Servicio diario - 27 de marzo de 2020


 

El Papa abraza a la humanidad con la bendición de Dios: Es “tiempo de elegir”
Rosa Die Alcolea

¿Cómo obtener la Indulgencia plenaria durante la pandemia?
Rosa Die Alcolea

¿Qué es la bendición ‘Urbi et orbi’? Francisco la imparte hoy extraordinariamente
Larissa I. López

Semana Santa: Calendario de las celebraciones presididas por el Papa
Redacción

“Junto a la cruz de Jesús estaba su madre”: Tercera predicación de Cuaresma
Larissa I. López

Santa Marta: Agradecimiento del Papa a los que se preocupan por los demás
Larissa I. López

Adoración Eucarística: Señor, “deseo vivamente recibirte dentro de mi alma”
Larissa I. López

España: Habilitado un hospital de campaña en el complejo IFEMA de Madrid
Christian Vallejo

La Red Eclesial Panamazónica crea un mapa para comprender la complejidad de la Amazonía
Redacción

“Ahora entendemos a tantos cristianos que no pueden acudir a Misa ni recibir la Comunión”
Redacción

Iquitos: Mons. Travieso continúa su recuperación por Covid-19 tras recibir el alta hospitalaria
Redacción

Camino de esperanza en tiempos de confinamiento (3)
Redacción

San José Sebastián Pelczar, 28 de marzo
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

El Papa abraza a la humanidad con la bendición de Dios: Es “tiempo de elegir”

Oración especial por el fin de la pandemia
(zenit – 27 marzo 2020).- “Abrazar al Señor para abrazar la esperanza”: Esta es la invitación que nos hace el Papa Francisco para combatir el miedo en esta crisis causada por la pandemia del coronavirus. “Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza”.

En una tarde lluviosa, con la tenue luz del atardecer en Roma, el Papa Francisco ha llegado a las 18 horas, acompañado únicamente por Mons. Guido Marini, Maestro de Ceremonias Litúrgicas Pontificales, para presidir la oración extraordinaria por el fin de la pandemia del coronavirus que ha contagiado ya a más de 536.280 personas en todo el mundo.

“No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio”, ha señalado el Papa, invocando al Padre. “El tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia Ti, Señor, y hacia los demás”.

 

¿Por qué tenéis miedo?”

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?” ha citado el Papa de la Biblia haciendo suyas las palabras en un momento sin precedentes. “Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar”.

“La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluasseguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades”, ha advertido Francisco, “nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad”.

El Papa exhorta a todo el mundo, teniendo en cuenta que el virus ha afectado a 188 países a abrazar la Cruz de Cristo, en la que “hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar”.

 

Adoración al Santísimo

Al concluir sus palabras, el Sucesor de Pedro se ha dirigido a pie, acompañado de Mons. Marini, hacia la entrada central de la Basílica Vaticana, donde se hallaban las imágenes de la Virgen Salus Populi Romani(Salvación del Pueblo Romano), normalmente ubicada en la Basílica de Santa María Mayor, y el Crucifijo milagroso, de la iglesia San Marcello al Corso, muy venerado en Roma tras la liberación de la “Gran Plaga” de 1552.

Después, el Santo Padre ha entrado en el corredor que hay a la entrada de la Basílica, donde ha tenido lugar la Exposición y Adoración al Santísimo, para finalmente bendecir Urbi et Orbi, con la posibilidad de recibir la Indulgencia plenaria, al mundo entero con la custodia del Santísimo Sacramento.

 

“Señor, bendice al mundo”

“Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios”, ha pronunciado el Papa al final de su reflexión. “Señor, bendice al mundo,da salud a los cuerpos y consuela los corazones”.

Normalmente la bendición Urbi et Orbi, sobre la ciudad de Roma y sobre el mundo, se reserva para Navidad y Pascua, y para la elección de un nuevo Papa. Para recibir la indulgencia plenaria, presupone, entre otras cosas, la comunión eucarística y la confesión, la mayoría de las cuales actualmente sólo son posibles de manera “espiritual”.

A continuación, sigue la meditación completa, pronunciada por el Papa este viernes, 27 de marzo de 2020, en la plaza de San Pedro.

***

 

Meditación del Papa Francisco

“Al atardecer” (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado. Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador queparaliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada yfuriosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y conangustia dicen: “perecemos” (cf. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos.

Es fácil identificarnos con esta historia, lo difícil es entender la actitud de Jesús. Mientras los discípulos, lógicamente, estaban alarmados y desesperados, Él permanecía en popa, en la parte de la barca queprimero se hunde. Y, ¿qué hace? A pesar del ajetreo y el bullicio, dormía tranquilo, confiado en el Padre —es la única vez en el Evangelio que Jesús aparece durmiendo—. Después de que lo despertaran y que calmara el viento y las aguas, se dirigió a los discípulos con un tono de reproche: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?” (v. 40).

Tratemos de entenderlo. ¿En qué consiste la falta de fe de los discípulos que se contrapone a la confianza de Jesús? Ellos no habían dejado de creer en Él; de hecho, lo invocaron. Pero veamos cómo lo invocan: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos?” (v. 38). No te importa: pensaron que Jesús se desinteresaba de ellos, que no les prestaba atención. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”. Es una frase que lastima y desata tormentas en el corazón.También habrá sacudido a Jesús, porque a Él le importamos más que a nadie. De hecho, una vez invocado, salva a sus discípulos desconfiados.

La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluasseguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestravida y a nuestra comunidad. La tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad.

Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. Señor, esta tarde tu Palabra nos interpela se dirige a todos. En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por laprisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemoscontinuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”.

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, “volved a mí de todo corazón” (Jl 2,12). Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás.

Y podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas ysostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo.

Frente al sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo de nuestros pueblos, descubrimos y experimentamos la oración sacerdotal de Jesús: “Que todos sean uno” (Jn 17,21). Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el serviciosilencioso son nuestras armas vencedoras.

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación.No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros lasestrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza.Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere.

El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar. El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. En medio delaislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado. El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la esperanza.

Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar. Es animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitirnuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad. En su Cruz hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza.

