Vaticano
Zagano, que formó parte de la primera comisión vaticana, argumenta: "No implica que la mujer pueda ser sacerdote". Fresnillo aboga por la figura de las vírgenes consagradas como respuesta al diaconado femenino
24/10/25
El Centre de Pastoral Litúrgica (CPL) de Barcelona organizó ayer un webinar con dos destacados estudiosos: la académica estadounidense Phyllis Zagano y el sacerdote de la archidiócesis de Madrid José Juan Fresnillo Ahijón, quienes abordaron con posturas contrapuestas la posibilidad de que las mujeres puedan acceder al ministerio del diaconado, primer grado del sacramento del Orden sagrado en la Iglesia Católica.
- Dos investigadores de alto nivel
 
- Pregunta clave
 
- Postura de Phyllis Zagano
 
- Postura de José Juan Fresnillo
 
“Nunca las diaconisas fueron iguales a los diáconos”
- ¿Un primer paso hacia el diaconado femenino?
 
La académica estadounidense Phyllis Zagano,
miembro de la Comisión Pontificia para el
Estudio del Diaconado de las Mujeres,
en el webinar de CPL.
El debate sobre la ordenación de mujeres como diáconos —que agrupa tareas de proclamar la Palabra, servir en la liturgia y dedicarse a la caridad— ocupa cada vez más espacio en la acción pastoral de la Iglesia.
Dos investigadores de alto nivel
Dos investigadores de alto nivel intercambiaron sus posiciones sobre el tema: mientras Phyllis Zagano sostuvo que el problema no es si las mujeres pueden ser diáconos, sino que deben tener esa posibilidad, el sacerdote José Juan Fresnillo defendió que, aunque las mujeres desempeñan funciones vitales en la Iglesia, de momento “antropológica y teológicamente” el diaconado sacramental sigue reservado a los varones.
Ambos se conocen personalmente y saben escucharse mutuamente, como declaró Fresnillo a Religión Confidencial.
A lo largo del acto se exploraron cuestiones históricas, teológicas, canónicas y eclesiales, incluyendo los informes de la Comisión Vaticana creada por el papa Francisco para estudiar el diaconado femenino.
Pregunta clave
El webinar, moderado por el sacerdote José Antonio Goñi, se sumó al creciente interés por la figura del diácono y por la cuestión de si a este ministerio puede acceder también la mujer. La sesión planteó una pregunta clave: tal como está configurado el sacramento del Orden en tres grados —diácono, presbítero, obispo—, ¿sería actualmente posible que las mujeres sean ordenadas diáconos?
Postura de Phyllis Zagano
Zagano, que fue miembro de la primera comisión vaticana de estudio sobre el diaconado femenino, insistió en que el debate no debe centrarse ya en si pueden, sino en si deben. En sus propias palabras: "No soy el Papa ni obispo, pero creo que el debate no debe estar si las mujeres pueden ser ordenadas diáconos o no, sino si deben tener esa posibilidad. Yo digo que sí. Pero es un asunto que dejo al Papa y al magisterio de la Iglesia".
Su investigación histórica muestra que en la antigüedad de la Iglesia tanto en Oriente como en Occidente existieron mujeres con la denominación de diaconisas o deaconesses, y que en algunos contextos éstas recibían un rito muy próximo al de los diáconos varones.
En declaraciones públicas Zagano ha afirmado: “No se trata de poder. Se trata de ministerio” y añadió "Si el Santo Padre quisiera y pudiera tener una mujer a su lado proclamando el Evangelio en San Pedro, le está diciendo al mundo que las mujeres no son iguales, sino iguales a los ojos de Dios".
Para ella, el ministerio del diácono no es un escalón hacia el sacerdocio, sino un servicio propio: “Hay una distinción entre los ministerios del sacerdocio y del diaconado; de decir que una mujer sea diácono no implica que pueda ser sacerdote”.
El dr. José Juan Fresnillo, autor de «Typos» del Espíritu Santo.
La diaconisa en la «Didascalia Apostolorum»,
en el webinar de CPL.
Postura de José Juan Fresnillo
Por su parte, el sacerdote José Juan Fresnillo, autor de libros como Typos del Espíritu Santo. La diaconisa en la Didascalia Apostolorum y Ad diaconam faciendam seu consecrandam. El diaconado femenino en el occidente medieval, planteó una visión más prudente.
