Servicio diario - 07 de febrero de 2019


 

"¿Por qué ellos y no yo?", se preguntaba el Papa al visitar una cárcel
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: Conversión, "abrir el corazón a fin de que entre la Palabra de Dios"
Rosa Die Alcolea

Venezuela: "Verificar la voluntad de ambas partes" para una posible mediación
Rosa Die Alcolea

Venezuela: Los obispos convocan a una jornada de oración el domingo 10 de febrero
Redacción

Mons. Enrique Díaz Díaz: 'Encuentro y vocación'
Enrique Díaz Díaz

Santa Josefina Bakhita, 8 de febrero
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

07/02/2019-17:20
Rosa Die Alcolea

"¿Por qué ellos y no yo?", se preguntaba el Papa al visitar una cárcel qué ellos y no yo?".

(ZENIT – 7 febrero 2019).- Cuando el Arzobispo Bergoglio, en Buenos Aires, entraba en la cárcel, se preguntaba “¿Por qué ellos y no yo?”. “Habría podido estar allí, y en cambio, no; el Señor me ha dado la gracia de que mis pecados y mis carencias se hayan perdonado o no se hayan visto, no lo sé. Pero esa pregunta ayuda mucho: ‘¿Por qué ellos y no yo?'”.

Francisco ha expresado así su cercanía y acompañamiento a los trabajadores del centro penitenciario romano de Regina Coeli y les ha recordado que la prisión es un lugar que "necesita mucha atención y humanidad" por que se cumple la pena "en el doble sentido: de castigo y sufrimiento".

El centro penitenciario —ha advertido el Papa— es lugar donde todos, la policía penitenciaria, los capellanes, los educadores y voluntarios, "están llamados a la difícil tarea de curar las heridas de quienes, debido a los errores cometidos, se encuentran privados de la libertad personal".

El personal del centro penitenciario romano se han encontrado con el Pontífice en audiencia esta mañana, a las 12 horas, en el Aula Pablo VI y han podido escuchar sus palabras de aliento. "Por mi parte, os acompaño con mi afecto, que es sincero. Yo estoy muy cerca de los reclusos y de la personas que trabajan en las cárceles".

Y es que el Papa Francisco, cuando era Arzobispo de Buenos Aires, iba a menudo a la cárcel, y ahora cada quince días llama por teléfono a un grupo de reclusos de una cárcel que visitaba con frecuencia. "Estoy cerca", ha expresado.

 

"Concordia y unidad"

El Santo Padre ha animado a los trabajadores a realizar esta importante obra con sentimientos de "concordia y unidad". Todos juntos, dirección, policía penitenciaria, capellanes, área educativa, voluntariado y comunidad externa estáis llamados a marchar en una sola dirección, para ayudar a levantarse de nuevo y crecer en la esperanza a aquellos caídos desafortunadamente en la trampa del mal.

"Mi afecto y mi oración para que contribuyáis con vuestro trabajo a hacer que la prisión, lugar de dolor y sufrimiento, sea también un laboratorio de humanidad y esperanza", les ha dicho a los trabajadores.

RD

 

A continuación, ofrecemos el discurso completo del Papa Francisco:

***

 

Discurso del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas,

Me alegra encontraros y os saludo a todos cordialmente, empezando por el capellán, el padre Vittorio Trani y la directora, la Sra. Silvana Sergi, a quienes agradezco sus palabras. Representáis a la comunidad de trabajo que se pone al servicio de los reclusos de la prisión romana de Regina Coeli: agentes de custodia, personal administrativo, médicos, educadores, capellanes y voluntarios, acompañados por vuestros familiares. Expreso a cada uno mi gratitud y la de la Iglesia por vuestro trabajo junto a los reclusos: requiere fuerza interior, perseverancia y conciencia de la misión específica a la que estáis llamados. Y algo más. Hay que rezar todos los días para que el Señor os dé sentido común: el sentido común en las diversas situaciones en las que os encontréis.

