Elogio de los Iniesta y Nadal que tan poco abundan actualmente
Miguel del Río | 20.10.2024
El anuncio de retirada de un gran deportista trasciende más allá de que lo publique el Marca, As, Mundo Deportivo o Sport, máxime si se llaman Andrés Iniesta y Rafael Nadal. Han alcanzado los éxitos más increibles, como una Eurocopa y Copa Mundial, a levantar el trofeo principal de Wimbledon o Roland Garros. Compitiendo en todos los continentes, nadie como ellos ha trasladado la idea de que España es el mejor país del mundo para vivir. Por sus triunfos, gestos, palabras y hechos, nos han hecho sentir orgullo. Dentro y fuera del terreno de juego han brillado también por el juego limpio y la defensa de los valores, tan pisoteados en la actualidad.
De ser cierto que, para ostentar el título de referente social, antes has de demostrar tener destacada personalidad, ser muy sincero, y gozar de notoriedad, credibilidad y reputación, entonces no cabe duda de que Andrés Iniesta y Rafael Nadal son dos referentes sociales indiscutibles. A sus 40 años, el primero ha colgado las botas que tantos triunfos le han granjeado en el fútbol, como su famoso gol que hizo a España campeona del mundo en Sudáfrica, y el segundo, con 38, ha dicho adiós a su participación en los grandes torneos de tenis, marcados siempre por la influencia de Wimbledon (2 títulos) y Roland Garros (14 títulos).
Además de aplaudir y celebrar sus gestas, de los grandes deportistas siempre se espera que sean el espejo en que muchos jóvenes puedan mirarse, y no lo digo por llegar a ser futbolista o tenista, sino para aprender que el triunfo se alcanza mediante la perseverancia de practicar a diario determinados valores irrenunciables. En la enferma sociedad actual, alcanzar gran relevancia claro que se empareja a los buenos ejemplos en honestidad, esfuerzo, superación, compañerismo, juego limpio o lealtad. Son términos aplicables a todo lo imaginable, y su ausencia provoca que nos indignemos con cada acto nuevo de violencia que conocemos, de corrupción demostrada, o de ausencia de dialogo y pactos cuando los problemas crecen para una gran mayoría, al darnos cuenta de que la pobreza avanza (y de que preocupante manera), o de que se les diga a los jóvenes que, a este paso, nunca van a tener posibilidad de poseer casa propia.
Hay deportistas increíbles, pero que por su comportamiento no caen bien. Y luego están los que desbordan normalidad y sencillez, son accesibles, y dedican una parte importante de sus millonarios ingresos a contribuir a que esos problemas que crecen a su alrededor lo puedan ser menos. Vuelvo a incidir en los proyectos con jóvenes, y darles la educación precisa que les coloque en el camino de alcanzar también algún día sus metas y sueños, sea en el deporte, el emprendimiento, la ciencia, la medicina, la literatura o las artes en cualquiera de sus formas.
En los peores momentos vividos por la humanidad, y tenemos bien reciente el coronavirus con millones de muertos, hay ciertos mensajes y llamamientos que resultan fundamentales. En el covid padecido en España recuerdo el trabajo por sus compatriotas llevado a cabo por Gasol, Iniesta o Nadal, a través de lo que se llamó #nuestramejorvictoria. En aquella recaudación de fondos para adquirir material con el que combatir la pandemia participaron 60 deportistas de primera fila, como Garbiñe Muguruza o Iker Casillas.
Desgraciadamente para el mundo actual y todos nosotros, son contados los agraciados con dos virtudes muy especiales. La primera, ser relevante y comportarse con normalidad, y, la segunda, demostrar a través de gestos y hechos que buscas el bien común. De cuando en cuando, insisto en escribir la fatal circunstancia de ausencia de verdaderos líderes mundiales que se da en la actualidad, y de ello solo hay que ver el panorama que tenemos enfrente: Guerra de Ucrania, Guerra Israel- Gaza, brutal impulso al rearme mundial, incumplimiento de los Objetivos del Milenio de la ONU, con la erradicación del hambre a la cabeza, etcétera, etcétera. Se convierte en otra cosa, que suscita mayor atención ciudadana, cuando un deportista de fama internacional decide denunciar en público algunos de estas lacras, y lo hacen con un comportamiento absolutamente sincero y normal, accesibles, cordiales, simpáticos, respetando a la prensa, a sus periodistas, incluso si las preguntas llegan en un momento a ser incómodas. Como en el terreno de juego, se trata de dar siempre la cara, ganes o pierdas.
Me viene de repente el ejemplo de lo que están haciendo figuras deportivas por la erradicación del racismo, no solo en las canchas, sino en cualquier aspecto del trabajo y devenir diario, hasta hacer desaparecer la discriminación racial, que tristemente ha regresado con fuerza. Somos muy dados a manifestar que no tenemos problemas con la emigración, la multiculturalidad, la igualdad o las justas reivindicaciones referidas a la discapacidad o las enfermedades raras. Aún estamos a la espera de solución que adoptar en el Congreso de los Diputados respeto a los enfermos de ELA, pero quedan otros muchos casos pendientes de los descubrimientos de la ciencia y la medicina, lo que requiere de inversión, que, hoy por hoy, se escatima.
Lo dice Naciones Unidas y me parece opinión que viene muy al caso. Cuando una sociedad está en crisis de moral y de valores, y la nuestra lo está, al igual que sucede en toda la a Unión Europea, aumentan los discursos en contra de los emigrantes, la discriminación, el rechazo, la hostilidad y el abuso de los derechos humanos, bien sea por negarlos o no prestarlos. Frente a estas situaciones, el Gobierno de España, por ejemplo, opta por los anuncios en televisión. No están de más, pero es preferible mejorar la educación sobre todos estos aspectos en la escuela, tan depauperada como está, porque la exigencia y el esfuerzo, la implicación en la tolerancia y solidaridad, cada vez es menor. Lo viene reiterando el propio profesorado, aunque sus consejos caen en saco roto, con lo que el desaliento cobra excesiva notoriedad en todo lo relacionado con escuela, aulas y sus principales problemas (acoso, móvil, deberes, obediencia y respeto). Es aquí donde el mensaje de los grandes, los Nadal e Iniesta, sin ir más lejos, cobra tanta trascendencia. Muchas gracias a ambos.
Miguel del Río