Servicio diario - 30 de octubre de 2018


 

Cardenal Carlos Aguiar: "El cambio que tenemos que dar es que los jóvenes sean sujetos de la vida de la Iglesia"
Rosa Die Alcolea

España: El Cardenal Parolin no se pronunció sobre el lugar de la inhumación de Franco
Rosa Die Alcolea

Italia: Hallan unos fragmentos de huesos humanos en habitación anexa a la Nunciatura Apostólica
Redacción

España: El sacerdote Francisco Orozco Mengíbar, nuevo obispo de Guadix
Rosa Die Alcolea

Halloween, ¿sí o no?
Enrique Soros

Sínodo sobre los jóvenes: "La cercanía con la realidad, no pone en riesgo la doctrina"
José Antonio Varela Vidal

P. Antonio Rivero: "En esto está la perfección: en el amor a Dios y al prójimo"
Antonio Rivero

San Alonso Rodríguez, 31 de octubre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

30/10/2018-22:59
Rosa Die Alcolea

Cardenal Carlos Aguiar: "El cambio que tenemos que dar es que los jóvenes sean sujetos de la vida de la Iglesia"

(ZENIT – 29 oct. 2018).- “Ese cambio es el que tenemos que dar, que los jóvenes sean sujetos de la vida de la Iglesia”, matiza el Cardenal Carlos Aguiar, Arzobispo primado de México.

En una entrevista en exclusiva a Zenit, tras la celebración de la XV Asamblea General Ordinaria Sinodal sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, el prelado mexicano expone las principales conclusiones de este Sínodo, que califica como “el mejor” por su metodología, novedosa en algunos aspectos, y por el tema y la forma, especialmente su preparación.

El Cardenal Aguiar ha destacado la “capacidad que pueda tener la Iglesia de abrir sus espacios, de escuchar, de acompañar, y no solamente de dictaminar lo que tú tienes que hacer, sino de llevarte a un encuentro con Dios, eso va a ser la magnífica manera de cumplir nuestra misión con los jóvenes”.

 

“En México, la Iglesia vive gracias a la mujer”

Así, el sacerdote natural de Tepic (México) ha conversado con Zenit de temas candentes en la Iglesia y tratados en el Sínodo de los Obispos: La integración de la mujer en los organismos eclesiales, la involucración de los jóvenes en las iglesias particulares, el efecto migratorio, y la “sinodalidad” de la Iglesia, a la que llama Francisco.

“En México, la Iglesia vive gracias a la mujer” ha aclarado el Arzobispo Primado de México. Al preguntarle por el voto de la mujer en el Sínodo, Mons. Aguiar indica que el primer nivel de la sinodalidad de la Iglesia es el de la Iglesia particular. “Tenemos que empezar de ahí, y ya Dios irá abriendo los pasos y caminos de cómo pasar al segundo nivel”.

Esta es la entrevista realizada por Zenit a Mons. Carlos Aguiar:

***

 

ZENIT: ¿Cómo ha sido su participación en este Sínodo? ¿Qué ha tenido de característico este Sínodo?

Cardenal Aguiar: Ha sido el mejor Sínodo por 2 razones fundamentales, desde mi punto de vista. El primero es la metodología, que se cambió, y el segundo, el tema y la forma, como se preparó. En cuanto a la metodología hubo un cambio fundamental en hacer el Sínodo por partes. Antes era simplemente por fases, primero se escuchaba, después se interpretaba o discernía o se ponía en consenso, y finalmente se votaba. Hoy se hizo conforme al Instrumentum Laborisla primera parte, los primeros días, la segunda parte, los 8 días, y entonces eso hizo que entráramos en un proceso sinodal de escuchar y discutir sobre lo escuchado, de discutir lo escuchado y habiendo escuchado a todos, volverlo a confrontar en pequeños círculos, y luego ya la parte de conocer con el documento previo para poder volver a intervenir y volver a votarlo.

¿Qué significó eso? Significó que también la comisión de redacción a la que yo pertenecí, pudo ir trabajando el documento final desde prácticamente la primera semana: La primera parte, después la segunda parte. En los otros Sínodos, todo se preparaba al final, urgidos por el tiempo, con más improvisación quizás de incorporación de las los modos y de las formas. Era un trabajo que además se hacía contratiempo, en medianoche. Ahora también se ha trabajado en medianoche pero los que imprimen o los que ya son de la logística…

Y además el Papa le dio un toque. Su presencia media hora antes de iniciar las congregaciones generales, saludando a los iban llegando. Eso fue un toque especial del Papa. Otras veces ya había bajado, dando otro signo de haber participado, pero él estuvo pendiente de estar en la puerta recibiéndonos, de llegar antes a cada congregación. Y segundo: le dio un toque también a la primera parte, que es la más pesada, de estar escuchando, uno detrás de otro, uno detrás de otro… incluyendo después de cinco participantes de 4 minutos, es decir, 20 minutos, 3 minutos de silencio, en donde recogíamos en lo escuchado que es lo que nos había interpelado. Y eso fue muy bueno. Entonces el ambiente fue muy fraterno, muy cordial, muy en proceso de discernimiento.

Y la segunda razón fue el tema y su preparación. Se preparó con un pre- Sínodo con jóvenes de todos los continentes muy bueno, que le dio pie al Instrumentum Laboris entonces llega con muchos instrumentos de experiencia y de inquietudes y de señalamientos, y el tema no es tan entonces de conceptos y de doctrina, es de cómo llegar a los jóvenes, y la transmisión de la fe, como efectuarla en ellos, en las nuevas generaciones. Entonces el tema pastoral siempre nos abre más el corazón que los temas doctrinales solo puestos en el papel.

 

ZENIT: Como redactor del documento final, si tuviera que citar qué novedades presenta el documento. ¿Cuáles diría?

Cardenal Aguiar: La sinodalidad, que son los 3 pasos que señala el Papa: el de la escucha recíproca, el del discernimiento y el de las decisiones. Tenemos que tener las estructuras para que paradigmáticamente, a través de esas estructuras, la Iglesia se renueve. Ese es un punto clave del mensaje del documento final.

 

ZENIT: En el documento dice que se ha de involucrar más a los jóvenes en las iglesias particulares. ¿Cómo se va a promover esto?

Cardenal Aguiar: Sí, se tiene que promover más, porque hasta ahora hacemos la acción de acompañamiento a los jóvenes en grupos parroquiales… pero son más destinatarios, “objeto de…”. Que los jóvenes sean sujetos. Ese cambio es el que tenemos que dar, que los jóvenes sean sujetos de la vida de la Iglesia.

