Servicio diario - 04 de noviembre de 2019


 

Papa Francisco: "Quien es de Jesús vive en salida hacia Él"
Larissa I López

7.000 invitados de honor en el Concierto 'Con los pobres para los pobres'
Rosa Die Alcolea

Francisco en las catacumbas: Mantenernos "siempre aferrados a la cuerda"
Larissa I López

Universidades Católicas: Convertir a los jóvenes en "protagonistas del bien común"
Larissa I López

San Juan de Letrán: Francisco presidirá la Misa de la fiesta de su dedicación
Larissa I López

Roma: El Papa celebra la Solemnidad de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos
Larissa I López

Congregación para las Causas de los Santos: Mons. Guerino Di Tora, nuevo miembro
Larissa I López

Egipto: El Papa nombra a Mons. Nicolas Thevenin nuncio apostólico
Larissa I López

Penitenciaria Apostólica: Francisco nombra a dos nuevos miembros
Larissa I López

San Guido Maria Conforti, 5 de noviembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

04/11/2019-13:06
Larissa I. López

Papa Francisco: "Quien es de Jesús vive en salida hacia Él"

(ZENIT — 4 nov. 2019).- "Para el que cree no hay término medio: no se puede ser de Jesús y girar sobre sí mismos. Quien es de Jesús vive en salida hacia Él", indicó el Papa Francisco.

Hoy, 4 de noviembre de 2019, a las 11:30 h., el Santo Padre ha presidido la Misa en sufragio de los cardenales y obispos fallecidos durante el año.

En total han sido 160 pastores de la Iglesia, de los que 13 son cardenales y 147 obispos o arzobispos.

De los 13 cardenales, 5 de ellos pertenecen a diócesis o jurisdicciones de Latinoamérica o de España, como el card. Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo emérito de Pamplona y Tudela (España); el card. José Manuel Estepa Laurens, arzobispo militar emérito de España; el card. Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo emérito de San Cristóbal de la Habana (Cuba); el card. Sergio Obeso Rivera, arzobispo emérito de Jalapa (México); y el card. José de Jesús Pimiento Rodríguez, arzobispo emérito de Manisales (Colombia).

Asimismo, de los 147 obispos y arzobispos, 54 formaban parte de jurisdicciones eclesiásticas de América Latina, España Estados Unidos.

El Papa comenzó su homilía declarando que "no hemos nacido para la muerte sino para la resurrección", pues así lo recuerdan las lecturas del día y planteó: "¿Qué me sugiere la idea de la resurrección? ¿Cómo respondo a mi llamada a resucitar?". Igualmente, a lo largo de la misma, planteó tres estímulos con vistas a la resurrección.

De este modo, remitiendo al Evangelio de Juan, Francisco expuso que la primera ayuda proviene de Jesús que manifestó: "Al que venga a mí no lo echaré afuera" (Jn 6,37) y remarcó esta invitación "ir a Jesús, el que vive, para vacunarse contra la muerte, contra el miedo a que todo termine".

Después, el Pontífice emitió una serie de preguntas que ayudan a concretarla, tales como "¿ (...) vivo yendo al Señor o doy vueltas sobre mí mismo? ¿Cuál es la dirección de mi camino? ¿Busco solo causar buena impresión, conservar mi puesto, mi tiempo, mi espacio, o voy al Señor?".

En este sentido, el Obispo de Roma remarcó también "la vida es toda una salida: del seno materno para venir a la luz, de la infancia para entrar en la adolescencia, de la adolescencia hacia la vida adulta y así sucesivamente, hasta la salida de este mundo".

Así, al orar por los cardenales y obispos difuntos, "que han salido de esta vida para ir al encuentro del Resucitado", el Papa remarcó que "la salida más importante y más difícil, que da sentido a todas las demás" es "la salida de nosotros mismos": "Solo saliendo de nosotros mismos abrimos la puerta que conduce al Señor".

Por ello, el Papa Francisco ha exhortado a pedir esta gracia: "Señor, deseo ir a Ti, a través de los caminos y de los compañeros de viaje de cada día. Ayúdame a salir de mi mismo, para ir a tu encuentro, tú que eres la vida".

Como segunda reflexión en torno a la resurrección, el Papa propone el "noble gesto" de piedad de Judas Macabeo en favor de los difuntos que aparece en la primera lectura, pues son los "sentimientos de piedad los que generan un magnífico premio".

Asimismo, añadió que si, como recuerda san Pablo "la caridad jamás tendrá fin", esta deber ser "el puente que conecta la tierra con el cielo" e instó a preguntarnos si estamos avanzando en este puente: "¿Me dejo conmover por la situación de alguno que está en necesidad? ¿Sé llorar por el que sufre? ¿Rezo por aquellos a los que nadie recuerda? ¿Ayudo a alguno que no tiene con qué devolverme el favor?".

Y matizó que todo esto "no es buenismo, no es caridad trivial, son preguntas de vida, cuestiones de resurrección".

 

Juzgar la vida "a partir del fin"

El "tercer estímulo en vista de la resurrección" es tomado por el Santo Padre de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola, quien sugiere que antes de tomar una decisión importante, nos imaginemos ante Dios al final de los días.

"Esa es la cita que no se puede posponer, el punto de llegada de todos, de todos nosotros. Entonces, cada elección de vida afrontada en esa perspectiva está bien orientada, porque más cerca de la resurrección, que es el sentido y la finalidad de la vida", describió.

Francisco agregó además que "puede ser un ejercicio útil para ver la realidad con los ojos del Señor y no solo con los nuestros; para tener una mirada proyectada hacia el futuro, hacia la resurrección, y no solo sobre el hoy que pasa; para tomar decisiones que tengan el sabor de la eternidad, el gusto del amor".

