Servicio diario - 31 de octubre de 2018


 

6° mandamiento: Nuestro cuerpo, "lugar donde se realiza nuestra vocación de amor"
Rosa Die Alcolea

"Con el ejemplo de los santos, vivan su vocación con plenitud y fidelidad"
Rosa Die Alcolea

Audiencia general, 31 octubre 2018 — Catequesis completa
Redacción

'Cristianos e hindúes: En defensa de los vulnerables de la sociedad'
Redacción

El Sínodo escuchó los sufrimientos de los jóvenes cristianos orientales
Deborah Castellano Lubov

"La santidad: Nada tan bello"
Isabel Orellana Vilches

P. Antonio Rivero: "Estás llamado a ser santo..."
Antonio Rivero

Mons. Felipe Arizmendi: "Opción por los jóvenes, desde Aparecida"
Felipe Arizmendi Esquivel

San Nuño de Santa Maria Alvares Pereira, 1 de noviembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

31/10/2018-10:56
Rosa Die Alcolea

6° mandamiento: Nuestro cuerpo, "lugar donde se realiza nuestra vocación de amor"

(ZENIT – 31 oct. 2018).- “El adúltero, el lujurioso, el infiel es aquel que no ha pasado del yo al nosotros, y busca en los demás su propia satisfacción, sin un encuentro fruto de la acogida y la propia donación” advierte el Santo Padre.

El Papa Francisco ha vuelto a dedicar la catequesis de la audiencia general al 6º mandamiento «No cometerás adulterio» continuando así el ciclo de reflexiones sobre el Decálogo. Así, a las 9:20 horas, del 31 de octubre de 2018, el Pontífice ha llegado a la plaza de San Pedro, donde le han recibido numerosos grupo de fieles y visitantes, procedentes de todo el mundo.

“Nuestro cuerpo no está destinado a ser instrumento de placer, sino a ser el lugar donde se realiza nuestra vocación de amor”, ha aclarado el Obispo de Roma.

Asimismo, ha resaltado que el amor fiel de Cristo “es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana”. Por más que es un mandamiento referido a los esposos, su llamada a la fidelidad “está destinada a todos”, ha asegurado Francisco.

 

Actitud nupcial y paterna

Es un camino en el que “vamos aprendiendo” y “madurando nuestra capacidad de amar” hasta que somos capaces de hacernos cargo del cuidado de los demás, ha señalado el Papa. “Esta es la actitud nupcial y paterna”, que se puede manifestar de varias formas, pero que rige nuestras relaciones humanas profundas.

Todas las vocaciones en la Iglesia –ha explicado el Papa– incluso el sacerdocio y la virginidad, deben estar marcadas por esta “relación nupcial”, es el Espíritu que llama a un amor sin reservas por la Esposa de Cristo, amando al Pueblo de Dios con la ternura y la fuerza de un padre y una madre, de un esposo y de una esposa.

En el matrimonio –indica– del mismo modo se deben cumplir estos requisitos, “percibiendo la bondad intrínseca de la polaridad de lo masculino y de lo femenino, del cuerpo y del espíritu”.

 

 

 

31/10/2018-11:53
Rosa Die Alcolea

"Con el ejemplo de los santos, vivan su vocación con plenitud y fidelidad"

(ZENIT — 31 oct. 2018).- En la audiencia general celebrada esta mañana, Francisco ha animado a los peregrinos de lengua española a que "siguiendo el ejemplo de los santos —cuya solemnidad celebramos mañana— sean capaces de vivir su vocación con plenitud y fidelidad".

Esta es la exhortación del Papa a los fieles y visitantes que han participado en la audiencia general este miércoles, 31 de octubre de 2018, en particular a los procedentes de España y América Latina.

Vivir la vocación "en sintonía con ese amor nupcial que Jesucristo nos ha revelado y entregado como don", ha matizado el Santo Padre.

La catequesis que ha pronunciado hoy Francisco ha tratado sobre el 6° mandamiento: "No cometerás adulterio". El tema propuesta por el Obispo de Roma es: "En Cristo, nuestra vocación conyugal encuentra plenitud", de la Carta de San Pablo Apóstol a los Efesios, 5, 25.28.31-32.

 

 

31/10/2018-15:17
Redacción

Audiencia general, 31 octubre 2018 — Catequesis completa

(ZENIT – 31 oct. 2018).- La audiencia general de esta mañana ha tenido lugar  a las 9:20 horas en la Plaza de San Pedro  donde el Santo Padre Francisco ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.

El Santo Padre, continuando el ciclo de catequesis sobre los mandamientos ha hablado del sexto mandamiento a la luz del pasaje bíblico, “En Cristo encuentra su plenitud nuestra vocación esponsal” (de la Carta de San Pablo Apóstol a los  Efesios, 5, 25.28.31-32).

Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el mundo.

La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la  bendición apostólica.

***

 

Catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy me gustaría completar la catequesis sobre la Sexta Palabra del Decálogo – “No cometerás adulterio”- destacando que el amor fiel de Cristo es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana. Efectivamente, nuestra dimensión emocional es una llamada al amor, que se manifiesta con la fidelidad, la acogida y la misericordia. Esto es muy importante. ¿Cómo se manifiesta el amor? Con la fidelidad, la acogida y la misericordia.