 

ZENIT: En México estuvieron trabajando durante dos años, preparando este Sínodo, con 250 jóvenes, procedentes de 49 centros educativos. ¿Qué necesidades percibió de ellos?

Cardenal Aguiar: Así, en Tlalnepantla. Yo todavía estaba en Tlalnepantla. Yo no me esperaba el cambio de la Ciudad de México. Yo visité todos los centros católicos y privados del área de Tlalnepantla, previamente, me llevó casi año y medio. Y después el Sínodo, y después el post-Sínodo, con ellos, un grupo selecto posterior, que fueron como 30. Yo ahí constaté y acá otra vez se volvió a confirmar que los hombres de este tiempo tienen sed de Dios. Y ahora te doy un dato de Google. En Google México nos dijeron que la búsqueda número 1 de Google en México es de tema espiritual religioso.

Y la segunda, es que entre ellos pueden establecer relaciones relaciones independientemente de las clases económicas a la que pertenecen, cosa que a los adultos ya les cuesta mucho trabajo. Entonces, ahí está el futuro. Y la Iglesia tiene esa capacidad de poner en relación personas de distintas clases y niveles económicos, sociales y educativos.

 

ZENIT: Usted comentó, de acuerdo al pensamiento de Ortega y Gasset, que la conducta social está fracturada, contrapuesta, y por ello, la Iglesia, ante este cambio de época, necesita replantearse forma de actuar para cumplir su misión. ¿Cómo se ha visto esto reflejado en las propuestas del documento final?

Cardenal Aguiar: Yo estoy feliz, feliz, feliz… ¿Por qué? Ortega y Gasset es excelente cuando escribe como habitualmente se transmiten los valores de una generación a otra, y como se interrelacionan las generaciones en donde su principal escollo son las generaciones inmediatas, pero como sirven las generaciones adultas después de una con los jóvenes, suponiendo 3 generaciones por ejemplo, que están entre 15 y 25 años, con la que está de 25 a 40, ahí hay dificultades, porque los ven como competencia que viene, entonces con mucho celo les cierran la puerta. En cambio los que ya están de 40-50 en adelante, a los jóvenes ya no les ven compartidores, si no, los ven como sucesores.

Este análisis que hace Ortega y Gasset lo deja tan claro que cuando luego dice que al venir un cambio de época (como él intuyó que venía, en el año 33), dice que tenemos que prepararnos porque en un cambio de época, la transmisión cultural de los valores se quiebra, y a quienes más afecta es a la generación juvenil, y allí se corre el riesgo de que entonces no asuma los valores de una cultura. Entonces es doble esfuerzo de los jóvenes, no solamente de la transmisión en general de los valores, que ya les cuesta siempre, sea la situación que sea, pero en un cambio de época, además de que ya les cuesta la adaptación a la cultura, que en eso les servíamos los adultos, ahora están confundidos, por la fractura de esos valores, que supuestamente se les están trasmitiendo como los grandes valores, y ellos, por toda la gran influencia de la fractura cultural, dicen ¿será verdad? Hasta ahora han estado equivocados, sí, habrá que coincidir con otros valores.

Entonces yo estoy muy contento, porque la capacidad que pueda tener la Iglesia de de abrir sus espacios, de escuchar, de acompañar, y no solamente de dictaminar lo que tú tienes que hacer, sino de llevarte a un encuentro con Dios, eso va a ser la magnífica manera de cumplir nuestra misión con los jóvenes. Yo lo viví en este Sínodo con ellos, y lo viví en México, porque estuve en diálogo con todos los centros educativos, y son abiertos, más quesean autoritarios ni impositivos, y el Sínodo, en su documento final, la parte tercera, precisamente plantea la necesidad de que las iglesias, en las diócesis seamos sinodales y misioneras.

Es decir, sinodales, para caminar juntos, y misioneras, para ir a los demás. El acompañamiento es fundamental, caminar juntos, que es un Sínodo, que hemos caminado aquí juntos los obispos con jóvenes.

 

ZENIT: En el punto 148 del documento final del Sínodo podemos leer que “los jóvenes y las jóvenes demandan con fuerza la integración de la mujer en los órganos eclesiales a todos los niveles”. ¿Cómo es la situación en México? ¿Se está dando una evolución real en este sentido?

Cardenal Aguiar: En México la Iglesia vive gracias a la mujer. La Iglesia actúa gracias a la mujer. La Iglesia transmite la fe y la acompaña gracias a la mujer. Lo que hace falta y ellas así lo viven, catequistas, miles de mujeres, en cada diócesis. Yo tenía en Texcoco cerca de 6.000 catequistas en la diócesis, y varones… si llegaban a 50 eran muchos. Voluntarias para ir a los hospitales son mujeres. Yo visité todos los hospitales de mi zona, de Tlalnepantla, y ya llevo 5 en la Ciudad de México. Es la mujer, la que acompaña, que está pendiente, la que con tanto cariño vela por sus familiares, y por sus niños enfermos… la mujer está presente para muchísimas de las actividades de familia, del apostolado… de los distintos campos. Ahí entra un poco más el varón gracias a Dios, en la pastoral familiar, y también, la mujer es la que está pendiente de las cosas que necesitan en la parroquia, son las que casi siempre nos ayudan a que esté limpia, a organizar la liturgia. La Iglesia vive gracias a su acción pastoral.

¿Qué es lo que nos falta, y qué es lo que tenemos que abrir? Abrir también los espacio de decisión. En el sentido no de estar coordinando simplemente un servicio, sino poder ser, por ejemplo, miembro del consejo pastoral parroquial, miembros del consejo de asuntos económicos en los que estén capacitadas, miembros de los consejos diocesanos de pastoral. Y en Tlalnepantla las tenemos, pero yo creo que tenemos que ejercitarlo más. Porque a veces hemos reducido el papel de la mujer a si es o no sacerdote. El ministerio es un servicio pero es como un servicio central para todos que vive gracias a todo lo demás que se hace. ¿Nuestra mirada a decir si le damos lugar a la mujer? Si va a ser o no va a ser diaconado…  Tenemos que crecer en darle su relieve de incidencia en el camino pastoral de la Iglesia. Desde mi punto de vista.

 

ZENIT: Durante estos días, de asamblea sinodal, circuló en Internet una petición de mujeres católicas por el voto femenino en el Sínodo. ¿Cree usted que será posible la participación y votación por parte de las mujeres en la asamblea sinodal?

