Cáritas | Acción social • 14 Febrero 2019

 

Una nueva casa, un nuevo comienzo

 

La historia de una familia que participó en el proyecto de viviendas unipersonales para personas en exclusión residencial de Cáritas Tenerife.

 

 

Por Alejandra Hernández, coordinadora del Proyecto Base 25, de Cáritas Tenerife


 

 

Hace algo más de un año, justo antes de Navidad, estábamos preparando un recurso alojativo distinto al que veníamos gestionando hasta ahora: unas pequeñas viviendas unipersonales donde las personas que lo necesitaran pudieran mantener su intimidad y su independencia.

Y en medio de la vorágine que suponen estos preparativos, una familia llamó a nuestra puerta. Se trataba de un papá de origen brasileño en situación administrativa irregular, una mamá argentina, también en situación irregular, y una hermosa bebé que había nacido en Tenerife.

Desde Cáritas Diocesana lo teníamos claro: teníamos algo que ellos necesitaban, y simplemente, acogimos. Estaban nerviosos; llevaban días dando tumbos de un lugar para otro intentando proteger a su pequeña niña. Nosotros también lo estábamos; era la primera familia a la que podíamos dar acogida y lo hacíamos desde la inseguridad eterna que da acompañar personas, y porque realmente el recurso no estaba aún como habíamos previsto.

Sin embargo, al abrir la puerta y ver sus caras al entrar, simplemente sentimos que estábamos haciendo lo que teníamos que hacer: poner los bienes al servicio de las personas. Dieron un suspiro tan grande que no pudimos hacer más que dar un paso atrás y salir viendo cómo se daban un abrazo de alivio y de esperanza.

Ese espacio les ha permitido tener un lugar estable donde vivir durante un año. Desde allí empezamos a acompañar las gestiones de documentación, el empadronamiento, el médico… Ellos comenzaron a tejer redes con amigos y conocidos, a conocer recursos y a otras familias.

 

Acompañar a la familia en todo lo posible

En Cáritas Tenerife abrazamos a esta familia desde todas las ramas que nos fue posible: orientación jurídica y social, acompañamiento desde el voluntariado de la parroquia, cobertura de necesidades básicas, tiendas solidarias de ropa, etc. Y cuando ambos tuvieron su documentación en regla comenzaron a ser acompañados desde la orientación laboral y empezaron a salir los primeros trabajos, que sin embargo estaban lejos de donde residían, así que había que generar ayudas de trasporte, el centro infantil para la pequeña, etc.

Durante todo el proceso intentamos respetar sus tiempos, sus decisiones, incluso sus desencuentros. Les acompañamos cerca, pero también en la distancia. Y así hasta que encontraron empleo, que poco después les permitió conseguir una vivienda de alquiler.

Se fueron a finales del año pasado, dejando el rastro de su presencia en la vivienda y también en las personas que los acompañamos. En nuestra documentación pone “objetivos cumplidos”. Pero mejor que esa definición, quedan sus palabras de agradecimiento: “Nunca vamos a olvidar lo que han hecho por nosotros. Sin ustedes, hubiéramos estado en la calle”.

 

Gracias al compromiso de todos

Nosotros, mientras tanto, nunca vamos a olvidar que hemos cumplido con nuestra gran misión: estar con quienes nos necesitan. ¿Y cómo ha sido posible? Sumando granos de arena: cada persona que dio un donativo; el Cabildo que apoyó económicamente la ejecución de las obras en nuestras viviendas; la compañía que cedió los electrodomésticos de la casa; las empresas del sector del mueble que cedieron sus productos; el voluntariado que habló con esas empresas; las parroquias que se organizaron; el voluntario de los roperos; el personal técnico que soñó un recurso diferente, el personal de administración que gestionó lo necesario, y los equipos de coordinación y dirección que facilitaron todas las actuaciones.

En definitiva, todo esto fue posible porque cada cual hizo su trabajo, pero sintiéndose parte de un mismo objetivo, una misma tarea, una misma realidad. Porque otro mundo es posible. Porque “tu compromiso, nuestro compromiso, el de todos, mejora el mundo”.