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. Queridos hermanos y hermanas: Desde este lugar, que narra la fe pétrea de Pedro, esta tarde me gustaría confiarlos a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo, estrella del mar tempestuoso. Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios. Señor, bendice almundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fees débil y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: “No tengáis miedo” (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas” (cf. 1 P 5,7).

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

 

¿Cómo obtener la Indulgencia plenaria durante la pandemia?

Decreto del Papa Francisco
(zenit – 27 marzo 2020).- Mediante la bendición Urbi et Orbi que impartirá el Papa Francisco en la tarde del viernes 27 de marzo, desde la plaza de San Pedro, la Iglesia concede la Indulgencia plenaria a los fieles enfermos de Coronavirus, a los agentes sanitarios, los familiares y cuidadores de los enfermos, y los fieles.

La Indulgencia plenaria le ofrece al pecador arrepentido y confesado el beneficio de eliminar totalmente la deuda que haya tenido durante su vida en este mundo hasta ese momento.

 

Decreto del Papa Francisco

La Santa Sede hizo público el pasado 20 de marzo el decreto de la Penitenciaría Apostólica, en nombre del Pontífice, relativo a la concesión de indulgencias especiales a los fieles en la actual situación de pandemia.

Con la concesión de las Indulgencias –explica el Decreto- se pretende que los que se están sufriendo a causa del Covid-19 puedan redescubrir “el mismo sufrimiento redentor de Cristo” (ibíd., 30) y “vivirla con espíritu de conversión personal”.

 

¿Quiénes pueden ganarla?

– Enfermos, sanitarios, familiares y cuidadores: El decreto establece que “los enfermos, los que están en cuarentena, los sanitarios, los familiares y los que, exponiéndose al riesgo de contagio, cuidan de los enfermos de Coronavirus obtendrán la Indulgencia plenaria siguiendo a través de los medios de comunicación la Eucaristía, el Rosario o el Vía Crucis”. También dispone que “podrán rezar el Credo, el Padrenuestro o una oración a la Virgen María”.

Todo ello, describe el Decreto, “con la voluntad de cumplir las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre), apenas les sea posible”.

– Fieles: En las mismas condiciones, podrán obtener Indulgencia plenaria los fieles que ofrezcan por el fin de la epidemia, el alivio de los enfermos y la salvación eterna de los fallecidos, la visita al Santísimo Sacramento, la Adoración Eucarística, la lectura de la Sagrada Escritura durante al menos media hora, el rezo del Rosario, el Vía Crucis, o el rezo de la corona de la Divina Misericordia.

– Enfermos terminales: La indulgencia plenaria puede ser obtenida también por los fieles que a punto de morir no pueden recibir el sacramento de la unción de los enfermos y el viático: en este caso se recomienda el uso del crucifijo o de la cruz.

 

¿Qué es la Indulgencia plenaria?

Todo pecado acarrea una doble consecuencia: la pena eterna y la pena temporal, explica el sacerdote D. Alfonso Riboo, director de la revista Palabra. La pena eterna consiste en la ruptura de nuestra comunión con Dios y aleja la posibilidad de llegar a la salvación. Esta pena eterna se elimina cuando el pecador se arrepiente y recibe el Sacramento de la Confesión.

Pero aún queda la responsabilidad por las consecuencias causadas por el mal cometido, para el propio pecador o para otras personas. Esta consecuencia se denomina “pena temporal”. Es una deuda que persiste y que hay que pagar ya sea en esta vida o en la próxima, vale decir, en el Purgatorio. Esta pena puede reducirse mediante la realización de buenas obras, la oración, la aceptación cristiana del sufrimiento y la recepción de la indulgencia, que puede ser parcial o plenaria (o sea, completa).

La Indulgencia plenaria le ofrece al pecador arrepentido y confesado el beneficio de eliminar totalmente la deuda que haya tenido durante su vida en este mundo hasta ese momento. La indulgencia parcial elimina la pena temporal en forma parcial.

 

 

 

 

¿Qué es la bendición ‘Urbi et orbi’? Francisco la imparte hoy extraordinariamente

Oración especial por el fin de la pandemia

(zenit – 27 marzo 2020).- De manera extraordinaria, hoy, 27 de marzo de 2020, el Papa Francisco presidirá un momento de oración extraordinario para pedir el fin de la pandemia que culminará con la impartición de la bendición Urbi et Orbi a la que se adjuntará la posibilidad de recibir la Indulgencia plenaria.

Tendrá lugar en el sagrato (atrio frente a la entrada) de la Basílica de San Pedro, con la plaza vacía, como anunció el Santo Padre el pasado domingo, 22 de marzo de 2020, al término de la oración del Ángelus.

La bendición Urbi et orbi era la fórmula habitual con la que empezaban las proclamas del Imperio Romano.

En la actualidad es la bendición más solemne que imparte el Papa, propia del ministerio petrino, porque –recuerda el liturgista padre Arturo Elberti– se refiere a la ciudad de Roma, como obispo de la diócesis, y al mundo, como Sumo Pontífice.

 

Cuándo se imparte

Urbi et orbi, contiene las palabras que en latín significan “a la ciudad (Roma) y al mundo”. Se imparte durante el año siempre en dos fechas: el Domingo de Pascua y el día de Navidad, 25 de diciembre, y también es impartida por el Pontífice el día de su elección, en el momento en que se presenta ante Roma y el mundo como nuevo sucesor de san Pedro.

Excepcionalmente, frente a este momento de emergencia sanitaria a nivel mundial por motivo del coronavirus, Francisco decidió concederla.

 

Remisión de las penas debidas

“La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que los fieles, debidamente dispuestos y bajo ciertas condiciones, adquieren por la intervención de la Iglesia, la cual, como ministro de la redención, dispensa y aplica con autoridad el tesoro de la satisfacción de Cristo y de los santos”, dice el Catecismo de la Iglesia Católica.

Dado que la Indulgencia plenaria remite completamente esa pena debida, el fallecido sin haber caído nuevamente en pecado no ha de pasar por el Purgatorio y accede directamente al cielo.

Según la misma fuente, los efectos de la bendición Urbi et orbi se cumplen para toda aquella persona que la reciba con fe y devoción, incluso si la recibe a través de los medios de comunicación de masas (televisión, radio, internet, etc.).