Cardenal Aguiar: Igual que lo estamos pidiendo para todas las iglesias particulares, de que sean sinodales, ahí tiene que comenzar. Si nos abrimos en las iglesias particulares, es decir, en una iglesia particular se puede crear algún sínodo diocesano. Pero hay que hacerlo en camino sinodal, de todos los días, cotidiano. Es lo que está pidiendo el Sínodo en su documento final. Si eso se hace, va a ser también posible que se piense que no solamente a nivel de la Iglesia universal  haya Sínodo de obispos, sino se va a ir viendo los niveles, como el Papa lo señaló: el primer nivel de la sinodalidad de la Iglesia en particular. Tenemos que empezar de ahí, y ya Dios irá abriendo los pasos y caminos de cómo pasar al segundo nivel, que son las provincias eclesiásticas que forman las diócesis en torno a un arzobispo en nombre del Papa. El arzobispo actúa para las diócesis sufragáneas, y a la Conferencia Episcopal, y después a los niveles del gobierno de la Iglesia.

Pero mi punto de vista es que no debemos, porque sino nada más que las “clericalizamos”, y precisamente tenemos que invertir el orden, tiene que empezar desde la vida. De las iglesias particulares.

 

ZENIT: México es el tercer paso más transitado por los migrantes del mundo, y el primero de América. Muchos católicos apoyan la política de migración de Trump, ¿cuál debe ser la voz de los obispos y de los sacerdotes con respecto a este tema?

Cardenal Aguiar: El migrante, como ha insistido el Papa Francisco, es nuestra condición natural. Migrar. Porque vamos de paso a la transcendencia. Migrar entonces es parte del ser humano y tenemos, por eso, que abrir siempre nuestras puertas y acoger, recibir, acompañar. Los problemas migratorios lamentablemente se incrementan… Por ejemplo, nadie está preparado y te puedes ir por trabajo a un país, si eres de América a Australia, si eres de Europa, a América, si eres de África, a Japón. Y viceversa. Si estás preparado, y estás en posibilidad de conseguir un trabajo, nadie te pone un pero. La Ciudad de México está creciendo enormemente en su presencia, de extranjeros en la Ciudad de México, de todos los países. Y nadie dice: aquí llegaron todos estos migrantes, que están haciendo acá. ¿Cuál es la diferencia con el que llega que está buscando emigrar por sobrevivencia? Por la búsqueda de un futuro mejor. Que no está educado. Que no ha recibido ese desarrollo humano. ¿Entonces dónde está la causa de la migración? En la desigualdad social. Comienza todo en la carencia de educación. La Iglesia tenemos que hacer muchísimo.

 

ZENIT: El Papa ha dicho que los destinatarios del documento son ustedes mismos, los participantes en el Sínodo. ¿Cómo va a trasladar a la Iglesia de México estas propuestas?

Cardenal Aguiar: Yo creo que es una responsabilidad que tenemos que motivar los que hemos venido. De hecho, el Papa así nos lo dijo al final: “Ustedes son los primeros destinatarios, y ustedes son los misioneros para llevar a sus propias Conferencias”. De México vinimos 5, y yo espero que lo podamos trasmitir. De hecho habitualmente siempre el Episcopado mexicano tiene la costumbre que después de una Asamblea sinodal, en la siguiente episcopal se le de un espacio para que hablemos los que participamos, pero yo creo que se tienen que abrir a más de una información. Hay que promocionar.

Va a costar trabajo, porque es un cambio fuerte. Decir que queremos ser Iglesias sinodales es un cambio fuerte de la forma que hemos venido haciendo: de una forma más piramidal, de más autoridad, distinguir a las partes de quien decide y quien no, quien hace la cuestión, a una Iglesia donde todos sean tenidos en cuenta, a escucharlos, se hacen consensos y se presenta al obispo… etc.

 

 

 

30/10/2018-14:50
Rosa Die Alcolea

España: El Cardenal Parolin no se pronunció sobre el lugar de la inhumación de Franco

(ZENIT — 30 oct. 2018).- Tras la reunión mantenida ayer, 29 de octubre de 2018, por el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, y Carmen Calvo, Vicepresidenta del Gobierno de España, el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Greg Burke, ha hecho unas declaraciones, este martes, 30 octubre de 2018, a las 15 horas.

"El cardenal Pietro Parolin no se opone a la exhumación de Francisco Franco, si así lo han decidido las autoridades competentes, pero en ningún momento se pronunció sobre el lugar de la inhumación", señala Greg Burke.

Y continúa: "Es cierto que la señora Carmen Calvo expresó su preocupación por la posible sepultura en la catedral de la Almudena y su deseo de explorar otras alternativas, también a través del diálogo con la familia. Al Cardenal Secretario de Estado le pareció oportuna esta solución".

La confusión ha sido provocada por —según señalan algunos medios españoles— la comunicación por parte del Gobierno de España este martes de que el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, había garantizado a Carmen Calvo en dicha reunión su oposición a que los restos de Franco fueran inhumados en la catedral de la Almudena.

 

 

30/10/2018-21:30
Redacción

Italia: Hallan unos fragmentos de huesos humanos en habitación anexa a la Nunciatura Apostólica

(ZENIT — 30 oct. 2018).- Durante algunas renovaciones de una habitación anexa a la Nunciatura Apostólica en Italia, ubicada en Roma, en Via Po 27, se han encontrado algunos fragmentos de huesos humanos.

El Cuerpo de la Gendarmería intervino rápidamente en el lugar, informando a los Superiores de la Santa Sede, que informaron de inmediato a las autoridades italianas para las investigaciones apropiadas y la colaboración necesaria en el asunto.

En la actualidad, el Fiscal Jefe de Roma, Dr. Giuseppe Pignatone, ha delegado en la Policía Científica y el Escuadrón Móvil de la Sede de la Policía de Roma para establecer su edad, sexo y fecha de muerte.

 

 

30/10/2018-11:46
Rosa Die Alcolea

España: El sacerdote Francisco Orozco Mengíbar, nuevo obispo de Guadix

(ZENIT – 30 oct. 2018).- El sacerdote cordobés Francisco Jesús Orozco Mengíbar ha sido nombrado obispo de Guadix, de la Provincia Eclesiástica de Granada (España), por el Santo Padre Francisco, este martes, 30 de octubre de 2018.

La Santa Sede lo ha comunicado a través de la Oficina de Prensa, este mismo día, a las 12 horas, en el boletín oficial.