Según él, "los datos y los testimonios históricos nos permiten hablar de ordenar o no a diaconisas, y también habría que hablar de la distinción entre “diaconisa” y “diácono” en qué consiste esta ordenación y por qué son distintas funciones. Solo conocemos una diaconisa en el Nuevo Testamento y su función era mucho más inferior que las funciones que realizan ahora las mujeres en la Iglesia. Nos tenemos que plantear el significado del diácono en el Nuevo Testamento pero sí existen mujeres en el Nuevo Testamento con tareas de liderazgo".
“Nunca las diaconisas fueron iguales a los diáconos”
En esta línea matizó: “Nunca las diaconisas fueron iguales a los diáconos”.
Durante el webinar de ayer Fresnillo advertía que en el Concilio Vaticano II no se encontró “apoyo para el diaconado femenino que es algo poco tratado, así como el diaconado en general. Lo que sí hizo el CVII fue restaurar el orden de las vírgenes consagradas, que puede verse como la respuesta a las preguntas sobre el diaconado femenino. Preservar la unidad del sacramento del orden en sus tres grados es importante”.
Las vírgenes consagradas se designan en latín como "Ordo Virginum", que se traduce como "Orden de Vírgenes". Este término se refiere a la más antigua forma de consagración femenina en la Iglesia Católica, en la que mujeres laicas se comprometen a una vida de castidad y consagración a Cristo, manteniendo sus vidas seculares.
Desde la perspectiva de Fresnillo, aunque el papel de la mujer en la Iglesia debe avanzar, el peso antropológico (la figura del hombre y de la mujer) y teológico del sacramento del Orden requiere cautela.
¿Un primer paso hacia el diaconado femenino?
En el debate surgieron preguntas clave: ¿abrir el acceso de las mujeres a los ministerios de lectorado y acolitado —como ha hecho el papa Francisco con las mujeres lectoras y acólitas— podría considerarse un primer paso hacia el diálogo del diaconado?
Fresnillo señaló que dicho cambio para mujeres fue “una petición que todos estábamos esperando porque es una misión esencialmente de los laicos” y que el Papa Francisco lo permitió después del sínodo de la Amazonia “en el que se había pedido el diaconado permanente para la mujer (Documento Final 103)… “Sin embargo -prosiguió el sacerdote madrileño- en la exhortación apostólica posterior no hace una mención del diaconado femenino. Algunos han visto que podría ser un primer paso, pero otros lo han percibido como la restauración de las vírgenes consagradas en el Vaticano II: un freno a la posibilidad del diaconado femenino”.
Asimismo, el sacerdote recordó que el papa Francisco dijo que “no había acuerdo en la primera comisión vaticana sobre el diaconado femenino. Yo personalmente deseo que esas aportaciones se hagan públicas porque nos ayudarían a todos a comprender”.
Para Zagano, en cambio, “es importante la mujer en los ministerios, y su papel en la misión de la Iglesia. No soy el Papa pero defiendo que las mujeres pueden ser ordenadas diaconas. El problema no es si pueden o no, sino que deberían ser ordenadas”.
Identidad ministerial
El webinar del CPL subrayó que la cuestión de las mujeres diáconos no es un simple tema técnico, sino que toca al corazón de la identidad ministerial, de la historia eclesial, y del modo en que se entiende el servicio apostólico dentro de la Iglesia.
Por un lado, hay una petición clara de avanzar hacia una mayor presencia ordenada de la mujer en el ministerio; por otro, también existe el argumento de que la Iglesia debe mantener coherencia teológica y sacramental mientras investiga con rigor.
El asunto no está cerrado. Como señaló Zagano: “La historia por sí sola no puede decidir el asunto”, Y como recordó Fresnillo, la “unidad del sacramento del Orden en sus tres grados” requiere ser preservada mientras se profundiza teológicamente.
Queda, pues, para la Iglesia universal la tarea de discernir en qué momento y cómo puede redimensionarse el diaconado femenino —o si debe redimensionarse— en función de la fidelidad al evangelio, al servicio y a la tradición. En este sentido, los participantes concluyeron que más allá de las posiciones teóricas, el ejercicio pastoral y la experiencia comunitaria seguirán siendo clave para avanzar en un terreno que, por su naturaleza, afecta tanto a la misión como al modo de ser de la Iglesia.