 

Situación especial actual

Efectivamente, tal y como remarca Mons. Felipe Arizmendi, obispo emérito de San Cristóbal de las Casa, México, “si seguimos, por radio o televisión, esa oración con el Papa, podemos obtener dicha indulgencia, siempre y cuando estemos en gracia de Dios, rechazando de corazón el pecado”.

De ordinario, se requiere la confesión sacramental, “pero como ahora no se puede, se hace el compromiso de confesarse tan pronto sea posible”, aclara.

Esta oración “equivale a una visita ante el Santísimo, ahora que no se puede hacer de otra forma. Si alguien no se puede sintonizar a esta hora, hágalo espiritualmente cuando pueda, y Dios ve su corazón. O si ve después el video, ya no en vivo, únase a esta intención y Dios le escucha. Lo importante es orar”, describe el prelado.

 

Visita y Adoración por internet

La Penitenciaría Apostólica, por disposición del Papa, concede también la Indulgencia plenaria a aquellos fieles que ofrezcan la visita al Santísimo Sacramento, o la Adoración Eucarística, o la lectura de la Sagrada Escritura durante al menos media hora, o el rezo del Santo Rosario, o el ejercicio piadoso del Vía Crucis, o el rezo de la corona de la Divina Misericordia, para implorar a Dios Todopoderoso el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor ha llamado a sí”.

En este sentido, Mons. Arizmendi indica que, en las actuales circunstancias, la visita al Santísimo y la Adoración Eucarística se pueden hacer por internet: “Así las pueden hacer tantos los enfermos, como médicos y enfermeras, personas que cuidan a los infectados y fieles en general. No hay restricción para obtener esa gracia, ese recurso espiritual. Lo demás, se puede hacer perfectamente en casa. La única condición para obtener la indulgencia es estar en gracia de Dios, como se dijo antes”, concluye.

 

 

 

 

Semana Santa: Calendario de las celebraciones presididas por el Papa

Actualizado debido a la situación extraordinaria
(zenit – 27 marzo 2020).- La Oficina de Prensa de la Santa Sede ha dado a conocer esta mañana los horarios actualizados de las próximas celebraciones litúrgicas que presidirá el Papa Francisco en Semana Santa, tanto en lo que respecta al calendario como a las modalidades de participación, dadas las situación extraordinaria provocada por la propagación del coronavirus.

Debido a la rápida evolución de la pandemia del Covid-19 y teniendo en cuenta las observaciones recibidas de las Conferencias Episcopales, la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ofreció algunas indicaciones generales para los obispos en relación a la Semana Santa, recogidas en el Decreto de fecha 25 de marzo de 2020.

Se comunica, por lo tanto, que el Santo Padre celebrará los ritos de la Semana Santa en el Altar de la Cátedra, en la Basílica de San Pedro, de acuerdo con el siguiente calendario y sin la participación del pueblo:

 

5 de abril, 11 horas

Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor

Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén y santa Misa

 

9 de abril, 18 horas

Jueves Santo

Santa Misa en la Cena del Señor

 

10 de abril

Viernes Santo

18 horas, Celebración de la Pasión del Señor 

21 horas, Via Crucis en el parvis de la basílica de San Pedro

 

11 de abril, 21 horas

Sábado Santo

Vigilia Pascual en la Noche Santa

 

12 de abril, 11 horas

Domingo de Pascua y de la Resurrección del Señor

Santa misa del día

Al final de la santa Misa el Santo Padre impartirá la bendición Urbi et Orbi

 

 

 

 

“Junto a la cruz de Jesús estaba su madre”: Tercera predicación de Cuaresma

Del padre Raniero Cantalamessa
(zenit – 27 marzo 2020).- Bajo el tema general de “Junto a la cruz de Jesús estaba su madre”, el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, ofreció al Papa y a la Curia Roma su tercera predicación de Cuaresma.

En esta ocasión, de acuerdo a Vatican News, el teólogo franciscano reflexiona sobre la Palabra de Dios según el Evangelio de Juan, capitulo 19, versículos del 25 al 27. De este texto, el padre Cantalamessa considera en esta meditación solo la parte primera, la narrativa, dejando para la próxima ocasión el resto del pasaje.

En el Calvario, junto a la cruz de Jesús había un grupo de cuatro mujeres, una de ellas María, su Madre. Ella estaba allí “como su Madre”, indica el teólogo, lo que pone a María en una situación totalmente distinta a la de las otras. No obstante, señala el padre, a ella se le pidió algo mucho más difícil: perdonar.

 

María permaneció en el Calvario

Si bien “humanamente hablando, María tuvo todos los motivos para gritar a Dios: “¡Me has engañado!”, y aunque hubiese podido escapar del Calvario, en cambio, no lo hizó: “no escapó, sino que permaneció”.

De este modo, se convirtió, en “mártir de la fe, testigo supremo de la confianza en Dios, tras el Hijo”: “María no estaba, pues, ‘junto a la cruz de Jesús’, cerca de él, solo en sentido físico y geográfico, sino también en sentido espiritual. Estaba unida a la cruz de Jesús; estaba dentro del mismo sufrimiento, explica el teólogo”.

 

Estar junto a la cruz

En línea con el principio-guía del Vaticano II según el cual María es figura y espejo de la Iglesia, su primicia y modelo, el padre Cantalamessa plantea la pregunta: ¿Qué quiso decir a la Iglesia el Espíritu Santo, disponiendo que en la Escritura estuviera registrada esta presencia de María al lado de la cruz de Cristo?

“’Junto a la cruz de Jesús —está escrito— estaba María su Madre y junto a ella el discípulo que él amaba’. […]. Lo que sucedió ese día indica lo que debe suceder cada día: es necesario estar junto a María al pie de la cruz de Jesús, como estuvo el discípulo al que él amaba”.

Para él, estar junto a la cruz “de Jesús” supone que lo primero que hay que hacer, lo más importante de todo, no es estar junto a la cruz en general, sufrir, sino estar junto a la cruz “de Jesús”. No es el sufrir, sino el creer y apropiarse así del sufrimiento de Cristo, aclara.

 

La fe de María

Lo más grande de María al pie de la cruz fue su fe, más grande incluso que su sufrimiento. La fe es, por lo tanto, “la fuente de toda la fuerza y la fecundidad de la Iglesia”.