Francisco Jesús Orozco es en la actualidad vicario general de la diócesis de Córdoba. La diócesis de Guadix estaba vacante por el traslado de Mons. Ginés Ramón García Beltrán a la sede de Getafe. Desde el  27 de febrero de 2018 está al frente, como administrador diocesano, el sacerdote José Francisco Serrano Granados.

 

Vicario general de Córdoba desde 2011

Francisco Jesús Orozco nació en Villafranca de Córdoba el 23 de abril de 1970. Cursó los estudios eclesiásticos en el seminario diocesano de Córdoba, obteniendo el bachillerato en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, centro al que el seminario cordobés estaba adscrito. Fue ordenado sacerdote el 9 de julio de 1995. Es licenciado en Teología Fundamental por la Universidad Lateranense de Roma (1998-2000) y doctor en Teología Dogmática por esta misma Universidad.

Ha desarrollado su ministerio sacerdotal en la diócesis de Córdoba, donde ha desempeñado los siguientes cargos: vicario parroquial de San Francisco Solano en Montilla y profesor de Liturgia en el seminario diocesano (1995-1996); delegado diocesano para la pastoral juvenil (1996-1998); vicerrector del seminario menor (2003-2007); y capellán del monasterio del Sagrado Corazón (2003-2007). Desde este último año ha sido vicario episcopal territorial de La Campiña; párroco de Santo Domingo y de San Mateo Apóstol de Lucena; rector del Santuario de María Santísima de Araceli de Lucena; miembro del consejo presbiteral; secretario y miembro del colegio de consultores; profesor de Teología Fundamental; Fenomenología e Historia de las Religiones, Antropología y Escatología en el seminario mayor San Pelagio y en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas Beata Victoria Díez.

En el año 2011 fue nombrado vicario general de la diócesis de Córdoba y en 2012 párroco de San Miguel y Ntra. Sra. de la Merced de Córdoba.

 

Diócesis de Guadix

Reconquistadas las ciudades de Guadix y Baza por los Reyes Católicos, en el año 1489, autorizan al cardenal D. Pedro González de Mendoza (1428-1495), hijo del Marqués de Santillana, para que lleve a término la reorganización de la iglesia en ambos obispados históricos, tras el largo período de la dominación musulmana.

El citado cardenal, de acuerdo con las Bulas dadas por el Papa Inocencio VIII el 4 de agosto de 1486, firma en la Alhambra una Bula el 21 de mayo de 1492, “erigiendo en catedral la iglesia de Guadix y en colegial a la iglesia Mayor de Baza”. También quedan restauradas, por la misma Bula, las diócesis de Granada, Málaga y Almería.

Los Reyes Católicos y el cardenal González de Mendoza “erigieron iglesias parroquiales, fundándolas en las mezquitas que tenían los moros”. A estas parroquias se les asignaron las posesiones y rentas que pertenecían a las mezquitas y, a los clérigos y beneficiados se les asignaron “casas y huertas”.

 

 

30/10/2018-11:17
Enrique Soros

Halloween, ¿sí o no?

El 31 de octubre se celebra Halloween, especialmente, aunque no exclusivamente, en Estados Unidos. Vivo por más de 20 años en este país, y siempre lo he festejado de una manera o de otra. Cuando comienzan a caer las hojas de los árboles en otoño, se ven por los barrios adornos conmemorativos, como calabazas, brujas, arañas gigantes y fantasmas.

El 31 de octubre, cuando los niños terminan de hacer sus tareas de la escuela y padres y madres han regresado del trabajo, los barrios se van llenando de vida y diversión. Los niños se juntan en grupos, normalmente acompañados por papá y mamá, y van corriendo de casa en casa, a reclamar un dulce. No es necesario decir el tradicional trick or treat (me das un dulce o te hago una travesura) para llevarte la golosina. Es más, nunca escuché que algún niño lo diga. Y nunca he visto ninguna travesura a quien no dé un dulce.

En algunos barrios surgen espontáneos festivales musicales, se hacen fogatas donde regalan nubes de azúcar para quemar y degustar. La creatividad para divertirse y compartir con alegría con gente que uno jamás había visto, hace de la sociedad un lugar mejor. No nos conocíamos, pero nos reímos juntos, charlamos, y nos sentimos por un momento humanos, en una sociedad donde mirarse a los ojos no sea muy común. Muchas casas se iluminan especialmente para la ocasión, se ven adornos, monstruos, algunos esqueletos como salidos de las tumbas, y alguna vez también se escucha algún sonido aterrador. Luego de una o dos horas, todos vuelven a sus casas. Los niños, como premio por su empeño, con una bolsa llena de golosinas que les alcanzará para unas semanas de disfrute. Eso es Halloween para la absoluta mayoría de los estadounidenses. Una fiesta de familia, una festividad social que une a los barrios, a las personas, y, aunque sea por unas horas, hace sentir familia, con personas que incluso uno no conoce. No hay otra fiesta que produzca esta vivencia popular generalizada en Estados Unidos.

 

Orígenes cristianos de Halloween

El Papa Gregorio III estableció en el siglo VIII el 1º de noviembre como Día de Todos los Santos. Con el correr del tiempo, tal festividad se comenzó a celebrar en las vísperas, o sea, el 31 de octubre. En inglés se denominaban dichas vísperas All Hallow´s Even (Vigilia de Todos los Santos). Con el correr del tiempo fue cambiando la pronunciación a All Hallowed Eve, para concluir en la palabra Halloween.

Por otro lado, a finales del siglo X, comenzaba a celebrarse el 2 de noviembre como el día de los Fieles Difuntos. Con el tiempo, se unieron antiguas costumbres paganas celtas a las vísperas de Todos los Santos, y el sentido de Halloween comenzó a distorsionarse. Los celtas tenían a principios de noviembre, como una de sus celebraciones principales “la fiesta de los muertos”.

Para ellos, la muerte los llevaba a un lugar mejor donde tenían felicidad perfecta, lo que presenta una analogía con el cielo para los cristianos. Hoy en día, Halloween se transformó en una fiesta popular de alegría, como describimos arriba, que algunos grupos minúsculos la utilizan para celebrar un culto espiritista a los muertos. Eso no lo percibe la gente en general, y la mayoría quizás ni se entere de que existen esos grupos.

 

La pregunta clave: ¿Celebrar Halloween o no?