La prisión es un lugar de pena en el doble sentido de castigo y sufrimiento, y necesita mucha atención y humanidad. Es un lugar donde todos, la policía penitenciaria, los capellanes, los educadores y voluntarios, están llamados a la difícil tarea de curar las heridas de quienes, debido a los errores cometidos, se encuentran privados de la libertad personal. Es bien sabido que una buena colaboración entre los diferentes servicios en la prisión es un gran apoyo para la rehabilitación de los reclusos. Sin embargo, debido a la falta de personal y al hacinamiento crónico, esa tarea laboriosa y delicada corre el riesgo de verse en parte frustrada.

El estrés laboral causado por los apretados turnos y, a menudo, la distancia de las familias son factores que pesan sobre un trabajo que ya implica un cierto esfuerzo psicológico. Por lo tanto, figuras profesionales como las vuestras necesitan un equilibrio personal y motivaciones válidas constantemente renovadas; de hecho, no solo estáis llamados a garantizar la custodia, el orden y la seguridad de la institución, sino también, a menudo, a curar las heridas de los hombres y mujeres que encontráis a diario en sus secciones.

Nadie puede condenar a otro por los errores que ha cometido, ni mucho menos infligir sufrimientos que ofenden la dignidad humana. Las cárceles necesitan humanizarse cada vez más y es doloroso escuchar, en cambio, que muchas veces se las considera lugares de violencia e ilegalidad, donde abundan las maldades humanas. Al mismo tiempo, no debemos olvidar que muchos presos son pobre gente, no tienen referencias, no tienen seguridad, no tienen familia, no tienen los medios para defender sus derechos, están marginados y abandonados a su destino. Para la sociedad los reclusos son individuos incómodos, son un descarte, una carga. Es doloroso, pero el inconsciente colectivo nos conduce a ello.

Pero la experiencia muestra que la cárcel, con la ayuda de los operadores penitenciarios, puede convertirse verdaderamente en un lugar de rescate, de resurrección y de cambio de vida; y todo esto es posible a través de itinerarios de fe, de trabajo y de formación profesional, pero sobre todo de cercanía espiritual y de compasión, siguiendo el ejemplo del buen samaritano, que se inclinó para cuidar a su hermano herido. Esta actitud de proximidad, que encuentra su raíz en el amor de Cristo, puede favorecer en muchos reclusos la confianza, la conciencia y la certeza de ser amados.

Además, la pena, cualquier pena, no puede estar cerrada; debe tener siempre "la ventana abierta" para la esperanza, sea por parte de la cárcel que de cada persona. Cada uno debe tener siempre la esperanza de la reinserción parcial. Pensemos en los condenados a cadena perpetua, ellos también: "Con mi trabajo en la cárcel"... Dar, hacer trabajos. Siempre la esperanza de la reinserción. Una pena sin esperanza no sirve, no ayuda, causa en el corazón sentimientos de rencor, tantas veces de venganza, y la persona sale peor de lo que entró. No. Hay que conseguir siempre que haya esperanza y ayudar siempre a mirar más allá de la ventana, esperando en la reinserción. Sé que trabajáis tanto, mirando a este futuro para reinsertar a cada uno de los que están en la cárcel.

Os animo a que realicéis vuestra importante obra con sentimientos de concordia y unidad. Todos juntos, dirección, policía penitenciaria, capellanes, área educativa, voluntariado y comunidad externa estáis llamados a marchar en una sola dirección, para ayudar a levantarse de nuevo y crecer en la esperanza a aquellos caídos desafortunadamente en la trampa del mal.

Por mi parte, os acompaño con mi afecto, que es sincero. Yo estoy muy cerca de los reclusos y de la personas que trabajan en las cárceles. Mi afecto y mi oración para que contribuyáis con vuestro trabajo a hacer que la prisión, lugar de dolor y sufrimiento, sea también un laboratorio de humanidad y esperanza. En la otra diócesis (Buenos Aires) iba a menudo a la cárcel; y ahora cada quince días llamo por teléfono a un grupo de reclusos de una cárcel que visitaba con frecuencia. Estoy cerca. Y he tenido siempre una sensación cuando entraba en la cárcel: "¿Por qué ellos y no yo?". Habría podido estar allí, y en cambio, no; el Señor me ha dado la gracia de que mis pecados y mis carencias se hayan perdonado o no se hayan visto, no lo sé. Pero esa pregunta ayuda mucho: "¿Por qué ellos y no yo?".

