Cáritas Santander | Noticia • 04/03/2024

 

Grisbell, Silvia y María Eugenia

#EllasSomosNosotras

 

8 de marzo. Día Internacional de la Mujer

 

 

 


 

 

 

 

Silvia, Grisbell, María Eugenia. Tres nombres de mujer. Tres mujeres que en este 8 de marzo representan a todas las que forman en Cantabria la familia de Cáritas Diocesana de Santander. Mujeres son la mayor parte de las personas voluntarias, no solo en los proyectos de Santander, sino en todos los equipos parroquiales distribuidos por Cantabria. Y mujeres son también la mayor parte de las personas que se acercan a nuestras puertas para pedir ayuda.

En los testimonios de Silvia, voluntaria, Grisbell, participante y María Eugenia, trabajadora social, centralizamos los de todas ellas, los de todas esas mujeres que son el corazón que bombea Cáritas.

La más veterana de las tres en la casa es María Eugenia, que lleva casi 20 años como trabajadora social. Comenzó en infancia, pero fue durante su paso por el proyecto de mujeres cuando asegura que sintió muy dentro la labor de esta entidad: “Cuando conocí a todas esas mujeres a las que Cáritas ofrece un acompañamiento integral, yo sentí que algo en mi interior se daba la vuelta. Mujeres con unas experiencias vitales durísimas con las que no se puede evitar crear un vínculo. Es imposible pasar a su lado sin que te transformen”.

Desde su labor de voluntaria en la Cáritas Parroquial de Noja, Silvia también siente que los testimonios de las personas que llegan allí en busca de apoyo han provocado un cambio en su forma de ver la vida. “Yo aquí me pongo en los zapatos del otro. Te hacen restar importancia a tus propios problemas. Y siempre vienen con una sonrisa”, explica.

Silvia fue una de las cinco personas que hace cinco años echaron a andar la Cáritas Parroquial de Noja, su pueblo. Ahora atiende en solitario esta delegación que abre sus puertas un miércoles al mes con el apoyo de Cristina, otra mujer, en este caso trabajadora social de Cáritas Diocesana de Santander. “Últimamente vienen una media de unas 20 personas, en su mayor parte, mujeres. Yo creo que los hombres solo vienen cuando están solos. Si hay una familia, son ellas las que se acercan en busca de ayuda”.

Una de esas mujeres que buscó apoyo en Cáritas es Grisell. Llegó de Perú hace dos años en busca de un futuro mejor para sus hijos, especialmente para el pequeño, con autismo. “En mi país estos niños con necesidades especiales no tienen ningún apoyo, son rechazados”. Vino sola, trabajó 7 días a la semana y consiguió traer a su hija de 16 años y a su hijo de 5. Hoy vive con ellos en una habitación de un piso compartido. La niña estudia bachiller, el pequeño, tres días a la semana va a un colegio ordinario y los otros dos va al Molino, un centro educativo de atención especial para niños con autismo. “Para mí, Cáritas ha sido una gran ayuda. Me ofrecen apoyo económico, pero también moral. Me dan fuerza y esperanza. Yo quiero estudiar para salir adelante por mí misma y darles una mejor vida a mis hijos”. Hoy recibe formación básica para manejarse con ordenadores y por internet y aspira a realizar alguna formación específica sociosanitaria.

Silvia y María Eugenia saben que es posible superar situaciones complejas y salir adelante. También saben que no siempre se consigue, pero ellas, mujeres creyentes, se suman a la lucha de Cáritas para reducir desigualdades, para estar cerca de quien más lo necesita. “Por supuesto que es una satisfacción muy grande ver que hay personas que, después de pasar por aquí, echan a andar y ya no necesitan nuestro apoyo. Yo lo siento cada vez como si me estuviera pasando a mí. Es muy gratificante”.

María Eugenia, que después de pasar por el proyecto de mujer estuvo en el de personas sin hogar y ahora presta apoyo a las Cáritas Parroquiales de la zona próxima a Santander, muestra su admiración por todas esas personas voluntarias (326 mujeres y 84 hombres) “que ponen todo de su parte para ayudar a quienes más lo necesitan. Es un poco vivir la esencia final de Cáritas. Somos Iglesia, eso es algo que todas compartimos. Sigo sorprendiéndome cada día con la generosidad de las personas que están en esta casa. Con todas las dificultades, porque hay mucho trabajo por hacer, por buscar y por soñar. Nadie se salva solo. Nos necesitamos las unas a las otras”.