Tribunas

El voto de los católicos es clave

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

A pocos días de que se celebren las que, probablemente, serán las elecciones generales más importantes de la democracia española de los últimos años, si nos fijamos en lo que han publicado últimamente los obispos con sus escritos semanales, parece que aquí no pasa nada, ni va a pasar.

Quizá haya sido el efecto de celebrar las elecciones generales nada más concluir la Semana Santa. O quizá una tendencia que tiene mucho de distancia real, por varias causas, sobre lo que pasa e interesa de verdad en la sociedad.

Perdón, en las últimas horas, el obispo de Santander, monseñor Manuel Sánchez Monge, ha publicado una Carta titulada “Ante las próximas elecciones generales”, en la que recuerda que “los ciudadanos, a la debida edad, tenemos el derecho y el deber de votar.  Para ello cada elector está llamado a elaborar un juicio prudencial que por definición no está nunca dotado de certeza incontrovertible”.

Y a renglón seguido añade los criterios clásicos, comenzando por la defensa de la vida, desde la concepción hasta la muerte natural.

Por cierto que como se vio en el primer debate, plantear algunas cuestiones morales, como el caso de los vientres de alquiler, les parece a algunos políticos -Albert Rivera, el de Ciudadanos-, algo atávico. El criterio para este candidato es la autonomía de la mujer, es decir, da lo mismo si lo que lleva en su seno es una persona que es un bien en sí mismo, y no un fin para satisfacer deseos, o un ser indefinido.

Si en esta ocasión los españoles nos jugamos mucho, la clave está en que también los católicos seamos conscientes de la gravedad y trascendencia del voto. Más allá de imágenes creadas por los medios de comunicación, de estereotipos, y de falsas descalificaciones, es el momento de que el católico se acuerda de lo que es a la hora de votar.

Pensar que todas las formaciones, todos los programas, son igual de insuficientes y, por tanto, igual de posibles como destinatarios del voto de los católicos es una expresión del relativismo moral. No todo es equidistancia. Pensar que todos los partidos están a la misma distancia del Evangelio es una mentira.

En estas elecciones hay partidos que con sus propuestas son más acordes con la concepción cristiana de la existencia que otros. Hay partidos que están más cerca y otros más lejos. Incluso de algunos partidos ya sabemos a lo que juegan por su pasado reciente.

Si me apuran diría que, respecto a la jerarquización de propuestas políticas, hay que dar prioridad a las que se refieren a cuestiones antropológicas y educativas. Las sociales, que son importantes, están en la práctica subordinadas al sistema económico del conjunto y dependen de factores exógenos. Pero temas como la eutanasia, el aborto, la familia, la lucha contra la ideología de  género y sus consecuencias para el presente y el futuro, son claves.

Y entre los partidos, yo utilizaría un criterio penúltimo: el que defienda la libertad auténtica, que rompe con lo políticamente correcto y con ese magma de equidistancia ética que impregna a nuestra sociedad. Libertad personal y social, libertad de la Iglesia, libertad real para la posibilidad de educación y propuesta de medios para el ejercicio de la libertad.

Establecer prioridades para la toma de decisiones en función de si me cae bien un líder o no, o si los medios de comunicación dicen esto o aquello, se convierte en un ejercicio arbitrario en el cálculo de la responsabilidad moral. Atentos también a los políticos que mienten, aunque se pasen el tiempo diciendo que los que mienten son otros. Que ya decía J. F. Revel que estamos en un mundo de mentira.

Que ustedes voten bien.

 

José Francisco Serrano Oceja