Sin embargo, no se debe olvidar que este mandamiento se refiere explícitamente a la fidelidad matrimonial y, por lo tanto, es bueno reflexionar más profundamente sobre su significado conyugal. ¡Este pasaje de las Escrituras, este pasaje de la Carta de San Pablo, es revolucionario! Pensar, con la antropología de ese tiempo, y decir que el esposo debe amar a su esposa como Cristo ama a la Iglesia: ¡pero es una revolución! Quizás, en aquel tiempo, es lo más revolucionario que se ha dicho sobre el matrimonio. Siempre en el camino del amor. Podemos preguntarnos: este mandato de fidelidad, ¿a quién está destinado? ¿Solo a los esposos? En realidad, este mandato es para todos, es una paterna Palabra de Dios dirigida a cada hombre y mujer.

Recordemos que el camino de la madurez humana es el camino mismo del amor que va del recibir cuidados a la capacidad de prestarlos, desde recibir la  vida hasta la capacidad de dar vida.

Convertirse en hombres y mujeres adultos significa llegar a vivir la actitud conyugal y paternal, que se manifiesta en las diversas situaciones de la vida como la capacidad de asumir el peso de otra persona y amarla sin ambigüedad. Por lo tanto, es una actitud global de la persona que sabe asumir la realidad y entablar una relación profunda con los demás.

¿Quién es entonces el adúltero, el lujurioso, el infiel? Es una persona inmadura, que se guarda su propia vida e interpreta las situaciones según su propio bienestar y satisfacción. Así, para casarse, ¡no es suficiente celebrar la boda! Necesitamos hacer un camino del “yo” al “nosotros”, del pensar solo a pensar en dos, de vivir solos a vivir en dos: es un camino hermoso, es un camino hermoso. Cuando llegamos a descentralizarnos, entonces todo acto es conyugal: trabajamos, hablamos, decidimos, encontramos a otros con una actitud acogedora y oblativa.

Toda vocación cristiana, en este sentido, -ahora podemos ampliar un poco la perspectiva y decir que toda vocación cristiana, en este sentido-, es conyugal. El sacerdocio  lo es porque es la llamada, en Cristo y en la Iglesia, a servir a la comunidad con todo el afecto, el cuidado concreto y la sabiduría que el Señor da. La Iglesia no necesita aspirantes al papel de sacerdotes, – no, no sirven, mejor que se queden en casa-  sino que le sirven a hombres a quienes el Espíritu Santo toca el corazón con un amor incondicional por la Esposa de Cristo. En el sacerdocio se ama al pueblo de Dios con toda la paternidad, la ternura y la fuerza de un esposo y de un padre. Así también, la virginidad consagrada en Cristo se vive con fidelidad y alegría como una relación conyugal y fecunda de maternidad y la paternidad.

Repito: toda vocación cristiana es conyugal, porque es fruto del vínculo de amor en el que todos somos regenerados, el vínculo de amor con Cristo, como nos ha recordado el pasaje de san Pablo leído al principio. Partiendo de su fidelidad, de su ternura, de su generosidad, miramos con fe al matrimonio y a cada vocación, y entendemos el significado completo de la sexualidad.

La criatura humana, en su inseparable unidad de espíritu y cuerpo, y en su polaridad masculina y femenina, es una realidad muy buena, destinada a amar y ser amada. El cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra llamada al amor, y en el amor auténtico no hay espacio para la lujuria y para su superficialidad. ¡Los hombres y las mujeres merecen más que esto!
Por lo tanto, la Palabra “No cometerás adulterio”, aunque sea en forma negativa, nos orienta a nuestra llamada original, es decir, al amor conyugal pleno y fiel, que Jesucristo nos ha revelado y nos ha dado (cf. Rom 12: 1).

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

31/10/2018-16:43
Redacción

`Cristianos e hindúes: En defensa de los vulnerables de la sociedad'

(ZENIT — 31 oct. 2018).- La fiesta de Diwali es celebrada por todos los hindúes y se conoce como Deepavali o "fila de lámparas de aceite". Fundada simbólicamente en una mitología antigua, representa la victoria de la verdad sobre la mentira, de la luz sobre la oscuridad, de la vida sobre la muerte, del bien sobre el mal.

La celebración verdadera y propia dura tres días y marca el comienzo de un nuevo año, la reconciliación familiar, especialmente entre hermanos y hermanas, y la adoración a Dios.

Este año la fiesta será celebrada por muchos hindúes el 7 de noviembre.

Para la ocasión, el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso ha enviado a los hindúes un mensaje cuyo tema es: Cristianos e hindúes: en defensa de los vulnerables de la sociedad. El mensaje, firmado por el Secretario Mons. Miguel Ángel Ayuso Guixot, M.C.C.J., también ha sido enviado en hindi.

Sigue el texto del mensaje.

***

 

Cristianos e hindúes: en defensa de los vulnerables de la sociedad

Queridos amigos hindúes,

El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso os envía los más cordiales saludos y buenos deseos cuando se acerca el momento de celebrar Deepavali el 7 de noviembre de este año. ¡Que las celebraciones que rodean esta fiesta fortalezcan el espíritu de amistad y fraternidad entre vosotros y acrecienten la paz y la alegría en vuestras familias y comunidades!

