Servicio diario - 07 de noviembre de 2019


 

Protección de la capa de ozono: El Papa propone “dar vida real al diálogo”
Rosa Die Alcolea

España: Orientaciones de la Conferencia Episcopal ante las elecciones generales
Rosa Die Alcolea

Francisco exhorta a los jesuitas a “abrir caminos a la esperanza”
Larissa I. López

Argentina: Obispos proponen diálogo y consenso para consolidar la democracia
Larissa I. López

Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral: Encuentro internacional sobre Pastoral Penitenciaria
Larissa I. López

Lima acogerá el V Congreso Internacional de Educadores Católicos
Rosa Die Alcolea

Europa: Obispos de la UE exhortan a trabajar por un “futuro pacífico común”
Larissa I. López

Monseñor Enrique Díaz Díaz: “El Dios de vivos”
Enrique Díaz Díaz

Beato Juan Duns Scoto, 8 de noviembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

07/11/2019-15:07
Rosa Die Alcolea

Protección de la capa de ozono: El Papa propone "dar vida real al diálogo"

(ZENIT — 7 nov. 2019).- El Papa Francisco ha enviado un mensaje a los participantes en la 31a Reunión de las Partes en el Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, que el cardenal Pietro Parolin ha leído en el curso de los trabajos, convocados en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Roma, del 4 al 8 de noviembre de 2019.

Este Protocolo, junto con sus enmiendas y el Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, "representa un modelo de cooperación internacional no sólo en el ámbito de la protección del medio ambiente sino también en el de la promoción del desarrollo humano integral", ha apuntado el Papa.

Así, el Pontífice ha expuesto tres lecciones "que podemos aprender de los 35 años que han transcurrido desde la aplicación del régimen internacional del ozono, con la firma en Viena, dando lugar al primer Convenio del sistema de las Naciones Unidas que contaría con el respaldo universal de toda la familia de naciones, que hoy cuenta con 197 Estados signatarios.

 

Tres propuestas

En primer lugar, Francisco propone "dar vida real al diálogo en nombre de la responsabilidad compartida en el cuidado de nuestra casa común, un diálogo en el que nadie 'absolutice' su propio punto de vista".

Luego, ha compartido el Santo Padre, "hacer que las soluciones tecnológicas formen parte de una visión más amplia que tenga en cuenta la variedad de relaciones existentes".

Y finalmente, "estructurar nuestras decisiones sobre la base del concepto central de lo que podemos llamar 'ecología integral', basada en la comprensión de que 'todo está conectado"'.

Publicamos a continuación el mensaje enviado por el Santo Padre a los participantes:

***

 

Mensaje del Papa Francisco

Han pasado casi treinta y cinco años desde que se abrió a la firma en Viena, el 22 de marzo de 1985, el primer Convenio internacional jurídicamente vinculante dedicado a la protección de la capa de ozono. Se convertiría en el primer Convenio del sistema de las Naciones Unidas que contaría con el respaldo universal de toda la familia de naciones, que hoy cuenta con ciento noventa y siete Estados signatarios.

Estos treinta y cinco años han dado resultados positivos. De hecho, muchos estudios científicos, incluidos los más recientes, atestiguan que el adelgazamiento de la capa de ozono se está reduciendo gradualmente.

En este sentido, quisiera centrarme en tres lecciones que podemos aprender de los treinta y cinco años que han transcurrido desde la aplicación del régimen internacional del ozono.

En primer lugar, es necesario subrayar y apreciar cómo surgió ese régimen a partir de una cooperación amplia y fructífera entre diferentes sectores: la comunidad científica, el mundo político, los agentes económicos e industriales y la sociedad civil.

Esta cooperación ha demostrado cómo podemos "lograr resultados importantes, que permitan a la vez salvaguardar la creación, promover el desarrollo humano integral y cuidar el bien común, en un espíritu de solidaridad responsable y con profundas repercusiones positivas para las generaciones presentes y futuras". [1]

En cierto sentido, el régimen internacional del ozono demuestra que "tenemos la libertad necesaria para limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral" (Laudato Si', 112). Esto nos permite confiar en que "aunque el período postindustrial quizás sea recordado como una de las más irresponsables de la historia, es de esperar que la humanidad de comienzos del siglo XXI pueda ser recordada por haber asumido con generosidad sus graves responsabilidades" (Laudato Si', 165).

De hecho, nos enfrentamos a un reto "cultural", ya sea a favor o en contra del bien común. Aquí, un diálogo honesto y fructífero, verdaderamente capaz de escuchar las diferentes necesidades y libre de intereses especiales, junto con un espíritu de solidaridad y creatividad, son esenciales para la construcción del presente y del futuro de nuestro planeta.

Del mismo modo, y esta es la segunda lección que quiero mencionar, este desafío cultural no puede afrontarse únicamente sobre la base de una tecnología que, presentada como "la única solución de los problemas, de hecho suele ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros" (Laudato Si', 20).

Así lo demuestra la necesidad de adoptar, en 2016, una nueva enmienda al Protocolo de Montreal, la Enmienda Kigali. Dicha enmienda tiene por objeto prohibir las sustancias que, por sí mismas, no contribuyen a dañar la capa de ozono, pero que afectan al calentamiento de la atmósfera y cuyo uso ha aumentado como medio para sustituir a determinadas sustancias nocivas para la capa de ozono.

Es importante que la Enmienda Kigali obtenga rápidamente la aprobación universal por parte de toda la familia de naciones, como ha ocurrido con el Convenio de Viena y el Protocolo de Montreal.

A este respecto, me complace anunciar la intención de la Santa Sede de adherirse a la Enmienda Kigali. Con este gesto, la Santa Sede desea seguir dando su apoyo moral a todos los Estados comprometidos con el cuidado de nuestra casa común.

Prosiguiendo, la tercera lección que quisiera mencionar es la importancia de que este cuidado de nuestra casa común esté anclado en la comprensión de que "todo está conectado".

Se puede decir que la Enmienda Kigali también apela a este principio, ya que representa una especie de puente entre el problema del ozono y el fenómeno del calentamiento global, destacando así su interacción.

El examen cuidadoso de las diversas interconexiones de nuestras decisiones y de su repercusión implica numerosos niveles de complejidad. Vivimos en un momento histórico marcado por desafíos que son apremiantes pero estimulantes para la creación de una cultura efectivamente dirigida al bien común. Esto exige la adopción de un enfoque clarividente del modo de promover eficazmente el desarrollo integral de todos los miembros de la familia humana, tanto cercanos como lejanos, en el espacio o en el tiempo. Este enfoque debe concretarse en centros de educación y cultura donde se cree conciencia, donde se forme a las personas en la responsabilidad política, científica y económica y, más en general, donde se tomen decisiones responsables.

