Trump en modo avión (de guerra)

 

 

Miguel del Río | 23.06.2019


 

 

Pensar en estos días en Trump e Irán es temer por la paz. Ha habido más guerras, pero no podemos permitir otro Irak. Oriente Medio es un polvorín permanente, no nos engañemos, especialmente por el petróleo. Pasar página a todo lo que sucede allí, desde siempre, resulta poco más que un imposible. Pero la paz solo se construye trabajando día a día por ella, y es un compromiso de todos con todos. Volvamos a recuperar el grito de “¡No a la guerra!”.

 

Ya saben: cuando subimos a un avión, y antes del despegue, los pasajeros tenemos que poner los móviles en modo avión, para así no interferir en los aparatos electrónicos de la aeronave, como bien explican los miembros de la tripulación, antes de subir a las alturas. Donald Trump, el presidente norteamericano, viaja en el Air For One, desde que juró su cargo el 20 de enero de 2017. Empezó su mandato hablando de construir un muro con México, con echar a los emigrantes de los Estados Unidos, enganchándose con los periodistas en las ruedas de prensa, y, por supuesto, escribiendo a diario desconcertantes mensajes en Twitter, sobre todo y sobre todos, sin dejar indiferente a nadie.

Lo que estaba pendiente era saber cuál sería el comportamiento del magnate metido a presidente, cuando se tratara de abordar asuntos escabrosos de nuestro mundo, empezando y acabando por mantener la paz entre las naciones. Con solo mirar atrás, sabemos del alto precio que tiene que lo militar sustituya a lo diplomático, y lo importante que es salvaguardar por encima de todo los años de paz, acompañados siempre de prosperidad.

 

“Estaba pendiente saber cuál sería el comportamiento del magnate metido a presidente, cuando se tratara de mantener la paz”

 

Con la invasión de Irak y todas las mentiras que se contaron, me prometí a mi mismo no ponerme jamás del lado de cualquier conflicto bélico nuevo, que pudiera fraguarse por lo que siempre se fraguan: por los intereses económicos. Es gravísimo el anuncio peliculero de un Trump, contando que diez minutos antes de la decisión militar de atacar a Irán, él lo paró. Poco me consuela el relato cuando ya ha habido intención de alterar la paz mundial, demostrando así nuestra tendencia a no escarmentar, tras Afganistán, Kuwait, Irak y las sucesivas Guerras del Desierto que aparecen hasta la saciedad en las series televisivas norteamericanas, sacando siempre pecho por lo llevado a cabo, sin autocrítica alguna sobre si fueron necesarias.

El caso es que ha llegado la hora de la verdad, de comprobar la pasta de la que está hecho el 45 presidente de los Estados Unidos, que no siente el más mínimo recato al visitar Inglaterra y faltar al respeto desde el alcalde de Londres hasta algún miembro de la Familia real británica. Con Trump ya no hay ONU, ni Otan, ni Unión Europea. Tampoco este siglo XXI mantiene aquel escudo diplomático con el que contábamos en la última parte del siglo XX, y más habiendo pasado una II Guerra Mundial, que duró seis años y un día.

Como debió suceder con la Guerra de Irak, se nos debe nuevamente una explicación convincente de lo que está pasando realmente en el Golfo Pérsico, con los ataques a petroleros, destrucción de drones espías, o lo que pueda suceder en fechas próximas. Los líderes europeos principales deben hacer una urgente llamada al diálogo, y de ahí aplicar una presión constante hacia los Estados Unidos para que no tome decisiones unilaterales que no hacen bien a nadie. Trump lleva camino de no dejar nada en pie de lo conseguido por sus antecesores en el cargo, aunque lo más inmediato es pedir sensatez y recuperar el grito unánime de “¡No a la guerra!”.

Donald Trump no es único líder norteamericano, de forma que cabe exigir de la propia sociedad estadounidense un llamamiento a la paz, empezando por los grandes medios de comunicación y la influencia que tienen en la opinión pública. Si queda algo en pie de la ONU, es también el momento de demostrarlo. Literalmente, se creó para mantener la paz y seguridad internacionales, fomentar relaciones de amistad entre las naciones, lograr la cooperación internacional para solucionar problemas globales y servir de centro que armonice las acciones de las naciones. Pues que se pongan a trabajar de inmediato en todo ello. Con la paz no se juega, y Trump está cada vez más en modo avión, pero de los militares, que disparan y descargan bombas, que matan indiscriminadamente.

 

“Lo más inmediato es pedir sensatez y recuperar el grito unánime de “¡No a la guerra!”.

 

Miguel del Río