Os bendigo de todo corazón así como a vuestros seres queridos y os pido por favor que recéis por mí, que lo necesito. ¡Gracias!

 

 

07/02/2019-19:58
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: Conversión, "abrir el corazón a fin de que entre la Palabra de Dios"

(ZENIT — 7 febrero 2019).- La conversión y la curación es un tema que nos atañe a todos, ha propuesto el Santo Padre en su homilía de la Misa matutina, celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, este jueves, 7 de febrero de 2019.

"Para abrir el corazón de los demás e invitarlos a convertirse se necesita la mansedumbre, la humildad y la pobreza, siguiendo los pasos de Cristo", ha asegurado el Papa, tras escuchar las lecturas del día, el pasaje evangélico de San Marcos (6, 7-13).

La "primera curación" es la conversión, en el sentido de "abrir el corazón a fin de que entre la Palabra de Dios", ha matizado.

"Convertirse es mirar hacia otra parte, coincidir en otra parte. Y esto abre el corazón, hace ver otras cosas. Pero si el corazón está cerrado no puede ser curado", ha continuado. "Si alguien está enfermo y por tenacidad no quiere ir al médico, no será curado. Y a ellos dice, primero: 'Conviértanse, abran el corazón'. Nosotros los cristianos hacemos tantas cosas buenas, pero si el corazón está cerrado, es todo un barniz exterior.

El Papa ha exhortado al camino de la "pobreza", a la "humildad" y a la "mansedumbre".

“Así, ha puesto de ejemplo: Si un apóstol, un enviado, alguno de nosotros – somos tantos los enviados aquí – va un poco con la nariz para arriba, creyéndose superior a los demás o buscando algún interés humano o – no sé – buscando posiciones en la Iglesia, jamás curará a alguien, no habrá logrado abrir el corazón de nadie, porque su palabra no tendrá autoridad. El discípulo tendrá autoridad si sigue los pasos de Cristo”.

"¿Y cuáles son los pasos de Cristo? La pobreza. ¡De Dios se hizo hombre! ¡Se ha aniquilado! ¡Se ha despojado! La pobreza que conduce a la mansedumbre, a la humildad. Jesús humilde que va por la calle para curar. Y así un apóstol con esta actitud de pobreza, de humildad, de mansedumbre, es capaz de tener autoridad para decir: "Conviértanse", para abrir los corazones".

 

 

07/02/2019-19:39
Rosa Die Alcolea

Venezuela: "Verificar la voluntad de ambas partes" para una posible mediación

(ZENIT — 7 febrero 2019).- El director ad interim de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, respondiendo a las preguntas de los periodistas sobre la situación en Venezuela, ha declarado que "el Santo Padre se ha reservado siempre y por tanto se reserva la posibilidad de verificar la voluntad de ambas partes determinando si existan las condiciones para seguir este camino".

Es el comunicado de la Santa Sede, publicado el 7 de febrero de 2019, por la Santa Sede.

El Papa Francisco aclaró en la conferencia de prensa a su regreso de Abu Dhabi que recibió una carta del presidente de Venezuela antes de partir hacia los Emiratos Árabes, y señaló que deben solicitar ambas partes la mediación.

 

Obispos de Venezuela

El obispo auxiliar de Caracas y secretario general de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) dijo hace unos días, al término de una conferencia de prensa en la que la Iglesia venezolana se expresó una vez más sobre la situación en el país al "No queremos un derramamiento de sangre, por ninguna razón al mundo".

Así, en los últimos días, Mons. José Trinidad Fernández, al término de una conferencia de prensa en la que la Iglesia venezolana se expresó una vez más sobre la situación en el país. "Sabemos que el pueblo venezolano es pacífico, que se necesita una solución negociada y pacífica, que respete a todos. El mandamiento `no matarás' es particularmente válido en este momento y éste debe ser un proceso de paz, no de guerra".