La continua aceleración de los cambios que afectan a la humanidad y a nuestro planeta, junto con un ritmo de vida y de trabajo más intensos, deberían impulsarnos a preguntarnos si los objetivos de este progreso están dirigidos realmente al bien común y a un desarrollo humano sostenible e integral, o si causan daño a nuestro mundo y a la calidad de vida de gran parte de la humanidad, ahora y en el futuro (Laudato Si', 18).

Una respuesta ponderada a esta cuestión puede darse solamente a la luz de una consideración de los tres puntos en los que me he centrado. En primer lugar, dar vida real al diálogo en nombre de la responsabilidad compartida en el cuidado de nuestra casa común, un diálogo en el que nadie "absolutice" su propio punto de vista. Luego, hacer que las soluciones tecnológicas formen parte de una visión más amplia que tenga en cuenta la variedad de relaciones existentes. Finalmente, estructurar nuestras decisiones sobre la base del concepto central de lo que podemos llamar "ecología integral", basada en la comprensión de que "todo está conectado".

Expreso mi ferviente esperanza de que el régimen internacional del ozono, así como otras iniciativas loables de la comunidad mundial sobre el cuidado de nuestra casa común, prosigan por este camino complejo, retador, pero siempre estimulante.

 

Vaticano, 7 de noviembre de 2019

***

 

[1] Declaración, adjunta al instrumento de adhesión de la Santa Sede al Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, del Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono y sus cuatro primeras enmiendas, 9 de abril de 2008.

 

 

 

07/11/2019-18:22
Rosa Die Alcolea

España: Orientaciones de la Conferencia Episcopal ante las elecciones generales

(ZENIT — 7 nov. 2019).- Ante la inminente convocatoria de elecciones generales a la presidencia del Gobierno en España, el 10 de noviembre de 2019, la Conferencia Episcopal Española (CEE), recuerda las claves de reflexión ofrecidas por Mons. Luis Argüello, el pasado mes de abril, antes de las elecciones generales y reproducidas en el artículo «Ante las próximas elecciones» en la revista ecclesia (6-4-2019).

El pasado 28 de abril de 2019, tuvieron lugar en España las elecciones a la Presidencia del Gobierno. En ellas, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) dirigido por Pedro Sánchez, fue la fuerza política más votada, seguida por el Partido Popular (PP) y Ciudadanos (Cs), cuyos candidatos son Pablo Casado y Albert Rivera, respectivamente.

Tras el intento fallido de llegar a un acuerdo entre el PSOE y el resto de fuerzas políticas españolas, —principalmente con Podemos, el partido comunista de Pablo Iglesias— se convocaron nuevas elecciones, que tendrán lugar el próximo domingo, 10 de noviembre de 2019.

 

Obligaciones cívicas

"Las obligaciones cívicas de los ciudadanos no se extinguen con el ejercicio del voto en unas elecciones", indica el obispo auxiliar de Valladolid. "Tras ellas, es obligado acatar el resultado, respetar las instituciones y seguir colaborando al bien del cuerpo social".

Por eso, advierte de que en las elecciones próximas y en la acción ordinaria en la vida social y pública conviene tener en cuenta algunas indicaciones, que reproducimos a continuación.

 

Dignidad sagrada de la vida

La dignidad sagrada de la vida humana desde su inicio a su fin natural. Esta promoción y defensa radical de la vida ha de ser un dique ante los abusos del «paradigma eficientista de la tecnocracia» (Laudato si', 189) que afecta a la vida en todo su desarrollo. Hoy, se quiere dar por firme la dramática aceptación social del derecho al aborto y se promueve la eutanasia bajo el atractivo disfraz de muerte digna. La vida ha de ser protegida activamente y, en todo caso, promover el derecho-deber de la objeción de conciencia a los actos que quieran destruirla.

En una situación de grave crisis demográfica y con grandes zonas de nuestro territorio semiabandonadas, es imprescindible un apoyo claro y decidido a la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer abierto a la vida. Un apoyo que habrá de expresarse en el acceso a la vivienda, en particular a los jóvenes; en el reconocimiento —incluso económico— del trabajo doméstico y de los cuidados; en los beneficios fiscales, y de otro orden, especialmente a las familias numerosas; en el salario familiar, etc. Las zonas de la «España vacía» precisan un apoyo especial.

 

Diferencia sexual


En este mismo contexto es muy importante una comprensión antropológica respetuosa del significado esponsal de la diferencia sexual y su vínculo con la transmisión de la vida que impregne la educación y la acción social. Es preocupante la reducción de la persona a individuo de una especie animal más y la confusión entre el necesario respeto y cuidado de los animales y su incipiente equiparación en dignidad y derechos con la persona humana.

Los cambios que la revolución tecnológica está provocando en tantos órdenes de la vida, la importancia de la conciencia, la libertad responsable y las actitudes necesarias para la convivencia, reclaman un gran esfuerzo en la calidad de la enseñanza. Ha de garantizarse el derecho de los padres a escoger el modelo de educación integral que desean para sus hijos, lo cual exige un apoyo equitativo a los centros de iniciativa social y una regulación satisfactoria de la enseñanza religiosa escolar. El artículo 27 de la Constitución es la expresión básica del pacto educativo que la sociedad española precisa.

 

Crisis económica

La incipiente «salida de la crisis económica» se ha saldado con una extendida situación de precariedad laboral y de incertidumbres varias que dificultan la organización de la vida personal y familiar. Ante las nuevas situaciones, parece imprescindible buscar juntos un nuevo «pacto social». También parece necesario abordar la reforma del «Estado del bienestar». En ambos casos se ha de buscar el bien común y huir de la defensa de intereses corporativos o ideologizados que buscan rédito electoral a corto plazo. Son convenientes políticas que favorezcan la libre iniciativa social, la incorporación de los jóvenes a la vida laboral, el trabajo que asegure la renta familiar, la justa distribución de la riqueza y la moralidad en la vida económica, así como el cuidado del medio ambiente. Reclaman una especial atención los más desfavorecidos de la sociedad: pobres, inmigrantes, enfermos y ancianos que viven solos, etc.

 

Inmigración

Los inmigrantes, además de ser una llamada al reconocimiento de la dignidad humana y de la fraternidad universal que nos piden cuidar la acogida y la integración de los que llegan, nos recuerdan las obligaciones de nuestra nación con sus pueblos de procedencia, pues la solidaridad internacional es una exigencia del orden moral, más aún en una economía globalizada. La política ha de abordar las causas del problema migratorio y buscar ahí las posibles soluciones. Cáritas española ha presentado a los partidos unas propuestas sobre los asuntos de los puntos 5 y 6.