En este sentido, para explicarlo, el sacerdote remite a un autor bizantino ortodoxo: “Imagina que en un estadio se ha llevado a cabo una batalla épica. Un valiente ha afrontado el tirano de la ciudad y con sudor, sangre, finalmente lo ha doblegado. Tú (y ese tú somos todos nosotros), estabas en las gradas. Tú no luchaste, no tienes heridas. Pero si tú tiemblas por ese valiente, si tú agitas la asamblea entorno a ti a su favor, si deliras a tal punto de considerar tuya su victoria…yo te digo que tu tendrás parte en la victoria de aquel valiente. Pero aun hay más: imagina que ese valiente no tiene ninguna necesidad de la corona que ha conquistado… ¿qué hará? Pues, la dará a su seguidor, diríamos nosotros hoy. Es así como se realiza la salvación cristiana”.

“Es Jesús, que ha luchado y en la cruz ha vencido al tirano. Nosotros miramos a Él, nos apropiamos de su muerte y así somos salvados. Esta es la salvación cristiana, y esto significa ser salvados gratuitamente”, agrega.

 

Sufrimiento activo

Después reseña que el signo y la prueba de que se cree realmente en la cruz de Cristo es tomar la propia cruz y seguir a Jesús, participar en sus sufrimientos. No obstante, Cantalamessa precisa que “no se trata solo de sufrimiento aceptado pasivamente, sino también de sufrimiento activo, vivida en unión con Cristo”.

“Sufrir —escribía san Juan Pablo II desde su lecho del hospital tras el atentado—, significa hacerse particularmente susceptibles, particularmente abiertos a la obra de las fuerzas salvíficas de Dios, ofrecidas a la humanidad en Cristo”, matiza.

 

Dar razón de nuestra esperanza

Refiriéndose a las palabras del evangelista Juan, el predicador pontificio señala que la cruz de Cristo no es solamente el momento de la muerte de Cristo, sino el de su glorificación y triunfo. María en el Calvario compartió con su Hijo no solo la muerte, sino también las primicias de la Resurrección.

“Como María estuvo junto al Hijo crucificado, así la Iglesia está llamada a estar junto a los crucificados de hoy: los pobres, los que sufren, los humillados y los agraviados. Estar con ellos con esperanza. No basta compadecerse de sus penas o incluso tratar de aliviarlas. Es demasiado poco. Esto lo pueden hacer todos, incluso los que no conocen la resurrección. La Iglesia debe dar esperanza, proclamando que el sufrimiento no es absurdo, sino que tiene un sentido, porque habrá una resurrección de la muerte. La Iglesia debe estar ‘siempre dispuesta a dar razón de su esperanza’ (cf. 1 Pe 3,15)”, sostiene.

 

Cómplices de la esperanza

Por otro lado, el padre franciscano describe que así como los hombres “tienen necesidad de esperanza para vivir, como del oxígeno para respirar”, la Iglesia “necesita esperanza para proseguir su camino en la historia y no sentirse aplastada por las dificultades”.

De entre las tres virtudes teologales, fe, esperanza y caridad, la esperanza es la hermana menor, expone recordando al poeta Charles Péguy; es la que lleva a las dos mayores (la fe y la caridad) de la mano. Ellas caminan juntas por la calle tomadas de la mano, las dos grandes a los lados y la niña pequeña en el centro. La niña esperanza es quien arrastra a las dos hermanas, porque si se detiene la esperanza se detiene todo.

Debemos entonces, como dice el poeta, “convertirnos en ‘cómplices’ de la pequeña niña esperanza”: “Hacerse cómplices de la esperanza significa permitir que Dios te desilusione, que te engañes aquí abajo tantas veces como él quiera. Es más: significa estar contentos en el fondo, en alguna parte remota del propio corazón, de que Dios no te haya escuchado la primera y la segunda vez y que siga sin escucharte, porque así te permite que le des una prueba más, de hacer un acto de esperanza más y cada vez más difícil. Te ha dado una gracia mucho más grande de la que pedías: la gracia de esperar en Él. ¡Dios tiene la eternidad para hacerse perdonar el retardo por sus criaturas!”.

 

Todavía queda algo por hacer

Todo esto, prosigue el padre Cantalamessa, porque “esperar significa justamente descubrir que todavía hay algo que se puede hacer, una tarea que cumplir y que no se nos deja a merced del vacío ni de una paralizante inactividad”.

Incluso cuando no hubiera nada más que hacer por parte nuestra para cambiar una situación difícil, siempre estaría pendiente una gran tarea por cumplir: la de mantenernos bastante comprometidos y mantener lejana la desesperación: la de soportar con paciencia hasta el final.

“Ésta fue la gran ‘tarea’ que María llevó a cumplimiento, esperando, al pie de la cruz, y en esto ella está dispuesta ahora para ayudarnos también a nosotros”, concluye la predicación según el citado medio vaticano.

 

 

 

 

Santa Marta: Agradecimiento del Papa a los que se preocupan por los demás

En esta situación de emergencia
(zenit – 27 marzo 2020).- “En estos días, han llegado noticias de cómo tanta gente está empezando a preocuparse de una manera más general por los demás, y piensan en las familias que no tienen lo suficiente para vivir, los ancianos solos, los enfermos en el hospital y rezan y tratan de hacer llegar alguna ayuda… Esta es una buena señal. Agradezcamos al Señor por suscitar estos sentimientos en los corazones de sus fieles”.

Estas son las palabras con las que el Papa Francisco introdujo la celebración eucarística en la Casa Santa Marta de hoy, 27 de marzo de 2020, transmitida en directo.

Después, en su homilía, el Santo Padre reflexionó en torno a las lecturas de hoy, tomadas del Libro de la Sabiduría (Sabiduría 2, 1. 12-22) y del Evangelio de Juan (Jn 7, 1-2. 10. 25-30), subrayó que el ensañamiento de los que querían matar a Jesús era suscitado por el diablo, porque detrás de toda furia destructiva está el diablo.

 

Contra el ensañamiento, silencio

“Pensemos en cómo el diablo ha sido furioso no sólo contra Jesús, sino también en las persecuciones de los cristianos; cómo ha buscado los medios más sofisticados para llevarlos a la apostasía, para alejarse de Dios”, apuntó Francisco, poniendo como ejemplo el acoso a los cristianos en un país con una dictadura atea.