 

Tres estímulos

En esta línea, propuso una serie de cuestiones: "¿Salgo de mí para ir cada día hacia el Señor? ¿Tengo sentimientos y gestos de piedad con los necesitados? ¿Tomo las decisiones importantes en la presencia de Dios?".

Finalmente, el Papa recomendó que nos dejásemos "provocar al menos por uno de estos tres estímulos", pues "estaremos más en sintonía con el deseo de Jesús en el Evangelio de hoy: no perder nada de lo que el Padre le ha dado. Entre las tantas voces del mundo que nos hacen perder el sentido de la existencia, sintonicemos con la voluntad de Jesús, resucitado y vivo: haremos del hoy que vivimos un amanecer de resurrección".

A continuación exponemos la homilía completa del Papa Francisco.

***

 

Homilía del Santo Padre

Las lecturas que hemos escuchado nos recuerdan que hemos venido al mundo para resucitar: no hemos nacido para la muerte, sino para la resurrección. Como escribe en la segunda lectura san Pablo, ya desde ahora «somos ciudadanos del cielo» (Flp 3,20) y, como dice Jesús en el Evangelio, resucitaremos en el último día (cf. Jn 6,40). Y es también la idea de la resurrección la que sugiere a Judas Macabeo en la primera lectura una obra de gran rectitud y nobleza (2M 12,43). También hoy nosotros podemos preguntarnos: ¿Qué me sugiere la idea de la resurrección? ¿Cómo respondo a mi llamada a resucitar?

Una primera indicación nos la ofrece Jesús, que en el Evangelio de hoy dice: «Al que venga a mí no lo echaré afuera» (Jn 6,37). Esta es su invitación: «Venid a mí» (Mt 11,28). Ir a Jesús, el que vive, para vacunarse contra la muerte, contra el miedo a que todo termine. Ir a Jesús: puede parecer una exhortación espiritual obvia y genérica. Pero probemos a hacerla concreta, haciéndonos preguntas como estas: Hoy, en el trabajo que he tenido entre manos en la oficina, ¿me he acercado al Señor? ¿Lo he convertido en ocasión de diálogo con Él? ¿Y con las personas que he encontrado, he acudido a Jesús, las he llevado a Él en la oración? ¿O he hecho todo más bien encerrándome en mis pensamientos, alegrándome solo de lo que me salía bien y lamentándome de lo que me salía mal? ¿En definitiva, vivo yendo al Señor o doy vueltas sobre mí mismo? ¿Cuál es la dirección de mi camino? ¿Busco solo causar buena impresión, conservar mi puesto, mi tiempo, mi espacio, o voy al Señor?

La frase de Jesús es desconcertante: El que viene a mí no lo echaré afuera. Está afirmando la expulsión del cristiano que no va a Él. Para el que cree no hay término medio: no se puede ser de Jesús y girar sobre sí mismos. Quien es de Jesús vive en salida hacia Él.

La vida es toda una salida: del seno materno para venir a la luz, de la infancia para entrar en la adolescencia, de la adolescencia hacia la vida adulta y así sucesivamente, hasta la salida de este mundo. Hoy, mientras rezamos por nuestros hermanos Cardenales y Obispos, que han salido de esta vida para ir al encuentro del Resucitado, no podemos olvidar la salida más importante y más difícil, que da sentido a todas las demás: la de nosotros mismos. Sólo saliendo de nosotros mismos abrimos la puerta que lleva al Señor. Pidamos esa gracia: "Señor, deseo ir a Ti, a través de los caminos y de los compañeros de viaje de cada día. Ayúdame a salir de mi mismo, para ir a tu encuentro, tú que eres la vida".

Quiera expresar una segunda idea, referida a la resurrección, tomada de la primera Lectura, del noble gesto realizado por Judas Macabeo por los difuntos. Allí está escrito que él lo hizo porque consideraba «que a los que habían muerto piadosamente les estaba reservado un magnífico premio» (2M 12,45). Es decir, son los sentimientos de piedad los que generan un magnífico premio. La piedad hacia los demás abre de par en par las puertas de la eternidad. Inclinarse sobre los necesitados para servirlos es entrar en la antesala del paraíso. Si, como recuerda san Pablo, «la caridad no pasa nunca» (1 Co 13,8), entonces ella es precisamente el puente que une la tierra al cielo. Podemos así preguntarnos si estamos avanzando sobre este puente: ¿me dejo conmover por la situación de alguno que está en necesidad? ¿Sé llorar por el que sufre? ¿Rezo por aquellos a los que nadie recuerda? ¿Ayudo a alguno que no tiene con qué devolverme el favor? No es buenismo, no es caridad trivial, son preguntas de vida, cuestiones de resurrección.

Finalmente, un tercer estímulo en vista de la resurrección. Lo tomo de los Ejercicios Espirituales, en los que san Ignacio sugiere que, antes de tomar una decisión importante, hay que imaginarse en la presencia de Dios al final de los tiempos. Esa es la cita que no se puede posponer, el punto de llegada de todos, de todos nosotros. Entonces, cada elección de vida afrontada en esa perspectiva está bien orientada, porque más cerca de la resurrección, que es el sentido y la finalidad de la vida. Igual que el momento de salir se calcula por el lugar de llegada, igual que la semilla se juzga por la cosecha, así la vida se juzga bien a partir de su final, de su fin. San Ignacio escribe: «Considerando cómo me hallaré el día del juicio, pensar cómo entonces querría haber deliberado acerca la cosa presente; y la regla que entonces querría haber tenido, tomarla agora» (Ejercicios Espirituales, 187). Puede ser un ejercicio útil para ver la realidad con los ojos del Señor y no solo con los nuestros; para tener una mirada proyectada hacia el futuro, hacia la resurrección, y no sólo sobre el hoy que pasa; para tomar decisiones que tengan el sabor de la eternidad, el gusto del amor.

