Fe y Obras

 

Eso es matar indignamente

 

 

 

11.04.2019 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

Las cosas están llegando a un punto que pareciera que no hay cosa más importante que presentar el proyecto de norma que apruebe la eutanasia, digamos, mañana mismo y que pasado mañana se apruebe tal aberración.

Las cosas están llegando a un punto tal que hay muchos medios de comunicación que ponen el caso del señor que ayudó a morir (dicen) a su esposa como el de un héroe que es, digamos, mártir de la causa, de su causa.

Las cosas están llegando a un punto tal que da la impresión de que aquellas personas que se oponen a que una persona mate a otra porque se encuentra enferma y sufriendo son una especie de trogloditas que no son nada modernos y que, además, son fascistas o así.

Las cosas están llegando a un punto tal que es posible que se legisle una aberración como es la eutanasia con el pueblo a favor de la misma porque le han puesto muchos casos lacrimosos ante sus ojos y, ya sabemos, a llorar se ha dicho… Que es lo mismo, lo mismito que, en su día, hicieron con el aborto con el caso de mujeres violentadas en su sexualidad…

Las cosas están llegando a un punto tal que quieren cambiar el sentido de las palabras, del lenguaje, para que lo negro (nigérrimo, digamos) parezca más blanco que la nieve.

Las cosas están llegando a un punto que quieren llamar, y llaman, “muerte digna” a matar indignamente a una persona. Y es que, en realidad, no se trata, por supuesto, de ningún tipo de muerte digna matar a una persona porque sufre sino, al contrario, es una forma más que indigna de matar: indigno quien lo hace, indigno quien lo protege e, indigno, por acabar, quien admite que se mate al prójimo de una forma tan escasa de vergüenza y de amor.

Y es que, para colmo, quieren hacer pasar por amor lo que es un simple asesinato que es cuando se mata a un ser humano distinto de sí mismo.

Y todo esto, que es algo que se está promoviendo por muchos, es una forma más que acertada de sembrar nuestra propia muerte. Bueno, la de los amparadores de la eutanasia que, a lo mejor, un día, se ven ellos en la misma.

Pues, entonces, ya sabemos, ajo y agua. ¿A que se entiende más que bien?

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net