“¿Y qué se hace en el momento del ensañamiento? Solo se pueden hacer dos cosas: discutir con esta gente no es posible porque tienen sus propias ideas, ideas fijas, ideas que el diablo ha sembrado en sus corazones. Hemos oído cuál es su plan de acción. ¿Qué se puede hacer? Lo que hizo Jesús: callarse”, indicó el Papa.

Y esto, continúa, “también es válido para – llamémoslo así – la pequeña tenacidad diaria, cuando uno de nosotros escucha que hay una habladuría allí, contra él, y decimos cosas y luego no sale nada… cállate. Silencio”, pues, “la habladuría es también un ensañamiento, un ensañamiento social: en la sociedad, en el vecindario, en el lugar de trabajo, pero siempre contra él. Es un ensañamiento no tan fuerte como este, pero es una furia, destruir al otro porque se puede ver que el otro incomoda, molesta”.

 

Evitar la discusión

De este modo, el Obispo de Roma exhortó a pedir al Señor “la gracia de luchar contra el mal espíritu, de discutir cuando tengamos que discutir; pero frente al espíritu de obstinación, tener el coraje de callar y dejar hablar a los demás. Lo mismo ante esta pequeña obstinación diaria que es la habladuría: dejarlos hablar. En silencio, ante Dios”.

Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitándonos a hacer la comunión espiritual.

A continuación, sigue el texto de la homilía según el pasaje bíblico que la liturgia nos presenta el día de hoy ofrecido por Vatican News.

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La primera lectura es casi una crónica (anticipada) de lo que le pasará a Jesús. Es una crónica adelantada, es una profecía. Parece una descripción histórica de lo que pasó después. ¿Qué dicen los impíos? “Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar; nos echa en cara las transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas contra la enseñanza recibida. Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos resulta insoportable, porque lleva una vida distinta de los demás y va por caminos muy diferentes… Porque si el justo es hijo de Dios, Él lo protegerá y lo librará de las manos de sus enemigos”. Pensemos en lo que le decían a Jesús en la cruz: “Si eres el Hijo de Dios, baja; que Él venga a salvarte”. Y luego, el plan de acción: “Pongámoslo a prueba con ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su paciencia. Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo visitará”. Es una profecía, precisamente, de lo que ha sucedido. Y los judíos trataban de matarlo, dice el Evangelio. Entonces, también trataron de arrestarlo – nos dice el Evangelio – “pero nadie puso las manos sobre Él, porque todavía no había llegado su hora”.

Esta profecía es demasiado detallada; el plan de acción de esta gente malvada es solo detalles sobre detalles, no escatimemos nada, probémoslo con violencia y tormento, y pongamos a prueba el espíritu de resistencia… Sujetémoslo en trampas, atrapémoslo, (para ver) si cae… Esto no es un simple odio, no hay un plan de acción malvado – ciertamente – de un partido contra otro: esto es otra cosa. Esto se llama ensañamiento: cuando el diablo que está detrás, siempre, detrás de todo ensañamiento, trata de destruir y no escatima los medios. Pensemos en el comienzo del Libro de Job, que es profético sobre esto: Dios está satisfecho con el modo de vida de Job, y el diablo le dice: “¡Sí, porque lo tiene todo, no tiene ninguna prueba! ¡Pónganlo a prueba!” Y primero el diablo le quita sus posesiones, luego le quita su salud, y Job nunca, nunca se alejó de Dios. Pero el diablo, lo que hace, es ensañarse. Siempre. Detrás de toda la furia está el diablo, para destruir la obra de Dios. Detrás de una discusión o enemistad, puede ser el diablo, pero desde lejos, con tentaciones normales. Pero cuando hay ensañamiento, no dudamos: está la presencia del diablo. Y el ensañamiento es sutil. Pensemos en cómo el diablo ha sido furioso no sólo contra Jesús, sino también en las persecuciones de los cristianos; cómo ha buscado los medios más sofisticados para llevarlos a la apostasía, para alejarse de Dios. Esto es, como decimos en el lenguaje cotidiano, esto es diabólico: sí; inteligencia diabólica.

Me contaban algunos obispos de uno de los países que sufrieron la dictadura de un régimen ateo que llegaron, en las persecuciones, a detalles como éste: el lunes después de Pascua las maestras tenían que preguntar a los niños: “¿Qué comisteis ayer?”, y los niños decían lo qué habían comido en el almuerzo. Y algunos decían: “Huevos”, y los que decían “huevos” eran perseguidos para ver si eran cristianos porque en ese país comían huevos el Domingo de Pascua. Hasta este punto, de ver, de espionaje, donde hay un cristiano para matarlo. Esto es un ensañamiento en la persecución y esto es el diablo.

¿Y qué se hace en el momento del ensañamiento? Solo se pueden hacer dos cosas: discutir con esta gente no es posible porque tienen sus propias ideas, ideas fijas, ideas que el diablo ha sembrado en sus corazones. Hemos oído cuál es su plan de acción. ¿Qué se puede hacer? Lo que hizo Jesús: callarse. Es sorprendente cuando leemos en el Evangelio que frente a todas estas acusaciones, todas estas cosas, Jesús guardó silencio. Frente al espíritu de furia, sólo silencio, nunca justificación. Nunca. Jesús habló, explicó. Cuando comprendió que no había palabras, silencio. Y en silencio Jesús hizo su Pasión. Es el silencio de los justos frente a la obstinación. Y esto también es válido para – llamémoslo así – la pequeña tenacidad diaria, cuando uno de nosotros escucha que hay una habladuría allí, contra él, y decimos cosas y luego no sale nada… cállate. Silencio. Y soportar y tolerar la obstinación. La habladuría es también un ensañamiento, un ensañamiento social: en la sociedad, en el vecindario, en el lugar de trabajo, pero siempre contra él. Es un ensañamiento no tan fuerte como este, pero es una furia, destruir al otro porque se puede ver que el otro incomoda, molesta.

Pidamos al Señor la gracia de luchar contra el mal espíritu, de discutir cuando tengamos que discutir; pero frente al espíritu de obstinación, tener el coraje de callar y dejar hablar a los demás. Lo mismo ante esta pequeña obstinación diaria que es la habladuría: dejarlos hablar. En silencio, ante Dios.

