Católicos
Las ocho "esperanzas" del claretiano Martínez Oliveras para preparar el Jubileo de 2025
El teólogo pronunció una conferencia en la madrileña Basílica de la Concepción en la que desarrolló qué signos de los tiempos requieren ser transformados en signos de esperanza
21/12/24
- Tiempo, Jubileo y Esperanza
- Enseñanza conciliar y oración
- El tiempo de los jubileos
- El Gran Jubileo del Año 2000
- El Jubileo de la misericordia
- El Jubileo de 2025
- 8 signos de los tiempos en signos de esperanza
P. Carlos Martínez Oliveras, José Francisco Serrano
y Avelino Revilla, párroco de la Basílica de la Concepción.
La madrileña parroquia Basílica de la Concepción de Nuestra Señora acogió la última conferencia del primer trimestre del Foro Juan Pablo II. Conferencia impartida por el teólogo claretiano P. Carlos Martínez Oliveras.
Tiempo, Jubileo y Esperanza
Con una notable claridad y profundidad en su planteamiento, el P. Martínez Oliveras disertó sobre “2025: Jubileo de la esperanza” a partir de tres conceptos: Tiempo, Jubileo y Esperanza.
La reflexión sobre el tiempo se centró en una aproximación filosófica inicial basada en el pensamiento de San Agustín, un posterior acercamiento a la concepción del tiempo en las culturas antiguas y una reflexión sobre el tiempo desde la fe cristiana, lo que significa abordar esta realidad íntimamente ligada a lo humano desde los acontecimientos de la creación, la redención y la consumación.
Enseñanza conciliar y oración
El teólogo claretiano recordó que “por voluntad del Papa Francisco, los dos años que preceden al Jubileo están dedicados, el primero, al redescubrimiento de la enseñanza conciliar y, el segundo, a la oración”.
El Año del Concilio se abrió el 11 de octubre de 2022 con la solemne Liturgia Eucarística en el 60º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, presidida por el Santo Padre. A partir de ese momento, las comunidades cristianas de todo el mundo han propuesto itinerarios y momentos de reflexión sobre las cuatro constituciones conciliares: Dei Verbum, Sacrosanctum Concilium, Lumen Gentium y Gaudium et Spes.
Lo referido al Jubileo fue abordado por quien es, además de doctor en Teología licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid, desde la perspectiva bíblica, teológica y, posteriormente, histórica.
El tiempo de los jubileos
Recordó que en la era cristiana, tras el primer Jubileo en 1300, los plazos para la celebración del Jubileo fueron fijados por Bonifacio VIII cada 100 años. A raíz de una petición de fieles romanos hecha al Papa Clemente VI (1342), el periodo se redujo a 50 años.
En 1389, en recuerdo del número de años de la vida de Cristo, fue Urbano VI quien quiso fijar el ciclo jubilar cada 33 años, y convocó un Jubileo en 1390, que, sin embargo, fue celebrado por Bonifacio IX tras su muerte. No obstante, en 1400, al final del período de cincuenta años previamente fijado, Bonifacio IX confirió el perdón a los peregrinos que habían acudido a Roma.
Martín V, celebró un nuevo Jubileo en 1425, haciendo que se abriera por primera vez la puerta santa en San Juan de Letrán. El último en celebrar un Jubileo de 50 años fue el Papa Nicolás V en 1450, ya que Pablo II redujo el periodo interjubilar a 25 años, y en 1475 se celebró un nuevo Año Santo por Sixto IV. A partir de entonces, los jubileos ordinarios se celebraron a intervalos regulares.
Por desgracia, las guerras napoleónicas impidieron la celebración de los jubileos de 1800 y 1850. Se reanudaron en 1875, tras la anexión de Roma al Reino de Italia, que se celebró sin la solemnidad tradicional.
El Gran Jubileo del Año 2000
Según el profesor Martínez Oliveras, el 29 de noviembre de 1998, san Juan Pablo II proclamó el Gran Jubileo del Año 2000 con la bula Incarnationis Mysterium. A lo largo del año, Juan Pablo II realizó varias peregrinaciones y gestos simbólicos no incluidos en las prácticas habituales de las celebraciones, como la petición de perdón por los pecados cometidos en la historia y el Martirologio de los cristianos asesinados en el siglo XX.