Sabemos por los boletines de noticias y los portales web, así como por la experiencia directa, las dificultades diarias que soportan los miembros vulnerables de nuestra sociedad: los pobres, los enfermos, los ancianos, los discapacitados, los indigentes, los abandonados, los migrantes; los marginados y excluidos social, religiosa, cultural y lingüísticamente; y las víctimas de abusos y violencia, especialmente las mujeres y los niños. En gran parte desamparados e indefensos, descartados e ignorados por una sociedad cada vez más indiferente e incluso insensible ante las necesidades y sufrimientos humanos, los vulnerables en nuestra época y en cualquier lugar sufren enormemente. En este contexto preocupante, deseamos compartir con vosotros una reflexión sobre cómo nosotros, los hindúes y los cristianos, podemos participar en los esfuerzos para defenderlos, protegerlos y ayudarlos.

El deber moral de cuidar a los vulnerables surge de nuestra creencia compartida de que todos somos criaturas de Dios y, como resultado, hermanos y hermanas, iguales en dignidad, con responsabilidad mutua. También surge de la constatación de que a veces nosotros también nos sentimos vulnerables, en busca de alguien que nos ayude. Una saludable conciencia de nuestra condición humana común y de nuestro deber moral hacia los demás nos inspira a promover su causa haciendo todo lo posible para aliviar sus sufrimientos, defender sus derechos y restaurar su dignidad.

No hay duda de que, en este sentido, individuos, grupos y comunidades de diferentes partes del mundo están haciendo esfuerzos encomiables. Sin embargo, dado el gran número de personas vulnerables y las complejidades que suele llevar aparejada la respuesta a sus necesidades, esos esfuerzos pueden parecer solo unas pocas gotas en un gran océano. Aun así, las oportunidades de servicio están a nuestro alrededor, ya que los vulnerables se pueden encontrar en cada comunidad y sociedad. Se necesitan mayores esfuerzos, inspirados por un sentido de solidaridad, para que perciban "la presencia de los hermanos y hermanas que se preocupan por ellos y que, abriendo la puerta de su corazón y de su vida, los hacen sentir familiares y amigos ". (Papa Francisco, Mensaje para la II Jornada Mundial de los Pobres, 18 de noviembre de 2018) Al final, la verdadera medida de la civilización de cualquier sociedad es la forma en que trata a sus miembros más vulnerables.

Se necesita atención y cooperación, no solo para defender el lugar legítimo y los derechos de las personas vulnerables en la sociedad, sino también para cultivar una cultura del cuidado y la atención por ellos. También en nuestras familias, se debe hacer todo lo posible para garantizar que nadie se sienta no deseado, no amado, ignorado o excluido. Todos los niveles de la sociedad,- especialmente el de los líderes políticos y gubernamentales y de aquellos mejor equipados para brindar asistencia práctica-, deben mostrar un rostro y un corazón humano a los vulnerables de nuestra sociedad y llegar a todos los que sufren marginación y opresión. Esa generosidad no debe presentarse como un gesto simbólico, sino como una inspiración divina y orientada hacia la verdadera emancipación y el bienestar de los vulnerables y la defensa de su causa.

Como creyentes arraigados ??en nuestras respectivas tradiciones espirituales, y como individuos con preocupaciones compartidas por el bienestar de todos, podemos unir nuestras manos con los seguidores de otras tradiciones religiosas y con todas las personas de buena voluntad, y hacer esfuerzos colectivos y concertados para asegurar un presente alegre y un futuro esperanzador para nuestros hermanos y hermanas vulnerables.

¡Os deseamos a todos un feliz Deepavali!

 

 

31/10/2018-17:23
Deborah Castellano Lubov

El Sínodo escuchó los sufrimientos de los jóvenes cristianos orientales

(ZENIT — 31 oct. 2018).- "Me alegra intervenir en nombre de los jóvenes Maronitas presentes en el Líbano, en el Medio Oriente, y en los cinco continentes, que agradecen sinceramente al Santo Padre Francisco por haber convocado este Sínodo sobre los jóvenes", dijo Monseñor Toufic Bou Hadir, durante el briefing informativo del Sínodo en el Vaticano, el miércoles, 24 de octubre de 2018.

A raíz del Sínodo, el prelado anunció una reunión de jóvenes cristianos del Medio Oriente en Beirut en marzo de 2019, con la comunidad de Taizé. Subrayó la necesidad de ayudar a los jóvenes cristianos a no abandonar el Medio Oriente. Lanzó un llamamiento a favor de los jóvenes.

Monseñor Toufic Bou Hadir es director de YOUCAT de la Fundación Árabe (Iglesia Maronita) y coordinador de la Oficina Patriarcal del Ministerio Pastoral de los Jóvenes (Líbano).

Recordó las etapas de la preparación del Sínodo sobre Los jóvenes, la fe, y el discernimiento vocacional (3 al 28 de octubre de 2018): "Nuestros jóvenes han acompañado las diferentes etapas que precedieron al Sínodo. Su iniciativa más reciente fue un pre-sínodo, que tuvo lugar el pasado mes de agosto, donde se reunieron jóvenes Maronitas de todo el mundo y representantes de comunidades Cristianas y Musulmanas de Líbano. Presentó un informe final, que recogía sus ideas y las de miles de jóvenes que participaron a través de las redes sociales. "Este informe refleja su aspiración a ser percibido en la particularidad de su contexto del Medio Oriente y a desempeñar un papel activo en la vida renovada de la Iglesia".