¿Salgo de mí para ir cada día hacia el Señor? ¿Tengo sentimientos y gestos de piedad con los necesitados? ¿Tomo las decisiones importantes en la presencia de Dios? Dejémonos provocar al menos por uno de estos tres estímulos. Estaremos más en sintonía con el deseo de Jesús en el Evangelio de hoy: no perder nada de cuanto el Padre le ha dado (cf. Jn 6,39). En medio de tantas voces del mundo que nos hacen perder el sentido de la existencia, sintonicémonos con la voluntad de Jesús, resucitado y vivo: haremos del momento presente un alba de resurrección.

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

04/11/2019-18:06
Rosa Die Alcolea

7.000 invitados de honor en el Concierto 'Con los pobres para los pobres'

(ZENIT — 4 nov. 2019).- Los más pobres y necesitados serán los invitados de honor en el tercer concierto que se celebrará en el Vaticano Con los pobres y para los pobres el próximo sábado 9 de noviembre a las 18 horas en el aula Pablo VI: las familias en dificultad, los ancianos, las personas sin hogar y las muchas personas en situación de fragilidad y precariedad, que normalmente no podrían vivir esta experiencia.

Con el objetivo de "ofrecer una velada de música y reflexión espiritual" y la "inclusión de las 7.000 personas que desean participar gratuitamente", señalan los organizadores, se colocarán "a los hermanos y hermanas más pobres y necesitados" en los dos primeros sectores del Aula Pablo VI, en los mejores asientos.

El evento, organizado por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización con la colaboración de la Asociación Nova Opera, se celebrará para abrir la III Jornada Mundial de los Pobres, que tendrá lugar el 17 de noviembre, con el tema La Esperanza de los Pobres nunca será decepcionada.

Siguiendo las enseñanzas del Papa Francisco, la iniciativa busca, como cada año, "poner aún más en el centro a nuestros hermanos más necesitados", para darles una "semilla de esperanza a través del lenguaje universal y apasionante del arte musical", indican.

 

Maestro Nicola Piovani

El Maestro Nicola Piovani dirigirá la Orquesta Italiana del Cine en la Tercera Edición del Concierto Con los pobres y para los pobres, el sábado 9 de noviembre a las 18 horas en el aula Pablo VI. Junto a él estarán Mons. Marco Frisina y el Coro de la Diócesis de Roma, así como en las dos primeras ediciones.

Las dos primeras ediciones del Concierto, en 2015 y en 2016, contaron con la dirección del Maestro Daniel Oren y del ganador del Oscar Ennio Morricone, respectivamente.

Este año, el maestro Piovani llevará a cabo algunos fragmentos de las películas de Roberto Benigni La vida es bella, por la que en 1999 ganó el Oscar a la mejor banda sonora, y Pinocho. Mons. Frisina propondrá, en cambio, dos Suite que recogen los temas tomados de las bandas sonoras de películas famosas para televisión inspiradas en grandes figuras de papas y santos.

 

Entidades colaboradoras

Hay muchas realidades y asociaciones benéficas que colaboran en la realización del evento y que estarán presentes en el Aula Pablo VI con sus invitados, entre ellos: El Gran Priorato de Roma y la Delegación en Roma de la Soberana Orden Militar de Malta, el Círculo San Pedro, Caritas Diocesana de Roma, la Comunidad de San Egidio, el Centro Astalli para los Refugiados, las Misioneras de la Caridad, la ACLI de Roma, Unitalsi, la Comunidad Nuevos Horizontes, los Misioneros Vicencianos, la Asociación de la Comunidad del Papa Juan )0011y varias parroquias e institutos religiosos.

Como un gesto de solidaridad más y concreto, además, al final del concierto, los voluntarios repartirán una comida a todos los pobres presentes.

 

 

 

04/11/2019-11:31
Larissa I. López

Francisco en las catacumbas: Mantenernos "siempre aferrados a la cuerda"

(ZENIT – 4 nov. 2019).- El Papa Francisco invitó a estar “siempre aferrados a la cuerda”, anclada en el cielo, la otra orilla, aunque, “muchas veces solo veremos la cuerda, ni siquiera el ancla, ni siquiera la otra orilla. Pero tú, aférrate a la cuerda que llegarás seguro”.

El 2 de noviembre de 2019, con motivo de la conmemoración de los Fieles Difuntos, el Santo Padre presidió la Misa en las catacumbas de Priscila, uno de los antiguos lugares de sepultura de los primeros cristianos de Roma.

De acuerdo a Vatican News, Francisco pronunció una homilía espontánea que comenzó confesando que se trataba de la primera vez que entraba en unas catacumbas, algo que "nos dice tantas cosas".

 

Cristianos perseguidos

Así, resaltó que al encontrarnos en ellas “podemos pensar en la vida de estas personas, que tuvieron que esconderse, que tuvieron esta cultura de enterrar a los muertos y celebrar la Eucaristía aquí”, “un momento feo de la historia”, describió.

Y agregó que este momento no se ha superado actualmente porque “aún hoy hay algunas” catacumbas en otros países donde está prohibido celebrar la Eucaristía y para hacerlo tienen que fingir que celebran alguna fiesta o cumpleaños: “Aún hoy hay cristianos perseguidos, más que en los primeros siglos. Más”, recalcó.

 

La identidad del cristiano

Por otra parte, el Papa indicó que, las catacumbas, los cristianos perseguidos y las lecturas le inspiraban tres palabras: identidad, lugar y esperanza.

Así, para él, “la identidad de estas personas que se reunieron aquí para celebrar la Eucaristía y alabar al Señor, es la misma que la de nuestros hermanos de hoy en muchos, muchos países donde ser cristiano es un crimen, está prohibido: no tienen derecho”, pero matizó que la identidad “son las Bienaventuranzas”.

Efectivamente, las Bienaventuranzas constituyen el “documento de identidad” del cristiano, el “Gran Protocolo” con el que seremos juzgados: “Sin esto, no hay identidad. Hay una pretensión de ser cristianos, pero no hay identidad”, aclaró el Obispo de Roma.