Ya la pregunta me provoca rechazo. Soy educador y soy católico. Como católico (significa “universal”), estoy llamado a analizar las cosas en su contexto y verlas como parte de un todo, el cual es amplio y no es ni blanco ni negro. La realidad es compleja, y si quiero simplificarla en un sí o un no, traiciono. Como educador, no puedo dar una respuesta servida, que suprime el discernimiento del educando o del receptor. Y como educador católico, me siento incapacitado de quitar la libertad al otro, de tomar sus propias decisiones, en la libertad de los hijos de Dios. Sé que muchos le temen a la libertad y al discernimiento de los otros, pero tengo que afirmar que estos valores hacen a la esencia del cristianismo. En algunos casos, obediencia con libertad interior. En otros casos, donde el discernimiento personal juega un rol fundamental, es importante decidir con plena libertad interior. Para eso necesitamos educar, más que instruir; motivar, más que dictaminar; respetar, más que juzgar.

Para esta época del año, pululan por las redes sociales banners que prácticamente nos prohíben celebrar Halloween. “Soy católico, no celebro Halloween”, o “En este lugar celebramos la vida en Cristo. Si quieres dulces ven el Día de Todos los Santos disfrazado de algún santo.” Por supuesto que hay mucho más. Todos lo conocemos y no profundizaré en este campo.

 

Pero entonces, qué actitud tomar ante Halloween

Como en todo, es esencial ver el contexto. El católico tiene que tornarse (nos falta mucho por andar en este campo) en un profeta. El profeta no repite como un loro. El profeta discierne y toma decisiones acordes a la realidad del tiempo en que vive. El profeta en un maestro en analizar, observar, escuchar, y convertir el corazón, para dar una respuesta al mundo, inspirada por Dios. Hoy ya no se puede evangelizar gritando desde la otra vereda denunciando lo que está mal. Hoy se evangeliza desde adentro, siendo parte. La levadura se mezcla con la masa y la eleva. No se trata de perder nuestra identidad. Al contrario. Se trata de caminar con el pueblo, para aprender de él y ayudar a elevarlo. Y al respecto de Halloween debemos decir, lo que importa es con qué corazón lo celbra uno, más allá de que otros lo celebren mal.

 

Una experiencia con mi hijo

De pequeño me inculcaron la costumbre que no haya ningún festejo de Navidad antes del 24 de diciembre a la noche. Al llegar a Estados Unidos, me ponía muy mal que a fines de noviembre, después de los festejos de Acción de Gracias, comiencen a sonar los “carols”, canciones navideñas, en los negocios, destinados a que la gente compre más. Un capitalismo vacío de valores, que solo quiere más plata, nada más. Pasando el tiempo, mi hijo Martín, que hoy tiene 15 años, comenzaba a pedirme bajar el árbol de Navidad y el pesebre del altillo, e iluminar el frente de la casa, justamente después de la fiesta de Acción de Gracias. No lo podía creer. ¡Con tanta anticipación! Con reticencia interior, lo consentí. Es muy importante para mí que él tome decisiones y que con su creatividad, integre sus proyectos a la familia. El educador tiene que aprender constantemente.

Pero cuál no sería mi sorpresa al escuchar este año, que Martín me pedía ya a fines de octubre poner la luminaria festiva. Con gran alegría compró decoración de Halloween, unas calabazas, unas brujitas, unas hojas secas de color otoñal, y las repartió por nuestra oficina, por donde pasarán muchas personas. Más tarde, instaló una luminaria en dicha oficina, para festejar Halloween, Acción de Gracias, Navidad, Año Nuevo y Reyes. También compró adornos de Navidad para se expuestos públicamente en dicha oficina, en un país en que muchas veces se es muy reacio a exponer la fe.

¿Por qué comparto esta historia? Porque veo que todo está entrelazado. Martín siempre ha celebrado Halloween, como la mayoría de los estadounidenses. Se siente parte de la sociedad. Va a la escuela pública. Y habla de Dios y de sus experiencias, cuando le place, y con mucha naturalidad. No tiene vergüenza, al contrario. En su corazón, todo está integrado. Él se siente parte. Le da felicidad decirle a un ateo que él es católico, y lo que le significa serlo. Estoy convencido que si le dijera que Halloween es malo, como cristiano, se sentiría un poco alejado de la sociedad, y no compartiría con tanta espontaneidad su fe con otros. Porque decir que Halloween es malo, de cuajo, implica una cosmovisión no tan abierta, rigidez, que no solo se expresa en Halloween, y eso nos hace un tanto sectarios. Constato con gran alegría que, en una edad en que Martín tendría que distanciarse ideológicamente de su padre, él pregunta, desafía, discute con firmeza, pero sus valores no se mueven, porque los abrazó por decisión propia y con total libertad. Nuevamente: se siente integrado e integra con mucha facilidad.

 

Evitar usar “pero”, “o” y “en vez de”

El festejar o no Halloween debe estar generado en un discernimiento con análisis objetivo. Si se trata de una fiesta popular, si es inocente y divertida, ¿por qué no participar? El que algunos muy pocos la utilicen mal, no implica que no podamos utilizarla bien. Y si a alguien le preocupa los piratas, monstruos o las brujas, que no prenda más el televisor ni la computadora, porque allí hay cosas mucho peores. Si creemos que ponemos en juego la fe de nuestros hijos porque se quieren vestir de monstruos, evidentemente algo hemos hecho muy mal.

Hay una costumbre muy bonita, que es vestir en la catequesis, en algunas iglesias, a los niños con trajes de santos. Maravillosa sugerencia. Pero aquí nuevamente es esencial el discernimiento. Si vamos a salir a la calle y nuestros hijos quieren vestirse de fantasmas, no sería muy pedagógico indicarles que se vistan de cura, de monja o de santo. La expresión de la fe debe ser algo auténtico que brota de adentro, no debe ser a veces siquiera insinuado desde afuera. Si los niños salen a la calle vestidos de santos en contra de su voluntad, los estaríamos utilizando ideológicamente, en vez de educarlos. La educación consiste en que el educando surja con su propia personalidad, no con la personalidad y los ideales del educador. Lo que no es auténtico, mata valores.

El cristiano, y más todavía el cristiano católico, está llamado a integrar lo integrable, no a separarlo. Por eso no creo que sea bueno decir: “en vez de disfrazarse de bombero o de monstruo, vistamos a los niños de santos”. ¿Por qué no lo proponemos como una sugerencia integradora, que no excluya otras formas de vestimenta? Y en vez de utilizar la conjunción “o”, es bueno utilizar la “y”. “O”, implica absolutizar mi punto de vista. “Y”, permite ver las perspectivas e integra. En la escuela de mi parroquia Nuestra Señora de Lourdes, en el Gran Washington, se integra, al igual que en muchas parroquias del país, como algo natural. Valgan las fotos como muestra.

