipo de parroquia cercana y solidaria. 3. Las Iglesias particulares facilitarán a los grupos, movimientos apostólicos y asociaciones de Pastoral Obrera, la oportunidad y los medios para dar a conocer las líneas de acción y objetivos en las parroquias, arciprestazgos, vicarías y zonas(5). 4. Puesto que la Pastoral Obrera nace en el seno de la comunidad, la insertarán, a través de estos grupos, movimientos apostólicos y asociaciones en sus órganos de corresponsabilidad: Consejo Pastoral parroquial, arciprestal y diocesano(6). 5. Por su parte, estos grupos, movimientos apostólicos y asociaciones promoverán, desde su opción específica de Pastoral Obrera, la corresponsabilidad y participación del conjunto de los cristianos y de sus miembros en las parroquias(7):
Delegaciones de Pastoral Obrera 6. Las Iglesias particulares impulsarán y consolidarán(9) la Delegación de Pastoral Obrera y los Secretariados o coordinadoras interdiocesanos, teniendo en consideración las orientaciones que la Subcomisión de Pastoral Obrera ha ido elaborando a lo largo de estos años. 7. La Delegación de Pastoral Obrera participará en la elaboración del Plan Diocesano de Pastoral, someterá a aprobación su propio plan y aportará el proyecto diocesano de Pastoral Obrera, donde se recoja, entre otros:
8. La Delegación de Pastoral Obrera trabajará coordinadamente con otras delegaciones diocesanas: juventud, familia, Cáritas... para mejor servir a la evangelización del mundo obrero(10). Comunidades de religiosos y religiosas insertor en el mundo del trabajo y en la vida de los barrios 9. Las Iglesias particulares han de reconocer y valorar el testimonio de encarnación, silencioso a veces, pero sólido y profundo de muchas comunidades de religiosos y religiosas que:
10. A través de la Delegación de Pastoral Obrera diocesana:
Sacerdotes y Diáconos permanentes 11. Las Iglesias particulares reconozcan y valoren el testimonio de encarnación de aquellos -sacerdotes y diáconos permanentes- que tomaron la opción por trabajar en el mundo obrero a través de las parroquias presentes en barrios y ambientes populares, consiliarías de grupos y movimientos apostólicos de pastoral obrera, y de los sacerdotes obreros. Más en concreto:
II.- PRESENCIA DE LA PASTORAL OBRERA EN LA SOCIEDAD «La presencia pública de la Iglesia es una exigencia de su misión evangelizadora»(12). La Evangelización del mundo obrero en una nueva situación histórica 12. «En muchas ocasiones los Obispos españoles hemos ofrecido a los católicos y a la sociedad en general, nuestros análisis, reflexiones y sugerencias sobre el momento actual, con sus luces y sombras... La solidaridad de la Iglesia con los pobres, "participando en los gozos y esperanza, las tristezas y angustias de todos"»(13) , siguiendo a Jesús y la esperanza en el Reino de Dios, nos impulsa a afrontar con realismo la actual situación social con sus elementos contrapuestos y sus aspectos negativos»(14). Entre otros señalamos:
A través de la Pastoral Obrera ha de plantearse, desde dentro de ese mundo, cómo anunciar ahí la Buena Noticia, cómo iluminar y trabajar por la transformación de esa realidad desde los valores del Evangelio, cómo ser ahí instrumento dócil a la acción del Espíritu, para que la Iglesia de Jesucristo nazca, eche raíces y se consolide en el mundo del trabajo(20). Por todo lo cual vemos necesario: Participación de los laicos 13. Las comunidades eclesiales, asociaciones y movimientos apostólicos, deberán impulsar la participación de sus miembros en la vida pública a través de las instituciones políticas, sindicales, culturales, sociales...