 

“El lugar”

Con respecto a “el lugar”, el Papa Francisco habló sobre las personas que se escondían en las catacumbas, para sentirse seguros o para enterrar a los muertos. Y recordó el ejemplo de una religiosa en Albania que durante el comunismo vivió en un campo de reeducación, donde los sacerdotes no podían administrar los sacramentos y ella tuvo que bautizar en secreto.

En este sentido, el Santo Padre llamó a preguntarse “¿dónde me siento más seguro? ¿En las manos de Dios o con otras cosas, con otras certezas que ‘alquilamos’ pero que al final caerán, que no tienen consistencia?”.

 

Esperanza

Asimismo, apuntó que “estos cristianos con este documento de identidad que vivieron y viven en las manos de Dios, son hombres y mujeres de esperanza”. Y esta última, la “esperanza” es la tercera palabra que ese día le inspiró.

De este modo, Francisco aseveró  que “nuestra esperanza está en el cielo, nuestra esperanza está anclada allí y nosotros, con la soga en la mano, nos mantenemos mirando esa orilla del río que tenemos que cruzar”.

En definitiva, resumió: “Identidad: de las Bienaventuranzas y de Mateo 25, lugar, el lugar más seguro: en las manos de Dios, heridas de amor; esperanza, el futuro: el ancla, allí, en la otra orilla, pero yo bien aferrado a la cuerda: esto es importante”.

 

 

 

 

04/11/2019-16:04
Larissa I. López

Universidades Católicas: Convertir a los jóvenes en "protagonistas del bien común"

(ZENIT – 4 nov. 2019).- El Papa Francisco exhortó a preparar a las generaciones más jóvenes para que se conviertan “en protagonistas del bien común, en líderes creativos y responsables de la vida social y civil con una visión correcta del hombre y del mundo”.

En la mañana de hoy, 4 de noviembre de 2019, el Santo Padre ha recibido en audiencia a los participantes en la Conferencia de la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC), en curso los días 4 y 5 de noviembre de 2019 en Roma y cuyo tema es: "Nuevas fronteras para los líderes universitarios". El futuro de la salud y el ecosistema de las universidades".

 

Retos inesperados

En su discurso, Francisco se ha referido a los retos “inesperados derivados del desarrollo de la ciencia, la evolución de las nuevas tecnologías y las necesidades de la sociedad, que requieren de las instituciones académicas respuestas adecuadas y actualizadas” para formar a las futuras generaciones.

Y añadió que, en este sentido, las universidades deben cuestionarse “qué contribución pueden y deben hacer a la salud integral del hombre y a una ecología solidaria”.

Por otro lado, resaltó que las universidades católicas, deben sentir estas exigencias “aún más intensamente”, logrando ser el lugar “donde las soluciones para el progreso civil y cultural de las personas y de la humanidad, caracterizado por la solidaridad, se persigan con constancia y profesionalidad, considerando lo que es contingente sin perder de vista lo que tiene un valor más general”.

 

Dimensión ética

Ante el desarrollo de las tecno-ciencias, que repercute “cada vez más en la salud física y psicológica de las personas”, Francisco recuerda que también es importante “un cuestionamiento del ‘por qué’”, pues “creer que se puede transmitir el conocimiento abstrayéndolo de su dimensión ética sería como renunciar a educar”.

Por ello, el Pontífice considera que es importante que en la educación estén presentes tres lenguajes: “el lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos, para que se piense en armonía con lo que se siente y se  hace; se sienta en armonía con lo que se piensa y se hace, se haga en armonía con lo que se siente y se piensa. Una armonía general, no separada de la totalidad”.

Para ello, explicó, es preciso concebir la educación como un proceso teleológico, “que apunta al fin, necesariamente orientado hacia un fin y, por lo tanto, hacia una visión precisa del hombre” y también “otra perspectiva para abordar la cuestión del por qué -es decir, de la esfera ética- en el campo educativo”.

Finalmente, el Obispo de Roma destacó que “el camino que la Iglesia, y con ella los intelectuales católicos, deben seguir, es el que expresa el Patrón de la FIUC, el recién canonizado cardenal Newman, de esta manera: “La Iglesia no teme al conocimiento, sino que lo purifica todo, no ahoga ningún elemento de nuestra naturaleza, sino que cultiva todo”.

***

 

Discurso del Santo Padre

Rectores Magníficos y estimados Maestros,

Bienvenidos a este encuentro, con ocasión de la conferencia de la Federación Internacional de Universidades Católicas sobre “Nuevas fronteras para los dirigentes universitarios”. El futuro de la salud y el ecosistema de las universidades”. Saludo cordialmente a la Presidenta, Prof. Isabel Capeloa Gil, y  le doy las gracias por la amabilidad de haber hablado en castellano, y a todos los presentes, al tiempo que agradezco a la Federación su compromiso con el estudio y la investigación.

Hoy el sistema universitario se enfrenta a retos inesperados derivados del desarrollo de la ciencia, la evolución de las nuevas tecnologías y las necesidades de la sociedad, que requieren de  las instituciones académicas  respuestas adecuadas y actualizadas. La fuerte presión, sentida en los diversos ámbitos de la vida socioeconómica, política y cultural, interpela por lo tanto, a la vocación misma de la universidad, en particular a la tarea de los profesores de enseñar, investigar y preparar a las generaciones más jóvenes para que se conviertan no sólo en profesionales cualificados en las diversas disciplinas, sino también en protagonistas del bien común, en líderes creativos y responsables de la vida social y civil con una visión correcta del hombre y del mundo. En este sentido, las universidades hoy deben preguntarse qué contribución pueden y deben hacer a la salud integral del hombre y a una ecología solidaria.

