Tribunas

La eclesiología erótica de González Pons

 

 

José Francisco Serrano Oceja


Esteban González Pons, vicesecretario Institucional del PP.

 

 

 

 

 

 

Se ha hecho famosa en días pasados una columna periodística de Esteban González Pons, eurodiputado del PP, sobre Trump y sobre la obispa, -qué palabra más curiosa y fácil-, epíscopal, la llamaré yo, episcopaliana Marian Budde.

El texto se titulaba “Una obispa así quiero yo”. Pues yo no.

No seré yo quien en esta glosa arremeta de forma oportuna contra González Pons, como si estuviera alimentando al frente “voxístico”, que no sólo boxístico. Y no es porque yo tenga dependencias implícitas o explícitas con el PP, ni mucho menos. Los argumentarios son ajenos a mi periodismo de opinión.

Sólo quiero dejar constancia de lo que me parecen síntomas llamativos no sólo de lo que se dice en el artículo sino de lo que se entiende por lo que dice.

Me he atrevido a calificar de eclesiología, teología sobre la Iglesia, erótica a González Pons porque sí puedo decir que su obra literaria está cargada de erotismo, como su poesía. Algo que me parece incluso bien, desde el significado profundo del eros.

Afirma González Pons, en un texto que no habrá gustado a muchos votantes del PP por lo que dice de Trump, que “mujeres como ella, ordenadas en la Iglesia católica, también le hacen falta al mundo”. Al mundo no sé, creo que no. A la Iglesia católica, seguro que no.

Me dice un amigo, que a la vez lo es del autor in fábula, que tengo que entender el humor de González Pons. Es decir, que ese artículo es una cuestión de género. Especifico, de género literario, comunicativo, no de género en clave ideología de género. Me da que lo más apropiado para el género humor es el Club de la Comedia.

A lo que vamos. Decían que González Pons es, o ha sido, el interlocutor del PP con la Conferencia Episcopal. Quizá el cierre del artículo venga por una reciente reunión o por carencia de reuniones.

Me cuesta imaginar a este eurodiputado, sentado en uno de los sillones de la Conferencia Episcopal, no sé si con las piernas abiertas, como la ministra el día pasado, reivindicando la necesidad de “obispas”, epíscopas, en la Iglesia católica, para el mundo, en una amigable conversación con el secretario general de la Conferencia, monseñor César García Magán.

Quien seguro se reiría y le daría una buena lección de eclesiología cargada de sacramentología y derecho canónico, citando documentos pontificios a diestra y siniestra.

La clave del citado artículo me da que está en la frivolidad. No sólo en la incomprensión de lo que es y significa Trump, que probablemente, -eso es otro tema-, sabiendo que Trump no es precisamente un nuevo Constantino, como piensan algunos.

Hablando de mezcla de política y religión, la obispa hace una homilía de teología política secularizada, en plan H. Cox, que ya quisiera ella. Y por aquí nos sale un palmero de esa teología alejada del problema político como problema teológico de Donoso Cortés.

La frivolidad de utilizar a monseñora Marian Budde para querer decir que la Iglesia episcopaliana, a la que pertenece, es más moderna, está más con los tiempos, está más actualizada, es más de hoy que la católica, implica, como poco, ignorancia.

¿Qué sabe González Pons de la Iglesia episcopaliana en Estados Unidos? Sin esa Iglesia, sin la situación de esa Iglesia, una de las más liberales del anglicanismo, la obispa, la epíscopa, no existiría.

Quizá lo que tendría que preguntarme es: ¿qué sabe González Pons de la Iglesia Católica? Esta salida en falso en el uso de argumentos sobre la Iglesia católica, en un destacado político del PP, es lo que me produce algo más que desconcierto.

Marian Budde es, además, el ejemplo de una comunidad cristiana convertida en una ONG. Pensar que la Iglesia Católica debe terminar siendo una ONG parece que es común a determinada derecha y a determinada izquierda. Pero no pasa nada.

Que González Pons se haya enamorado, platónicamente, es decir, idealmente de las ideas de Budde, es otra historia. La erótica del poder o de las ideas, la erótica.

 

 

 

José Francisco Serrano Oceja