Colaboraciones

 

El respeto, quicio de la vida

 

 

25/01/2019 | por Jordi-Maria d’Arquer


 

 

El respeto es indispensable, una condición sine qua non que abre la puerta a todo escenario para que fluya el diálogo y con él el entendimiento, la vida misma, como un todo. Uno de los problemas quiciales de hoy es que hay demasiadas personas (familiares, “líderes”) que condicionan el diálogo añadiendo condiciones aleatorias al mismo, lo cual es pervertir su esencia, pues un diálogo con condiciones es una contradicción en el término. Sencillamente, no es diálogo. Por muy líderes que parezcan, en realidad son pobres desgraciados que mienten y necesitan reafirmarse para destacar y sentirse alguien de manera ilícita, a costa de lo que sea y de quien sea, aunque sea de tu vida, y aun parece que de la suya. Por eso son amargados que se condenan a serlo de por vida, pues la vida jamás les llena, por más que se recrean intentando que lo parezca y que son autosuficientes; por eso se alían con otros pobrecitos de su calaña para sostenerse mutuamente y no caer… hasta que dejan de necesitarse, momento en que el mundo se les hunde y la tierra los traga. Y luego, aún, se quejan y rebelan contra Dios y los hombres, que todo va junto. No importa si eres mayor o menor, feo o guapo: no puedes progresar en la vida ni hacer progresar el mundo hacia un desarrollo integral, si no compartes en igualdad de condiciones, con total respeto a la dignidad inviolable de todo ser humano. ¿Te crees importante? ¿Piensas que eres tu propio artífice? ¿No sabes que todo es don de Dios, incluso la fe que dices que tienes? Todo -¡todo!- te viene dado por Dios. Tú solo eres el administrador, que con tu libertad (también don de Dios) harás crecer o menguar. Es así de simple la existencia, amigo: no eres nada -¡nada!-; solo un soplo del Creador, que con el mismo puede derribarte a voluntad. Así que sé humilde, ayuda al menos afortunado a saber encontrar su camino en la vida, dale sustento y abrigo. Lo sentenció el Papa en la oración de vísperas del inicio de esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, con el  sugerente título de “Actúa siempre con toda justicia”, cita tomada del Deuteronomio. Exhortó: “Si la riqueza no se comparte, la sociedad [la familia…] se divide”, “Las bendiciones recibidas no son nuestras por derecho, sino por un don, y nos han sido dadas para que las compartamos con los demás”, “Nuestro deseo será el de participar en los dones de los demás”, lo cual “conduce a la unidad”. Parece poco y hasta desdeñable eso de “unidad”, pero es ni más ni menos que el misterio de Santísima la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidos en el Amor. ¡Espejo de la Humanidad!