Si estos desafíos conciernen a todo el sistema universitario, las universidades católicas deberían sentir estas exigencias aún más intensamente. Con vuestra apertura universal (precisamente “universitas”), podéis lograr que la Universidad Católica sea el lugar donde las soluciones para el progreso civil y cultural de las personas y de la humanidad, caracterizado por la solidaridad, se persigan con constancia y profesionalidad, considerando lo que es contingente sin perder de vista lo que tiene un valor más general. Los problemas, viejos y nuevos, deben ser estudiados en su especificidad e inmediatez, pero siempre desde una perspectiva personal y global. La interdisciplinariedad, la cooperación internacional y el compartir los recursos son elementos importantes para que la universalidad se traduzca en proyectos solidarios y fructuosos en favor del hombre, de todos los hombres y también del contexto en el que crecen y viven.

Como ya podemos ver, el desarrollo de las tecno-ciencias está destinado a repercutir cada vez más en la salud física y psicológica de las personas. Pero como también repercute en los modos y procesos de los estudios académicos, hoy más que en el pasado hay que recordar que toda enseñanza implica también un cuestionamiento del “por qué”, es decir, requiere una reflexión sobre los fundamentos y los fines de cada disciplina. Una educación reducida a una mera instrucción técnica, o a mera formación,  se convierte en una alienación de la educación; creer que se puede transmitir el conocimiento abstrayéndolo de su dimensión ética sería como renunciar a educar.

Es necesario superar el legado de la Ilustración. Educar, en general, pero sobre todo en las universidades, no es sólo llenar la cabeza de conceptos. Se necesitan los tres idiomas. Es necesario que entren en juego los tres lenguajes: el lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos, para que se piense en armonía con lo que se siente y se  hace; se sienta en armonía con lo que se piensa y se hace, se haga en armonía con lo que se siente y se piensa. Una armonía general, no separada de la totalidad.

Por eso es necesario actuar, partiendo en primer lugar de una idea de educación concebida como un proceso teleológico, es decir que apunta al fin, necesariamente orientado hacia un fin y, por lo tanto, hacia una visión precisa del hombre. Pero también necesitamos tener otra perspectiva para abordar la cuestión del  por qué -es decir, de la esfera ética- en el campo educativo. Se trata de su carácter típicamente epistemológico, que afecta a toda la gama del saber, y no sólo a los conocimientos humanistas, sino también a los naturales, científicos y tecnológicos. El vínculo entre conocimiento y finalidad remite  al tema de la intencionalidad y al papel del sujeto en todo proceso cognitivo. Y llegamos así a una nueva episteme; es un reto: hacer una nueva episteme.  La epistemología tradicional había subrayado este papel, considerando el carácter impersonal de todo conocimiento como una condición de objetividad, un requisito esencial de la universalidad y comunicabilidad del conocimiento. Hoy, sin embargo, muchos autores señalan que no hay experiencias totalmente impersonales: la forma mentis, las creencias normativas, las categorías, la creatividad, las experiencias existenciales del sujeto representan una “dimensión tácita” del conocimiento pero siempre presente, un factor indispensable para la aceptación del progreso científico. No podemos pensar en una nueva episteme de laboratorio, no funciona, pero sí de la vida.

En esta perspectiva, la universidad tiene una conciencia, pero también una fuerza intelectual y moral cuya responsabilidad va más allá de la persona a educar y se extiende a las necesidades de toda la humanidad. Y la FIUC está llamada a asumir el imperativo moral de trabajar para lograr una comunidad académica internacional más unida, por un lado, hundiendo con mayor convicción sus raíces en el contexto cristiano en el que se originaron las universidades y, por otro, consolidando la red entre las universidades de origen antiguo y las de las generaciones más jóvenes, a fin de desarrollar un espíritu universalista orientado a mejorar la calidad de vida cultural de las personas y delos pueblos. El ecosistema de las universidades se construye si cada universitario cultiva una sensibilidad particular, esa que procede de su atención al hombre, a todo el hombre, al contexto en que vive y crece y a todo lo que contribuye a su promoción.

La formación de los  líderes alcanza sus objetivos cuando logra invertir el tiempo académico con el fin de desarrollar no sólo la mente, sino también el “corazón”, la conciencia y las capacidades prácticas del estudiante; los conocimientos científicos y teóricos deben mezclarse con la sensibilidad del erudito e investigador para que los frutos del estudio no se adquieran en un sentido autorreferencial, sino que se proyecten en un sentido relacional y social. En última instancia, así como todo científico y todo hombre de cultura tiene la obligación de servir más, porque sabe más, así también la comunidad universitaria, especialmente si es de inspiración cristiana, y el ecosistema de las instituciones académicas deben responder juntos a la misma obligación.

En esta perspectiva, el camino que la Iglesia, y con ella los intelectuales católicos, deben seguir, es el que expresa el Patrón de la FIUC, el recién canonizado cardenal Newman, de esta manera: “La Iglesia no teme al conocimiento, sino que lo purifica todo, no ahoga ningún elemento de nuestra naturaleza, sino que cultiva todo” [1]. Gracias.

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[1] The Idea of a University, Westminster, p. 234.

 

© Librería Editorial Vaticana

 

 

 

 

04/11/2019-18:04
Larissa I. López

San Juan de Letrán: Francisco presidirá la Misa de la fiesta de su dedicación

(ZENIT — 4 nov. 2019).- Con motivo de la fiesta de la dedicación de la basílica de San Juan de Letrán, el Papa Francisco, como Obispo de Roma, presidirá la Misa en dicho templo el próximo sábado 9 de noviembre de 2019 a las 5:30 h.

Así lo informó, el pasado 31 de octubre de 2019, el Vicariato de Roma a través de un comunicado.

La Eucaristía será concelebrada por el cardenal vicario Angelo Donatis y los obispos auxiliares de la diócesis.

 

Casulla, ambón y cruz

Durante la celebración, el Santo Padre llevará una casulla cosida para la ocasión por un monasterio romano, decorada con la cruz del ábside de Letrán.