 

Jóvenes y Profetas

Los jóvenes necesitan sentir sus sufrimientos reconocidos en el corazón del Sínodo, subrayó Mons. Bou Hadir. "Los jóvenes cristianos esperan que toda la Iglesia sea consciente de sus sufrimientos particulares y que perciba su presencia en el Este en la continuidad del amor de Cristo, que irradió en todo el mundo. Estos jóvenes se dirigen hoy a la Iglesia universal: no olviden el Medio Oriente donde estamos arraigados: la tierra de nuestros antepasados, regada por la sangre de los mártires...".

Para el director del Ministerio Pastoral de los Jóvenes, estos mismos jovenes son los defensores del diálogo: "En este Medio Oriente, donde las costumbres sociales son compartidas entre Cristianos y Musulmanes, nuestros jóvenes se presentan como agentes del diálogo entre las civilizaciones y como constructores. de puentes y de paz con sus conciudadanos".

Para él, las palabras de San Juan Pablo II se aplican especialmente a los jóvenes: "La mezcla cultural y religiosa que marca Líbano y sus múltiples idiomas hacen de este país un excelente vehículo de la transmisión de las cultura: Líbano es más que un país; es un mensaje de libertad y un ejemplo de pluralismo tanto para el mundo Oriental como para el mundo Occidental", dijo San Juan Pablo II, y los jóvenes del Líbano son el vehículo para transmitir este mensaje. A pesar de las dificultades, están llamados a aguantar y aguantar porque Jesús dijo: "No te dejaré".
Mons. Bou Hadir ve a los profetas en los jóvenes que van en contra de la corriente: "Nuestros jóvenes profetas" oran para que el Señor escuche su oración para que el sufrimiento de las Iglesias orientales y del Medio Oriente y el círculo vicioso de violencia y terrorismo puedan terminar.

 

Los Jóvenes no Deben Abandonar el Medio Oriente

Los Cristianos son indispensables para el rostro del medio oriente. "Nuestros jóvenes son creyentes y son perseverantes", dijo el obispo Maronita. "Se adhieren a Jesús como a una roca de salvación a pesar de todos los obstáculos y desafíos. Están convencidos de que Dios los llama a permanecer enraizados en sus tierras. Nuestro patriarca, el Cardenal Rai, afirmó que la presencia cristiana es una necesidad absoluta para el Medio Oriente... La base cultural de todo el Medio Oriente es una base Cristiana; además, es la cuna del Cristianismo. No tenemos derecho a abandonarlo. Los jóvenes no deben desertar del este ", subrayó el prelado.

Este amonestación es la raíz de la su apelación para ayudar a los jovenes que regresen al Medio Oriente. "Los jóvenes de Líbano dirigen un "grito", un llamado a los países Occidentales para ayudar a los migrantes y refugiados que recibe Líbano (y que son aproximadamente dos millones de personas, el equivalente a la población Libanesa). "No es suficiente ayudarles a sobrevivir donde están, pero es necesario crear las condiciones políticas, económicas, y de seguridad que fomentan su regreso a sus países, a sus tierras en Irak, en Siria y en Palestina".

 

Testigos Verdaderos

Monseñor Bou Hadir mencionó la confianza de los jóvenes en sus pastores. "Durante mucho tiempo, mucho antes de este Sínodo, comencé a escuchar a los jóvenes. Tienen muchas expectativas; Por encima de todo, esperan pastores que estén cerca de ellos, que sean verdaderos testigos. Todo el mundo conoce el proverbio: "El hábito no hace el monje". Pero uno no sabe lo que sigue: "El hábito no hace el monje, pero el corazón lo hace". Este proverbio refleja una realidad fundamental en la Iglesia y en la vida de un Cristiano: autenticidad y coherencia entre lo que se "dice" y lo que se "vive". Eso es a lo que aspiran los jóvenes de todos los tiempos y países".

También hizo eco del deseo de los jóvenes de ser protagonistas en la Iglesia. "Los jóvenes también reclaman un papel activo en la vida de la Iglesia y la participación en la toma de decisiones y su puesta en práctica. "Quieren que la Iglesia sea cada vez más un lugar donde reinan la cercanía y la transparencia, un lugar de diálogo y de iniciativas innovadoras", continuó.

 

Vigilar y Escuchar

Y esta innovación se encuentra en las periferias. "Los jóvenes quieren una Iglesia atractiva y están listos para moverse para salir y encontrarse con todas las personas. En la escuela del Papa Francisco, la Iglesia del Líbano y las Iglesias orientales están invitadas a ir a las "periferias", para implementar la paradoja de una Iglesia eternamente joven invitada a transmitir a las nuevas generaciones el depósito sagrado que ha recibido. La Buena Nueva de Jesucristo. La periferia de la que habla el Papa Francisco no es un área; es un estado de vigilar y escuchar, una disposición a seguir a Cristo en los caminos del siglo )00. "Este Sínodo ha sido la ocasión para recordar a nuestros jóvenes que ellos son los transmisores de la Buena Nueva, los agentes de la Nueva Evangelización", subrayó el Obispo.

Monseñor Bou Hadir anunció un evento a raíz del Sínodo. En primer lugar, la publicación de la colección YOUCAT en árabe: el Catecismo (YOUCAT), la enseñanza social (DOCAT), que el Papa ofreció a los jóvenes que participan en el Sínodo, la Biblia de los jóvenes y YOUCAT4kids, que el Papa ofreció durante el Encuentro de Familias en Dublín el pasado mes de agosto.

