Oído Cocina

BANCOS Y CAJAS SE AUTOMATIZAN SIN CONTAR CON LOS MAYORES

 

Miguel del Río | 20.11.2016


 

Es cierto que vivimos un momento de impulso a todo lo que supone la digitalización industrial, empresarial, de la Administración, la banca, la educación y hasta la compra diaria. Para incidir en ello basta con tener un teléfono móvil conectado a Internet, que sirve lo mismo para ver la tele, leer los periódicos, comprar de todo y de paso entrar a tu banco a ver cómo van los movimientos de la cuenta corriente. Todo esto está muy bien, siempre y cuando no excluyamos de la digitalización a las personas mayores y a todos los grupos sociales que necesitan ser educados previamente en la modernización de muchas de las cosas que nos rodean.

Los bancos y cajas de ahorros están en este caso de ir más deprisa de lo que los clientes mayores lo pueden hacer. A una persona mayor que está acostumbrada a operar con su cartilla de ahorros no se la puede pedir de la noche al día que entre a una sucursal a ponerse a hablar con una máquina, sin que al final consiga muchas veces acertar con la operación de sacar un poco de dinero que, a fin de cuentas, suyo es y de nadie más. La digitalización está suponiendo en la banca un cierre masivo de oficinas, muchas de ellas en pueblos, y un cambio drástico en la relación con el cliente, que tiene que espabilar en el trato frío con el cajero automático, si quiere hacer determinadas operaciones financieras.

Hace escasamente diez años todo era abrir nuevas sucursales bancarias, acá y allá. Hoy todo ha cambiado de manera drástica y se quiere justificar con la necesaria implantación tecnológica que va a beneficiar a clientes y ahorradores. Mejor no exagerar y poner las cosas en su sitio. Los bancos y cajas, lo que deben hacer, son campañas informativas permanentes, de sensibilización, y por descontado utilizando a su personal para que colabore con los usuarios en todo lo que tenga que ver su primer contacto con las nuevas tecnologías a utilizar. De repente, muchas de las tradicionales sucursales se han convertido en oficinas minimalistas, donde todo son carteles y máquinas, dejando al cliente a la mejor suerte de hacerlo todo correctamente para sacar o meter dinero, pagar un recibo o transferir una cantidad de una cuenta a otra. Digitalización sí, pero formando e informando siempre previamente a los ciudadanos.

 

Miguel del Río