Sociedad y Familia

 

¿Cómo educamos a nuestros jóvenes? 4 ejemplos que apuntan a un fracaso

 

La ‘violencia de género’ crece más entre los jóvenes de 18 y 19 años, que mantienen el estereotipo de que beber es cosa de hombres. En cuanto a ellas, la mitad de las jóvenes tienen relaciones sexuales sin ganas; y vuelve una moda denostada por el feminismo: el corsé

 

 

7 junio, 2019 | Ferran Esteve


 

 

Cuando nos planteamos cómo educar a los jóvenes en la actual sociedad hipersexualizada, donde las relaciones sexuales se han banalizado con el altavoz de los medios de comunicación, cabe recordar que una de sus consecuencias desde hace años es el aumento de la violencia machista protagonizada por menores.

Al respecto y a día de hoy, la ‘violencia de género’ crece más entre los jóvenes de 18 y 19 años, según la ‘Estadística de Violencia Doméstica y Violencia de Género’ del año 2018, publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) el pasado 28 de mayo.

Además, las nuevas generaciones de jóvenes imitan a sus padres y mantienen el estereotipo de que beber es cosa de hombres y está mal visto en ellas.

En cuanto al comportamiento las mujeres, la mitad de las jóvenes tienen relaciones sexuales sin ganas. Y sorprende el hecho de que vuelve una moda denostada por el feminismo: el uso del corsé.

Son solo cuatro ejemplos que constatan diferentes estudios, pero que nos llevan a preguntarnos cómo educar a los jóvenes para evitar estas consecuencias y que, a la vista de los resultados, apuntan a un sonoro fracaso.


Crece la violencia de género entre los jóvenes de 18 y 19 años

 

Más violencia machista entre los jóvenes

El estudio del INE señala que “en 2018 se registraron 31.286 mujeres víctimas de violencia de género correspondientes a los asuntos en los que se habían dictado medidas cautelares u órdenes de protección”.

Esta cifra supuso un aumento del 7,9% respecto al año anterior, y casi la mitad de las víctimas (47,3%) tenían entre 25 y 39 años, con una edad media de 36,5 años.

Por su parte, el total de denunciados por violencia de género fueron 31.250 hombres, contra los que se dictaron orden de protección o medidas cautelares en 2018, lo que supone un aumento del 7,85 en relación al año anterior.

Casi la mitad de los denunciados (48,1%) tenían entre 30 y 44 años. Sin embargo, “los mayores aumentos en el número de denunciados por violencia de género se dieron en el tramo de 18 a 19 años (14,1%)”, como se puede observar en la siguiente tabla, reproducida a partir del estudio.

En segundo lugar, también destacan en la tabla los denunciados que tenían entre 25 y 29 años, con un aumento del 11,9%; seguidos de los de 20 a 24 años, que aumentaron el 9,4%.

Uno de los factores que influyen en los jóvenes para adoptar pautas y comportamientos de violencia machista es la facilidad con que pueden acceder al porno y al sexo online a edades cada vez más tempranas, un riesgo que también afecta a ellas.

Hasta tal punto esto es así que los expertos advierten de que niños y adolescentes suben a las redes sociales vídeos sexuales grabados por ellos mismos, una práctica que va a más.

 

El consumo de alcohol en los jóvenes, ¿cosa de hombres?

En los años 60 se emitía por televisión el anuncio de un coñac en el que una joven rubia, a la vista de un desfile militar, decía: “es cosa de hombres”. Después, con una botella de ese coñac en la mano, añadía: “y beben Soberano porque Soberano es cosa de hombres”.

Como es lógico pensar, ese anuncio televisivo sería impensable a día de hoy. Sin embargo, un estudio realizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) muestra unas conclusiones sorprendentes.

El estudio, que analiza los estereotipos de género en relación al consumo de drogas, revela que, actualmente, esos estereotipos no han cambiado tanto y que los jóvenes piensan, como sus padres, que el alcohol no es cosa de mujeres.


Aunque el consumo de alcohol es notorio entre las chicas, se mantiene el estereotipo de que “beber es cosa de hombres”

 

El consumo de alcohol es notorio entre las chicas más o menos jóvenes, pero sigue estando muy mal visto socialmente. Se considera que son más débiles, más vulnerables, que necesitan protección, y que si beben corren más riesgo de ser agredidas sexualmente.

Si los que beben o consumen drogas son ellos, es cosa de la edad, no les marca en su entorno, todos los jóvenes lo han hecho y el único miedo que existe es que se metan en alguna pelea.

Según el estudio, esta es la opinión no solo de los jóvenes, sino también de las chicas y de sus padres, que así se lo han inculcado a ellos y ellas, porque no está “bien visto” el descontrol en una mujer.

El discurso mayoritario de los jóvenes de entre 15 y 24 años es que el consumo de drogas es un ámbito que no corresponde a las mujeres porque es “típicamente masculino”.