Y el segundo es el Primer Encuentro Ecuménico Internacional de Jóvenes, que se celebrará en Beirut el 22 al 26 de marzo de 2019, bajo la dirección del Consejo de Iglesias del Oriente Medio y la Comunidad de Taizé.

El 25 de marzo, la Fiesta de la Anunciación, un día festivo en el Líbano, se dedicará un día especial, para Cristianos y Musulmanes, a experimentar a los jóvenes como "pioneros del diálogo interreligioso".

Monseñor Bou Hadir desea apoyar la esperanza de los jóvenes: "Me gustaría dirigir una palabra de esperanza a todos los jóvenes del mundo, en particular a los de Siria, Irak, Palestina, Jordania, Líbano y todos los demás países del Este: Jesús es la piedra angular sobre la cual un nuevo mundo se construyen y ustedes son los constructores, los constructores de un mundo de esperanza.

En este mundo lleno de desigualdades y prejuicios, y donde todo va mal, sé constante; estar sin miedo Sé testigos de la justicia y el coraje: Cristo cuenta contigo. Jóvenes de Medio Oriente, Dios te está llamando. Él te confía una misión: no tengas miedo y confía en Él. Ustedes son misioneros en sus contextos, los transmisores de un mensaje de amor que Jesús no deja de proclamarnos", concluyó el Obispo.

Traducción de Richard Maher

 

 

31/10/2018-16:29
Isabel Orellana Vilches

"La santidad: Nada tan bello"

Sumergirse en las páginas de un santoral es contemplar el milagro cotidiano de la gracia. Muestra la grandeza de corazones que lucharon sin denuedo primeramente contra aquello que brotaba de su interior y que les impedía alcanzar la unión con la Santísima Trinidad. Hicieron vida las palabras de Cristo: «El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo...». Y porque la santidad se encarna en seres humanos es tan bella; pone de manifiesto la infinita misericordia de Dios, su inspirador, y de Él no puede brotar más que hermosura. La virtud es luz, irradia luz y se nutre de la luz por antonomasia que es Dios, uno de cuyos atributos es la belleza.

La santidad está en las antípodas de lo tenebroso. La estética de la fealdad contenida en Halloween nunca podrá hacer sombra a lo que en estas fechas vamos a celebrar: un amor que traspasa las fronteras de este mundo sintetizado en la festividad de Todos los Santos, conocidos y anónimos. Se halla en las antípodas del miedo y la oscuridad que esa fiesta, promovida por diversos intereses, ensalza.

El único temor —que no miedo—de los integrantes de vida santa fue alejarse de Dios haciendo uso de la libertad que Él mismo ha otorgado a todos los seres humanos. De ahí su afán por no dejarse atrapar por sus propias miserias, que reconocieron con toda humildad, y por las que se afligieron activamente acogiéndose a la gracia divina. Con esa sensibilidad del que vive fuera de sí, volcado en los demás, no se limitaron a dolerse de las necesidades ajenas. Y extendieron su religiosa creatividad llevándola a escenarios insospechados, a pesar de edades, penurias, limitaciones físicas y las incontables dificultades que hallaron al paso. Trenzaron una parábola grandiosa de ternura que ha impregnado no solo a la Iglesia sino a la misma historia. Ahí está, sin ir más lejos, san Francisco de Asís.

Ver cómo ha discurrido el itinerario espiritual de tantos hombres y mujeres conmueve poderosamente. Ellos encienden, no una calabaza, sino los recónditos pliegues del alma humana. Tenemos tan cerca los «santos del al lado» (Gaudete et exultate), que nos queman.

Los heroicos modelos que han dibujado toda suerte de hazañas por amor a Dios y al género humano nos interpelan, nos animan a dar los pasos para hacer vida el mandato universal de Cristo: «Sed santos, como yo soy santo». En este reciente sínodo sobre los jóvenes hemos vuelto a escuchar esa invitación con renovada fuerza: «¡La santidad es posible!, ¡la santidad es para todos!». No tengamos miedo, como nos vienen diciendo los últimos pontífices.

Nada más bello que el amor que construye, disculpa, cree pese a todo, confía ilimitadamente, restaura, sana las heridas, se convierte en descanso y consuelo, perdona, acompaña... En un recorrido de siglos hallamos circunstancias en la vida de santidad de esos insignes seguidores de Cristo que pueden asemejarse a lo que quizá experimentamos ante esta oferta divina: miedo, dudas, temores, vacilaciones, peso de las propias miserias, vetos ajenos, prejuicios, cerrazón ante la voluntad divina... Si ellos pudieron, ¿por qué no va a ser factible para nosotros? La gracia de Dios nos basta.

 

 

31/10/2018-17:06
Antonio Rivero

P. Antonio Rivero: "Estás llamado a ser santo..."

 

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

Ciclo B
Textos: Ap 7, 2-4.9-14; 1Jn 3, 1-3; Mt 5, 1-12a

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.

Idea principal: Todos estamos llamados a ser santos por ser bautizados.

Síntesis del mensaje: Hoy celebramos a toda esa multitud innumerable de personas, hermanos nuestros, que ya gozan de Dios y siguen en comunión con nosotros desde el cielo. Es una fiesta que nos llena de alegría y optimismo: si ellos pudieron ser santos, ¿por qué nosotros no? ¿Cuál fue el secreto de su santidad?