"Ciertamente —continuó el Secretario General del CEV— "la nuestra es una petición de diálogo y lo hemos reiterado muchas veces en nuestros pronunciamientos. Un diálogo que debe conducir a esa transición pacífica y a ese cambio político que el pueblo está pidiendo. Un cambio político, para ir a elecciones claras y transparentes".

Además, la Iglesia venezolana sigue señalando la dramática situación de la población, la falta de alimentos y medicinas, "es fundamental abrir el país a la ayuda humanitaria, estamos en una situación dramática, sin precedentes, los niños están desnutridos y faltan los medicamentos básicos, los más comunes".

 

 

07/02/2019-17:46
Redacción

Venezuela: Los obispos convocan a una jornada de oración el domingo 10 de febrero

(ZENIT — 7 febrero 2019).- "Invitamos a todas las personas a participar en la Eucaristía el domingo 10 de febrero de 2019 y a orar en todas las iglesias, en nuestros hogares y comunidades, pidiendo al Señor que nos conceda paz, reconciliación, libertad y salud espiritual y corporal, y realizar de manera creativa gestos de fraternidad y solidaridad en las diferentes comunidades".

Este es el llamado lanzado en un comunicado conjunto de la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), la Conferencia de Religiosos (CONVER) y el Consejo Nacional de los Laicos (CNL).

En el texto enviado a la Agencia de Noticias Fides, en todas las comunidades y en todo el país estamos experimentando "una situación dramática, experimentamos una situación dolorosa de injusticia y sufrimiento debido a la falta de lo necesario para una vida digna y fructífera". Todo esto ha llevado a la búsqueda de un "cambio político a través de un proceso de transición pacífico y transparente, que conduzca a elecciones libres y legítimas, para reanudar el camino democrático y recuperar el estado de derecho, la reconstrucción del tejido social, la producción económica, la moral en el país y el nuevo encuentro de todos los venezolanos".

Este camino hacia el proceso electoral debe hacerse "pacíficamente y con los instrumentos presentes en la Constitución nacional, para evitar mayores sufrimientos y dolores a la población", es lo que está escrito en el texto, que luego juzga "la creciente represión por razones políticas, la violación de los derechos humanos y las detenciones arbitrarias y selectivas moralmente inaceptables".

Recordando a las autoridades estatales que "cumplan con su primer deber de servir al pueblo" y que pongan fin a los abusos de poder mencionados, en particular con respecto a la detención de menores, los firmantes de la declaración agradecen a los activistas de derechos humanos por lo que hacen a pesar de riesgos, e instarlos a que continúen asistiendo a las víctimas que sufren injusticias, pidiendo "respeto y seguridad personal y legal de quienes ejercen este servicio digno en Venezuela".

La Iglesia Católica insta a otorgar los permisos necesarios para aliviar el impacto de la crisis en las personas más vulnerables. Caritas Venezuela y las diversas instituciones de promoción social de la Iglesia están comprometidas a continuar el amplio servicio que prestan en todo el territorio nacional, "con equidad, inclusión, transparencia y eficacia".

"En este momento crucial en la historia nacional, invitamos a todos los venezolanos a dar lo mejor de sí mismos, cada uno en su campo de trabajo y acción, porque con unidad, solidaridad y responsabilidad ética, buscamos el bien común y trabajamos incansablemente para la reconstrucción de La democracia y toda la nación, evitando cualquier derramamiento de sangre, como dijo el Papa Francisco".

