Tribunas

Giorgia Meloni en el Meeting de Rimini

 

 

José Francisco Serrano Oceja


 

 

 

 

Me contaba al final de la pasada semana José Miguel Oriol en nuestra conversación balance del verano, por cierto quien del Meeting de Rimini lo sabe casi todo, aquella historia de José María Aznar cuando regresó después de haber vivido esa experiencia como invitado. Experiencia que yo también tuve, de forma distinta obviamente, hace ya años.

Fue el cardenal Cañizares quien recibió la confidencia del entonces presidente del Gobierno. “¿Por qué no organizáis en España algo así?”, le dijo Aznar. “Es lo que necesitamos en España”, apostilló.

Aquí se organiza el EncuentroMadrid, similar idea a escala diríamos española, sin la repercusión que tiene el encuentro de Rimini, que es portada, cada año, en los diarios italianos.

Hay que agradecer a los organizadores que tengan una página web que es un lujo, en la que cuelgan los vídeos de los actos principales, incluso las transcripciones de las conversaciones en italiano.

Dedicar tiempo a ver todo lo que allí ha ocurrido excede con mucho mis posibilidades. Por eso he tenido que seleccionar en función de varios criterios. Uno de ellos es intentar descubrir la temperatura vital de Comunión y Liberación, en este momento, en Italia.

Otro de los aspectos que más me ha interesado es el análisis político y cultural. De ahí que destacaría la conversación sobre el mundo después del liberalismo, con Patrick Deneen y Joseph Weiler, o la reflexión sobre el lema del Meeting del obispo Erik Varden.

Pero quisiera dedicar unas breves líneas a la intervención de la presidenta del Consejo de Ministros de Italia, Giorgia Meloni, que duró cerca de una hora, en la que se escucharon afirmaciones como ésta:

“El campo en el que hemos demostrado que queremos estar en estos casi tres años al frente de la nación no es el campo de las ideologías, no es el campo de las utopías, no es el campo de aquellos que piensan que es posible modelar la realidad sobre la base de sus convicciones. El campo que hemos elegido es el campo de lo real, porque, como nos enseñó Jean Guitton "Mil millones no valen una sola persona"”.

En su comparecencia profundizó en el papel de Italia en el orden internacional. La cuestión más peliaguda fue sin duda la referida a las migraciones.

He ahí lo que dijo (traducción automática revisada):

“Hemos colocado nuevos ladrillos en el frente de las migraciones, contrarrestando las llegadas irregulares, ampliando las regulares en un marco de seriedad y rigor, como nunca antes había sucedido. Y lo hicimos porque la inmigración regulada y legal puede representar una riqueza para cada nación, pero la inmigración ilegal y descontrolada es un daño para cualquier sociedad. El punto aquí también es que no nos interesa aprovechar la migración para tener mano de obra barata para emplear en nuestros sistemas de producción. En cambio, nos interesa luchar contra las causas profundas que empujan a muchos, demasiados jóvenes a pagar a traficantes sin escrúpulos para que se enfrenten a viajes potencialmente letales en busca de una vida mejor que casi nunca nuestras sociedades pueden garantizar. Nos interesa codificar y defender el derecho a no tener que migrar porque es absolutamente cierto lo que nos recuerda un gran hombre de la Iglesia como el cardenal Robert Sarah cuando dice que quien considera las migraciones necesarias e indispensables realiza de hecho un acto egoísta. Si los jóvenes dejan su tierra y su pueblo, se pregunta Sarah, persiguiendo la promesa de una vida mejor, ¿qué será de la historia, la cultura, la existencia del país que han abandonado? Por eso Italia con este gobierno ha desempeñado un papel que considero decisivo también para cambiar el enfoque europeo frente a este desafío. Porque si hoy se plantea como prioridad la implementación de asociaciones iguales con los países de origen y tránsito, la defensa de las fronteras exteriores de la Unión Europea, el fortalecimiento de la política de repatriación, la construcción de soluciones innovadoras, esto se debe a nuestro coraje, a nuestra determinación. Son elecciones que han llevado a un doble resultado, como saben, reducir drásticamente las entradas irregulares, pero sobre todo reducir el número de muertos y desaparecidos en el mar. Y este es el resultado que más debe enorgullecernos, porque no hay nada más importante que salvar una vida humana o arrancarla de las garras de los traficantes de seres humanos. Y quiero decir claramente, al comienzo de esta temporada, que cualquier intento que se haga para impedirnos gobernar este fenómeno con seriedad y determinación será devuelto al remitente. No hay juez político o burócrata que pueda impedirnos hacer respetar la ley del Estado italiano, garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos, luchar contra los esclavistas del tercer milenio, salvar vidas humanas, porque lo que queremos demostrar es que la política puede volver a tener autoridad, pero para hacerlo debe saber poner la cara en los desafíos difíciles”.

Por cierto que en su intervención pidió “a Israel que cese los ataques, que detenga la ocupación en Gaza, que ponga fin a la expansión de los asentamientos de los colonos en Cisjordania, que permita el pleno acceso de la ayuda humanitaria a la franja, que comience con las propuestas de los países árabes para definir un marco de estabilidad y seguridad”.

No voy a glosar estas palabras, ni a hacer comparaciones, ni a dejar volar la imaginación. Hasta aquí lo dicho.

 

 

José Francisco Serrano Oceja