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, la fiesta de Todos los Santos nos invita a celebrar, en principio, dos hechos. El primero es que, verdaderamente, la fuerza del Espíritu de Jesús actúa en todas partes, es una semilla capaz de arraigar en todas partes, que no necesita especiales condiciones de raza, o de cultura, o de clase social. Por eso esta fiesta es una fiesta gozosa, fundamentalmente gozosa: el Espíritu de Jesús ha dado, y da, y dará fruto, y lo dará en todas partes. El segundo hecho que celebramos es que todos esos hombres y mujeres de todo tiempo y lugar tienen algo en común, algo que les une. Todos ellos "han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero", mediante el bautismo (l a lectura). Todos ellos han sido pobres, hambrientos y sedientos de justicia, limpios de corazón, trabajadores de la paz (evangelio). Y eso les une. Porque hoy no celebramos una fiesta superficial, hoy no celebramos que "en el fondo, todo el mundo es bueno y todo terminará bien", sino que celebramos la victoria dolorosamente alcanzada por tantos hombres y mujeres en el seguimiento del Evangelio (conociéndolo explícitamente o sin conocerlo). Porque hay algo que une al santo desconocido de las selvas amazónicas con el mártir de las persecuciones de Nerón y con cualquier otro santo de cualquier otro lugar: los une la búsqueda y la lucha por una vida más fiel, más entregada, más dedicada al servicio de los hermanos y del mundo nuevo que quiere Dios.

En segundo lugar, celebramos, por tanto, esos dos hechos: que con Dios viven ya hombres y mujeres de todo tiempo y lugar, y que esos hombres y mujeres han luchado esforzadamente en el camino del amor, que es el camino de Dios. Pero ahí podemos añadir también un tercer aspecto: San Agustín, en la homilía que la Liturgia de las Horas ofrece para el día de San Lorenzo, lo explica así: "Los santos mártires han imitado a Cristo hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza de su pasión. Lo han imitado los mártires, pero no sólo ellos. El puente no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no se ha secado después de haber bebido ellos". San Agustín se dirigía a unos cristianos que creían que quizá sólo los mártires, los que en las persecuciones habían derramado la sangre por la fe, compartirían la gloria de Cristo. Y a veces pensamos también nosotros lo mismo: que la santidad es una heroicidad propia sólo de algunos. Y no es así. La santidad, el seguimiento fiel y esforzado de Jesucristo, es también para nosotros: para todos nosotros y para cada uno de nosotros. Es algo exigente, sin duda; es algo para gente entregada, que tome las cosas en serio, no para gente superficial y que se limita a ir tirando. Pero somos nosotros, cada uno de nosotros, los llamados a esa santidad, a ese seguimiento. Como decía San Agustín en la homilía antes citada: "Ningún hombre, cualquiera que sea su género de vida, ha de desesperar de su vocación" (...). "Entendamos, pues, de qué modo el cristiano ha de seguir a Cristo, además del derramamiento de sangre, además del martirio". Y hoy, en la fiesta de Todos los Santos, se nos invita a celebrar que también nosotros podemos entender y descubrir nuestra manera de seguir a Cristo.

Finalmente, por tanto, la fiesta de hoy es una llamada a la santidad para todos nosotros. Ser santos no es hacer necesariamente milagros, ni dejar obras sorprendentes para la historia. Es difícil definir lo que es la santidad, pero todos esos santos que hoy celebramos nos demuestran que seguir a Cristo es posible, y que eso es la santidad. Tuvieron defectos. No eran perfectos. Cometieron pecados. Fueron "normales". Pero creyeron en el Evangelio y lo cumplieron. Algunos han dejado huella profunda. Otros han pasado desapercibidos. A todos les honramos hoy. Y aceptamos su invitación a seguir su camino. Aquí también recomendaría leer la Lumen Gentium del concilio Vaticano II, en sus números 39-41, que hace un llamamiento a la santidad a los cristianos de todos los estados: jerarquía, laicos, religiosos.

Para reflexionar: ¿Realmente estoy convencido de que no sólo puedo ser santo, sino que debo ser santo, por ser bautizado? ¿Pido la intercesión de mis hermanos santos que ya gozan de la amistad eterna con Dios en el cielo, o ni me acuerdo de ellos? ¿Cuáles son los santos de mi devoción y por qué?

Para rezar: Señor, Dios mío, ayúdame a ser santo. Santo sin premio, santo para no ofenderte, santo para servir mejor a los demás. Señor, en el día de hoy, que recordamos y celebramos la memoria de todos los Santos, ayúdame a acercarme más a Ti. A ellos les ruego que pidan al Espíritu, me conceda los dones necesarios para ser mejor. No porque yo merezca algo, sino para que mi alabanza llegue a Ti, más plena. Señor, perdóname, por mis faltas y pecados, por todo lo que podía haber hecho y no hice, por todo lo que podía haber servido y no serví, por todo lo que he desaprovechado. Dame tu bendición para que el resto de mi vida, sea fiel y caritativo, luz tuya y servidor de todos, según Tú me pidas en cada momento. Gracias, Señor, por Tu Misericordia conmigo. Amén.

 

 

31/10/2018-15:26
Felipe Arizmendi Esquivel

Mons. Felipe Arizmendi: "Opción por los jóvenes, desde Aparecida"

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas

 

VER

Ha concluido en Roma el Sínodo sobre los jóvenes. Se aprobó el documento final, que contiene 167 puntos, todos con más de dos tercios favorables de los 249 votantes. Se entregó al Papa, para que le sirva de base al elaborar la Exhortación Post-Sinodal, que se publicará en su momento oportuno.

