Oído Cocina

LA GUERRA DE LAS SOMBRILLAS NO EXISTE EN EL NORTE

 

Miguel del Río | 14.08.2016


 

La llamada guerra de las sombrillas, plantarla en la orilla a las siete de la mañana, para regresar su dueño a la playa a eso de las once, lleva camino de ser uno de los mejores apoyos para la mayor llegada de turistas al norte de España en los próximos veraneos. Así es: la masificación turística preocupa y mucho en aquellos puntos del sur de España y del Mediterráneo, tanto, que empiezan a poner sobre la mesa nuevas estrategias para no depender excesivamente de lo que ellos denominan la regularidad climática.

En muchos lugares turísticos españoles por excelencia se habla ahora de reinventar la oferta. No son simplemente dos palabras más. Muy al contrario, se trata de vincular mucho más el turismo con la industria para impulsar productos y servicios dirigidos a los turistas, que aporten valor a su visita y diferencien la oferta. Concretando más por dónde se quiere ir en el turismo del futuro, se hablará mucho más de enogastronomía (el arte de la buena mesa), la cultura, el ocio y los deportes.

Este terreno ya está muy abonado en el norte de España, caso de Cantabria sin ir más lejos. Durante años se ha venido trabajando por un turismo de calidad, y en el sentido de lo que se quiere hacer ahora en los lugares donde la regularidad climática ya no es suficiente, y existe una gran saturación de turistas que amenaza con ser un serio problema a corto plazo. El turismo es una fuente de riqueza crucial, y bien lo saben los países del mundo como Estados Unidos, Francia o España que están a la cabeza de ingresos por los millones de visitantes que llegan cada año a estos territorios. Marcar la diferencia es lo realmente importante, sin problemas, sin agobios, con seguridad y competitividad en los precios y servicios que utilizan los turistas en sus desplazamientos. Todo esto hace que el norte de España esté de moda, y más que lo va a estar porque en sus playas no hay sombrillas solitarias, ya pinchadas en la arena en las primeras horas del día.

 

Miguel del Río