 

Identidad nacional

Los graves problemas surgidos en la organización territorial del Estado piden a los católicos y a todos los ciudadanos favorecer una «cultura del encuentro». Esta cultura se sostiene en un diálogo que tenga en cuenta el bien que ha supuesto nuestra convivencia de siglos y se desarrolle dentro del cauce de la ley y de las instituciones comúnmente aceptadas, en el horizonte de los desafíos globales que afectan a las nacionalidades y regiones de España. Tanto en el campo de la identidad nacional como en el de la identidad personal, el llamado «derecho a decidir» no es moralmente legítimo en sí mismo, pues supondría la absolutización de la voluntad de poder desvinculada de la moralidad del contenido de la decisión y del marco social e institucional donde se toman las decisiones. Si, además, el ambiente cultural en el que se promueve, de manera acrítica, tal autodeterminación está dominado por emociones y sentimientos, el riesgo de decidir en contra de la dignidad de la persona, de la justicia y del bien común es muy alto. Se entronizan los sentimientos y se reclaman como derechos.

 

Acción pública de los laicos

La crisis global y el positivismo relativista que domina en la cultura occidental están poniendo en riesgo la democracia representativa que cada vez encuentra menos resortes para regenerarse. Por eso son tan importantes las fuentes de valor moral de carácter «pre-político». Entre éstas, destaca el factor religioso como integrante de los bienes de una sociedad. Por ello, es muy importante que los poderes públicos, desde una laicidad abierta y positiva, favorezcan la vida y expresión religiosa de los ciudadanos no solo en el ámbito privado sino en su acción pública en favor del bien común. También los creyentes han de comprometerse, pues «la política, si se lleva a cabo en el respeto fundamental de la vida, la libertad y la dignidad de las personas, puede convertirse verdaderamente en una forma eminente de la caridad»(Francisco, Mensaje en la Jornada Mundial de la Paz 2019).

 

Construcción europea

Europa como ámbito de paz y de promoción de los derechos fundamentales sigue siendo un proyecto donde los cristianos han de estar presentes. Quizá la «construcción europea» peque de exceso de burocracia y de resabios de ingeniería social en tantas de sus directivas; también de cierta cerrazón en la defensa de su situación privilegiada. No obstante, sigue siendo en el mundo un signo positivo de respeto a la dignidad y de organización de la convivencia entre las personas y los pueblos. La acogida de la vida y la solidaridad con otros ayudarían a reverdecer sus mejores raíces.

Ante alguno de los problemas de nuestras sociedades europeas, qué gran valor tiene que resuenen de nuevo con fuerza palabras fundantes de nuestra vida en común: «¡No matarás, no robarás, no mentirás, no cometerás actos impuros! ¡Ama a tu prójimo como a ti mismo; la verdad nos hace libres, no podéis servir a Dios y al dinero; tratad a los demás como queréis que ellos os traten; sois hermanos!».

 

 

 

07/11/2019-14:14
Larissa I. López

Francisco exhorta a los jesuitas a "abrir caminos a la esperanza"

(ZENIT — 7 nov. 2019).- El Papa Francisco invitó a "abrir caminos a la esperanza" en el mundo actual y a compartir la "verdadera esperanza cristiana" para "alentar, consolar, confortar y reanimar", especialmente a los más pobres.

Hoy, 7 de noviembre de 2019, el Santo Padre se reunió con los participantes en la Reunión del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología de la Compañía de Jesús.

Este encuentro tiene lugar en Roma con ocasión del 50° aniversario de su fundación, sobre el tema "Un camino de justicia y reconciliación: 50 años y más allá".

 

Promover la justicia

Durante su discurso, Francisco recordó la llamada de la Compañía de Jesús al servicio de los pobres, una tradición ignaciana que perdura hasta nuestros días y que el padre Arrupe tuvo intención de fortalecer.

En este sentido, resaltó que Arrupe “siempre creyó que el servicio de la fe y la promoción de la justicia no podían separarse: estaban radicalmente unidas. Para él, todos los ministerios de la Compañía tenían que responder, a la vez, al desafío de anunciar la fe y de promover la justicia”.

 

Encontrar al Dios en los pobres

El Obispo de Roma explicó que cada año la liturgia nos invita a “contemplar a Dios en el candor de un niño excluido, que venía a los suyos, pero fue rechazado (cf. Jn 1,11)” y esta contemplación de Dios excluido “nos ayuda a descubrir la belleza de toda persona marginada”.

También remarcó que en los pobres se encuentra “un lugar privilegiado de encuentro con Cristo” y este “acrisola nuestra fe”, algo que también se ha experimentado en la Compañía de Jesús.

Así, el Obispo de Roma pidió a los presentes que no dejaran de mostrar “esta familiaridad con los vulnerables”, ya que, “nuestro mundo roto y dividido necesita construir puentes para que el encuentro humano nos permita a cada uno descubrir en los últimos el bello rostro del hermano”.

 

Seguir a Jesús entre los crucificados

El Papa Francisco señaló que el espíritu de Jesús crucificado sigue presente y “nos mueve a seguirle en el servicio a los crucificados de nuestro tiempo”, agregando que en la actualidad abundan las situaciones de injusticia y de dolor humano, como la trata de personas, las expresiones de xenofobia y la búsqueda del interés nacional, la desigualdad entre países y en el interior de los mismos y el maltrato a la casa común.

De este modo, para él, seguir a Jesús en estas circunstancias conlleva el acompañamiento a las víctimas, la atención a las necesidades humanas que surgen, así como la reflexión sobre la realidad del mundo, “para desenmascarar sus males, para descubrir las mejores respuestas, para generar la creatividad apostólica y la hondura que el P. Nicolás tanto deseaba para la Compañía”.

 

“Revolución cultural”

En definitiva, Francisco considera que es necesaria “una verdadera ‘revolución cultural’ (ibíd., 114), una transformación de nuestra mirada colectiva, de nuestras actitudes, de nuestros modos de percibirnos y de situarnos ante el mundo”.

El Santo Padre reiteró que el mundo está necesitado de ”transformaciones que protejan la vida amenazada y defiendan a los más débiles” e indicó que el apostolado social está para resolver problemas, pero, sobre todo, “para promover procesos y alentar esperanzas”.

