EL EVANGELIO DEL DOMINGO

 

 

por Gervasio Portilla García

29.04.2018


 

V Domingo de Pascua (B)

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN (15, 1-8)

 

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

̶ «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé mas fruto. Vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mi y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

 

Palabra del Señor


 

COMENTARIO

 

La parábola que recoge este Domingo Quinto de Pascua, es uno de los pasajes más leídos del Evangelio de Juan.

Cuando el evangelista escribe esta página ya han aparecido tensiones o divisiones en el seno de la comunidad cristiana.

Mantenernos unidos al tronco de Jesús, es la clave fundamental, a pesar de las dificultades y problemas, y el Señor nos lo deja claro en esta parábola.

La unión con Cristo y el anuncio del Evangelio sólo tienen fuerza en una comunidad fraternalmente unida, aunque discrepante en aspectos y opciones que enriquecen, pero que no cambian lo fundamental.

El sarmiento, como hacen los labradores, debe podarse y limpiarse para que dé más fruto, a fin de que los hombres puedan acercarse con ilusión y esperanza a Jesús.

 

Hasta el próximo Domingo si Dios quiere. Paz y bien.