Fe y Obras

Verse excomulgado o quedarse fuera viene a ser lo mismo

 

 

04.12.2015 | por Eleuterio Fernández Guzmán


Hay palabras que causan cierto pavor entre las personas. Una de ellas es, exactamente, “excomulgar” o, mejor, “excomunión“. Da la impresión de suponer un, a modo, de apartamiento espiritual. Y, en realidad, lo es.

Sin embargo, por decirlo así, hay dos tipos de excomunión (que, en realidad, no es más que apartarse de la comunión con la Iglesia católica): expresa y tácita.

-La que lo es expresa consiste en verse implicado en algunos de los casos previstos en la norma canónica.

Por ejemplo, el canon 1364 del Código de Derecho Canónico dice que: “El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión latae sententiae”.

O también lo que dice el canon 1398 del CDC: “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae

Esto, lo que quiere decir es que, en determinados casos, quien caiga en las tentaciones arriba indicadas se verá fuera de la Iglesia católica de forma inmediata (pues tal cosa significa tal tipo de excomunión)

Es fácil entender que la Iglesia, con tales casos (y otros más a los aquí no se ha hecho referencia por no alargar demasiado la cosa) no se comporta, como debe hacerlo, como una Madre sino que, más bien parece alguien que no reconoce a los hijos a los que castiga de una forma tan grave que llega a expulsarlos de su Casa.

Sin embargo, tal forma de actuar tiene un sentido que, bien entendido, nos hace comprender a Quien sigue la Iglesia católica y las razones por las cuales no puede permitir ciertas conductas.

Es bien cierto que cuando Pedro le preguntó a Jesús que cuántas veces debería perdonar a su hermano las ofensas, el Maestro le dijo que “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mt 18, 22). Es decir, siempre.

Sin embargo, tampoco es poco cierto, y necesario, que la Iglesia católica entienda que ciertos comportamientos ponen, a quien los comete, fuera de la comunión en la que, se supone, estaba quien incurre en ellos. A eso se le llama, penalmente, delito y el mismo lleva aparejada una pena que es, en este caso, la excomunión.

Por eso, en el mismo evangelio citado arriba, poco antes de pronunciar aquella sentencia en contra del no perdón, dice Jesús que “Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar” (Mt 16, 6).

Y no hay duda alguna sobre el escándalo que provoca el aborto o, también, la herejía, el cisma o la apostasía.

No hay, por lo tanto, contradicción entre ser una Madre, la Iglesia, para sus hijos y tratar de corregir a los que se alejan del redil de Dios ni nada debe extrañar tal forma de comportamiento.

-La que lo es tácita consiste en verse implicado en una serie de conductas que, aun no siendo tipificadas como delito y llevar aparejadas la excomunión, también colocan al creyente en una situación tal que bien podemos decir que se coloca, de forma tácita, fuera de la Iglesia católica.

Por ejemplo:

Cuando, siendo hijos de la Iglesia católica, se promueven movimientos en contra de la doctrina católica.

Cuando, siendo hijos de la Iglesia católica, se sostienen teologías contrarias al Magisterio de la misma. 

Cuando, siendo hijos de la Iglesia católica, se perturba la liturgia en defensa de un populismo que está fuera de la norma.

Cuando siendo hijos de la Iglesia católica, se manifiesta acuerdo con doctrinas contrarias a la que, legítimamente, defiende aquella (preservativos, divorcio, imposibles matrimonios entre homosexuales, celibato sacerdotal, etc.) 

Cuando, siendo hijos de la Iglesia católica, se denigra todo lo que sea o parezca “jerarquía” y se defiende, al contrario, que lo mejor sería que ni siquiera existiese. 

Cuando, siendo hijos de la Iglesia católica, creemos, simplemente, que no tenemos que someternos a los mandatos de nuestros pastores porque tenemos un concepto protestantizador de la vida de la fe y, por tanto, relacionado en exceso con el individualismo.

Podemos ver, por lo tanto que, hay formas de mostrarse contrario a lo que, de comunidad y comportamiento comunitario tiene la fe católica.

En cierto sentido, entonces, también nos situamos fuera de la debida comunión.

A eso bien se le puede llamar excomunión tácita porque, aunque no haya penas establecidas por el hombre para tales comportamientos hay una consideración que está situada en un grado superior y sobrenatural: la voluntad de Dios que no puede ser la de estar de acuerdo con aquellos que, voluntariamente, se apartan de tal manera de la comunión que, en realidad, no están en ella.

Y es que, en realidad, hay bastantes creyentes católicos que, sin necesidad de incurrir en graves delitos se ganan, con pulso fuerte, la consideración de excomulgados que, incluso sin tribunal de por medio, vierten, en su corazón, la sustancia maléfica del enemigo.

Al fin y al cabo, bien podemos aplicar aquí aquello que dice que una mujer no puede estar un poco embarazada porque o lo está o no lo está. Así, no se puede estar en comunión con la Iglesia católica cuando nos conviene y sobre todo, cuando conviene al mundo.

Eso no es ser católico sino ser… otra cosa.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net