(21) a fin de construir y reconstruir el tejido social en línea de justicia, fraternidad, libertad... El Anuncio, Presencia y Compromiso 14. Las comunidades eclesiales, asociaciones y movimientos apostólicos no sólo potenciarán la presencia de sus asociados en las realidades temporales, como exigencia de su propio bautismo(22), sino que ayudarán a que lo hagan desde valores y criterios evangélicos, como levadura que dinamiza, como luz en el candelero y como ciudad construida sobre el monte que anuncia la Buena Noticia de Cristo, el Señor, potenciando la formación integral de la persona, la opción por los sectores más pobres del mundo obrero y el discernimiento cristiano de los acontecimientos y de las propias actuaciones. Denuncia profética 15. Las comunidades eclesiales, asociaciones y movimientos apostólicos, en el ejercicio de su misión evangelizadora, denunciarán las situaciones de injusticia o explotación, tanto individuales como colectivas, contrarias al Plan de Dios.(23) Relación con otras organizaciones 16. Para mejor conocer la realidad y la situación por la que pasa el mundo obrero, las comunidades eclesiales, asociaciones y movimientos apostólicos mantendrán contactos periódicos con las organizaciones sindicales y asociaciones que el mundo obrero se da a sí mismo. Acompañamiento y la animación 17. Los cristianos que se sientan especialmente vocacionados a compartir, total o parcialmente, la vida de los distintos fragmentos del mundo obrero actual: trabajo, paro, vivienda... en sus compromisos y opciones deberán ser alentados y acompañados por la comunidad.(24) 18. Para animar el compromiso de los cristianos laicos en la vida pública y el necesario acompañamiento pastoral, hay que promover la formación adecuada y animar la disponibilidad y dedicación de sacerdotes, diáconos permanentes y religiosos.(25) Relación Pastoral Social- Pastoral Obrera 19. La Conferencia Episcopal y las Iglesias particulares promoverán las relaciones entre Pastoral Social y Pastoral Obrera para recoger la sensibilidad de Pastoral Obrera hacia grupos de marginación social (drogadictos, tercera edad, emigrantes e inmigrantes...) y asegurar que la Pastoral Social dé respuestas que impliquen, en la práctica, promoción, liberación, lucha por la justicia...(26)
III.- FORMACIÓN DE MILITANTES OBREROS CRISTIANOS Urgencia y prioridad 20. «La formación no es un privilegio de algunos, sino un derecho y un deber de todos»(27). «La formación de los fieles laicos se ha de colocar entre las prioridades de la diócesis y se ha de incluir en los programas de acción pastoral, de modo que todos los esfuerzos de la comunidad (sacerdotes, laicos y religiosos) concurran a este fin»(28). «La formación implica un dinamismo, una actividad, una metodología y una preocupación que abarcan toda la vida y que estimulan la autoafirmación basada en la responsabilidad personal»(29). «El cristiano laico se forma especialmente en la acción. Un método eficaz en su formación es la Revisión de vida, avalado por la experiencia y recomendado por el magisterio de la Iglesia »(30). En esto partimos de la larga experiencia que los movimientos apostólicos tienen ya en la Iglesia que ha puesto de manifiesto la importancia de la formación en los militantes obreros cristianos para asumir su propio protagonismo laical y su misión evangelizadora, tanto personal como comunitaria. 21. Las Iglesias particulares en la elaboración de cualquier Plan de Formación o documentos que hayan de publicar, tendrán en cuenta (31):
Promover Escuelas e Instituciones de formación 22. La Conferencia Episcopal, reconociendo que las Instituciones y Escuelas de formación de laicos existentes son tan necesarias como insuficientes(32), animará o promoverá la creación de instituciones para la formación integral y acompañamiento de los laicos comprometidos en los distintos ámbitos de la vida pública(33): Escuelas Sociales o Centros de formación que ayuden a conocer la Doctrina Social de la Iglesia y sus exigencias(34), la Historia del Movimiento Obrero, cursillos especializados sobre política económica (35) y sobre formación bíblica, teológica, catequética...