 

Qué pasa con Halloween fuera de EEUU

Para quien no vive en Estados Unidos, si invitan a sus hijos a divertirse en Halloween, vale de nuevo el principio: discernir. Es bueno reservarse la autoridad para decir que no, para casos que son realmente muy importantes. Si creemos que no se trata de nada malo, pues creo que es mejor, nuevamente, integrar. Que se trate de una costumbre extranjera, no creo que sea tan grave. Del norte vienen cosas mucho peores, las cuales es bueno rechazar, no por el hecho de que vienen del norte, sino por ser intrínsicamente malas.

 

No nos excluyamos más

Como católicos nos hemos separado ya demasiado de la sociedad a través de los siglos. Creo que es bueno que busquemos siempre caminos de integración, para poder iluminar al mundo con la luz de Jesús. Si estamos integrados, tendremos autoridad moral para opinar y ser escuchados. Y recordemos el sistema del Papa Francisco para analizar la realidad, para saber cuál es la voluntad de Dios. Cuando quiere discernir, no repite simplemente lo que han dicho otros. El afirma que sale del centro, que va a la periferia, para entender la realidad en su contexto. Esto implica un cambio de mentalidad. Todo depende de si queremos ser profetas de un nuevo tiempo.

 

 

 

30/10/2018-14:27
José Antonio Varela Vidal

Sínodo sobre los jóvenes: "La cercanía con la realidad, no pone en riesgo la doctrina"

(ZENIT – 30 oct. 2018).- Si bien la Asamblea del Sínodo de los Obispos terminó, para algunos la tarea continúa, y sin pausa. Uno de estos espacios donde el documento final aprobado y la Carta a los jóvenes debería hacerse vida, es el mundo de las universidades católicas.

Entre quienes estuvieron muy atentos a lo que se dijo en el aula sinodal, fueron los ‘auditores’ u oyentes llegados del mundo entero. Zenit conversó con el padre jesuita Juan Bytton, capellán de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y oyente invitado en el Sínodo.

 

ZENIT: Terminado ya el Sínodo… ¿Considera que salió diferente a cómo entró?

P. Juan Bytton: Sí, porque las expectativas se superaron y he sido testigo como casi todos en el aula, de ver la acción del Espíritu Santo. Porque se vino con un Instrumentum laboris ya publicado con dos meses de anticipación, y se está saliendo con otro documento. Entonces algo ha pasado en un mes y yo creo que esta diferencia tiene dos niveles: lo discutido en el aula, los temas y el modo como se ha llevado el sínodo; y también en el día a día, en los café, en la casa donde fuimos hospedados, donde hicimos una comunidad. El mes mismo, ha sido como renovar un poco la dimensión eclesial, la dimensión de la fe, y aprender de los problemas del mundo.

 

ZENIT: ¿Cuáles han sido los temas que más le han llamado la atención?

P. Juan Bytton: Diría tres temas. Los dos primeros sobre los jóvenes, primero es la voz del joven en el sínodo, no solamente en la encuesta que hubo en línea en el pre-sínodo de marzo, sino porque todos los jóvenes oyentes hablaron cuatro minutos, el mismo tiempo que los padres sinodales. Eso me lleva al segundo, que es palpar de cerca los problemas del mundo, los problemas que los jóvenes están atravesando, y cómo la Iglesia tiene que enfrentarlos.

 

ZENIT: ¿Y el otro tema?

P. Juan Bytton: Sería el de la ‘sinodalidad’. Creo que la hemos encarnado en este mes, y esto nos ha invitado a pensar y reflexionar que este es un camino clarísimo de ser Iglesia sinodal misionera, que sale al encuentro.

 

ZENIT: ¿Qué temas del documento serán más fáciles de implementar?

P. Juan Bytton: El documento sigue el encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús, ese acompañar al joven por el camino, ese compartir el pan, la dimensión sacramental, vivencial de nuestra fe, eso en la forma. Y de contenido, ha tratado de cubrir la realidad juvenil y todos los retos. No es que el sínodo tenga que dar respuestas doctrinales, no creo que sea su función, pero cuando sale el tema de la moral sexual, de la  homosexualidad, y también la participación de la mujer, se ve que el sínodo sí tiene una voz, y los aborda en esta actitud sinodal de apertura.

 

ZENIT: Son diversas realidades…

P. Juan Bytton: En un momento de mi intervención, dije que la cercanía no pone en juego la doctrina. Al contrario, la alimenta, porque la doctrina misma es fruto de una cercanía en un momento de la historia de la Iglesia, y es evolutivo. Creo que hoy, lo menos recomendable es dejarse llevar por el miedo y encerrarse, y en ese sentido siempre lo digo en la universidad en Lima: lo que empieza a cerrarse, se termina pudriendo.

 

ZENIT: ¿Y hay algún tema que quedó por fuera, y se ha considerado profundizar más adelante?

P. Juan Bytton: Lo que se pidió a todos los padres sinodales, fueron tres temas para el siguiente sínodo ordinario, porque el de la Amazonia será extraordinario. Hay temas concretos, pero igual la actitud es seguir profundizándolos.

 

ZENIT: ¿Qué tema podría haber tenido más relevancia?

P. Juan Bytton: A ver, el tema migratorio. Porque escuchar a jóvenes y obispos del África, que lo tienen tan presente por una dimensión humana, pero también por una dimensión de fe. Porque los cristianos se van, los pocos que hay tienen que migrar con sus familias; pero en el fondo está un factor humanitario, que no es justo que esto ocurra.

 

ZENIT: ¿Otro tema que te pareció que quedó al margen?

P. Juan Bytton: Bueno, el rol de la mujer. Pues se invita a religiosas como oyentes, pero no como madres sinodales.

 

ZENIT: Usted trabaja en una universidad católica… ¿Cuál debe ser la actitud de la Iglesia en estos espacios donde hay alumnos de todos los pensamientos?

P. Juan Bytton: Me ayuda mucho pensar que una universidad católica, antes de ser católica es universidad. Y eso hace que ilumine, acompañe, y que tengamos que llegar a puntos comunes de acuerdo. Un ejemplo sería defender la vida, en todos sus niveles y en todas sus dimensiones. Entonces un joven tiene que consagrar su vida a promover la vida, seas ateo, seas musulmán, seas católico. Pero a la vez el católico tiene que formarse, tiene que crecer en esa dimensión racional, vivencial, de diálogo. Una universidad que se encierra en sí misma, y busca sus propias glorias, no puede ser católica.

