Tribunas

En memoria del P. Teófanes Egido

 

 

José Francisco Serrano Oceja


P. Teófanes Egido.

 

 

 

 

 

Luis Javier Fernández Frontela ha escrito en “El Norte de Castilla” una sentida necrológica del P. Teófanes Egido, carmelita, historiador, hombre bueno y servicial, fallecido esta semana en Valladolid.

Decía que “su inolvidable amigo Julio Valdeón recordaba que “Teófanes es un Sabio”. La inteligencia, la sencillez, el sentido del humor y la socarronería, la capacidad de atraer a los que le escuchaban y el ser un “excepcional trasmisor de la sabiduría” es lo que todos destacaban en Teófanes”.

Quizá el P. Teófanes Egido representa a una generación que me parece en vías de extinción y no sólo por cuestión de edad. Una generación de religiosos que dieron su vida por la cultura, por el pensamiento, por el saber como plataforma para acercarnos más a Dios, que es la respuesta a la pregunta por el sentido, de donde procede toda sabiduría.

Es cierto que el P. Teófanes, que se llamaba en vida religiosa José de Jesús María, fue un hombre independiente, es decir, libre en su investigación. Eso hacía que ese sano ejercicio de libertad, siempre fundamentado, permitiera una conversación y un diálogo siempre constructivo e inteligente.

Tuve la oportunidad de conocer al P. Teófanes en el contexto de la Comisión de la Causa de Beatificación de Isabel la Católica. Proceso sobre el cuál él tenía sus ciertas resistencias o resistencias ciertas.

Sin embargo colaboró estrechamente durante un tiempo con la Comisión, desde el punto de vista de la aportación histórica.

Es mejor, pensé siempre, que las objeciones las ponga el P. Egido que las pongan otros que no las plantean desde el conocimiento de la época y de la persona, sino desde los lugares comunes de las leyendas de múltiples colores o desde la ignorancia, que siempre es peor.

José María Zavala, en su libro “Isabel la Católica. Por qué es santa”, que sorprendentemente es la síntesis, diría que literal, de partes del tomo de la Positio Histórica, publicó un extracto del testimonio del P. Teófanes en la Causa.

Un testimonio en el que manifestó un juicio poco positivo, pero tampoco negativo. Su objeción de fondo procede de la naturaleza de la documentación aportada por los cronistas. Lo que plantea la cuestión de la subjetividad, también contextual, de los autores.

Son aportaciones como las del P. Egido las que hacen avanzar, las que interpelan, las que construyen, como fue su vida, un sumar a la presencia del Reino de Dios desde la fidelidad creativa al Evangelio y a su vocación como hijo del Carmelo.

Encomiendo pues a san José, sobre el que tanto escribió también como director de la Revista Estudios Josefinos, el alma del religioso e historiador Teófanes Egido. Descanse en paz.

 

 

José Francisco Serrano Oceja