 

 

 

 

Adoración Eucarística: Señor, “deseo vivamente recibirte dentro de mi alma”

Oración del Papa para la Comunión espiritual
(zenit – 27 marzo 2020).- Señor, “ya que no puedo recibirte sacramentalmente ahora, ven al menos espiritualmente a mi corazón”, dijo el Papa Francisco frente al Santísimo Sacramento.

Desde la semana pasada, el Santo Padre termina la celebración de la Misa en la Casa de Santa Marta con la adoración y la bendición Eucarística, invitando a hacer la Comunión espiritual.

En la Eucaristía de hoy, 27 de marzo de 2020, el Santo Padre dirigió de nuevo su pensamiento a los enfermos, a los ancianos solos, a las familias que no tienen nada para vivir, y expresó su gratitud a los que se preocupan por ellos.

 

Ofrecer silencio

Del mismo modo, en su homilía, en la que reflexionó sobre las lecturas de hoy, tomadas del Libro de la Sabiduría (Sabiduría 2, 1. 12-22) y del Evangelio de Juan (Jn 7, 1-2. 10. 25-30), el Papa subrayó que el ensañamiento de los que querían matar a Jesús era suscitado por el diablo, porque detrás de toda furia destructiva está el diablo.

Y explicó que ante ello “solo se pueden hacer dos cosas: discutir con esta gente no es posible porque tienen sus propias ideas, ideas fijas, ideas que el diablo ha sembrado en sus corazones. Hemos oído cuál es su plan de acción. ¿Qué se puede hacer? Lo que hizo Jesús: callarse”, ofrecer el silencio.

Antes de salir de la capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antigua antífona mariana Ave Regina Caelorum (Ave Reina del Cielo).

A continuación, sigue la oración recitada por el Papa ofrecida por Vatican News.

 

Oración del Papa Francisco

“Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.

Amén”.

 

 

 

 

España: Habilitado un hospital de campaña en el complejo IFEMA de Madrid

Para evitar la saturación de los hospitales
(zenit – 27 marzo 2020).- Con motivo de la pandemia global del coronavirus, que en España está afectando especialmente a la capital madrileña, el complejo ferial de Madrid, IFEMA, se ha readaptado para convertirse en un enorme centro hospitalario.

Por el momento, este hospital de campaña ya cuenta con 1.500 camas en tan solo tres días y medio de trabajo, aunque el objetivo final es llegar hasta las 5.500.

En las últimas horas se han sumado varias camas nuevas y unidades de cuidados intensivos (UCI) para poder atender al máximo número de personas infectadas por el Covid-19 y así evitar la saturación de los hospitales, indica un miembro de los bomberos a través de un video viral.

 

Militares y voluntarios

En el pabellón 9, por ejemplo, se cuenta con todo el ancho de la galería, de unos 300 metros. Cada 5 metros se ha colocado un registro de instalación en espina de pez para ambos lados de la galería de servicio, con tres conductos: Aire, oxígeno y vacío. Todo ello terminado en poco más de 72 horas, que es cuando empezó a funcionar, tal y como se apunta en el citado video.

La rápida readaptación de IFEMA ha sido realizada por unas 40 ó 50 personas, donde se incluyen bomberos, la Unidad Militar de Emergencias (UME) y el Ejército de Tierra, que han trabajado coordinadamente en la instalación de este hospital provisional. Finalmente, se unió a ellos el Ejército del Aire (UMAAD), y se sumaron a la causa personal autónomo y personal parado, que altruistamente se acercaron con sus propios materiales y herramientas a aportar su grano de arena.

 

Capellanía

El Arzobispado de Madrid ha acordado con la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid la puesta en marcha inmediata de un servicio de capellanía en el hospital temporal instalado en IFEMA.

Un equipo de sacerdotes prestará atención espiritual y religiosa a los pacientes ingresados por la pandemia del coronavirus, así como al personal sanitario que los atiende cuando lo desee. Durante las 24 horas del día se podrá solicitar su presencia a través de los controles de enfermería.

 

Hospital en China

En China se consiguió levantar el hospital para enfermos de Covid-19 en Wuhan en tan solo 10 días intensivos de trabajo. Es un centro médico que cuenta con 100 camas para personas infectadas por este virus.

En España, en este momento, se contabilizan 64.059 casos de infectados por el coronavirus confirmados. De ellos, 9.357  ya se han recuperado y han recibido el alta hospitalaria.

Asimismo, suman un total de 4.858 las personas fallecidas por esta enfermedad, indica la última actualización de datos del Ministerio de Sanidad.

 

 

 

 

La Red Eclesial Panamazónica crea un mapa para comprender la complejidad de la Amazonía

La pobreza favorece la Covid-19
(zenit – 27 marzo 2020).- Desde la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), se ofrece un mapa que responde a un trabajo propio realizado durante años y que tiene como objetivo “ayudar a comprender la complejidad de la realidad amazónica, su gran diversidad y las situaciones que más la dañan y afectan”, asegura el secretario ejecutivo de REPAM, Mauricio López.

De este modo, la REPAM ha desarrollado un sistema de información actualizado con la mayor base de datos de información sobre la realidad amazónica desde un punto de vista eclesial, indican la Agencia Fides a través de una nota.

 

Desarrollo de los mapas

Desde la REPAM observan “un cierto desequilibrio en los resultados finales”, tanto en las regiones como en la jurisdicción eclesiástica, ya que “a medida que desarrollamos los mapas, estudiamos las relaciones de áreas muy específicas y analizamos la información que nos llega, después del Sínodo, vemos que los resultados y también el tipo de información son diferentes”, añade el secretario de la Red Eclesial.

Estas palabras invitan a considerar la Amazonia bajo una nueva presentación de la realidad, algo que la introducción del mapa publicado especifica: “En este documento encontrará múltiples oportunidades para comprender la realidad, por lo que el contexto será una herramienta potencial indispensable para cada actividad y planificación pastoral, para crear proyectos, pero sobre todo para responder a situaciones que nos piden una respuesta efectiva”.