Finalmente, animó a los jesuitas a cuidar su relación diaria “con el Cristo resucitado y glorioso”,  a ser “obreros de la caridad y sembradores de esperanza” y a caminar “cantando y llorando, que las luchas y preocupaciones por la vida de los últimos y por la creación amenazada no les quiten el gozo de la esperanza (cf. Exhort. apost. Laudato si’, 244)”.

A continuación, sigue el discurso completo del Papa.

***

 

Discurso del Santo Padre

Buenos días y bienvenidos.

La Compañía de Jesús, lo sabemos todos, desde el principio fue llamada al servicio de los pobres, una vocación que san Ignacio incorporó a la Fórmula de 1550. Los jesuitas se dedicarían «a la defensa y propagación de la fe y al provecho de las almas en la vida y doctrina cristiana», así como a «reconciliar a los desavenidos, socorrer misericordiosamente y servir a los que se encuentran en las cárceles o en los hospitales, y a ejercitar todas las demás obras de caridad».[[1]] Aquello no era una declaración de intenciones, sino un modo de vida que ya habían experimentado, que les llenaba de consolación y al que se sentían enviados por el Señor.

Esa tradición ignaciana originaria ha llegado hasta nuestros días. El P. Arrupe tuvo la intención de fortalecerla. En la base de su vocación se encontraba la experiencia de contacto con el dolor humano. Años más tarde escribiría: «Vi (a Dios) tan cerca de los que sufren, de los que lloran, de los que naufragan en esta vida de desamparo, que se encendió en mí el deseo ardiente de imitarle en esta voluntaria proximidad a los desechos del mundo, que la sociedad desprecia».[[2]]

Hoy usamos la palabra “a los descartados”, ¿no?, y hablamos de cultura del descarte, esta gran mayoria de gente dejada al camino. Para mí, de este texto lo que me toca profundamente es el origen de donde viene. De la oración, ¿no? Arrupe era un hombre de oracion, un hombre que peleaba con Dios todos los días, y de ahí nace esto fuerte. El P. Pedro siempre creyó que el servicio de la fe y la promoción de la justicia no podían separarse: estaban radicalmente unidas. Para él, todos los ministerios de la Compañía tenían que responder, a la vez, al desafío de anunciar la fe y de promover la justicia. Lo que hasta entonces había sido una encomienda para algunos jesuitas, debía convertirse en una preocupación de todos.

 

Los pobres, lugar de encuentro con el Señor

Cada año, la liturgia nos invita a contemplar a Dios en el candor de un niño excluido, que venía a los suyos, pero fue rechazado (cf. Jn 1,11). Según san Ignacio, una ancila –ancila, una persona, una joven que sirve–, asiste a la Sagrada Familia.[[3]] Junto a ella, Ignacio nos apremia a introducirnos también nosotros, «haciéndome yo un pobrecito y esclavito indigno, contemplándolos y sirviéndolos en sus necesidades, como si presente me hallase».[[4]] Esto no es poesía ni publicidad, esto Ignacio lo sentía. Y lo vivía.

Esta contemplación activa de Dios, de Dios excluido, nos ayuda a descubrir la belleza de toda persona marginada. Ningún servicio sustituye a «valorar al pobre en su bondad propia, con su forma de ser, con su cultura, con su modo de vivir la fe (Exhort. apost. Evangelii gaudium, 199).

En los pobres, han encontrado ustedes un lugar privilegiado de encuentro con Cristo. Ese es un precioso regalo en la vida del seguidor de Jesús: recibir el don de encontrarse con él entre las víctimas y los empobrecidos.

El encuentro con Cristo entre sus preferidos acrisola nuestra fe. Así sucedió en el caso de la Compañía, cuya experiencia con los últimos ha ahondado y fortalecido la fe. «Nuestra fe se ha hecho más pascual, más compasiva, más tierna, más evangélica en su sencillez»,[[5]] de modo especial, en el servicio de los pobres.

Han vivido ustedes una verdadera transformación personal y corporativa en la contemplación callada del dolor de sus hermanos. Una transformación que es una conversión, un regreso a mirar el rostro del crucificado, que nos invita cada día a permanecer junto a él y a bajarle de la cruz.

No dejen de ofrecer esta familiaridad con los vulnerables. Nuestro mundo roto y dividido necesita construir puentes para que el encuentro humano nos permita a cada uno descubrir en los últimos el bello rostro del hermano, en quien nos reconocemos, y cuya presencia, aun sin palabras, reclama en su necesidad nuestro cuidado y nuestra solidaridad.

 

Seguir a Jesús entre los crucificados

Jesús no tenía «dónde reclinar la cabeza» (Mt 8,20), entregado como estaba a «proclamar la buena noticia del Reino y a curar toda clase de enfermedades y dolencias» (Mt 4,23).  Hoy su Espíritu, vivo entre nosotros, nos mueve a seguirle en el servicio a los crucificados de nuestro tiempo.

En la actualidad abundan las situaciones de injusticia y de dolor humano que todos bien conocemos. «Quizá se puede hablar de una tercera guerra combatida “por partes”, con crímenes, masacres, destrucciones» (Homilía, Redipuglia, 13 septiembre 2014). Subsiste la trata de personas, abundan las expresiones de xenofobia y la búsqueda egoísta del interés nacional, la desigualdad entre países y en el interior de los mismos crece sin que se encuentre remedio. Con una progresión yo diría geométrica.

De otra parte, «nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los dos últimos siglos» (Exhort. apost. Laudato si’, 53). No sorprende que una vez más «los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufra la gente más pobre» (ibíd., 48).

Seguir a Jesús en estas circunstancias conlleva un conjunto de tareas. Comienza por el acompañamiento a las víctimas, para contemplar en ellas el rostro de nuestro Señor crucificado. Continúa en la atención a las necesidades humanas que surgen, muchas veces innumerables e inabordables en su conjunto. Hoy también es preciso reflexionar sobre la realidad del mundo, para desenmascarar sus males, para descubrir las mejores respuestas, para generar la creatividad apostólica y la hondura que el P. Nicolás tanto deseaba para la Compañía.

Pero nuestra respuesta no puede detenerse aquí. Necesitamos de una verdadera «revolución cultural» (ibíd., 114), una transformación de nuestra mirada colectiva, de nuestras actitudes, de nuestros modos de percibirnos y de situarnos ante el mundo. Finalmente, los males sociales con frecuencia se enquistan en las estructuras de una sociedad, con un potencial de disolución y de muerte (cf. Exhort. apost. Evangelii gaudium, 59). De ahí la importancia del trabajo lento de transformación de las estructuras, por medio de la participación en el diálogo público, allí donde se toman las decisiones que afectan a la vida de los últimos (cf. Encuentro con los movimientos populares en Bolivia, Santa Cruz de la Sierra, 9 julio 2015).