Uno de los principales acontecimientos del Jubileo fue la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Roma: participaron más de dos millones de jóvenes. El Papa también peregrinó a Tierra Santa, fomentando el diálogo entre la Iglesia Católica, el Islam y el Judaísmo.
El Jubileo de la misericordia
Con la bula Misericordiae Vultus del 11 de abril de 2015, el Papa Francisco declaró un Jubileo por el 50 aniversario del fin del Concilio Vaticano II. El Jubileo estuvo dedicado a la misericordia. Antes de la inauguración oficial, como signo de la cercanía de la Iglesia a la República Centroafricana asolada por la guerra civil, el Papa Francisco abrió la puerta santa de la catedral de Notre-Dame de Bangui el 29 de noviembre, con motivo de su viaje apostólico a África, anticipando el inicio del Jubileo Extraordinario.
La puerta santa de la Basílica de San Pedro en el Vaticano se abrió el 8 de diciembre de 2015, fiesta de la Inmaculada Concepción. Fue la primera vez que se abrió la "puerta de la misericordia" en las catedrales, santuarios, hospitales y cárceles del mundo. Para la ocasión, el Papa instituyó a los Misioneros de la Misericordia, a quienes les confió el poder de perdonar los pecados reservado al Santo Padre.
El Jubileo de 2025
El Jubileo que se inaugura el próximo martes tiene como elementos referentes la peregrinación, la Puerta Santa, la Reconciliación, la Oración, la Liturgia, la Confesión de fe y la Indulgencia, que es “un tesoro de gracia que se hizo historia en Jesús y en los santos: viendo estos ejemplos, y viviendo en comunión con ellos, la esperanza del perdón y del propio camino de santidad se fortalece y se convierte en una certeza. La indulgencia permite liberar el propio corazón del peso del pecado, para poder ofrecer con plena libertad la reparación debida”.
Por último se refirió a la esperanza, a partir de entender que “la vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús”.
8 signos de los tiempos en signos de esperanza
Concluyó su intervención con una referencia a los signos de los tiempos requieren ser transformados en signos de esperanza:
- Paz para el mundo en medio de una humanidad sumergida en tantas guerras y violencias.
- Apertura a la vida con una maternidad y paternidad responsables en medio de un mundo que parece que ha perdido el deseo de transmitir la vida y que se descubre en una preocupante disminución de la natalidad. Necesidad de realizar una alianza social para la esperanza (apoyo a los jóvenes de engendrar nuevos hijos).
- Formas de amnistía o de condonación de la pena orientadas a ayudar a las personas para que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad; itinerarios de reinserción en la comunidad a los que corresponde un compromiso concreto de la observancia de las leyes. (Puerta Santa Cárcel de Rebibbia).
- Cercanía y afecto a los enfermos en sus casas y en los hospitales agradeciendo la labor a cuidadores y agentes sanitarios.
- Esperanza para lo jóvenes. Ellos, lamentablemente, con frecuencia ven que sus sueños se derrumban. No podemos decepcionarlos; en su entusiasmo se fundamenta el porvenir. Ocupémonos con ardor renovado de los jóvenes, los estudiantes, los novios, las nuevas generaciones. ¡Que haya cercanía a los jóvenes, que son la alegría y la esperanza de la Iglesia y del mundo!
- Esperanza para los migrantes. Que sus esperanzas no se vean frustradas por prejuicios y cerrazones; que la acogida, que abre los brazos a cada uno en razón de su dignidad, vaya acompañada por la responsabilidad, para que a nadie se le niegue el derecho a construir un futuro mejor. Que la comunidad cristiana esté siempre dispuesta a defender el derecho de los más débiles. Que generosamente abra de par en par sus acogedoras puertas, para que a nadie le falte nunca la esperanza de una vida mejor.
- Esperanza para los ancianos frente a la soledad y el abandono que en ocasiones puedan experimentar. Valorar el tesoro que son, sus experiencias de vida, la sabiduría que tienen y el aporte que son capaces de ofrecer. un recuerdo particular a los abuelos y a las abuelas, que representan la transmisión de la fe y la sabiduría de la vida a las generaciones más jóvenes. Que sean sostenidos por la gratitud de los hijos y el amor de los nietos, que encuentran en ellos arraigo, comprensión y aliento.
- Esperanza para los millares de pobres. No apartar la mirada. Los pobres son, casi siempre, víctimas, no culpables.