El trabajo añade que hay un discurso de “espejismo de la igualdad: Las chicas y los chicos consumen, y sobre todo consumen las sustancias que gozan de normalización social”.

Pero, en la práctica, chicos y chicas, y sus padres y madres, dibujan un escenario de consumo sancionador para ellas; mientras se normaliza más en ellos, lo que tampoco les ayuda mucho en su desarrollo.

La familia continúa articulándose como uno de los espacios básicos de reproducción del sistema de género: los discursos articulados por los y las jóvenes, se relacionan directamente con las elaboraciones socioculturales y discursivas de padres y madres”, concluye el estudio.


El 46,8% de las jóvenes “mantiene relaciones sexuales sin ganas”, afirma un estudio

 

La mitad de las jóvenes, sexo sin ganas

Otra posible consecuencia de la banalización del sexo tiene que ver con el hecho de que cerca de la mitad de las jóvenes entre 18 y 34 años han mantenido relaciones sexuales sin ganas.

Así lo indica el estudio ‘Diagnóstico de la mujer joven en la España de hoy’, realizado por el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, dependiente de la secretaria de Estado de Igualdad, Soledad Murillo.

Según revelaba La Vanguardia el pasado 2 de junio, en el informe se destaca que las jóvenes españolas (18 a 34 años) viven su sexualidad con más libertad que las mayores (de 35 en adelante).

Suelen tomar más la iniciativa al mantener relaciones sexuales, aunque sólo lo hace un tercio de ellas (29%); casi el doble (5,6%) ha mantenido relaciones sexuales en grupo y ha practicado el cibersexo (20,8%); y las relaciones físicas con desconocidos también se extienden en las nuevas generaciones (20,3%).

Sin embargo, “llama la atención las escasas diferencias generacionales que se reflejan en un dato que no invita en absoluto al optimismo: alrededor de la mitad de las mujeres (el 46,8% de las jóvenes y el 51% de las adultas) ha mantenido relaciones sexuales sin ganas”, insiste el estudio.

Al respecto, los responsables del informe consideran que “el feminismo no ha terminado de trasladarse al ámbito sexual”.


Ellen Fanning, Nicole Kidman y Madonna, tres iconos feministas, presas del corsé

 

El antifeminista corsé, de moda

Otra paradoja de esta sociedad hipersexualizada es que, mientras el feminismo lucha por liberarse de cualquier opresión que se considere machista, se pone de moda el corsé, una pieza inventada en el siglo XVI para ceñir el cuerpo femenino.

Estrellas estadounidenses adheridas a la revolución del #MeToo, que presumen de feministas, no se lo piensan dos veces a la hora de exhibirse en las alfombras rojas con cinturas de avispa bajo la presión de un corsé.

Es el caso de Elle Fanning, que recientemente llegó a desmayarse en el Festival de Cannes al lucir un vestido de Prada con un corsé estrechísimo para resaltar su silueta.

Su hermana, Dakota Fanning, también sufrió un desmayo hace un año durante el rodaje de El alienista. Cuando se puso el corsé para el rodaje de una primera prueba se desmayó.

“Acababa de bajar del avión. Estaba hinchada y con jet-lag y en cuanto me lo pusieron perdí el conocimiento”, explicaba para describir que “el corsé modifica tu cuerpo. Afecta a todo lo que haces: respirar, caminar, sentarte, estar de pie y, por supuesto, comer”, afirmó tras el incidente.

Otra actriz que acabó desmayándose debido a la presión del corsé fue Nicole Kidman, durante el rodaje de Retrato de una dama.

Kidman volvió a pasar por una experiencia similar con Moulin Rouge, cuando al intentar conseguir una cintura de 46 centímetros el corsé llegó a oprimirle tanto que acabó rompiéndose una costilla.

Los corsés tipo victoriano impiden expandir la caja torácica de modo que su uso puede llevar a alteraciones respiratorias y en consecuencia a la hipoventilación”, afirmaba el traumatólogo Andrés Combalía en una información publicada el 2 de junio en La Vanguardia.

Este experto añadía que “usar un corsé no elástico siempre desde la edad infantil podría disminuir el perímetro de la caja torácica”.

Otro icono del #MeToo y del feminismo, Madonna, lució durante su gira ‘Blond Ambition’ un provocador corsé diseñado por Jean-Paul Gaultier que causó furor en sus conciertos.

En ese sentido, cabe resaltar que muchos de los mejores diseñadores han recurrido a los corsés para crear tendencia y producir un efecto seductor en las principales pasarelas de Milán, París, Nueva York y Londres.

Todos estos contradictorios ejemplos de ‘sumisión’ al corsé en aras de conseguir una figura atractiva y sensual, hacen de altavoz dirigido a los jóvenes de ambos sexos.

Visto lo visto, cabe insistir en la misma pregunta: ¿cómo educar a los jóvenes y qué valores transmitirles? Llevamos muchos años implementando políticas públicas y un sistema educativo que apuntan en un determinado sentido, pero los resultados parece que van en sentido contrario.