Para la ocasión se instalarán en la basílica un nuevo ambón. "El ambón es un lugar litúrgico de la Palabra de Dios", explica el padre Giuseppe Midili, director de la oficina litúrgica diocesana. Así, esta plataforma "será bendecido por el Santo Padre con la entrega del leccionario a los lectores, porque lo que bendice el ambón es la proclamación de la Palabra", describió.

Realizado en mármol, reutilizando un antiguo pluteus (losa de mármol) de la basílica de Constantino, el ambón tiene la forma típica de un ambón romano y fue elaborado por los artesanos Arte Poli de Verona.

Durante la celebración también se podrá ver por primera vez un crucifijo dorado, obra del maestro Stefano Lazzari de Perugia. "Se trata de una cruz suspendida que reproduce la cruz procesional de Nicola di Guardiagrele (1385 — 1462, escultor y orfebre italiano) fundida en el 1451 y actualmente conservada en el Museo Lateranense", indica el padre Midili.

 

Nuevas oraciones y melodías

"Las oraciones que el Papa utilizará durante la celebración son de nueva composición", prosigue el director de la Oficina Litúrgica de la Diócesis de Roma, "a saber, la colecta, la oración sobre las ofrendas, el prefacio y la oración después de la comunión. En esencia, se ha compuesto un nuevo formulario propio de la Misa de la fiesta de dedicación de la basílica de San Juan de Letrán".

Los textos cantados de la Misa (Señor ten piedad, Gloria, Santo, Cordero de Dios) contarán también con una nueva melodía. Estos cantos serán interpretados por un coro compuesto por seminaristas del Pontificio Seminario Mayor Romano, del Almo Collegio Capranica y del Colegio Diocesano Redemptoris Mater, dirigidos por el Maestro Nikolay Bogatzky.

El servicio litúrgico, por su parte, será confiado al Seminario de Nuestra Señora del Divino Amor.

Antes del final de la Misa, Francisco conferirá el mandato a los equipos pastorales de la diócesis. Esta Eucaristía, apunta el comunicado, constituye la "última etapa de un viaje" pastoral "iniciado con la presencia del Papa Francisco en la catedral el 9 de mayo para la asamblea diocesana".

 

Con Marina Droujinina

 

 

 

04/11/2019-09:44
Larissa I. López

Roma: El Papa celebra la Solemnidad de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos

(ZENIT — 4 noviembre 2019).- El pasado 1 de noviembre de 2019 el Papa Francisco, durante el Ángelus, reflexionó en torno a la solemnidad de Todos los Santos y el día 2, conmemoración de todos los Fieles Difuntos, celebró una Misa en las catacumbas de Priscila.

 

La santidad, "don y llamada"

Así, el día 1, el Francisco señaló que la solemnidad de Todos los Santos nos recuerda que "todos estamos llamados a la santidad" y que "los santos y santas de todos los tiempos, que hoy celebramos todos juntos, no son simples símbolos, seres humanos distantes, inalcanzables".

"Por el contrario, son personas que vivieron con los pies en la tierra; experimentaron el trabajo cotidiano de la existencia, con sus éxitos y sus fracasos, encontrando en el Señor la fuerza para resucitar siempre y continuar en el camino. De aquí se deduce que la santidad es una meta que no puede alcanzarse sólo con las propias fuerzas, sino que es fruto de la gracia de Dios y de nuestra libre respuesta a ella. Por lo tanto, la santidad es don y llamada", explicó.

Al mismo tiempo, en sus palabras después de la oración mariana, subrayó que "en estos días en que desgraciadamente circulan mensajes culturales negativos sobre la muerte y sobre los muertos, los invito a no descuidar, si es posible, una visita y una oración en un cementerio. Será un acto de fe".

También en el Ángelus del día 1, el Santo Padre anunció que, efectivamente, al día siguiente, celebraría la Misa en las catacumbas de Priscila, "uno de los primeros lugares de sepultura de los primeros cristianos de Roma".

A las 16 horas tuvo lugar la celebración eucarística en la basílica del papa Silvestre a la que asistieron las monjas benedictinas, custodias de las catacumbas de Priscila, así como cerca de cien invitados.

En la homilía, el Pontífice, confesó que era su primera visita a una catacumba y rememoró a los cristianos perseguidos del presente, que incluso tienen que fingir que celebran una fiesta o un cumpleaños para celebrar la Eucaristía porque está prohibido hacerlo: “Aún hoy hay cristianos perseguidos, más que en los primeros siglos. Más”, recalcó.

Al final de la Misa, antes de regresar al Vaticano, el Papa bajó a las catacumbas para una corta visita, deteniéndose por unos momentos frente al representación de la Virgen de mediados del siglo III y, en el criptopórtico, delante de la capilla griega.

Por último, ya en el Vaticano, se dirigió a las Grutas de la Basílica Vaticana para un momento de oración en privado por los Pontífices difuntos.

 

Catacumbas de Priscila

Situadas en las Vía Salaria en Roma, con entrada al convento de las Hermanas Benedictinas de Priscila, las catacumbas son uno de los cementerios romanos más antiguos que se han descubierto.

En ellas se conservan algunos frescos de especial importancia para la historia del arte, por ejemplo, las primeras representaciones de la Virgen María o de la Anunciación, indica Vatican News.

En la regina catacumbarum, “la reina de las catacumbas” como se la llama por la gran cantidad de mártires allí enterrados, están sepultados algunos Papas como Silvestre I, a quien se le construyó la citada basílica con su nombre, Celestino I, Siricio y Marcelo I y otros.

Entre los mártires más famosos cuyos restos descansan en este lugar se encuentran los santos Félix y Felipe, Crescenciano, Prisca.

