Tribunas

Sánchez Monge y su elogio de don Marcelo

 

 

José Francisco Serrano Oceja

 

 

En el recientemente aparecido segundo número de la publicación del Instituto Teológico de Monte Corbán, el obispo de Santander, don Manuel Sánchez Monge, escribe un sentido retrato del cardenal Marcelo González Martín que no debe pasar inadvertido.

Lo digo también porque últimamente se habla mucho, no sé si demasiado, de Toledo.

Recuerda el obispo de Santander que se han cumplido cien años del nacimiento del que fuera cardenal arzobispo de Toledo. Y a partir de ahí, recoge una serie de testimonios de personalidades de la Iglesia contemporánea que han escrito sobre Don Marcelo, tal y como aparece a lo largo de los diez gruesos volúmenes que conforman las Obras Selectas del que fuera cardenal primado. Por entre esas páginas aparecen los cardenales Höffner, Gantin, López Trujillo, Javierre, Hamer, Mayer, Cañizares, entre otros.

Textos espigados que tienen el valor de ofrecer un perfil completo de lo que fue el cardenal González Martín y en no poca media de lo que debe ser un cardenal.

Por ejemplo, el cardenal López Trujillo, durante no poco tiempo primado de las Américas, destacaba de don Marcelo que su amor a la Iglesia fue “un amor costoso, que no cede a las tentaciones de la moda, ni se escapa en silencios reñidos con la misión de centinelas y de profetas. Son densos los contenidos doctrinales con una teología hecha de rodillas y al calor de una celosa acción pastoral”.

Y también es significativo lo declarado por el cardenal Josep Höffner, que fuera arzobispo de Colonia: “Por encima de la indudable ciencia del teólogo y de la espléndida erudición cultural que se notan en sus escritos, destaca sobremanera, como cima suprema que los unifica y sintetiza, el estilo de magisterio y gobierno, propio del pastor responsables que conjuga la fidelidad a la fe católica con el servicio sacrificado al hombre de hoy”.

Está claro que este texto de monseñor Manuel Sánchez Monge es consecuencia del agradecimiento personal y eclesial a don Marcelo. ¿Solo?

 

José Francisco Serrano Oceja