Algunos de ustedes y otros muchos jesuitas que los antecedieron pusieron en marcha obras de servicio a los más pobres, obras de de educación, de atención a los refugiados, de defensa de los derechos humanos o de servicios sociales en multitud de campos. Continúen con este empeño creativo, necesitado siempre de renovación en una sociedad de cambios acelerados. Ayuden a la Iglesia en el discernimiento que hoy también tenemos que hacer sobre nuestros apostolados. No dejen de colaborar en red entre ustedes y con otras organizaciones eclesiales y civiles para tener una palabra en defensa de los más desfavorecidos en este mundo cada vez más globalizado. Con esa globalización que es esférica, que anula las identidades culturales, las identidades religiosas, las identidades personales, todo es igual. La verdadera globalizacion debe ser poliedrica, unirnos, pero cada uno conservando la propia peculiaridad.

En el dolor de nuestros hermanos y de nuestra casa común amenazada es necesario contemplar el misterio del crucificado para ser capaces de dar la vida hasta el final, como hicieran tantos compañeros jesuitas desde el año 1975. Celebramos este año el 30 aniversario del martirio de los jesuitas de la Universidad Centroamericana de El Salvador, que tanto dolor causó al P. Kolvenbach y que lo movió a pedir la ayuda de jesuitas en toda la Compañía. Muchos respondieron generosamente. La vida y la muerte de los mártires son un aliento a nuestro servicio a los últimos.

 

Y abrir caminos a la esperanza

Nuestro mundo está necesitado de transformaciones que protejan la vida amenazada y defiendan a los más débiles. Buscamos cambios y muchas veces no sabemos cuáles deben ser, o no nos sentimos capaces de abordarlos, nos sobrepasan.

En las fronteras de la exclusión corremos el riesgo de desesperar, si atendemos únicamente la lógica humana. Lo llamativo es que muchas veces las víctimas de este mundo no se dejan llevar por la tentación de claudicar, sino que confían y acunan la esperanza.

Todos nosotros somos testigos de que «los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho… Cuando los pobres se organizan se convierten en auténticos «poetas sociales: creadores de trabajo, constructores de viviendas, productores de alimentos, sobre todo para los descartados por el mercado mundial» (Encuentro con los movimientos populares en Bolivia, Santa Cruz de la Sierra, 9 julio 2015).

 ¿El apostolado social está para resolver problemas? Sí, pero sobre todo para promover procesos y alentar esperanzas. Procesos que ayuden a crecer a las personas y a las comunidades, que las lleven a ser conscientes de sus derechos, a desplegar sus capacidades y a crear su propio futuro.

Ustedes trabajen por «la verdadera esperanza cristiana, que busca el Reino escatológico, (y que) siempre genera historia» (Exhort. apost. Evangelii gaudium, 181). Compartan su esperanza allá donde se encuentren, para alentar, consolar, confortar y reanimar. Por favor, abran futuro, o para usar la expresión de un literato actual, frecuenten el futuro. Abran futuro, susciten posibilidades, generen alternativas, ayuden a pensar y actuar de un modo diverso. Cuiden su relación diaria con el Cristo resucitado y glorioso, y sean obreros de la caridad y sembradores de esperanza. Caminen cantando y llorando, que las luchas y preocupaciones por la vida de los últimos y por la creación amenazada no les quiten el gozo de la esperanza (cf. Exhort. apost. Laudato si’, 244).

Quisiera terminar con una imagen –los curas en las parroquias repartimos estampitas, para que la gente se lleve una imagen a la casa, una imagen nuestra de familia–. El testamento de Arrupe, allá en Tailandia, en el campo de refugiados, con los descartados, con todo lo que ese hombre tenía de simpatía, de padecer con esa gente, con esos jesuitas que estaban abriendo brecha en aquel momento en todo este apostolado, les pide una cosa: no dejen la oración. Fue su testamento. Dejó Tailandia ese día y en el avión tuvo su ictus. Que esta estampita, que esta imagen, los acompañe siempre. Gracias.

 

 

[1] Fórmula del Instituto (21 julio 1550), aprobada y confirmada por el papa Julio III.

[2] Este Japón increíble. Memorias del P. Arrupe, 4ª ed. Mensajero, Bilbao, 1991, p. 19.

[3] Cf. Ejercicios Espirituales, 111, 114.

[4] Ibíd.

[5] Congregación General 34 de la Compañía de Jesús, 1995, d. 2, n. 1

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

 

07/11/2019-17:09
Larissa I. López

Argentina: Obispos proponen diálogo y consenso para consolidar la democracia

(ZENIT — 7 nov. 2019).- "El país requiere de todos un renovado esfuerzo de diálogo sincero y búsqueda de consenso para generar una síntesis superior. La grandeza de nuestro liderazgo se manifestará en este intento si es capaz de incorporar los esfuerzos y la búsqueda de los más pobres".

Estas palabras han sido utilizadas por los miembros de la Conferencia Episcopal Argentina en un mensaje titulado 'El fortalecimiento de nuestra nación', redactado en el transcurso de su Asamblea Plenaria en la ciudad de Pilar y difundido hoy, 7 de noviembre de 2019, por la agencia de noticias Fides,

 

Elecciones

Tras las elecciones del pasado 27 de octubre, que dieron la victoria en la primera vuelta del candidato peronista Alberto Fernández, con el 48,10% de los votos, mientras que el presidente saliente Mauricio Macri no superó el 40,37%, los obispos exponen que "al inicio de una nueva etapa de nuestra democracia queremos caminar con los argentinos para consolidarla cada día más".

También se refirieron a la corrupción, insistiendo en que el verdadero fortalecimiento de la democracia no será posible "sin una opción ética firme en los diferentes niveles de la vida social, sin una verdadera división de los poderes del Estado y sin la participación generosa de todos los argentinos", indica la citada agencia.

 

Construir la amistad social

Igualmente, los miembros del episcopado argentino exhortan a la necesidad de "formar un pueblo que, más allá de las discrepancias, mantenga referencias estables de acuerdo con un proyecto común, lo que presupone un compromiso renovado para superar la violencia y construir la amistad social".

"Pedimos a Dios que nos ayude para que el camino democrático se traduzca en una vida digna, en un desarrollo integral, en trabajo para todos, en acceso a la salud y en una educación de calidad", es su ruego.

