Opinión

Wow Fest, ¿proceso o evento?

 

Gonzalo Pérez Boccherini Stampa


Cartel del evento Wow Fest.

 

 

 

 

 

 

Estoy siguiendo con mucho interés la convocatoria del Wow Fest. Las tres diócesis de la provincia eclesiástica de Madrid se juntarán el 27 de septiembre para celebrar este año de Gracia y ganar el Jubileo. La noticia me parece especialmente destacable porque será el primer acto interdiocesano de pastoral juvenil a gran escala en muchos años.

Pero, ¿será una ocasión bien aprovechada? Ojalá lo sea. El acontecimiento será prometedor si lo es -recogiendo el consejo de Francisco en Evangelii gaudium nº 223-, en clave de proceso y no solo de evento.

Las raíces de la historia reciente de la pastoral juvenil interdiocesana madrileña se remontan a 2003. Aquel año Gregorio Roldán pidió cortésmente a Alberto Raposo y al que suscribe nuestra colaboración, para alojar a miles de jóvenes españoles que iban a acudir al Encuentro Nacional con Juan Pablo II en Cuatro Vientos. Los tres éramos a la sazón delegados diocesanos de Juventud de Madrid, Alcalá de Henares y Getafe, respectivamente. Se había iniciado ya una relación muy bonita entre nuestras delegaciones el año anterior, para impulsar la presencia asociativa de los jóvenes católicos en el Consejo de la Juventud de la Comunidad de Madrid.

La amistad creciente entre los tres delegados generó luego la confianza necesaria para organizar la que sería la acción pastoral conjunta de mayor envergadura que haya tenido lugar en la provincia eclesiástica de Madrid: la Misión Joven, cuyo vigésimo aniversario celebraremos el curso próximo.

Tuvo una duración de tres años. Sacudió a todos los niveles pastorales madrileños de su rutina en una acción diversificada y unitaria sin precedentes. La Fase Preparatoria (enero-noviembre 2006) formó a los misioneros y sensibilizó a las parroquias. La Fase de Misión Activa (noviembre 2006-mayo 2007) organizó multitud de eventos, vigilias, catequesis, conciertos, actos culturales, ruedas de prensa, jornadas, misiones callejeras, etc. La Fase de Consolidación (julio 2007-año 2008) evaluó lo realizado y continuó el trabajo con nuevas estructuras pastorales juveniles.

Los campanarios de la provincia eclesiástica lucieron entonces amplias lonas con el color naranja de la Misión. La silueta de la Comunidad Autónoma atravesada por una cruz se difundió como el logo en miles de carteles, pegatinas y publicaciones. Todos se unieron para el primer anuncio a los jóvenes: ancianos, adultos, niños, enfermos, jóvenes, seminarios, conventos, colegios, cofradías, Cáritas, museos, medios de comunicación, vida ascendente, delegaciones diocesanas, arciprestazgos, parroquias, movimientos, congregaciones, capellanías universitarias, …

La Misión empezó oficialmente el 11 y 12 de noviembre de 2006 con un fin de semana de música y liturgia en la Plaza de Oriente. Gen Rosso y otros proclamaron ante las estatuas de los reyes godos la continuidad de la fe en la capital de España; el repertorio compuesto para la misa por Ignacio Yepes aspiró a vincular misión y excelencia; en las parroquias del Centro pernoctaron los 6000 participantes. Después vino la jornada en el Madrid Arena (6 mayo 2007), el Congreso de Pastoral Juvenil (2-3 diciembre 2006), la peregrinación a Castel Gandolfo, donde 5000 jóvenes, acompañados de la presidenta regional, fueron confirmados en la fe por Benedicto XVI, el 9 de agosto de 2007; y la Clausura en el Cerro de los Ángeles, el 8 junio 2008. El cardenal Antonio M.ª Rouco y sus obispos sufragáneos, Jesús Catalá y Joaquín López Andújar culminaban unidos unos años de expansión apostólica al frente de sus diócesis. Posteriormente, las tres diócesis fuimos juntas a Sídney en 2008, y a Roma a por la cruz de la JMJ en 2010.

Sin aquella experiencia de trabajo común misionero trienal no habría sido posible entendernos para organizar la JMJ de Madrid en 2011, en que Madrid confió a Getafe y Alcalá la categoría de Subsedes. Esta afinidad también se hizo notar en el viaje a la JMJ de Río de Janeiro en 2013. Después fue perdiendo intensidad.

Sería perder una oportunidad organizar este gran evento solo con la excusa del Jubileo, porque, como decía el cardenal Newman, “una cosa es tener buenas excusas y otra es tener buenos motivos”. Cuando a los jóvenes se les mueve a vivir un cambio, necesitan una motivación sostenible. Y los cambios perviven si construimos una estructura que los impulsa.

Ojalá que el Wow Fest genere un nuevo empuje al proceso de comunión provincial. Precisamente los jóvenes son los que están más necesitados de sentirse miembros de algo grande, de una historia común, de un sentido de pertenencia fuerte, de una tradición que les de raíces… para coger alas.