De acuerdo a la misma fuente, estos enterramientos fueron excavados entre el segundo y el quinto siglo, partiendo de ambientes hipogeos preexistentes, siendo los principales un arenario, un criptopórtico y un hipogeo con las tumbas de los Acilios, descendientes de Acilio Glabrión, cónsul y senador que había sido desterrado de Roma y luego condenado a muerte por Domiciano por haberse convertido al cristianismo.

 

Priscila, benefactora de los cristianos

A esta familia pertenecía Priscila, la mujer noble que donó a tierra, cuya memoria es el 16 de enero en el Martirologio Romano, que la define como benefactora de la comunidad cristiana de Roma.

Este cementerio, perdido como muchos otros debido al ocultamiento de las entradas para protegerlo de los saqueos, fue uno de los primeros que se encontraron en el siglo XVI. Como consecuencia de ello, fue profusamente despojado de lápidas, sarcófagos, tobas y cuerpos de supuestos mártires.

No obstante, a pesar de ello, conserva pinturas particularmente bellas y significativas, expone la misma fuente.

 

 

 

 

04/11/2019-16:17
Larissa I. López

Congregación para las Causas de los Santos: Mons. Guerino Di Tora, nuevo miembro

(ZENIT — 4 nov. 2019).- El Santo Padre ha incluido entre los miembros de la Congregación para las Causas de los Santos a Mons. Guerino Di Tora, obispo titular de Zuri y auxiliar de la Diócesis de Roma.

Así lo ha informado hoy, 4 de noviembre de 2019, la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

Mons. Guerino Di Tora

Según indica la página oficial de la Diócesis de Roma, nació en Roma el 2 de agosto de 1946 y completó sus estudios filosóficos y teológicos en el Pontificio Seminario Romano.

Ordenado sacerdote el 14 de marzo de 1971, se graduó en Teología en la Pontificia Universidad Lateranense y asistió a la Facultad de Pedagogía y Psicología de la Pontificia Universidad Salesiana.

Ocupó los siguientes cargos y ministerios: asistente en el Pontificio Seminario Romano de 1971 a 1974; vicario parroquial de San Policarpo en Cinecittá de 1975 a 1985; párroco de la misma parroquia de 1985 a 1998; prefecto de la XXI Prefectura de Roma de 1994 a 1998; miembro del Colegio de Consultores de Roma de 1995 a 1998.

Desde 1997 es director de Cáritas diocesana de Roma y desde 1998 es rector de la iglesia de Santa Cecilia in Trastevere.

También ha sido profesor de religión, asistente de capellán en las cárceles de Rebibbia y Regina Coeli y profesor del Instituto Superior de Ciencias Religiosas Ecclesia Mater de Roma. Desde 1995 es capellán de Su Santidad.

 

 

 

04/11/2019-16:40
Larissa I. López

Egipto: El Papa nombra a Mons. Nicolas Thevenin nuncio apostólico

(ZENIT — 4 nov. 2019).- El Papa Francisco ha nombrado nuncio apostólico en la República Árabe de Egipto y delegado en la Liga de Estados Árabes a Mons. Nicolas Henry Marie Denis Thevenin, arzobispo titular de Eclano, hasta ahora nuncio apostólico en Guatemala.

Así lo ha informado hoy, 4 de noviembre de 2019, la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

Mons. Nicolas Henry Marie Denis Thevenin

Según informa la Conferencia Episcopal de Guatemala, nació en Saint-Dizier (Francia) el 5 de junio de 1958 y fue ordenado sacerdote el 4 de julio de 1989 incardinándose a la Arquidiócesis de Genova.

Es licenciado en Derecho Canónico e ingresó al servicio diplomático de la Santa Sede el 1 de julio de 1994. Ha prestado su servicio en las nunciaturas apostólicas de India, República Democrática del Congo, Bélgica, Líbano, Cuba, Bulgaria y en la Secretaría de Estado del Vaticano.

El Papa Benedicto XVI lo nombró nuncio apostólico en Guatemala en 2013. Mons. Thevenin fue elegido arzobispo titular de Eclano y recibió la Ordenación Episcopal de manos del Papa el 6 de enero de 2013 en San Pedro.

Habla Francés, Italiano, Inglés, Alemán y Español.

 

 

 

04/11/2019-16:58
Larissa I. López

Penitenciaria Apostólica: Francisco nombra a dos nuevos miembros

(ZENIT — 4 nov. 2019).- El Santo Padre ha nombrado consejeros de la Penitenciaría Apostólica al Rev. padre Paolo Benanti, profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana, y al Rev. Marco Panero, profesor de la Pontificia Universidad Salesiana de Roma.

Así lo ha informado hoy, 4 de noviembre de 2019, la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

Penitenciaria Apostólica

Según indica, Mons. Krzysztof Nykiel, regente de la Penitenciaría Apostólica, esta no es "un lugar de detención, una especie de prisión de la Iglesia" ni tampoco un lugar donde van "habitualmente las personas a confesarse para reconciliarse con Dios".

Es "el dicasterio más antiguo de la Curia romana" y "el primero de los tribunales apostólicos, cuya competencia recae exclusivamente en el fuero interno, es decir, en el ámbito íntimo de la relación entre Dios y el pecador.

Mons. Nykiel describió dicha penitenciaria como un "tribunal de la misericordia" que desempeña "un servicio puramente espiritual, unido inmediatamente con el fin último de toda la existencia eclesial: la salus animarum".

Por tanto, su fin "es el de facilitar a los fieles en el camino de reconciliación con Dios y con la Iglesia, en la conciencia de que la reconciliación, realizada por Cristo y actuada por el Espíritu Santo, ordinariamente pasa a través de la mediación eclesial, ya que la Iglesia misma actúa, en el tiempo y en la historia, exclusivamente como cuerpo unido y en dependencia de su cabeza, Jesucristo", explicó.