La Conferencia Episcopal Argentina, según la misma fuente, se reúne del 4 al 9 de noviembre para tratar varios temas relacionados con la realidad social y pastoral, incluyendo la prevención del abuso sexual en la Iglesia, el Congreso Mariano del próximo año, el desarrollo del catecismo argentino, el Sínodo para la Amazonía y la reforma económica.

 

 

 

07/11/2019-12:25
Larissa I. López

Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral: Encuentro internacional sobre Pastoral Penitenciaria

(ZENIT — 7 nov. 2019).- Del 7 al 8 de noviembre, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral organiza en la sede de Palacio San Calixto, en el Vaticano, una conferencia internacional sobre la Pastoral Penitenciaria católica.

Así lo ha informado hoy, 7 de noviembre de 2019, la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

En este encuentro participan capellanes de prisiones, representantes de organizaciones dedicadas a la asistencia de los presos y miembros de este sector de las conferencias episcopales de los cinco continentes.

 

Audiencia con el Papa

Las sesiones, por su parte, están dedicadas a cada una de las problemáticas y características de dicha pastoral en América, África, Asia, Europa y Oceanía y a lo largo de la misma sus participantes serán recibidos en audiencia por el Santo Padre.

Según indica una nota del Dicasterio, "la gran parte de las conferencias episcopales y diócesis del mundo sitúan la Pastoral Penitenciaria dentro de los organismos de Pastoral Social, y en algunos casos llega a constituir una comisión episcopal en sí misma".

 

Desafíos

No obstante, el comunicado también señala que "en numerosas comunidades diocesanas, la Pastoral Social no cuenta con la atención suficiente y menos espacio aún se dedica a la de la Pastoral Penitenciaria" y agrega que "es reconocida la gran amplitud de situaciones y desafíos que asume dicha Pastoral Penitenciaria, entre las cuales se incluye la atención espiritual y material de los encarcelados, de sus familias, de los que han ya cumplido la condena y recuperan la libertad, así como los procesos de reconciliación con las víctimas de delitos".

Por otro lado, la nota expone que distintos organismos eclesiales dedicados a este servicio pastoral han transmitido al Dicasterio la necesidad de recibir apoyo y orientación para esta importante labor, especialmente ante las dificultades que experimentan, siendo una de las principales "la falta de respaldo de las comunidades diocesanas o de los mismos responsables de las Iglesias locales".

 

Espacio de encuentro e intercambio

De acuerdo a la citada nota, se espera que este encuentro constituya una ocasión de encuentro entre los diversos responsables de esta pastoral, favoreciendo el conocimiento del Dicasterio.

Igualmente, se considera que puede suponer una ocasión para establecer un vínculo estable y progresivo con la Pastoral Penitenciaria de los distintos países, así como para conocer de manera más cercana y precisa la situación y las necesidades de esa labor, con el fin de compartir algunas de las respuestas pastorales que se han ido desarrollando frente los diversos desafíos encontrados.

Además, la conferencia propone impulsar los diversos proyectos de atención de la Pastoral Penitenciaria en curso, promover su difusión y puesta en común con otros responsables de la Pastoral Penitenciaria para que las iniciativas con buenos resultados puedan ser de utilidad en los distintos países y conocer las iniciativas en curso, así como proponer otras iniciativas de oración y atención en favor de los detenidos y las víctimas de la violencia.

 

 

 

07/11/2019-15:45
Rosa Die Alcolea

Lima acogerá el V Congreso Internacional de Educadores Católicos

(ZENIT — 7 nov. 2019).- Del 13 al 15 de noviembre, la Oficina Nacional de Educación Católica (ONDEC) llevará a cabo el V Congreso Internacional de Educadores Católicos: "Educación con Liderazgo y Calidad" en el Coliseo del Colegio Claretiano en San Miguel, Lima, según informa la Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal Peruana.

El objetivo de este congreso es "presentar al educador católico competencias para el ejercicio de un liderazgo trasformador y una educación de calidad aplicada en la escuela y la sociedad a imagen de Jesús Maestro y Pastor", señalan los organizadores.

Para tal fin, ponentes y panelistas nacionales e internacionales, como la Dra. Carmen Pellicer de España, el Dr. Gabriel Rovayo de Ecuador, el Dr. Edistio Cámere de Perú, el P. Jesús Jurado de Perú, y el Sr. Paúl Neira, ofrecerán a los docentes, durante estos tres días, temas de gran impacto en la educación que permitirán el desarrollo de los objetivos. Los acompañarán panelistas de gran trayectoria y prestigio en el sector educativo peruano.

 

Oficina Nacional de Educación Católica

La Oficina Nacional de Educación Católica (ONDEC) es un organismo creado sin fines de lucro por la Conferencia Episcopal Peruana y reconocida por el Estado mediante Resolución Suprema 01 del 21 de enero de 1956.

Como ente ejecutivo de la Comisión Episcopal para la Educación, Cultura y Bienes culturales, representa a la Iglesia Católica ante el Estado Peruano en todo lo concerniente al Área de Educación Religiosa en el ámbito de la Educación Básica Regular, Educación Básica Alternativa y Educación Superior, Pedagógica y Tecnológica y Centros Tecnológicos Productivos. Está siempre atenta a la permanente evolución de los roles respectivos de la Iglesia y el Estado.

Coordina con el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y con los organismos que asocian a los Colegios de la Iglesia en todo lo concerniente a la Escuela Católica, especialmente acredita y defiende los derechos de los Colegios de Acción Conjunta, Iglesia Católica — Estado Peruano, que trabajan con los más pobres. Cuenta con un equipo integrado por especialistas en Educación Inicial, Primaria, Secundaria y Superior.

 

 

 

07/11/2019-16:34
Larissa I. López

Europa: Obispos de la UE exhortan a trabajar por un "futuro pacífico común"

(ZENIT — 7 nov. 2019).- Con motivo del 30° aniversario de la caída del Muro de Berlín, los obispos de la Unión Europea (UE) exhortan a todos los europeos a trabajar juntos "hacia una Europa libre y unida a través de un proceso renovado de diálogo (...)" para lograr "un futuro pacífico común".

Así lo expresan en una declaración difundida ayer, 6 de noviembre de 2019, por la Comisión de Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), formada por obispos delegados de los episcopados católicos de los 28 Estados miembros.

 

Compromiso de los europeos

Los prelados consideran que la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 "fue uno de los acontecimientos más importantes en la historia europea de las últimas décadas", fruto del compromiso "de un gran número de europeos que expresaron de manera constante y pacífica su profundo anhelo por el cambio político".