 

Amazonas, víctima del Covid-19

La emergencia sanitaria del coronavirus también afecta al Amazonas, ya que tal y como se observa en el mapa, “nadie está exento de la posibilidad de contagio, pero tenemos situaciones estructurales de profunda diversidad, pobreza y desigualdad que hacen prácticamente imposible acompañar adecuadamente a las personas y comunidades más vulnerables”, informa Mauricio López.

Los pueblos amazónicos deben continuar con sus actividades diarias porque dependen de ellas para sobrevivir, pero, al mismo tiempo, “no hay condiciones adecuadas para las infraestructuras de salud. Durante décadas, estos pueblos han sido excluidos de la posibilidad de un desarrollo adecuado y esto ahora, frente a la pandemia actual, les impide poder enfrentar la situación”, concluyen desde la REPAM.

 

 

 

 

“Ahora entendemos a tantos cristianos que no pueden acudir a Misa ni recibir la Comunión”

Mensaje del presidente de Ayuda a la Iglesia Necesitada
(zenit – 27 marzo 2020).- El presidente ejecutivo internacional de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) ha enviado un mensaje a todos los benefactores y amigos de la fundación pontificia en el que invita a no olvidarse de tantos cristianos en el mundo que no pueden acudir a Misa con normalidad ni recibir la Santa Comunión.

En su mensaje, Thomas Heine-Gledern señala que con esta situación extrema del coronavirus “tal vez ahora entendamos mejor la situación de su vida y las circunstancias en las que practican su fe”.

“Sí, de repente nos damos cuenta de que ya no es lo más natural del mundo poder acudir a la Santa Misa o recibir la Santa Comunión. Sin embargo, ¡esto mismo les viene sucediendo desde siempre a mucho de nuestros hermanos y hermanas especialmente en los territorios de misión y en las dictaduras de este mundo!”, apunta el presidente de esta organización.

 

Mensaje del presidente

Heine-Gledern añade en su mensaje que “con la erupción del coronavirus nuestras vidas han cambiado bruscamente. Ahora debemos estar dispuestos a aceptar medidas que restringen nuestra libertad personal, medidas que al principio de esta Cuaresma nos eran inimaginables”.

En cualquier caso, remarca el presidente, los cristianos perseguidos entienden muy bien esta situación tal y como comprueban diariamente en los mensajes que llegan de los países con los que colaboran: “Recibimos correos de Senegal, Haití, Brasil, Burkina Faso y Filipinas, en los que nos aseguran que rezarán por todos los benefactores de ACN”.

Asimismo, el presidente indica que “cuando recordemos que no podemos asistir a los servicios litúrgicos debemos seguir apoyando con estipendios de Misa a los sacerdotes de nuestros países socios que están dispuestos a celebrar la Santa Misa por nosotros”.

 

 

 

 

Iquitos: Mons. Travieso continúa su recuperación por Covid-19 tras recibir el alta hospitalaria

Estuvo cuatro días hospitalizado

Por: CAAAP

(zenit – 27 marzo 2020).- Un comunicado del Vicariato de San José del Amazonas indica que, tras cuatro días hospitalizado tras ser diagnosticado con coronavirus, su mejoría es evidente y ya ha recibido el alta hospitalaria. Continuará en aislamiento total con máxima responsabilidad hasta su recuperación total de la enfermedad.

“Agradecemos a la Dirección Regional de Salud y al personal del Hospital Regional de Loreto sus esmeradas atenciones y su impecable desempeño profesional y humanitario en la atención a nuestro obispo”. A través de un comunicado rubricado por el Vicario General, P. César Caro Puértolas, el Vicariato de San José del Amazonas, que se ubica en la selva norte de Perú, ha informado a primera hora de la tarde que su obispo, Mons. José Javier Travieso, quien fue diagnosticado días atrás como uno de los casos positivos en COVID-19 de la región Loreto, ya está en las dependencias del Vicariato luego de recibir el alta hospitalaria por parte del equipo sanitario que le venía atendiendo.

Según se indica, su organismo ha respondido bien al tratamiento médico que se le puso para recuperarse de la infección leve de pulmón que le había sido diagnosticada y, aunque seguirá en recuperación por varios días más, ya ha podido ser trasladado a la sede del vicariato en el barrio Punchana, de Iquitos. Allí recibirá, en total aislamiento, los cuidados necesarios para su recuperación definitiva.

Desde el Vicariato, donde se está viviendo la experiencia de la pandemia del coronavirus de forma muy cercana, se hace un llamado a toda la población para seguir estrictamente las indicaciones del gobierno y las autoridades sanitarias, así como a seguir colaborando en las medidas de sus posibilidades.

 

 

 

 

Camino de esperanza en tiempos de confinamiento (3)

Libertad espiritual para buscar y adquirir
¡El Señor es nuestro socorro!

Cada viernes de Cuaresma nos prepara para el Viernes Santo que se acerca. Mientras meditamos en los textos bíblicos de este día, contemplemos la libertad de Jesús que avanza con resolución y no “ingenuamente”. Él conoce las oposiciones contra su persona. Quiere moverse libremente, para celebrar la Pascua con su familia. Luego pasa por alto los obstáculos que podrían impedirlo. “Cuando sus hermanos subieron a Jerusalén para la fiesta (de las Tiendas), Él también subió allí, no para hacerse ver, sino en secreto”. ( Juan 7,2 …)

Es esta libertad espiritual la que debemos tratar de adquirir al vivir este período tal como es. Depende de nosotros darle significado. El viernes de Cuaresma suele estar marcado por la búsqueda de un estallido de libertad interior. La abstinencia, la comida frugal me permite volver a lo básico. Quizás debido al confinamiento, no puedo encontrar la calma necesaria para la oración: esto es lo que le ofrezco a Dios hoy. Durante este día, puedo “tomarme el tiempo” para meditar en el camino de la cruz de Jesús como el de los enfermos y todos los que los ayudan.

El salmo del día nos trae esperanza: “El Señor escucha a los que lo llaman: de todas sus angustias, Él los libera”. (Salmo 33) Seamos lo suficientemente libres para entregarnos.

 

Canónigo Denis METZINGER

– 27 de marzo de 2020.

