Fe y Obras

Las izquierdas que vienen ya están aquí

 

 

12.11.2015 | por Eleuterio Fernández Guzmán


Ahora va y resulta que algunos acaban de descubrir el Mediterráneo, mar que, como se sabe, es la mar de antiguo y lleva miles de años siendo surcado por las más diversas civilizaciones.

Nos referimos a que hay políticos, de izquierdas todos ellos (aunque a muchos de derechas también les va lo que dicen) quieren acudir, visto que tienen pocas ideas, a la bicha de la Iglesia católica. Y es que le nombran a la Esposa de Cristo y empiezan a ponerse nerviosos, les da por opinar y, entonces, ¡meten la pata hasta donde ya no se puede sacar! Y es que se trata de sus viejos fantasmas a los que no dejan de acudir siempre que se sienten necesitados de atraer a sí los votos de los incautos que aun creen, visto lo visto a lo largo de su historia, que son capaces de hacer algo que no sea destrozar, destruir y arruinar.

El caso es que alguien podría decir que le tenemos inquina a la izquierda política. Y es verdad. Pero no lo es sin razón o causa alguna. Hay más de muchas que determinan que, al respecto de lo espiritual católico y a la Iglesia católica en cuanto tal, desde su aparición en el mundo político no ha habido más que barbarismo y absoluta ignorancia sobre la cosa.

No vale la pena, por sabido, lo que ha pasado en España, en México y en otros muchos lugares del mundo al respecto de tales pensamientos políticos: persecución, destrucción, asesinato y las más diversas manifestaciones propias de los hijos de Satanás (pues se ha de ser su discípulo si se pretende lo mismo que su maestro). Y no es exageración esto porque es sabido y más que conocido por cualquiera que no sea ciego voluntario o selectivo.

Pues bien, como sabemos, dentro de pocas semanas (muy poco antes de Nochebuena y Navidad) se van a celebrar en España elecciones de las llamadas “Generales”. Es decir se van a elegir a los miembros tanto del Congreso de los Diputados como del Senado. Y de ahí saldrá el Gobierno que gobierne esta llamada “piel de toro” los próximos cuatro años o los que determine (por menos) las circunstancias políticas.

¿A qué viene, pues, todo esto? Pues a algo tan sencillo como que hay quien ha vuelto a nombrar la palabra “desamortización” que, en materia de la Iglesia católica supone quitarle, así dicho, por la cara, los bienes que la misma viene cuidando y administrando a lo largo de los siglos. Eso ya se hizo, al menos en dos ocasiones, en el siglo XIX pero como los que eso proponen son, más o menos, de tal época (y ahí se han quedado) vuelven con las mismas. Lo que quieren es que la Iglesia católica se quede sin nada y si, de paso, desaparece, menos problemas de conciencia (si es que la tienen) para los que eso proponen.

Pero, como eso les parece poco, vuelven a lo de siempre: no IRPF como manifestación voluntaria de los contribuyentes a favor de la Esposa de Cristo, derogación de los Acuerdos Iglesia-Estado de 1979, religión en las escuelas nada de nada, etc.

¿A qué les suena esto a ustedes?

Exacto: pura y simple persecución de rancio abolengo.

Es bien cierto que hubo tiempos en los que los perseguidos eran masacrados físicamente y sufrieron martirio gozoso (por su parte) pero no podemos dejar de reconocer que los hijos de Satanás, de las tinieblas, son hoy poco sutiles pero más prácticos. Y es que ya no se lleva matar a discípulos de Cristo (en nuestra amada Europa; sí en otros lugares del mundo) pero sí se lleva un arma terrible como es el Boletín Oficial del Estado. Ahí bien que se ceban los que nunca están hartos de morder a quien, además, les pone la otra mejilla. Y eso seguro que les pone a cien…

Olvidan, sin embargo, que quien ha de prevalecer es la Iglesia católica y ellos pasarán como han pasado otros muchos que pretendían lo mismo. Y es que la ignorancia es lo que tiene.

Pero lo más curioso es que aquellos que parece que vienen ahora ya están aquí y llevan unos meses haciendo de las suyas en Ayuntamientos, Diputaciones Provinciales y Autonomías. Y no es que sean otros perros y otros collares sino que son los mismos perros con los mismos corrales. Pero los mismos, los mismos. Tal cual.

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net