Tribunas

¿Tendrá el P. Clodovis Boff razón?

 

 

José Francisco Serrano Oceja


El padre Clodovis M. Boff, OSM.

 

 

 

 

Un buen amigo me insiste en que escriba sobre un reciente escrito del P. Clodovis Boff.

Sí, el hermano también teólogo de Leonardo Boff, que un día cayó en la cuenta de que el camino de su teología, y de su praxis eclesial, no era precisamente el más adecuado.

Una vez hecho el examen de conciencia, el P. Boff, Clodovis, se ha dedicado a decir a quien le quiera escuchar que determinados planteamientos teológicos y de la pastoral sólo conducen a la esterilidad.

Por cierto que, si no mal recuerdo, su tesis doctoral está publicada en español en Sígueme. Se defendió en Lovaina y no es un trabajo menor, de esos que se escriben ahora de circunstancia.

En esta ocasión, el P. Boff, Clodovis, le ha escrito una carta a los obispos del CELAM, que he visto publicada en Infocatolica. La misiva está redactada con motivo de la reunión cuarenta celebrada en Río.

De la carta me ha interesado más que la letra, como en todos texto persuasivo amplificada, la música en la clave de la denuncia profética. No voy a decir que me ha recordado aquel Campesino del Garona de Maritain; o el balance del Vaticano II, de De Lubac; o aquel abatir los bastiones de Von Balthasar, entre otros.

La cuestión es que se ha iniciado un nuevo pontificado en la continuidad. Por lo tanto, no está demás alertar sobre las tentaciones de olvido de lo específico cristiano o, por decirlo de otro modo, las tentaciones de adanismo. Eso de pensar que hay que hacerlo todo nuevo.

Tentaciones que están ligadas a la conversión de la fe en una práctica social como forma de que el mundo nos acepte y el Estado nos premie y reconozca todo lo que hacemos. Siempre para sustituirle adecuadamente, claro.

Lo he pensado en no pocas ocasiones en estos días. Aunque parezca de otro tiempo, ante los casos de corrupción que ocupan nuestra conversación nacional, se ha hablado mucho de las personas implicadas, de su vida, de sus andanzas, de sus relaciones.

No he oído aún que alguien se preocupe por su alma, y que afirme que la tendencia al pecado que anida en nuestro corazón hace que sea más fácil caer si estamos en el lugar adecuado, en el momento adecuado. El poder es también ese lugar.

Si no es con una intensa vida de gracia, las posibilidades de mancharse las manos no son pocas. Por lo tanto, lo que necesita nuestra política, nuestra sociedad, es el anuncio explícito de Cristo salud, de un Cristo que sana. ¿Qué pasaría si un obispo dijera en estos días que lo que necesitan los Koldos de la vida es encontrarse con Cristo? Quizá lo diría de otra forma, claro.

Alguien dirá que esta es una perspectiva fundamentalista, en la medida en que se basa en una propuesta no racional, sino de fe, y que utiliza un lenguaje religioso no convencional, incluso no adaptado a la koiné común de nuestro tiempo. Un propuesta no plural e inaceptable en una sociedad secularizada.

Boff, Clodovis, lo dice, no sin cierto maximalismo, de otra manera y en otro contexto, no muy distinto del español:

“Me vienen a la mente las palabras de Cristo: los hijos piden pan y les dais una piedra (Mt 7,9). Incluso el mundo secular está harto de la secularización y busca la espiritualidad. Pero no, ustedes siguen ofreciéndoles lo social y siempre lo social; de lo espiritual, apenas unas migajas. Y pensar que son ustedes los guardianes de la riqueza más importante, la que más necesita el mundo y la que ustedes, en cierto modo, le niegan. Las almas piden lo sobrenatural, y ustedes insisten en darles lo natural. Esta paradoja es evidente incluso en las parroquias: mientras los laicos se complacen en mostrar signos de su identidad católica (cruces, medallas, velos y blusas con estampados religiosos), los sacerdotes y las monjas van a contracorriente y aparecen sin ningún signo distintivo”.

De nuevo la relación entre lo natural y sobrenatural. No olvidemos que el vacío tiende a llenarse, y si no habla la Iglesia, alguien hablará por la Iglesia.

 

 

José Francisco Serrano Oceja