 

 

 

30/10/2018-13:09
Antonio Rivero

P. Antonio Rivero: "En esto está la perfección: en el amor a Dios y al prójimo"

 

DOMINGO 31 DEL TIEMPO ORDINARIO

Ciclo B
Textos: Dt 6, 2-6; Heb 7, 23-28; Mc 12, 28b -34

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.

Idea principal: "Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas... y a tu prójimo como a ti mismo".

Síntesis del mensaje: Los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) nos recuerdan este mandamiento primero. Según Mateo y Marcos, es Jesús quien resume la ley en los dos mandamientos; según Lucas, fue el doctor de la ley quien lo hizo y Jesús lo aprobó. Este era un tema que apasionaba a los espíritus religiosos de la época. La ley de Moisés se había ido llenando de preceptos, explicaciones, reinterpretaciones. Urgía pues saber qué era lo esencial entre tantas reglas.

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, cuenta la tradición judía —que no la Biblia- que por los años del siglo XIII a.C., Moisés, libertador, legislador y profeta del pueblo de Dios en la esclavitud, subió a las cumbres del Sinaí para entrevistarse con Dios y que Dios le dio 365 mandamientos negativos, "No harás", -tantos como días tiene el año solar-, y 248 mandamientos positivos, "Harás", -tantos como generaciones desde Adán y Eva hasta aquel entonces. Total, 613 mandamientos. Demasiados. Por eso, en el siglo XI a.C., David, rey de Judá-Israel y profeta del Altísimo, redujo los seiscientos trece mandamientos a once (Sal 15). En el siglo VIII a.C., el profeta Isaías redujo los once a seis (Is 33, 15). Ese mismo siglo el profeta Miqueas los redujo a tres (Miq 6,8), de nuevo Isaías de tres a dos ( Is 66,1) hasta que en el siglo VII a.C. el profeta Habacuc redujo los dos a uno. Este: "El santo vivirá por su fidelidad" (Hab 2,4). Donde "su" se refiere a Dios. O sea, los profetas, que tienen hilo directo con Dios, buscaron lo esencial de la religión, de la moral y del culto, y dijeron que es el amor a Dios por un lado y a los hombres por otro. Al fin llegó Jesús y dijo: amar a Dios es amar a los hombres y amar a los hombres es practicar con ellos el respeto, la verdad y la justicia.

En segundo lugar, pero ¿qué es amar a Dios? ¿Por qué y para qué debemos amar a Dios? ¿Cómo debemos amar a Dios? ¿Dónde y cuándo debemos amar a Dios? Dice la Didajé, el documento más importante de la era post-apostólica y la más antigua fuente de legislación eclesiástica que poseemos: "Hay dos caminos: uno de la vida, y otro de la muerte; pero muy grande es la diferencia entre los dos caminos. El camino de la vida, pues, es éste: Primero, amarás a Dios que te creó; y segundo, a tu prójimo como a ti mismo. Y todo lo que no quieras que te suceda a ti, tú tampoco lo hagas a otro... El camino de la muerte, en cambio, es éste: Sobre todo es malo y lleno de maldición: los asesinatos, adulterios, concupiscencias, fornicaciones, hurtos, idolatrías, brujerías, preparación de venenos, rapiñas, falsos testimonios, hipocresía, doblez de corazón, dolo, malicia, orgullo, avaricia, conversaciones torpes, envidia, espíritu atrevido, altanería, ostentación". Respondamos las preguntas que puse al inicio de este segundo punto: Amar a Dios significa darle todos los latidos de nuestro corazón desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, pues Él es nuestro Padre. Debemos amar a Dios porque Él nos amó primero, creándonos, redimiéndonos y nos está santificando a través de su Espíritu. Debemos amarlo con todo lo que somos y tenemos: mente, afectos, voluntad. Debemos amarlo cumpliendo sus mandamientos y sobre todo, amando a nuestros hermanos, que también son hijos de Dios. Sólo así le manifestaremos nuestra gratitud y nuestro cariño de hijos, de creaturas amadas por Él.

Finalmente, y, ¿quién es mi prójimo? ¿Qué es amar al prójimo? ¿Por qué debemos amar al prójimo? ¿Cómo debemos amar al prójimo? ¿Dónde y cuándo debemos amar al prójimo? Respondamos a estas preguntas: Mi prójimo es toda la gente del mundo. Mi prójimo es mi esposo, mi esposa, mis hijos, los suegros, los parientes, los amigos, los vecinos, los de mi pueblo, los del pueblo de al lado, mis compañeros de trabajo, mis empleados, mi jefe. Mi prójimo es también, el que no me cae bien, el que me ha hecho alguna maldad, el que habla mal de mí. Debemos amar al prójimo porque es nuestro hermano, creado por Dios, redimido por Cristo, santificado por el Espíritu. Debemos amarlo con estas características que san Pablo enuncia en su primera carta a los corintios: "El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta" (1 Co 13, 4-7). Debemos amar al prójimo siempre y en todo lugar, sin medida, a ejemplo de Cristo que nos amó y se entregó por todos nosotros. Es tan importante amar al prójimo que el apóstol san Pablo nos dice: «El que ama al prójimo ha cumplido la ley. En efecto, lo de: no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud» (Rm13, 8-10).

Para reflexionar: Cuando al final de la jornada de cada día hagamos el examen de conciencia, preguntémonos: ¿He amado hoy, o me he buscado a mí mismo? ¿Por qué me cuesta amar al prójimo? ¿Lo amo como Jesús lo ama, con un amor misericordioso, paciente? Pensemos en esa frase de san Juan de la Cruz: "Al atardecer de la vida, te examinarán del amor".

Para rezar: Señor, dame una señal de que me quieres; hazme hacer la experiencia del amor filial para que mi corazón se dilate y yo corra —antes que arrastrarme- por la vida de tus mandamientos (cf. Salm 119, 32). Haz que yo te ame por encima de todas las cosas y que ame a todas las cosas en Ti; que no haya en mi corazón "otro Dios salvo tú", ningún ídolo o "dios extranjero" que provoque tus justos celos. Haz que te ame, Señor. Y en Ti, por Ti y como Tú, ame también a mi hermano.

