Cáritas | Cooperación internacional • 22 Marzo 2019

 

“El ciclón ha dejado una destrucción como no existía en la memoria de Mozambique”

 

Fabrizio Graglia escribe una carta desde Beira, el epicentro de la catástrofe causada por el ciclón Idai.

 

 

 


 

 

Fabrizio Graglia, de la Asociación Esmabama –con quien Cáritas ha trabajado en Mozambique–, ha escrito esta carta contando cómo vivió el paso del ciclón por Beira y cómo está sobreviviendo estos días, mientras esperan una ayuda que tarda en llegar. Beira está siendo una de las ciudades de Mozambique más afectadas por las lluvias torrenciales y los fuertes vientos, y el pasado 14 de marzo, fue destruida en un 90 por ciento.

“Conseguí viajar desde Beira a Nampula para llegar a Maputo y así poder acceder a Internet y poder contaros los últimos sucesos que golpearon a la provincia de Sofala.

Un ciclón devastador (Idai) arrasó la provincia de Sofala en la noche del jueves, 14 de marzo. Desde aquel día estamos sin energía eléctrica, teléfono, combustible, comida, agua potable y accesos a cajeros automáticos. Los bancos continúan cerrados.

Este ciclón ha dejado tras de sí un rastro de muerte y destrucción como no existe en la memoria de este país. Las escuelas, nuestra oficina y los hospitales que permanecieron en pie se convirtieron en un refugio improvisado de centenares de familias que lo perdieron todo. En el hospital fallecieron 165 personas, debido sobre todo a la caída de parte del edificio y a la falta de energía que alimentaba las máquinas.

No hay postes de luz en pie, los árboles tumbados bloquean las calles y ninguna tienda o mercado se encuentra operativo. Solo hemos comido naranjas y aguacates durante tres días y hemos racionalizamos el agua potable. El viento era tan fuerte que arrancó los motores de los aires acondicionados lanzándolos hacia los tejados de alrededor.

Leyendo las ultimas noticias en Internet, compruebo ahora que los vientos llegaron a picos de 230 kilómetros por hora aquella noche. Ninguna puerta o ventana resistió la furia del agua del mar que con arena y piedras arraso todo lo que encontró en su camino. Las chapas arrancadas de los tejados se convirtieron en cuchillas y puñales que entraban dentro de las casas. Nuestros edificios se volvieron piscinas y nos protegimos con colchones para no ser alcanzados por los vidrios y chapas desprendidos. Mi casa de alquiler ubicada en frente de la playa de Ponta Gea se desmoronó como una montaña de naipes quedando en pie apenas la parte trasera de la misma. Varios animales de pequeño tamaño volaron literalmente y quedaron colgados de árboles y tejados o aplastados por los escombros.

Todo esto duró veinte horas, hasta las 4 de la mañana El final fue el más peligroso: el viento disminuyó durante algunos minutos y después embistió con más fuerza aún, destruyendo las últimas casas que quedaban en pie.

Al día siguiente pedí a dos personas que trabajan con nosotros que fuesen en barco a Barada (una localidad vecina) para conseguir alguna información, pero el viento no permitía la navegación. Entonces, pedí a uno de los conductores que tomase la ruta terrestre, pero tuvo que regresar tras cuarenta kilómetros, porque la carretera había sido engullida y en su lugar había un lago con cocodrilos y personas subidas en los árboles.

Algunas personas que caminaron durante días hasta Beira nos dijeron que habían desaparecido aldeas enteras con casas y personas. Durante la noche las personas que lo han perdido todo deambulan por la ciudad.

Cuatro días después continúa lloviendo torrencialmente y los ríos siguen aumentado su nivel. Se prevé que se mantenga así en los próximos días. Los países vecinos están también afectados por las lluvias y seguramente abrirán las compuertas de sus pantanos para evitar que se colapsen, por lo que se espera que aumenten las inundaciones en la zona de Sofala.

 Estoy consternado y destrozado con este escenario dantesco y con el pánico reflejado en el rostro de los que ahora temen por sus vidas. Necesitamos ayuda urgente.”

 

EMERGENCIA
Cáritas con Mozambique