 

 

 

04/11/2019-08:00
Isabel Orellana Vilches

San Guido Maria Conforti, 5 de noviembre

«China, el gran sueño del insigne apóstol, arzobispo de Parma, y fundador de los Misioneros Javerianos, que se dejó guiar siempre por el crucifijo, su libro por antonomasia»

Natural de Casalora di Ravadese, Italia, nació el 30 de marzo de 1865. El crucifijo fue «el libro» por antonomasia de este santo fundador que se sintió llamado a seguir a Cristo siendo un adolescente: «El Crucifijo es el gran libro que ofrece a nuestros ojos horizontes infinitos». «No es posible fijar la mirada en este modelo divino sin sentirse empujado a cualquier sacrificio por grande que sea». Y desde luego él no escatimó ningún esfuerzo. Contemplando al divino Redentor supo contrarrestar la tenaz oposición de su familia para materializar una vocación que había surgido dentro de su corazón con fuerza y carácter irreversible. Ingresó en el seminario en 1876. Se caracterizó por su piedad, diligencia, obediencia, así como por su dedicación al estudio.

No había concluido sus estudios eclesiásticos cuando lo designaron vicerrector del seminario, una misión sellada por sus muchas virtudes. Al encarnar en sí mismo el evangelio testificaba con su conducta el grado de su amor a Dios, que transmitía fielmente, siendo motivo de edificación para quienes le rodearon. Por ello fue un gran formador. Recibió el sacramento del orden en 1888. En un momento dado, la lectura de la vida de san Francisco Javier le abrió inmensos horizontes apostólicos. Donde no había logrado llegar el gran santo navarro, podía hacerlo él. Ese era el sueño que fraguaba en su oración y alimentaba con la recepción de la Eucaristía. China aparecía ante sí teñida de esperanza, abriéndole los brazos para poder llevar la fe a incontables personas, su mayor y más ferviente anhelo. Inmediatamente puso en marcha el engranaje creando en 1895 un seminario en el que surgiría la Congregación de Misioneros Javerianos.

Los primeros sacerdotes en partir a China fracasaron sencillamente porque la voluntad divina era otra. Por eso, entre diversos contratiempos, se opusieron a este primer intento de fundar allí la enfermedad de alguno de los integrantes del grupo y la partida de otros. Pero el santo fundador no se desanimó. Más de una veintena de expediciones posteriores materializaron ese apostólico afán que había alentado a los pies de Cristo y continúo alumbrando hasta el fin de sus días. En la ofrenda que hacía de sí mismo a Dios se incluía el deseo de haber podido ir allí personalmente, algo que no fue posible para él. Entre tanto, realizó grandes misiones dentro de la Iglesia impulsando, entre otras acciones, la Pontificia Unión Misionera del Clero, ayudando y aconsejando a su artífice, el beato Pablo Manna. Guido fue su primer presidente, y colaboró tanto en su fundación como en su difusión, consiguiendo que el papa la aprobase.

El espíritu de un santo nunca es localista, sino universal; y así fue la mirada de este fundador que contemplaba el horizonte situado al pie del Cruficado. De él se ha dicho que «el 'espectáculo' de la cruz le hablaba 'con la elocuencia de la sangre'». En 1902 le encomendaron la diócesis de Rávena, misión que su precaria salud le impidió culminar. Hay que decir que los problemas físicos que le acompañaron casi toda su vida no fueron óbice para entregarse por completo a Dios y a los demás. Sin embargo, en ese momento, plenamente consciente de que su limitación podía constituir un veto para llevar a cabo su labor pastoral, presentó su dimisión. Eso sí, cuando vio que debía seguir adelante, ratificó su profesión prometiendo dedicarse por entero a la evangelización. Hasta 1907, mientras se restablecía de la enfermedad, redactó las constituciones, se centró en la formación de los misioneros y en el gobierno, ya que era el superior general. A finales de ese año fue designado arzobispo de Parma.

Llegó a esta sede en 1907 y rigió la diócesis de manera ejemplar durante un cuarto de siglo. Dejó en ella su impronta misionera. Su celo apostólico no tenía fronteras. Fue un insigne apóstol que supo vivir con fidelidad su día a día. En su quehacer apostólico, intenso y lleno de creatividad, se halla la realización de numerosos congresos de cariz eucarístico y mariano. Puso en marcha las escuelas de doctrina cristiana en las parroquias y enriqueció el apostolado de la diócesis con instrumentos diversos, como asociaciones, prensa católica, misiones populares, amén de acciones catequéticas, procurando una esmerada formación a los catequistas, atención al clero y a los fieles, con singular ternura hacia los pobres, junto a la formación y el cuidado que dispensó a sus hijos.

Fue un hombre fidelísimo a la Cátedra de Pedro, un gran pacificador y defensor de los derechos de los sacerdotes y de los campesinos, adalid de la Acción Católica. Mantuvo sus brazos abiertos en todo momento para creyentes y no creyentes. En 1928 efectuó un viaje apostólico a China con objeto de visitar a sus hijos. Con indescriptible gozo acogía la gracia de ver fundado ese amado país, y así penetró en la catedral de Cheng Chow entonando el Te Deum, que culminó después con un emocionado: «¡Señor, lo he visto! Ahora puedo ir en paz». En 1930, neutralizando sus escasas fuerzas con la gracia de Dios, efectuaba una intensísima y agotadora visita pastoral por la diócesis. Era la quinta ocasión en que lo hacía. En Pagazzano tuvo un grave contratiempo de salud. Le aconsejaron descansar y replicó con gallardía: «Un obispo debe estar en las trincheras como un oficial». El 5 de noviembre de 1931, «desgastado» por su pasión de amor a Cristo y a la misión evangelizadora, entregaba su alma a Dios en Parma, suplicando: « Señor, salva a mi clero y a mi pueblo del error y de la incredulidad». Fue beatificado por Juan Pablo II el 17 de marzo de 1996. Benedicto XVI lo canonizó el 23 de octubre de 2011.