Al término de la Misa en San Pedro, se leyó un mensaje de los padres sinodales a los jóvenes, aprobado por la mayoría. Entre otras cosas, les dicen: "Que nuestras debilidades no les desanimen; que la fragilidad y los pecados no sean la causa de perder su confianza. La Iglesia es su madre. La Iglesia no los abandona y está dispuesta a acompañarles. La Iglesia y el mundo tienen necesidad urgente de su entusiasmo. Háganse compañeros de camino de los más débiles, de los pobres, de los heridos por la vida. Son el presente; sean el futuro más luminoso".

En nuestras parroquias y diócesis, hay grupitos de jóvenes, pero a veces se reducen a cantar en las misas, a reuniones semanales con pocos participantes. Muchos otros están alejados, a quienes no llegamos; sólo los juzgamos y condenamos. Nos hace falta mucha más creatividad. En mi diócesis anterior, iniciamos unos retiros de fines de semana con ellos, que por su sugerencia llamamos "desiertos espirituales", con unos diez temas, que ellos mismos compartían, después de prepararlos conjuntamente conmigo. A mí me dejaban éste: La dimensión social de la fe. Eran muy profundos, pues teníamos también momentos de adoración al Santísimo en silencio. Lamentablemente no les dimos continuidad, pero hay frutos muy consoladores.

Actualmente, doy un servicio de asesoría espiritual en una universidad privada, no confesional, un día completo a la semana, para escuchar a quienes deseen compartir su vida, jóvenes universitarios, profesores, padres de familia y trabajadores. Es enorme la necesidad de ser escuchados y orientados.

 

PENSAR

En artículos precedentes, he traído a colación algo de lo que, sobre la atención de la Iglesia a los jóvenes, se ha dicho en las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, desde Río de Janeiro (1955), Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992). Ahora resalto algo de lo que expresamos en Aparecida (2007):

"Merece especial atención la etapa de la adolescencia. Los adolescentes no son niños ni son jóvenes. Están en la edad de la búsqueda de su propia identidad, de independencia frente a sus padres, de descubrimiento del grupo. En esta edad, fácilmente pueden ser víctimas de falsos líderes constituyendo pandillas. Es necesario impulsar la pastoral de los adolescentes, con sus propias características, que garantice su perseverancia y el crecimiento en la fe. El adolescente busca una experiencia de amistad con Jesús" (DA 442).

"Los jóvenes y adolescentes constituyen la gran mayoría de la población de América Latina y de El Caribe. Representan un enorme potencial para el presente y futuro de la Iglesia y de nuestros pueblos, como discípulos y misioneros del Señor Jesús. Los jóvenes son sensibles a descubrir su vocación, a ser amigos y discípulos de Cristo. Están llamados a ser "centinelas del mañana", comprometiéndose en la renovación del mundo a la luz del Plan de Dios"(DA 443).

"Constatamos con preocupación que innumerables jóvenes de nuestro Continente atraviesan por situaciones que les afectan significativamente: las secuelas de la pobreza, que limitan el crecimiento armónico de sus vidas y generan exclusión; la socialización, cuya transmisión de valores ya no se produce primariamente en las instituciones tradicionales, sino en nuevos ambientes no exentos de una fuerte carga de alienación; su permeabilidad a las formas nuevas de expresiones culturales, producto de la globalización, lo cual afecta su propia identidad personal y social. Son presa fácil de las nuevas propuestas religiosas y pseudo religiosas. La crisis, por la que atraviesa la familia hoy en día, les produce profundas carencias afectivas y conflictos emocionales" (DA 444).

 

ACTUAR

En Aparecida (No. 446) se sugieren algunas líneas de acción:

"Renovar, en estrecha unión con la familia, de manera eficaz y realista, la opción preferencial por los jóvenes, dando nuevo impulso a la Pastoral de Juventud en las comunidades eclesiales (diócesis, parroquias, movimientos, etc.).

Proponer a los jóvenes el encuentro con Jesucristo vivo y su seguimiento en la Iglesia, a la luz del Plan de Dios, que les garantiza la realización plena de su dignidad de ser humano, les impulsa a formar su personalidad y les propone una opción vocacional específica: el sacerdocio, la vida consagrada o el matrimonio. Durante el proceso de acompañamiento vocacional se irá introduciendo gradualmente a los jóvenes en la oración personal y la lectio divina, la frecuencia de los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación, la dirección espiritual y el apostolado.

Privilegiar en la Pastoral de Juventud procesos de educación y maduración en la fe, como respuesta de sentido y orientación de la vida, y garantía de compromiso misionero. La Pastoral de Juventud ayudará a los jóvenes a formarse, de manera gradual, para la acción social y política y el cambio de estructuras, conforme a la Doctrina Social de la Iglesia, haciendo propia la opción preferencial y evangélica por los pobres y necesitados. Urgir la capacitación de los jóvenes para que tengan oportunidades en el mundo del trabajo, y evitar que caigan en la droga y la violencia".

 

 

31/10/2018-17:27
Isabel Orellana Vilches

San Nuño de Santa Maria Alvares Pereira, 1 de noviembre

«Carmelita portugués, primeramente esposo y padre. Con un remedo de la prodigiosa Excalibur, y amparado por la Virgen, obtuvo grandes victorias. Fue bienhechor de los pobres, artífice de conventos y monasterios»

En esta festividad de Todos los Santos, la Iglesia celebra también la vida de este portugués, aclamado fervorosamente en su país que lo festeja el 6 de noviembre.

