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Una muerte digna,
un eufemismo en alza.

 

Francisco Rodríguez Barragán | 07.10.2015


El diccionario de la Real Academia define la palabra eufemismo como manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Si ponemos atención podremos advertir que de forma permanente recibimos mensajes que evitan la recta y franca expresión de ideas duras y por nuestra parte las utilizamos sin percatarnos de que las palabras eufemísticas van configurando sin resistencia nuestra forma de pensar.

Hay cientos de eufemismos. Resulta menos agresivo hablar de actualización de precios que hablar de subida de precios, hablar de apropiación indebida que llamarlo lisamente robo, para evitar decir: despidos, hablamos de regulación de empleo o de amortización de puestos de trabajo.  Para no decir que las cosas van mal en la economía se habla de crecimiento económico negativo o se llama pomposamente residencia para la tercera edad a lo no pasa de ser un asilo.

La interrupción voluntaria del embarazo  (IVE) se utiliza sin empacho evitando decir que se trata de la destrucción de un feto en gestación por medios físicos o químicos a petición de la embarazada. En este caso se ha ido mucho más allá, llamándolo derecho a decidir de la mujer o justificándolo con eso de proteger su salud sexual y reproductiva que utilizan los voceros antinatalistas. Presentado el aborto como signo progresista está produciendo réditos políticos a los partidos a quienes importan más los votos que la vida.

Un suceso de estos días ha lanzado a los medios y a la gente el eufemismo muerte digna y algún partido ya anunciado que si llega al poder legislará sobre ello, aunque ya exista mucho camino recorrido por los gobiernos autonómicos y su propaganda sobre el derecho de cada persona a dejar establecido un testamento vital en el que exprese su voluntad de ser enviado al otro mundo por medios expeditivos cuando alguien dictamine que está en las últimas.

La palabra eutanasia parece que no ha tenido demasiado éxito y desde los medios se está usando profusamente la de muerte digna para no decir muerte rápida y así nos evitamos demoras y complicaciones.

Si el abuelo está en las últimas y ya ni nos conoce, pues muerte digna  y dejan de sufrir el abuelo y su parentela y podemos seguir con nuestras vidas y nuestras vacaciones. Dicho así ¿verdad que suena duro y desagradable?

Hay países de Europa en los que si una persona tiene determinada edad no le harán ninguna costosa intervención ni le facilitarán siquiera un marcapasos. Aquí en España se les atiende, cualquiera que sea su edad (por ahora). La sostenibilidad de los servicios sociales está siempre presente y el envejecimiento de la población también.

Lo mismo que la llamada interrupción voluntaria del embarazo ha producido más de cien mil muertos en el año, habrá que estar preparado por si la muerte digna aligera la nómina de las pensiones.

Si hemos callado ante la muerte de los niños en gestación ¿tendremos derecho a protestar si a nosotros, los mayores, se nos aligera la muerte?

Desde que comenzamos a creer que  el bien y el mal lo deciden los parlamentos democráticos y que podemos decidir sobre la vida y la muerte sin reconocer que es un don de Dios que nos pedirá cuentas, seguiremos buscando eufemismos para no llamar recta y francamente a las cosas por su nombre.

 

Francisco Rodríguez Barragán