 

 

07/02/2019-08:59
Enrique Díaz Díaz

Mons. Enrique Díaz Díaz: 'Encuentro y vocación'

 

Isaías 6, 1-2. 3-8: Aquí estoy, Señor, envíame
Salmo 137: Cuando te invocamos, Señor, nos escuchaste
I Corintios 15, 1-11: Esto es lo que hemos predicado y lo que ustedes han creído
San Lucas 5, 1-11: Dejándolo todo, lo siguieron

Su figura pequeñita contrasta con su fuerza espiritual. Incansable, dinámica, entregada... "No entiendo mi vida sin Jesús". Es religiosa desde tiempos inmemoriales, la edad ha mermado sus fuerzas, pero su espíritu inquieto sigue vivo y su pasión por Jesús y los pobres crece cada día más. "Desde el primer día dije 'Sí' a Jesús y quiero seguírselo diciendo cada día. No puedo apartar de mi su mirada, no puedo olvidar su invitación... no puedo separar su rostro de los más pobres y sencillos. En ellos lo he encontrado y me ha dado felicidad". Entrega plena brotada de un encuentro con Jesús. ¿Nos dejamos mirar por Jesús? ¿Nos dejamos inquietar por sus palabras? Sólo un encuentro con Él cambiará nuestras vidas.

En nuestro caminar hemos ido encontrando personas que, tocadas por un encuentro profundo con Jesús, han cambiado completamente su vida. No pueden entender su existencia sin la presencia de Jesús. San Lucas también nos cuenta esta experiencia profunda de los discípulos que han tenido un encuentro y una llamada tan fuerte que les trastocó por completo. Es impactante la presencia de Jesús en la vida de sus nuevos compañeros. Se nota en las palabras de Pedro: "¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!", o en la expresión que retrata a todos los discípulos: "estaban llenos de asombro", pero sobre todo en las consecuencias drásticas de este encuentro: "dejándolo todo, lo siguieron". Quizás lo narrado por San Lucas parezca tan extraordinario que pensemos que realmente debió suceder durante un periodo largo de tiempo que les permitió conocer más a Jesús y profundizar más toda esta experiencia. Es cierto, pero tenemos que darnos cuenta que en la vida de las personas, casi siempre, hay un hecho, un acontecimiento, que impacta el interior y del que arranca un cambio profundo. Hoy San Lucas nos lo muestra en la vida de los discípulos.

De llamadas y respuestas se compone la liturgia de hoy y se centra en un solo tema: la vocación. Las tres lecturas proponen un encuentro que transforma. Con frecuencia cuando decimos "vocación", lo hemos reducido al plano de la vida religiosa y sacerdotal, pero el llamado de Dios tiene un horizonte mucho más amplio. La llamada es una propuesta de Dios a todo hombre y a toda mujer, y espera una respuesta sincera de cada uno. Las formas serán muy diversas, pero el que llama y la finalidad para la cual nos llama, serán únicos: participar y hacer participar de la vida plena a todos los hombres. La tarea es enorme pero también la ilusión y el amor que nos impulsan serán grandes.

Entre el llamado y la misión siempre aparece la respuesta libre del hombre que se adhiere a este proyecto. Isaías, después de haber sido tocado en sus labios y en su corazón, responde con valentía: "Aquí estoy, Señor, envíame". Así también se nos presenta San Pablo que, aunque se considera como un aborto e indigno de llamarse apóstol, se entrega por completo a su vocación de testigo de Jesús. Hoy cada uno de nosotros también recibe esa invitación a participar del sueño de Jesús. Es un fuerte llamado, urgente llamado, ante una sociedad que tiembla y se estremece, que se desalienta porque ha equivocado sus esfuerzos en medio de la noche y ya no tiene arrestos ni la ilusión que la impulse a intentarlo de nuevo. Los que tienen su seguridad prefieren no abandonar la orilla. No están dispuestos a arriesgarse confiando sólo en la palabra de Jesús, prefieren sus seguridades, su riqueza y su comodidad.

Nuestra humanidad se encuentra en la cuerda floja. Da la impresión de que bastaría un pequeño detonante para que todo se viniera abajo, pero lo más triste es que se percibe un sentimiento de impotencia y pesimismo que induce a la indiferencia o al fatalismo. Ante los fracasos de las propuestas económicas y sociales, no se encuentran caminos que ayuden a construir un mundo mejor. Claro, todo se ha basado en la economía, en el sistema neoliberal, en el comercio, en la ambición. Cristo hoy propone una nueva solución teniendo en el centro a la persona. No partir del dinero, ni del poder, ni de la ambición, sino partir de lo esencial: el valor y la dignidad de las personas y de la comunidad.