 

 

30/10/2018-13:48
Isabel Orellana Vilches

San Alonso Rodríguez, 31 de octubre

«Después de perder esposa e hijos, consiguió formar parte de la Compañía de Jesús. Convirtió la portería del colegio Montesión, de Palma de Mallorca, en un fecundo escenario apostólico. Uno de sus discípulos fue san Pedro Claver»

Este santo portero del convento mallorquino de Montesión de los padres jesuitas, nació en Segovia, España, el 25 de julio de 1531. Fue el tercero de los once hijos habidos en el matrimonio compuesto por Diego Rodríguez y María Gómez de Alvarado, prósperos comerciantes de paños. La característica principal de su niñez fue su amor a la Virgen, con la que mantuvo celestiales coloquios. Siempre mostró una devoción singular por el misterio de la Inmaculada, y rezaba el Oficio parvo dedicado a Ella. Comenzó a formarse con los padres franciscanos, pero a los 10 años escuchó predicar al beato jesuita Pedro Fabro, que entabló una entrañable relación con toda su familia, y se ocupó de prepararle para su primera comunión.

A los 14 años se hallaba estudiando con los jesuitas de Alcalá cuando murió su padre y tuvo que regresar para ayudar a su madre en los asuntos de la familia. Luego quedó solo al frente de la gestión de los negocios, una misión para la que realmente no tenía cualidades, y se casó con María Juárez, hija de un acomodado ganadero. Se afincaron en Segovia y fueron viniendo los hijos. Pero los perdió a todos. La niña murió nada más nacer; luego lo hizo su esposa al dar a luz a un niño. Por si fuera poco, un año más tarde, falleció su madre y, a continuación, su último hijo. Ya no tenía nada. Al haber vendido su negocio con anterioridad, convivió junto a dos hermanas solteras y aprendió a dialogar con Dios. Ellas le ayudaron en este difícil momento que atravesó, abrumado por sus pecados a los que culpaba de tantas tragedias.

En una visión vislumbró el gozo del cielo y se arrepintió de su vida pasada. Se centró en la oración convirtiéndose en un severo penitente; confesaba y comulgaba todas las semanas. Se planteó ser jesuita, pero tenía en su contra la edad, una frágil salud y falta de formación. Luís de Santander, rector del colegio que los jesuitas tenían en Segovia, no le disuadió formalmente. Pero sí le recomendó que prosiguiese estudiando. Por eso, en 1569 se trasladó a Valencia. Comenzó a cursar latín con vías a una posible ordenación sacerdotal costeándose los gastos con su trabajo en casa de una marquesa. Hubo un momento en que había tenido que mendigar. No sin cierto pudor, que tuvo que vencer, estudiaba junto a unos niños. Luego fue en pos de un ermitaño que entabló amistad con él y quiso disuadirle de su empeño de ser jesuita. Vio que estaba sucumbiendo a una tentación y lo dejó.

Regresó a Valencia, dejando nuevamente en suspenso sus estudios, para iniciar otro intento de ingreso en la Compañía. Se puso a merced del padre Santander, quien le hizo ver que hasta ese momento parecía seguir sus dictados y no los de Dios. Entonces Alonso respondió: «Os prometo que jamás en mi vida volveré a hacer mi propia voluntad. Haced de mí lo que queráis». Con ayuda del religioso acometió el sueño que le guiaba de ser jesuita, aunque no pudiera ser sacerdote. La negativa de quienes dilucidaban qué hacer con él estaba en el aire, cuando el superior padre Antonio Cordesses terció rotundo: «Recibámoslo para santo».

En 1571 fue aceptado como «hermano lego» por el provincial, y tras finalizar el noviciado partió a Palma de Mallorca. Le encomendaron la portería del colegio de Montesión y desempeñó esta misión durante casi cuarenta años, hasta que sus fuerzas se lo impidieron. Nadie podría haber imaginado que el ángel de bondad que franqueaba la puerta a todos, viendo en ellos a Cristo, sufría aridez, era escrupuloso y padecía violentas tentaciones contra la castidad de las que en alguna ocasión le rescató la Virgen. «En las tentaciones he sido más de doscientas veces mártir», reconocía. Experimentaba desolación y el mero hecho de meditar le generaba muchos dolores. Es como si los sufrimientos y mortificaciones que realizaba desde hacía años, no dieran su fruto. «El demonio—afirmaba—es un gran bachiller». Pero no se desesperó, ni se desanimó. Haciendo acopio de paciencia seguía perseverando y sirviendo humildemente en la misión que tenía: abrir la puerta. Y al final experimentó una intensísima presencia de Jesús y de María que le colmaban de místicos consuelos.

En 1585 profesó los últimos votos. En 1604 a demanda de sus superiores inició sus Memorias autobiográficas, que culminó en 1616. Su obediencia seguía intacta. Cuando, cumplidos más de 70 años y hallándose muy enfermo, para probar su virtud lo destinaron a la India, automáticamente se dirigió a la puerta diciendo: «Tengo orden de partir a las Indias», ante lo cual el superior intervino, de lo contrario se habría ido. Así era su obediencia y disposición, tan literal que asombraba. Humildemente decía que «obedecía a lo asno».

Y el juicio de sus hermanos era: «Este hermano no es un hombre, sino un ángel».Nunca reparó en la actitud de aquellos a los que abría la puerta, que no siempre era correcta, y les entregaba lo mejor de sí: «Es que a Jesús que se disfraza de prójimo, nunca lo podemos tratar con aspereza o mala educación».Cuando escuchaba el sonido de la campana, profería un gozoso: «¡Ya voy, Señor!». Y engarzaba sus jornadas de trabajo y oración cincelando a conciencia en su corazón una hermosa filigrana de caridad con la que íntimamente coronaba a quienes pasaban por el convento: «Allí viene el humilde. Ahí, el obediente. Allá viene el que jamás se enoja. Ese es el que vive en viva fe. Viene el de gran pobreza. Ese es prudente. Hacia acá viene el piadoso».

Tan intensa llegó a ser la presencia continua de Dios para él, que era de todo punto imposible alejarlo por un momento de sí, como una vez le sugirió su superior para dejar descansar su mente, cuando ya era de avanzada edad. Estuvo adornado con diversos carismas, entre otros: visiones, discernimiento y milagros. Falleció el 31 de octubre de 1617. León XII lo beatificó el 25 de mayo de 1825. León XIII lo canonizó el 15 de enero de 1888. Ese día era elevado a los altares junto a Juan Berchamns y Pedro Claver uno de sus dilectos discípulos, como se vio en esta sección de ZENIT.