Nació el 24 de junio de 1360, se cree que en Cernache de Bonjardím, Portugal. Pertenecía a la nobleza, ya que era hijo del caballero Álvaro Gongalves Pereira, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, gran prior del hospital que esta obra había establecido en el convento de Flor da Rosa. Álvaro tuvo diez hijos. Nuño fue fruto de una unión ilícita, pero al año de nacer lo reconoció legalmente. Ello permitió al muchacho disfrutar de los beneficios que le proporcionaba su ilustre ascendencia. Su infancia transcurrió entre las tropas que estaban al mando de su padre y los libros de caballerías, que hacían furor en la época, sin perder la inocencia de la que estaba adornado. La historia de su vida tiene poco que envidiar a las literarias. Porque el pequeño Nuño, imbuido por las gestas de los caballeros de la Tabla Redonda que las obras ponían a su alcance, se enamoró de los altos ideales impregnados de pureza que atisbaba en los personajes. Soñaba con emularlos, proteger el santo Grial empuñando en sus manos un remedo de la prodigiosa «Excalibur», y convertirse en otro héroe defensor de su país. De hecho, su madre cariñosamente le llamaba «mi Galaaz», nombre de uno de los adalides del rey Arturo.

Realmente, Nuño era valeroso y, como tal, a los 13 años fue armado caballero y designado paje de la reina Leonor Teles. En su corazón ansiaba la vida celibial, pero cuando tenía 16 años, su padre, con la venia del rey, determinó que contrajese matrimonio con Leonor de Alvim, una joven y acaudalada viuda sin descendencia. Tuvieron tres hijos; los dos varones fallecieron en el parto, sobreviviendo la niña, Beatriz, que sería la esposa del primer duque de Braganga, Alfonso, hijo del rey Juan I. Leonor murió en 1388 al poco tiempo de dar a luz a esta única hija, cuya educación fue confiada por su progenitor a la abuela de la niña.

Históricamente, la muerte del rey Fernando I de Portugal vino acompañada de graves conflictos. Partió de este mundo sin dejar herederos varones y Juan, maestro de Avis —hijo, aunque fuera natural, de Pedro I de Portugal, como lo era el legítimo Fernando—, se vio obligado a luchar por la corona de su país contra el rey Juan I de Castilla que pretendía el gobierno luso. La armadura con la que había sido investido caballero Nuño era del maestro de Avis; mantenían una estrecha cercanía. Así que éste lo designó condestable, otorgándole el título nobiliario de conde de Ourém. Al frente de las tropas, Nuño le apoyó en sus aspiraciones monárquicas, y obtuvo varias victorias, algunas de las cuales por ser tan memorables han pasado a los anales de la historia portuguesa como la batalla de los Atoleiros, y especialmente las de Aljubarrota y Valverde. Nuño ya era un gran militar y luchaba con una potente espada, que se conserva, en la que mandó grabar: «Excelsus super omnes gentes Dominus»(EI Señor se eleva sobre todos los pueblos), y en la que inscribió, junto a la cruz y una flor de lis, el nombre de María.

El convento del Carmen fue mandado construir por él en terrenos de su propiedad en cumplimiento de la promesa efectuada tras ganar la batalla de Aljubarrota. Porque en medio de los conflictos bélicos, este héroe no abandonaba las prácticas de piedad. Vivía de manera tan ejemplar que invitaba a proceder honestamente a quien se hallaba a su lado. Adoraba al Santísimo Sacramento, sentía una profunda devoción por la Eucaristía, y por la Virgen María, a la que consideraba indudable protectora en el combate y artífice de sus victorias, oraba fervientemente, socorría caritativamente a los pobres, y no consentía gestos licenciosos a su alrededor. Jamás tuvo reparos en mostrar a todos el signo externo de su fe plasmando impresos los rostros de Cristo crucificado, de la Virgen María, del apóstol Santiago y de san Jorge en el estandarte que llevaba. Muchas iglesias y monasterios se deben a su generosidad.

Beatriz falleció en 1414. En agosto de 1422 el santo ingresó en la Orden carmelita, justamente en el convento que él había mandado erigir en Lisboa, aunque su deseo hubiera sido recluirse en una comunidad alejada de Portugal. No pudo hacerlo porque don Duarte, hijo del rey, no lo consintió. Era un hombre eminentemente mariano, y en el hecho de elegir el Carmelo para pasar allí el resto de sus días, pesó su devoción por la Santísima Virgen. Al dar este paso, se desprendió de todos sus bienes y tomó el nombre de fray Nuño de Santa María. No quiso para sí ninguna prebenda; eligió ser un simple «donado» escogiendo una apartada y humilde celda para llevar a cabo su intensa ofrenda de amor. No solo mantuvo intactos los pilares que hasta entonces habían jalonado su vida espiritual, sino que acentuó su oración, ayuno y penitencias, siendo ejemplar en la vivencia de la observancia. Los religiosos vieron en sus virtudes un modelo a seguir. Murió con fama de santidad el 1 de abril de 1431 acompañado de su entrañable amigo, el monarca Juan I, y de grandes personalidades del reino. Fue beatificado por Benedicto XV el 23 de enero de 1918 y canonizado por Benedicto XVI el 26 de abril de 2009.