Fe y Obras

El crucifijo es mala influencia

 

 

30.09.2017 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

Esto va a ser corto pero claro. Dedicado a los que andan por el mundo despistados y no saben a qué atenerse cuando hay algo a lo que pueden atenerse con toda facilidad.

Los dos maderos que, cruzados, sostuvieron al hijo de Dios, son algo más que troncos que, limpios de las ramas que le daban vida, podrían haber hecho lo mismo con cualquier otra persona como, efectivamente, así sucedía con la pena infamante de crucifixión.

Para millones de personas, a lo largo de la historia, la cruz ha significado lo que de bueno hay en el mundo.

Por ejemplo, ha venido a decir que el sacrificio de una persona por los demás resulta ser algo fructífero para quien recibe, a cambio, su salvación eterna: el dulce fruto del dolor y de la sangre de Cristo.

También ha venido a significar que los demás, a modo de Cirineos, podemos ser portadores de los dolores de quienes los pasan, sostenedores del sufrir y, sobre todo, hermanos, hijos del mismo Padre Eterno.

No menos importancia tiene el hecho de que haya supuesto la conversión de muchos corazones de piedra en corazones de carne, misericordiosos y limpios de tinieblas que, al reconocer en el Hijo de Hombre al Enviado de Dios no han podido soportar la dureza con la que convivía su vida.

Pero, sobre todo, ha significado, significa y significará, el amor elevado a su máximo exponente, la voluntad de Dios cumplida hasta sus últimas consecuencias: el perdón, perdonar, querer llevarla a cabo.

Por eso decimos que el crucifijo es mala influencia… para el Mal y sus secuaces, para Satanás y sus discípulos.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net