Pedro aprende una nueva profesión, pescador de hombres, y una nueva técnica: confiar sólo en la Palabra. También Cristo nos mira, nos llama y nos invita a esta nueva profesión con sus nuevos métodos. Ser pescador de hombres hoy, significa participar en todas las empresas que quieren evitar su perdición y destrucción. Ser pescador de hombres compromete en la búsqueda de una mayor igualdad, de una paz más estable, de un cambio total de los valores que mueven la sociedad. Ser pescador de hombres es construir con los pequeños un nuevo mundo. Jamás podremos decirnos discípulos de Jesús si permanecemos fuera o indiferentes ante estos movimientos de salvación y liberación.

No seremos sus seguidores, si nos contentamos con trabajar un poco por las mañanas. Necesitamos fatigarnos toda la noche y, después de haber fracasado una y otra vez, tener los ánimos y la esperanza suficientes para remar mar adentro y lanzar nuevamente las redes. La única forma de manifestar el amor de Dios es compartiendo este amor con todas las personas. Sí, también hoy nosotros como Pedro necesitamos sacudirnos nuestras ataduras y lanzar nuevamente nuestra red "confiando sólo en su palabra".

¿Cómo hemos sentido el llamado de Jesús? ¿Cuáles son los fracasos que nos atan y limitan para construir una nueva sociedad? ¿A qué le tenemos miedo? ¿Qué significa para nosotros en estos días ser "pescadores de hombres"? ¿Cuánto confiamos en la Palabra de Jesús?

Padre Bueno, que tu amor incansable cuide y proteja siempre a estos hijos tuyos, que han puesto en tu Palabra toda su esperanza. Que el fracaso no nos lleve nunca a dejar de luchar y que la Resurrección de tu Hijo sea el ejemplo y el modelo de toda nuestra vida. Amén.

 

 

07/02/2019-07:05
Isabel Orellana Vilches

Santa Josefina Bakhita, 8 de febrero

«Su estremecedora vida no puede dejar a nadie indiferente. Encarnó de forma sublime el precepto evangélico: hasta setenta veces siete, perdonando a sus crueles verdugos y agradeciendo que indirectamente la hubieran acercado a Dios»

La conmovedora existencia de esta mártir africana, doctora del perdón, una de las más impresionantes que han desfilado en esta sección de ZENIT, dio la vuelta al mundo cuando san Juan Pablo II la canonizó el 1 de octubre de 2000. Fue la suya una vida que interpela sobre ese insondable misterio del amor de Dios que se impone sobre la felonía y brutalidad de algunos seres humanos. Ya es verdaderamente trágico pasar por la vida siendo verdugo de otros, de tantas formas como se manifiesta la agresión en los distintos escenarios donde discurre la convivencia, siempre que en ella campea el egoísmo.

Pero cuando se alcanzan cotas como las que que tuvo que padecer esta santa, enmudecen las palabras y uno siente que el latido del corazón se queda en suspenso. Si a eso se le añade su insólita capacidad para perdonar, movida sin duda alguna por la gracia, el amor brilla con poderosísima fuerza en medio de tanta fiereza, y no cabe otra salida que volver los ojos al cielo donde habita la unidad, la verdad, la bondad y la belleza, atributos del Absoluto, porque en Él radica la explicación de tan excelsa respuesta. Ella encarnó admirablemente la indicación de Cristo de perdonar sin límites: «hasta setenta veces siete» (Mt, 18, 22).

Vino al mundo en un continente con una tradición de siglos de esclavitud aterradora. Nunca supo ni su fecha exacta de nacimiento, aunque pudo producirse en torno a 1870 en Olgossa-Darfur, Sudán, en la tribu de los dagiu, y tampoco recordó su nombre, borrado para siempre por la conmoción de un hecho espantoso que le acaeció alrededor de sus 9 años. Fue capturada por dos negreros mientras paseaba con una amiga. Inocente y temerosa siguió a los extranjeros que intimaron a su compañera: «Deja a la niña pequeña ir al bosque a buscarme alguna fruta. Mientras, tú puedes continuar tu camino; te alcanzaremos dentro de poco».