(36). Animar la formación de sacerdotes, diáconos permanentes, religiosos y seminaristas 23. «Para que se dé una pastoral verdaderamente incisiva y eficaz hay que desarrollar la formación de los formadores» (37). Los candidatos al sacerdocio, los diáconos permanentes, los sacerdotes y religiosos, han de formarse específicamente para reconocer y promover los carismas de los laicos(38), conociendo la historia del mundo obrero, sus relaciones con la Iglesia, su cultura y religiosidad, las líneas básicas de la Pastoral Obrera de la diócesis, la Doctrina Social de la Iglesia...(39). Participación de los laicos en la formación de los seminaristas y sacerdotes 24. «Los Obispos promoverán la presencia y participación de los laicos en la formación de los candidatos al sacerdocio y en la formación permanente del clero»(40), potenciando Encuentros de Seminaristas-Mundo Obrero, cursillos de formación y Jornadas programadas por los grupos y movimientos apostólicos Obreros(41). Estilo de vida personal coherente con el Evangelio de Jesucristo 25. «La formación de los laicos ha de contribuir a vivir en la unidad dimensiones que, siendo distintas, tienden con frecuencia a escindirse...»(42). En este sentido, por ejemplo, hoy, más que nunca hay que:
Espiritualidad 26. «En la formación de los laicos, el cultivo de la espiritualidad ha de ocupar un lugar preeminente»(43). «Para que la fe sea plenamente acogida, enteramente pensada, fielmente vivida»(44) hay que:
IV.- EXTENSIÓN DE LA PASTORAL OBRERA Exigencia interna de una nueva Evangelización «La evangelización no es sólo una urgencia histórica. Es, ante todo, una exigencia y tarea permanente de la Iglesia. Nosotros mismos hemos reconocido y propuesto que la hora actual de nuestra Iglesia tiene que ser -es- una hora de evangelización»(49). Por eso ante los desafíos de una nueva sociedad que influyen directamente en el mundo del trabajo y para mejor responder pastoralmente: 27. La Conferencia Episcopal habilitará procesos de reflexión a fin de que, dada la realidad actual de Pastoral Obrera, se sigan dando los pasos necesarios para que dentro de la misma Conferencia se aseguren en todo momento los cauces adecuados de coordinación e impulso de la misma Pastoral Obrera. 28. Los Obispos, en sus respectivas diócesis deberían oír y consultar a las Delegaciones de Pastoral Obrera, a los movimientos y grupos de Pastoral Obrera, para conocer, interpretar e incluso para pronunciarse ante las diversas situaciones por las que pasa el mundo del trabajo. Movimientos Apostólicos 29. La presencia de los Movimientos Apostólicos en la Iglesia ha puesto de manifiesto su fecundo trabajo en el resurgimiento de militantes obreros cristianos y en la extensión de la Pastoral Obrera. Habrá, por tanto, que hacer un esfuerzo por cuidar y potenciar estos instrumentos evangelizadores y que la misma Iglesia se ha dado a sí misma, para la evangelización del mundo obrero, así como preparar, orientar, dedicar y enviar a evangelizadores a este mundo. Escuelas sociales 30. Para desarrollar la dimensión social y política de la fe -objetivo fundamental dentro de la formación de los laicos-(50), deberán crearse, donde no existen y se potenciarán, donde ya están presentes, las Escuelas de Formación Social, en orden al conocimiento, profundización, aplicación y difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, de la formación de la conciencia social de los cristianos y del compromiso de los mismos en las realidades temporales. Teólogos, expertos... 31. La Pastoral Obrera necesita hoy, más que nunca, teólogos expertos en Ciencias Sociales y personas con experiencia en la acción social y obrera, a fin de:
Prensa, Radio, Televisión... 32. Desde la Pastoral Obrera:
REFLEXIÓN FINAL Hemos intentado con estas reflexiones ser fieles a la misión de la Iglesia, tal como ha sido descrita por la Constitución Lumen Gentium n° 1: la de ser "sacramento, esto es, signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el genero humano". Unión y unidad que se realizan, sobre todo, en la doble y, a la vez, única virtud de la caridad de cara a Dios y de cara a los hombres (Cf. Mt. 22,34-40). La Iglesia "no tiene necesidad de recurrir a sistemas o ideologías para amar, defender y colaborar en la liberación del hombre" (Juan Pablo II. 28.I.79). Su única finalidad es "la atención y responsabilidad hacia el hombre, confiado a ella por Cristo mismo, hacia este hombre que, como el Concilio Vaticano II recuerda, es la única criatura que Dios ha querido por si misma y sobre la cual tiene su proyecto, es decir, la participación en la salvación eterna. No se trata del hombre abstracto, sino del hombre real, concreto e histórico. Se trata de cada hombre, porque a cada uno llega el misterio de la redención, y con cada uno se ha unido Cristo para siempre a través de este misterio" (CA. 53). Desde esa caridad sentimos como propio el sufrimiento y el dolor por el que pasan tantas familias, tantos hombres y mujeres, jóvenes, adultos y niños del mundo obrero. Hemos señalado unas líneas de acción que apelan al realismo de una planificación y programación pastoral para toda la Iglesia, a la vez que nos exigen sentirnos responsables cada uno. El impulso necesario para emprender esas tareas solo puede provenir del sentido de gratuidad, que se revela como buena noticia sobre la dignidad de la persona, clave de sentido para la propia vida y trabajo, respuesta sobreabundante a los anhelos de verdad y justicia que laten en el corazón de los hombres, caridad que anima toda auténtica solidaridad, esperanza cierta de liberación y salvación para todos. Y todo el resto se dará por añadidura, aunque cueste muchas fatigas. Que María, La Madre del Redentor, la cual permanece junto a Cristo en su camino hacia los hombres y con los hombres, y que precede a la Iglesia en la peregrinación de la fe, nos ayude a entonar el canto de los pobres que saltan alegres, porque Dios está con ellos y en contra de los soberbios de corazón, de los ricos y poderosos, porque solo El es el "Poderoso y Santo". ¡María, Madre de Dios y Nuestra,
NOTAS FINALES (1) CLIM, 96. Cf. AA, 18; AS, 4. (2) CLIM, 104. Cf. AA 24. CHL, 31. (3) Cf. AA, 25; Cf. CLIM, 129. (4) CHL 27. Y como dice Juan XXIII, ser la "fuente de la aldea" a la que todos acuden a calmar la sed. (5) Cf. CLIM, 106. (6) Cf. CLIM, 107. (7) Cf. CHL 26. Sínodo 87, proposición 11. Congreso Parroquia Evangelizadora, documento final, 21. (8) «La Caridad en la vida de la Iglesia». Propuestas para la promoción de la justicia. (9) Cf. CLIM, 108. (10) Cf. CLIM, 110. (11) Cf. CLIM 131. CVP 190. (12) CLIM, 49. (13) Cf. GS, 1. (14) CLIM, 132. (15) Cf. PP, 14, 15, 20-21. (16) Cf. CA, 46. (17) Cf. VL, 17, 64. (18) Cf. VL, 18. (19) Cf. «La dimensión socio-económica de la Unión Europea. Valoración ética». Nota Permanente del Episcopado, Septiembre, 93. (20) Cf. EN, 18 y 29. (21) CLIM, 62. Cf. GS, 42. CVP, 125-149, 158 y 187. (22) Cf. LG 31. CHL, 15. (23) Cf. «La caridad en la vida de la Iglesia». I.2.C (24) Cf. CVP, 190. (25) CLIM, 69. Sínodo 90. (26) Cf. «La caridad en la vida de la Iglesia». Propuesta nº 2, 3, b. (27) CHL, 63. (28) Sínodo 87, 40. CHL, 57. (29) CLIM, 70. (30) MM, 236. CLIM, 77. (31) Cf. CLIM, 74. (32) CLIM, 85. Cf. CVP, 170 y 184. (33) CLIM, 85. (34) Cf. SRS, 41. Sínodo 87, 22. CHL, 60. (35) Cf. CVP, 188. CLIM, 83. (36) Cf. CHL, 60. (37) CHL, 63. (38) CLIM, 87 y 88. Cf. PO, 9. CHL, 61. (39) Cf. La formación para el ministerio presbiteral nº 108, 111 y 121. (40) CLIM, 88. Cf. CHL, 61. Sínodo 90, 61. (41) Cf. La Preparación de los formadores en los Seminarios. Directrices de la congregación para la educación católica, nn. 20 y 21. (42) CLIM, 77. Cf. EN, 76. CHL, 59,15. (43) CLIM, 76. Cf. CHL, 59. (44) CHL. 59. Discurso Juan Pablo II, 16-1-1982. (45) Cf. CHL, 59. (46) Cf. EN, 76. (47) Cf. EN, 76. (48) Carta de Diogneto. (49) CLIM, 134. TDV, 53. (50) Cf. CLIM, 74. |
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