Al mismo tiempo, resaltan la dimensión profética del mismo: "Nos ha enseñado que construir muros entre las personas nunca es la solución y es una llamada a trabajar por una Europa mejor y más integrada".

La declaración recuerda el papel crucial de san Juan Pablo II, que decía "¡Europa necesita respirar con dos pulmones!" y reconoce que el proceso de curación y reconciliación es "delicado y difícil" incluso en la actualidad, especialmente para las víctimas de "los regímenes opresivos".

 

Signos de esperanza

No obstante, al mismo tiempo, los miembros de la COMECE desean "revivir y fomentar esos signos de esperanza" y las "expectativas para un futuro mejor en Europa y para todos los europeos que guiaron ese momento histórico en noviembre de 1989".

Así, al final de la nota, invitan a orar al Señor "para que nos ayude a dedicarnos a una Europa movida por el Espíritu Santo, que es la raíz y el fundamento de la esperanza y la fuente y el poder de un nuevo compromiso con esos valores sobre los que se construye Europa: justicia, libertad y paz".

 

 

 

07/11/2019-08:00
Enrique Díaz Díaz

Monseñor Enrique Díaz Díaz: "El Dios de vivos"

 

II Macabeos 7, 1-2, 9-14: "El Rey del universo nos resucitará para un vida eterna". Salmo 16: "Al despertar, Señor, contemplaré tu rostro".
II Tesalonicenses 2, 16-3,5: "Que el Señor disponga los corazones de ustedes para toda clase de obras buenas y buenas palabras".
San Lucas, 20, 27-38: "Dios no es Dios de muertos, sino de vivos".

El pensamiento de los Saduceos, manifestado en pocas palabras por San Lucas, está más cercano a nuestros ambientes de lo que nosotros mismos pensamos. Según nos cuentan, los Saduceos pertenecían a una secta judía con una especial caracterización política, extremadamente conservadora pero muy oportunista, seguida sobre todo por las familias ricas y los sacerdotes de alto rango. Aceptaban solamente la ley de Moisés pero parecían negar las consecuencias que traía para su vida. En cuanto a la legislación penal eran muy severos pero pasaban por alto las normas de pureza que tanta importancia tenían para los fariseos. Se unían gustosos al ambiente helenista por acomodarse mejor a sus planes políticos. Negaban la resurrección y toda forma de supervivencia personal y afirmaban que cada quien podía elegir el bien o el mal a voluntad, sin importar casi para nada la presencia de Dios. Cada uno se forja su propio destino. Así: vivir plenamente el tiempo actual sin importar moralismos; disfrutar la vida sin importar la eternidad y acomodarse políticamente al viento que es favorable, parecen ser sus consignas. ¿De aquel tiempo? ¿No vemos el retrato de nuestro tiempo en los modernos saduceos? ¿No importa más la riqueza y el placer que todos los principios y valores? ¿No es cierto que se venden los principios con tal de alcanzar poder y prestigio?

La pregunta de los Saduceos está llena de ironía y de burla, pero Jesús no pretende caer en discusiones inútiles, sino ir mucho más allá de lo que la trampa pretende. No habla Jesús de cómo será la vida eterna ni pretende describir cómo será la vida del más allá. A Jesús le interesa mucho más hablar de la vida plena y manifestar el verdadero rostro de Dios, que es Dios de vida. En estos tiempos de profunda crisis religiosa y de graves problemas existenciales, no basta creer en cualquier imagen de Dios; necesitamos descubrir cuál es el verdadero. No basta afirmar que creemos en un Dios y quedarnos con ideas lejanas e inoperantes. Es decisivo saber que Dios se encarna y se revela en Jesús. Sus palabras y sus hechos nos manifiestan un Dios comprometido con la vida y no a un dios elaborado desde nuestros miedos, ambiciones y fantasmas. Dios no es alguien extraño y lejano que desde las alturas controla el mundo y presiona sobre nuestras pobres personas. Dios es el amigo cercano que se ha hecho parte de la historia humana hasta convertirse en el familiar "Dios de Abraham, Dios de Isaac y de Jacob" y que podríamos añadir los nombres de nuestras familias para sentirlo más nuestro y más encarnado. Es el Amigo que desde dentro comparte nuestra existencia y se convierte en la luz que nos alumbra y en la fuerza que nos sostiene para enfrentarnos a la dureza de la vida y al misterio de la muerte.

Es cierto que los mexicanos acostumbramos a reírnos de todo e incluso de la muerte, pero también es cierto que cada vez que nos topamos con ella, sea por haber perdido a un ser querido o por estar en peligro inminente, nos cimbramos y quedamos en suspenso ante este misterio. Cuando Jesús nos habla de eternidad y de un Dios de vida, no pretende imponer una religión que nos ate y atemorice. Lo que más le interesa a Jesús es hacernos experimentar a este Dios vivo que nos invita a participar en su acción creadora y dinamizadora, que nos lleve a forjar un mundo más humano y más amable. Lo que Jesús busca es una vida más digna, sana y dichosa para todos, empezando por los últimos. La Buena Nueva que nos revela Jesucristo es Dios que se da a Sí mismo como Amor, como vida y salud. Y quienes nos experimentamos amados por Dios no podemos temer a la muerte y siempre deberemos cuidar, defender y preservar la vida en plenitud. Los creyentes tenemos que recordar, y en estos momentos más que nunca, que la resurrección es mucho más que cultivar un optimismo barato en la esperanza de un final feliz. No tenemos derecho a adormecernos y a alentar el conformismo con un final fantasioso de la resurrección que vendría a resolver todos los problemas pero ¡en el más allá! El Dios cristiano no es un Dios de muertos sino de vivos.

La resurrección no es un refugio en el más allá que nos excusa del compromiso de trabajar con entusiasmo y esperanza en este mundo nuestro. Cuando nos preguntamos qué hay más allá de la muerte, estamos respondiendo al problema fundamental de la existencia. De acuerdo a lo que nosotros creamos, haremos nuestra vida. La respuesta de Jesús no pretende saciar nuestra curiosidad del más allá, sino va más a fondo: la resurrección no es una mera continuidad de esta vida, sino la plenitud de una vida transfigurada y vivida plenamente como hijos de Dios, no para olvidarnos de esta vida, "porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él todos viven". Lejos de proponer una actitud conformista frente a la dura realidad que vivimos, propone una nueva actitud creadora y generadora de vida porque para Jesús no tiene sentido una religión de muertos, sino que el Dios de la vida se hace presente y muy vivo en cada momento del caminar del creyente. La resurrección se hace presente donde se lucha y hasta se muere por defender la vida en cualquiera de sus más débiles manifestaciones. Precisamente cuando está más indefensa más requiere de la protección y el cuidado de todos nosotros. Precisamente porque creemos en la sacralidad de la vida, entregaremos todas nuestras fuerzas para protegerla, cuidarla y fomentarla. Sólo así seremos hijos del Dios de la Vida.