 

 

 

 

San José Sebastián Pelczar, 28 de marzo

Íntima relación con Dios
“Su vida muestra los frutos que nacen de una íntima relación con Dios. Fue cofundador de la Congregación de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús, que tuvo como objetivo a los jóvenes, enfermos y todo el que precisase ayuda”

Nació el 17 de enero del 1842 en Korczyna, Polonia. Sus padres tuvieron muy en cuenta sus grandes dotes para el estudio, haciendo posible que recibiese esmerada formación, sin descuidar su educación en la fe. Muy pronto descubrió que deseaba seguir a Cristo. Aún no había terminado la primera fase de su preparación académica y ya anotó en su diario: “Los ideales de la tierra palidecen, el ideal de la vida lo veo en el sacrificio y el ideal del sacrificio en el sacerdocio”. Eligió esta vía sin pensar que tal decisión implicaría asumir íntimas renuncias.

En 1860 inició los estudios eclesiásticos en el seminario de Przemyśl; cuatro años más tarde era sacerdote. Puso en manos de Jesús y de María su acontecer humano, espiritual y apostólico, y se dispuso a cumplir la voluntad divina bajo esta consigna: “Todo por el sacratísimo Corazón de Jesús, a través de las manos inmaculadas de la Santísima Virgen María”. Primeramente fue vicario parroquial de Sambor. Pero no se podían desperdiciar sus altas cualidades intelectuales. Por ello, fue enviado a Roma para cursar estudios que simultaneó en dos universidades, la Gregoriana, entonces Collegium Romanum, y la Lateranense, que en esa época era Instituto de san Apolinar. Fueron dos intensos años de dedicación que luego le permitieron impartir clases en el seminario de Przemyśl y en la universidad Jagellónica de Cracovia.

Se doctoró en teología y en derecho canónico. Entre sus méritos académicos se halla haber sido decano de la facultad de teología, que se ocupó de renovar, vicerrector de la universidad y rector del Almae Matris de Cracovia. Es obvio que su labor recibía gran estima. Pero la tarea universitaria fundamentalmente fue para él otro instrumento apostólico que le permitió acercarse a docentes y alumnos. Realizó con ellos una importante labor en los veintidós años de actividad profesional. En su ejercicio pastoral tuvo siempre presentes las necesidades de los demás que encauzó con su ingente acción caritativo-social. Colaboró con distintas asociaciones educativas católicas. Fue presidente de la Asociación de la educación popular y formaba parte de la Asociación de san Vicente de Paúl. Además, impulsó “La Fraternidad de la Inmaculada Virgen María, Reina de Polonia”. A través de ella daba cobijo a trabajadores, pobres, alcohólicos, emigrantes, huérfanos, empleadas domésticas, en particular las que se hallaban en paro, y enfermas, para las que abrió una escuela. Impartió numerosas conferencias y distribuyó gratuitamente entre la gente miles de obras. Se le debe la existencia de un nutrido número de bibliotecas y salas de lectura. Supo aunar su labor científica y académica con la misión apostólica.

Fue un insigne predicador y confesor. Todo en él fue un afán de adecuar su vida a la voluntad divina: “El acuerdo con la voluntad de Dios trae una paz inquebrantable. ¿Qué puede inquietar al que todo lo recibe con alegría, sabiendo que todo proviene de la voluntad de Dios llena de amor?”. Su austeridad y espíritu de entrega le instaba a repartir sus bienes entre los necesitados, pero siempre mirando a esa frontera del amor a todos en Cristo, sin la cual nada tiene sentido. Tuvo claro el cariz espiritual de su compromiso apostólico: “No basta dar dinero a los pobres. El dinero no tiene ojos, labios, ni corazón. El dinero no hablará, no consolará, no aconsejará. Mientras que el pobre necesita el consuelo, alivio, consejo y esperanza. La verdadera prueba del amor y misericordia para con los pobres es visitarlos” […]. “Servir a Dios es nuestra tarea principal. Tarea más importante frente a la cual todo lo demás es nada”.

Su devoción al Sagrado Corazón de Jesús le llevó a fundar en 1894, junto a la Madre Klara Szczesna, la Congregación de las Siervas del Sagrado Corazón de Jesús. Tenían como objetivo los jóvenes, enfermos y los que precisasen cualquier tipo de ayuda. Humilde, y con el sentido de indignidad que acompaña a los genuinos discípulos de Cristo, pasado el tiempo manifestó: “Que Dios me perdone este atrevimiento, porque hasta hoy, fundadores eran las personas santas, pero lo que me justifica son las circunstancias en las cuales he visto claramente la voluntad de Dios”.

En 1899 fue nombrado obispo auxiliar y un año más tarde prelado titular de la diócesis de Przemyśl. No desperdició ningún momento de su tiempo. Sabía del valor de la oración y su repercusión en la vida espiritual y apostólica. Es la característica comúnmente compartida por todos los que alcanzaron la santidad. En la oración se plantearon las grandes cuitas de su existencia, suplicaron la conversión personal y pidieron ardientemente la gracia de saber tocar el corazón de las gentes para llevarlas a Cristo. Fue uno de los manjares que gustaron junto a la Eucaristía, nutriéndose a la par con la Palabra de Dios. Sebastián no fue una excepción.

Uno de los testigos de su fecunda vida sintetizó con estas palabras lo que había aprendido de él: “Las personas laboriosas, especialmente las que pasan más tiempo en la intimidad con Dios que con los hombres, tienen tiempo para todo”. Este es otro fruto de la oración: la multiplicación del mismo de una forma sorprendente. No hay más que ver las biografías de los santos con trayectorias tan intensas como insólitamente creativas. Pelczcar, cuyo lema fue: “Todo para el único Dios”, escribió numerosas cartas pastorales, impartió charlas y homilías que encadenó junto a obras teológicas, históricas, textos sobre la ley canónica, manuales y devocionarios. Viendo su quehacer en conjunto está claro que una gracia tuvo que dilatar sus horas. Murió la madrugada del 28 de marzo de 1924. Fue beatificado por Juan Pablo II el 2 de junio de 1991. No había sido un teórico de la vida espiritual, sino un fidelísimo seguidor de Cristo. Por eso, el pontífice dijo en la ceremonia: “He aquí un hombre que no solamente decía ‘Señor, Señor’ sino que cumplía la voluntad de Dios”. Él mismo lo canonizó el 18 de mayo de 2003.