Tribunas

¿Qué tal un Congreso Eucarístico Nacional?

 

 

José Francisco Serrano Oceja


Congreso Eucarístico Nacional en USA.
(OSV News photo/courtesy USCCB).

 

 

 

 

 

Hace no mucho tiempo leí que los obispos de EEUU, en los primeros años del presente siglo, se toparon de bruces con una macroencuesta en la que se dieron cuenta del escaso o casi nulo aprecio por la eucaristía en el catolicismo de EEUU.

A partir de ese momento se remangaron y decidieron ponerse manos a la obra. Hoy, en esa nación, se está viviendo un “revival” eucarístico, un renacimiento de la piedad eucarística sin precedentes.

Muestra de ese renacimiento es el Congreso Eucarístico Nacional en los Estados Unidos de América de Indianápolis, que se celebrará estos próximos 17-21 de julio.

No hace mucho me decía una joven religiosa de un instituto de carisma eucarístico que acompañó a su superiora general a los Estados Unidos a un viaje, en el que visitaron  a varios obispos.

En todas y cada una de las visitas a los prelados se les ofreció fundar en sus diócesis. Fundar, además, con unas condiciones materiales y económicas inmejorables. El problema de esta institución es que no tiene suficientes religiosas jóvenes para comenzar esa aventura Americana.

Este renacimiento eucarístico nos ha dejado, en los actos organizados previos al Congreso Nacional, algunas imágenes memorables.

Por ejemplo, una serie de catequesis eucarísticas en varios campus universitarios, en los que las capillas estaban llenas de jóvenes en actitud de profunda oración.

El papa Francisco habla con frecuencia del peligro de la mundanización de la fe. Uno de los síntomas de ese proceso ha sido la “desamortización” eucarística de la Iglesia y, principalmente, del pueblo fiel.

Es cierto que llevamos unos años en los que proliferan, de nuevo, las oraciones ante el Santísimo en las parroquias y que algunas realidades de Iglesia han recuperado esta práctica sanadora de las heridas del alma.

De hecho, el papa Francisco, según hemos sabido hace unos días, envió una carta para el Congreso Eucarístico Nacional americano, que tiene al cardenal Tagle como su delegado, en la que decía que “los fieles que se acercan al banquete celestial, fortalecidos por la protección del cielo, son capaces de trabajar con más vigor y diligencia en sus deberes diarios”.

La Eucaristía es fuente y cumbre de la vida y actividades de la Iglesia. De ella recibimos vitalidad, aliento y acicate para las obras de caridad, el trabajo por la solidaridad, la justicia y la paz en el mundo. Sin la Eucaristía todo queda descentrado y enflaquecido. Pensemos en algunos descentramientos que vive la Iglesia producto de esa pérdida de horizonte eucarístico.

La raíz y el centro de la comunidad cristiana, la fuente de la que ella nace y el culmen a que ella tiende, es la celebración de la sagrada Eucaristía. H. de Lubac acuñó la famosa y atinada fórmula: “La Iglesia hace la eucaristía, la eucaristía hace la Iglesia”.

¿Se imaginan ustedes que los obispos españoles convoquen un Congreso Nacional Eucarístico y preparen un plan para la formación eucarística de los fieles?

Ya sabemos que soñar es gratis.

 

 

José Francisco Serrano Oceja