Representa la muerte de millones de mujeres, pero no
suele aparecer en los medios. Probablemente porque tiene que ver con
ese sacrosanto tabú de la modernidad que es el aborto, auténtico tótem
intocable sobre el que no se puede expresar ni la más mínima duda a no
ser que uno quiera desencadenar la ira de los dioses laicos.
Lo cierto es que el ratio biológico normal
es que por cada 104/106 varones nacen 100 mujeres. Todos los
análisis realizados han encontrado que esta proporción se mantiene
estable cuando no actúan variables externas.
Por lo tanto, se puede afirmar que cuando el
ratio alcanza o supera los 109 varones por cada 100 mujeres que nacen,
estamos ante la constatación de que se están realizando actos que
alteran la proporción normal.
Estos actos son, en el caso de niños concebidos de
forma natural, pruebas prenatales que informan del sexo y el
subsiguiente aborto si el niño por nacer ha resultado ser una niña.
En el caso de uso de técnicas de fecundación artificial, se suele
realizar un diagnostico genético de preimplantación para
determinar el sexo del embrión y se escoge un embrión de sexo
masculino, siendo los de sexo femenino descartados.
The Lancet ha publicado un
estudio este mismo año en el que señala que hay, en la
actualidad, 63 millones de chicos más que de chicas en la
India
La lista de los países con ratios anormales, esto
es, aquellos en los que se detecta a las mujeres y se las elimina
antes de que nazcan, es la siguiente según el Fondo de
Naciones Unidas para la Población (la cifra indica el número
de varones que nacen por cada 100 mujeres que también nacen):
Varones nacidos por cada 100
mujeres que nacen. Fuente: UNFPA
El mismo Fondo de Naciones Unidas para la Población
estima que “faltan” 117 millones de
mujeres debido a este fenómeno. Repasemos algunos
de los datos de los países más significativos:
En la India, además de lo ya señalado,
es principalmente el aborto utilizado como método para seleccionar el
sexo, pero son muchas las niñas que llegan a nacer y a las que, luego,
se las deja morir. Durante los últimos diez años se calcula
que 2,4 millones de niñas han muerto de este modo. De hecho,
para los menores de 5 años, la mortalidad entre las niñas es
considerablemente superior a la mortalidad entre los niños en 29 de
los 35 estados que componen la India. De resultas de estas prácticas,
The Lancet ha publicado un estudio este mismo año en el que señala
que hay, en la actualidad, 63 millones de chicos más que de chicas en
la India.
En China, la falta de mujeres debida a
estas prácticas es algo que ya se viene detectando en los censos desde
los años 80 del siglo pasado. De hecho, China es el lugar del mundo en
el que estas prácticas están más extendidas y el número de mujeres que
son asesinadas antes de nacer o poco después de hacerlo es mayor.
En algunas provincias chinas el ratio está por encima de 125
niños nacidos por cada 100 mujeres.
Otro ámbito en el que este proceder está muy
extendido es en algunos países del antiguo bloque soviético, como es
el caso de Armenia, Azerbaiyán y Georgia. En 2000 el
ratio en Armenia alcanzó los 120 niños por cada 100 niñas, si bien
desde entonces ha declinado. Pero en la misma Armenia, si el
primer hijo es una chica, el ratio para el segundo hijo llega hasta a
156 niños por cada 100 niñas. Dos hijas parece una
combinación inaceptable para muchos armenios.
En los otros dos países reseñados se llegaron a
picos de 118 varones en Azerbaiyán en 2003 y de 119 varones en Georgia
en 1999, pero al igual que en el caso de Armenia han declinado muy
levemente desde entonces, estabilizándose en cifras no muy lejanas. Un
dato sobre Georgia nos da información sobre el alcance y extensión que
durante el régimen comunista soviético alcanzó el recurso al aborto:
en la década de los 70, Georgia alcanzó el macabro honor de ser el
país con mayor tasa de abortos del mundo, con 1,1 abortos por cada
embarazo que acababa en nacimiento.
La eugenesia tuvo un gran desarrollo a
principios del siglo XX, cuando tantos
pensaron que a través de leyes que impidieran el matrimonio con las
personas genéticamente inadecuadas y con programas de esterilización
masivos iban a procrear solo los “superiores” y la raza humana iba a
mejorar así de modo sustancial. Los programas eugenésicos adoptados
por la Alemania nazi hicieron que muchos de los defensores de la
eugenesia se camuflaran o renunciaran a ese nombre, aunque siguieron
promoviendo este tipo de prácticas, a las que se añadió la extensión
del aborto entre las clases populares,
como Margaret Sanger, la fundadora de Planned
Parenthood, siempre propugnó.
Las esterilizaciones forzadas continuaron en Estados
Unidos hasta bien entrada la década de los 70 y California aún
esterilizaba a presos en los 90. Ahora la detección y asesinato por
aborto o abandono de niñas, consideradas un peor “capital” que los
hijos varones, están enormemente extendidos en amplias regiones del
mundo sin que nadie diga nada.
Hablábamos hace poco del
genocidio que se está produciendo con los niños con síndrome de Down,
otra práctica eugenésica que se aplica en todo el mundo casi sin
excepciones. Pero podemos afirmar que los abortos para
seleccionar el sexo, práctica común en China, la
India y algunos países ex soviéticos, son el mayor
“feminicidio” de nuestros días.
Un feminicidio sobre el que las militantes
feministas y los ministerios de igualdad guardan un estremecedor
silencio.