La misteriosa Llama

Moiseyev y el ballet como tesoro común

 

 

Alejandro Sanz | 18/03/2017


 

 

Me comentaba el otro día una compañera -y sin embargo amiga, como decía el clásico-, que este año se cumple el ochenta aniversario del Ballet Moiseyev, una verdadera institución artística que representa mucho más que la perfección de una disciplina para llegar a convertirse en un elemento integrador e incluso transmisor de alegría y tolerancia.

Este grupo artístico nació en la antigua Unión Soviética cuando Molotov encargó a un coreógrafo ucraniano formado en el Bolshoi, Igor Moiseyev, la creación de una compañía de danza. La genialidad de Moiseyev muy pronto transmitió su propio nombre al grupo, que se especializó en lo que se llama “baile de carácter”, un ballet basado en el folk y la música popular pero con un altísimo grado de profesionalidad y virtuosismo.

Pero el verdadero éxito del Ballet Moiseyev no se fundamenta en el espléndido nivel técnico de sus componentes, sino en haber sido reconocido como un instrumento capaz de integrar tradiciones georgianas, lituanas, búlgaras, rusas o ucranianas. Es decir, supera las fronteras políticas e ideológicas y alcanza el asombroso éxito de convertirse en un preciado tesoro compartido.

Moiseyev, que falleció en 2007, acumuló las más altas distinciones soviéticas. Tres Órdenes de Lenin, dos Órdenes de la Bandera Roja, Héroe del Trabajo, Orden de la Revolución de Octubre, Orden de la Insignia del Honor, Orden del Mérito de la Madre Patria y Orden de la Amistad, además de numerosos premios y distinciones internacionales.

Pero no contento con ser un verdadero ídolo en su país, Moiseyev insufló en la compañía el espíritu integrador de no detenerse en lo más cercano, sino que investigaron en otras culturas diferentes para conocer otra música y otra danza. De este modo, son memorables sus interpretaciones magistrales de la tarantella napolitana o la jota aragonesa por citar solamente dos ejemplos.

La pasión rusa por el arte en general y por el ballet en particular habla muy bien de un pueblo que ha conseguido mantener un ingente patrimonio cultural y artístico por encima de los zares, por encima del comunismo revolucionario, por encima de la perestroika y por encima del capitalismo más furioso de la era Putin.