A LA LUZ DE LAS PARÁBOLAS DE JESÚS

LA PARÁBOLA DE LOS SIERVOS VIGILANTES

 

Víctor Corcoba Herrero/ Escritor | 30.12.2016


La Palabra:

Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos! (Evangelio de San Lucas,  12, 35-38).

 

La Reflexión:

               Será un buen inicio de año, tomar para nuestras vidas una actitud vigilante, de generosidad y entrega hacia nuestros análogos. Pongamos de moda la bondad entre todos. ¡Qué bueno sería!. Germinaría una viva comunión entre Dios y nosotros. Realmente, -como decía el escritor español Pio Baroja-, "no se si con justicia o no, a mí no me admira el ingenio, porque se ve hay muchos hombres ingeniosos en el mundo; tampoco me asombra que haya gente con memoria, por grande y portentosa que sea, ni que haya calculadores; lo que más me asombra es la bondad, y esto lo digo sin el menor asomo de hipocresía"; y lo decía bien, cuando menos claro y profundo, puesto que una persona bondadosa está verdaderamente cercano a la luz del Creador. Consecuentemente, será fructífero que reflexionemos sobre esto, antes de que nuestros afanes mundanos nos lo impidan...

Active cada cual su propia energía espiritual.
Trabajemos por nosotros, pensando en los demás.
No vayamos a adormecernos y no ver a ese Niño Dios.
Preparemos el encuentro, reencontrándonos todos con él.
Que sus caricias nos cautiven, que su mirada nos acorte la espera.

                Verdaderamente, en los tiempos presentes, el ser humano olvida tantas veces a Dios, pero es que también deja de lado a sus semejantes, y en lugar de encontrarse  consigo mismo, se endiosa como un ingrato necio, alejándose hasta de sus mismos progenitores. ¡Qué poca misericordia!. Por tanto...

Alerta con nosotros mismos, Dios vive  con nosotros.
Por nosotros a muerto en la Cruz, pero en la Cruz vive.
Ahí está en lo más evidente y también en lo más misterioso.
Dios percibirá que lo buscamos con el gozo del alma en verso.
Será todo tan poético, que cada pulso será una pausa para crecer.

Desde luego, no  vayamos a ensuciarnos las manos de inútiles cosas. Seamos prudentes, que la prudencia nos exige un raciocinio humilde y sincero, que nos lleva a la verdad. Para trascender hay que despojarse de todo, hasta del mismo mundo, y volver a la inocencia del verbo, conjugado para todo tiempo y edad, con la piedad como abecedario en el horizonte.  En consecuencia...

Vayamos al encuentro entusiasmados, caminemos despojados.
Con el deseo de hallarnos despiertos y de hallarle a nuestro lado.
No hay mayor alegría que poder mirarle  y verle con la mirada limpia.
Que poder sentirle muy dentro, mar adentro, para llevarnos a la eternidad.
Donde el poema se anida y se anuda, con el cielo y con Jesús, en nuestra vida.

                La verdadera sabiduría radica en aquel que oye a Jesús y lo escucha, lo hace fiesta y vida, referencia y referente, morada y posada, camino y caminante, lo que nos exige estar siempre en disposición de avisado y en modo dispuesto, preparado y presto para salir al hallazgo. No perdamos de mente que la primera característica que el Señor pide al siervo es la fidelidad. Abrámonos...

Nosotros ahora somos hijos de la acción, de no cerrarse a uno mismo.
¡No tengamos miedo a caminar, si en verdad queremos construir certezas!
Tampoco pensemos que solos no podemos hacer nada, cada cual siempre crea.
Lo nuestro es hacer una vida hecha de acciones animadas por la fe y por el amor.
Pues el mejor perdón para perdonarse, pasa por donarse, y por hacer que el bien crezca.

                Hoy más que nunca, hace falta que el mal mengüe; y, para ello tenemos que tener valor y valía suficiente, para poder transmitir ese don; pues el autentico siervo, aparte de estar siempre en guardia como buen poeta, o cantautor del alma, jamás tiene miedo a su Señor y tampoco teme su regreso. La Virgen María, nuestra verdadera Madre consoladora, que, al recibir el don más valioso, Jesús mismo, lo ofreció al mundo con inmenso amor, encarna perfectamente esta actitud de sierva. "Hágase en mi según tu palabra", dijo. Pidámosle que nos ayude a ser siervos buenos y fieles, para que podamos participar un día en la gloria de nuestro Redentor. ¡Qué así sea, y qué sea así, en todo el curso de la confluencia mensual 2017!.

 

Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
30 de diciembre de 2016