Tribunas
04/04/2025
Palabra clave para dialogar: gracias
Alberto García Chavida
Mons. Raimo Goyarrola Belda (izquierda)
con el arzobispo Julio Murat, nuncio apostólico.
Foto: www.fides.katolinen.fi
Raimo Goyarrola, vasco y del Atlético de Bilbao, obispo de Helsinki, acaba de visitar España para presentar su primer libro: "Romper el Hielo" (Palabra).
Cuenta, en una entrevista llena de buen humor, que cuando llegó a Finlandia “aprendí lo típico: gracias, que creo que es la palabra más bonita que hay en todos los idiomas. Y lo único que sabía decir es: gracias. Eso me ha ayudado mucho. Cuando agradecemos a la gente, eso une mucho. Y yo voy diciendo todo el día, gracias, gracias. Es mi primera entrada en Finlandia, de agradecimiento”.
La lección es clara: para que surja el diálogo, es necesario romper ese muro de cristal invisible formado por prejuicios y miedos; no tanto el muro físico, el del lenguaje, sino el simbólico. Una mirada de complicidad puede encerrar un entendimiento mutuo, una conexión emocional profunda o incluso un mutuo deseo de acabar con los muros de cristal que nos separan de los demás.
En el ajetreo diario, el ruido y la prisa a menudo nos impiden compartir tiempo con los otros, escucharlos y aprender de ellos. Cuando empatizamos con sus emociones –lo cual requiere un cierto tiempo-, estamos en una posición privilegiada para comprender a la otra persona, disculparla o alabarla según los casos, y también transmitir lo más personal, lo más profundo que tenemos.
En momentos así, los ojos pueden comunicar más que las palabras. Y puestos a escoger una palabra, qué palabra mejor que gracias.
Debemos reconocer que, a veces, tampoco es fácil vivir la vida. Santa Teresa afirmaba: «Tengo una condición tan agradecida que me sobornarían con una sardina». Los santos han obrado siempre así. Y lo han realizado de tres modos diversos, como señalaba santo Tomás de Aquino: primero, con el reconocimiento interior de los beneficios recibidos; segundo, alabando externamente a Dios con la palabra; y, tercero, procurando recompensar al bienhechor con obras, según las propias posibilidades.
Gracias, amable lector, por tu lectura y tu paciencia.