Una vez aislada de su amiga, uno de los malhechores la sujetó mostrando un cuchillo que aplicó a su costado, y en tono amenazador, revelando sus aviesas intenciones, advirtió: «¡Si gritas, te mato! ¡Adelante, camina, síguenos!». La infeliz criatura no fue capaz de decir su nombre cuando se lo preguntaron, y entonces la denominaron Bakhita, «afortunada», aunque el simbolismo encerrado en este significado le sería develado por completo a través de un atroz camino signado por la cruz. Tenía tres hermanos y dos hermanas, una de ellas era su gemela. Otra había desaparecido antes en manos de diferentes negreros; tan cruel separación produjo una honda amargura en toda la familia.

Bakhita fue vendida a cinco amos distintos, siendo maltratada junto a otros esclavos como «bestias de carga», encadenada, brutalmente golpeada, pasando hambre y sed, hacinada en nauseabundos espacios. Inútilmente intentó fugarse. El cuarto amo al que la entregaron en torno a sus 13 años la tatuó con una cuchilla marcándola con 114 incisiones: «seis en el pecho, setenta en el vientre y cuarenta y ocho en el brazo derecho». Para evitar infecciones le aplicaron sal durante un mes: «Sentía que iba a morir en cualquier momento, en especial cuando me colocaban la sal».En 1882 fue comprada por el cónsul italiano Calixto Legnani: «Esta vez fui realmente afortunada porque el nuevo patrón era un hombre bueno y me quería mucho [...]. No había reproches, ni castigos, ni golpes, y a mí me parecía imposible gozar de tanta paz y tranquilidad». Con este amo y su amigo Augusto Michieli viajó a Italia. La señora Michieli no tuvo escrúpulos en manifestar su deseo de poseer numerosos esclavos, y el cónsul se desprendió de Bakhita, a la que su nueva ama destinó como niñera de su hija Minnina.

Los negocios obligaron al matrimonio a residir fuera de Italia, y dejaron a Bakhita y a Minnina bajo el amparo de las cannosianas de Venecia. El administrador de la familia, Cecchini, le regaló un crucifijo que ella contemplaba sintiendo una indescriptible emoción en lo más íntimo de su ser. A través de la formación recibida, comprendió que el Dios de los cristianos «había permanecido en su corazón»y le había ayudado a soportar la esclavitud. En un momento dado, expresó: «Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa». ¿Quién puede decir algo así, con una trayectoria tan dramática como la suya, si no es por una gracia que procede de lo alto?

El 9 de enero de 1890 recibió el bautismo, la comunión y la confirmación de manos del cardenal de Venecia, tomando el nombre de Josefina Margarita Afortunada. Cada día era ocasión para conocer más al Dios«que me ha traído hasta aquí de esta extraña forma». Aún trataron de aherrojarla con las cadenas a través de la señora Michieli, quien a su regreso de Sudán quiso llevársela con ella. Con enorme valentía Bakhita se negó y se quedó con las religiosas canossianas. La esclavitud era ilegal en Italia y esa baza jugada a su favor la rescató. A los 38 años de edad se convirtió en una de las hermanas de la orden. Trasladada a Venecia desempeñó trabajos humildes, limpiando y cocinando, a la par que cuidaba a los pobres.

No fue agraciada con dones extraordinarios, pero su fama de santidad la precedía. Impresiona su sentido del humor y su alegría en medio de la tragedia que asoló su existencia. En 1929 tuvo que narrar su vida por obediencia y comenzó a viajar por Italia impartiendo conferencias. El 8 de febrero de 1947 en Schio (Italia) sucumbía su débil organismo aquejado por el dolor y la enfermedad. Decía a su enfermera: «¡Por favor, desatadme las cadenas... es demasiado!». Sus últimas palabras fueron: «¡Madonna! Madonna!». El Papa la denominó Nuestra Hermana Universal.