Padre misericordioso, ayúdanos a dar sentido a nuestras preocupaciones, a llenarlas de esperanza y a ponernos en tus manos paternales, a fin de que podamos entregarnos con mayor libertad a construir tu Reino de Vida. Amén.

 

 

 

07/11/2019-08:00
Isabel Orellana Vilches

Beato Juan Duns Scoto, 8 de noviembre

«Excelso franciscano, virtuoso y brillante teólogo, aclamado como doctor subtilis, es también conocido como doctor mariano y doctor del Verbo Encarnado por su encendida defensa de la Inmaculada Concepción»

Eminente filósofo y teólogo del medioevo, uno de los máximos exponentes de la escuela escolástica, inteligentísimo y ardiente defensor de María, reconocido como Doctor subtilis («Doctor sutil») pudo nacer en la localidad escocesa de Duns, condado de Berwick hacia 1266. En su familia, dedicada al pastoreo, estaba intensamente afianzada la espiritualidad franciscana. De hecho, un hermano de su padre era vicario del convento que los frailes menores tenían en Dumfries. Parece que aunque rondó por su cabeza la idea de convertirse en soldado, renunciaría a este futuro movido por el alto ideal de consagrar su vida a Dios, que percibió cuando despuntaba su juventud, y no dudó en ofrecérsela a Él. Así cuando dos avezados apóstoles franciscanos de aquélla
comunidad pasaron por su ciudad natal y repararon en su sensibilidad espiritual, apreciando su valía, le invitaron a seguir a Cristo. Hacia 1280, sin rastro de nubes en su horizonte existencial que lo impidiera, secundó a los religiosos.

Después de ser ordenado en 1291 en Northampton le encomendaron la delicada tarea de confesar, misión muy reputada en la época que se ofrecía a personas de probada virtud, hasta que llegó el momento de iniciar estudios de teología en los prestigiosos paraninfos universitarios de Cambridge y Oxford. Sus dotes intelectuales eran tan excepcionales que en 1293 fue enviado a completar su formación en la célebre universidad de París, aunque en esta decisión pesaron de forma singular sus cualidades espirituales. En él vieron sus superiores los rasgos de un gran franciscano cuya convivencia, por su virtud, era ejemplar. Y es que Juan era un hombre de oración, obediente, humilde, sencillo, abnegado, devotísimo de la Eucaristía y de María, fiel a la Iglesia. Un místico y contemplativo, pero no teórico; lo que escribía y decía estaba encarnado en su amor y entrega a Cristo. Bebía de la tradición de la Iglesia nutriendo con ella las enseñanzas filosófico-teológicas.

Se convirtió no sólo en un reputado profesor universitario, aclamado en Cambridge y en París, ciudades donde ejerció la docencia, sino en un apóstol singular que defendía la verdad y actuaba coherentemente en todo instante. Por su testimonio muchos de sus discípulos se sintieron alentados a emprender el camino de la santidad, y su influjo no ha cesado en todos estos siglos. Durante el curso 1297-98 las Sentencias de Pedro Lombardo fueron uno de los textos fundamentales que alumbraron su reflexión intelectual; constituyeron la base de su Lectura 1, II y III, y materia para su labor académica en Cambridge. Por cierto, que estos trabajos, que en realidad pretendían ser apuntes sobre las Sentencias de Lombardo, revelaron sus altas cualidades para la teología, disciplina que enseñó en París, Oxford y Colonia.

En sus clases ya se ponía de manifiesto su espíritu religioso puesto que daba inicio a las mismas con una oración que incluía después en sus obras. En 1302 se hallaba en París por segunda vez, pero la estancia fue breve. Se produjo un gravísimo enfrentamiento entre el papa Bonifacio VIII y el monarca francés Felipe IV, y Juan se negó a firmar una apelación promovida por éste contra el pontífice, por lo cual tuvo que abandonar la capital gala. En 1305 regresó por tercera y última vez a París como profesor de filosofía y de teología en calidad de Magíster regens. Hallándose en esta ciudad, impulsó la disputa en torno a la Inmaculada Concepción.

La situación planteada era compleja, especialmente por el peso de cierta tradición al respecto sosteniendo que la Virgen no había sido «concebida inmaculada» desde el principio. Pero Juan se encomendó a María: «Te alabaré, oh Virgen sacrosanta; dame valor contra tus enemigos». Poseía una inteligencia excepcional, gran agudeza y sentido crítico. Sus cualidades intelectuales, vinculadas a las espirituales, hicieron de él la persona idónea para defender a la Inmaculada. Fue capaz de memorizar doscientos argumentos contrarios a esta doctrina y refutarlos sistemáticamente y por el mismo orden que fueron expuestos, uno por uno. Es bien conocido el axioma de Eadmer inspirado en San Anselmo: «Potuit, decuit, ergo fecit (Podía, convenía, luego lo hizo)», que Scoto desarrolló dejando claro que la Madre de Dios había sido preservada del pecado original desde el mismo instante de su concepción. Ella fue agraciada por la redención de Cristo antes de ver la luz del mundo.

El argumento del beato fue tenido en cuenta por Pío IX para definir este dogma mariano proclamado el 8 de diciembre de 1854 en la Constitución Ineffabilis Deus. La encendida defensa de María y de la Encarnación efectuada por Scoto le han merecido el título de «doctor mariano» y «doctor del Verbo encarnado». Su devoción por la Madre del cielo rubricaba el genuino espíritu franciscano al que se había abrazado.

En 1307 sus superiores le destinaron a Colonia para impartir clases en el Studium teológico franciscano. Y allí murió el 8 de noviembre de 1308. Estaba en el esplendor de su madurez; tenía 43 años. Su excepcional legado intelectual comprende obras de gran envergadura como Ordinatio (Opus oxoniense) y Reportata parisiensa (Opus parisiense) , así como el Tratado del Primer Principio. Había inducido a sus numerosos alumnos, algunos de ellos insignes, así como a los incontables que le siguieron, a transitar por el camino de la perfección. Juan Pablo II lo beatificó el 20 de marzo de 1993, aunque ya había confirmado su culto ab inmemorabili tempore el 6 de julio de 1991. Al elevar a Scoto a los altares, el pontífice lo denominó «cantor del Verbo encarnado y defensor de la Inmaculada Concepción».