Tribunas
29/10/2025
Del acoso al suicidio
Alberto García Chavida
Homenaje a Sandra Peña en el lugar del fallecimiento.
                                  Rocío Ruz/Europa Press.
                                  
                                  
                                   
Hace unas semanas nos quedamos conmocionados ante el caso de la joven Sandra Peña. Tenía 14 años, estudiaba tercero de ESO, en Sevilla. Una niña normal, alegre y deportista. Llevaba meses aguantando insultos, vejaciones y humillaciones por parte de varias compañeras de colegio. Al menos desde la primavera pasada, sufría el maltrato de al menos tres compañeras de su misma edad. Sandra ya había intentado quitarse la vida anteriormente. En primavera fue cuando había dado la primera voz de alarma. Sus padres buscaron ayuda psicológica, para superar la situación.
Las preguntas que todos nos hacemos: ¿cómo hemos podido llegar a esto?, ¿qué es lo que ha fallado? Hay estudios que indican que más del 12% de los alumnos está sufriendo algún tipo de acoso escolar, bien sea presencial, o ciberacoso, o los dos a la vez. Y la mitad de los alumnos reconoce no hacer nada cuando ven acoso que están sufriendo sus compañeros.
El caso del acoso de Sandra parece que era conocido por todo el mundo, pero nadie hizo nada. El Colegio no activó los dos protocolos de bullying, únicamente a comienzo de curso, separó a las alumnas acosadoras, cambiándolas de clase. Según la familia, el Colegio no hizo nada, a pesar de los avisos, las denuncias, de las peticiones de socorro que la madre pidió a la dirección del Colegio.
En todo este triste caso, nadie nos dice nada del papel de los padres de las alumnas acosadoras. Todo el mundo sabía quiénes eran las causantes del acoso. Pero yo me pregunto: ¿y sus padres lo sabían?, ¿hicieron algo al respecto?, ¿hablaron claramente con sus hijas de la gravedad del asunto?, ¿o pensaron que era cosa de niñas y que ya lo solucionarían ellas? No es por señalar a nadie, pero más grave que la inacción del Colegio, me parece que es la desaparición de las familias de estas niñas, que no han ejercido su papel de padres, primeros formadores y educadores de sus hijas. Omisiones clamorosas, que nos hablan del papel de los padres, en primerísimo lugar.
Cierto que el Colegio tendrá que asumir su parte de responsabilidad, por su pasividad y no haber activado los protocolos de actuación ante el caso de acoso, pero me parece que debe ser toda una llamada de atención a la responsabilidad de la educación de los padres, que no pueden limitarse a dejar a sus hijos en el colegio, y que éste se encargue de todo.