Colaboraciones

 

VOX y los cristianos: reto y oportunidad

 

 

10/10/2018 | por Tertuliano (pseudónimo) | ForumLibertas.com


 

 

Desde el pasado Domingo, en que VOX logra reunir más de 10.000 personas para un mitin en Madrid, el partido liderado por Santiago Abascal se ha convertido en noticia de portada y objeto de diferentes comentarios por todos los medios y redes. Desde la perspectiva de ForumLibertas, como periódico digital cristiano que es, cabe hacer también una pequeña reflexión sobre el nuevo partido.

Para que la misma sea lo más atinada posible, hay que caer en la cuenta de que Vox, además de ser el partido que ha liderado el ejercicio popular de acciones judiciales contra los políticos independentistas catalanes (lo cual ha sido el motor de su fama y crecimiento), se caracteriza por: 1º Una defensa de la familia, la vida y la libertad de educación plenamente conformes a la doctrina de la Iglesia; 2º Una posición eurocrítica; 3º Una posición sobre la inmigración más restrictiva que la del resto de partidos; 4º Una contraposición frontal a la forma imperante de entender el feminismo y la perspectiva de género; 5º Un apoyo expreso a las tradiciones, lo cual le permite una especial conexión el sector de la caza y los toros; 6º Una posición en el tema territorial abiertamente unificadora y centralista, partidaria de suprimir las CCAA. En los puntos 4º y 6º Vox está fuera del consenso frecuente en la política española, en el que (con diferentes matices), nadie cuestiona las políticas de género habituales en occidente ni las CCAA.

Así las cosas, VOX supone, por una parte, una oportunidad para los cristianos. En efecto, por un lado es el único partido con posibilidades de entrar en el Parlamento cuyas posiciones en materia de familia, vida, educación y género son plenamente conformes a la doctrina de la Iglesia. Ello podría llevar a que muchos católicos, de buena fe, considerasen que es la opción electoral más apropiada si se da un voto ensencialista, primando los llamados principios no negociables (vida, familia, libertad de educación, bien común).

Pero por otra parte, es un reto, pues VOX plantea unas posiciones restrictivas con la inmigración, centralistas en materia territorial y un populismo de método que pueden resultar muy incómodos a muchos católicos. En efecto, si el partido es percibido como ultra, y es el único al que las posiciones cristianas más fieles se adhieren, el electorado cristiano podría ser percibido (una vez más) como un grupo de derecha extrema, lo cual falsea la pluralidad que realmente existe.

Sobre el tema de la inmigración, hemos de tener presente que el Catecismo (2241), después de afirmar un derecho natural a emigrar, matiza que “las autoridades civiles, atendiendo al bien común de aquellos que tienen a su cargo, pueden subordinar el ejercicio del derecho de inmigración a diversas condiciones jurídicas, especialmente en lo que concierne a los deberes de los emigrantes respecto al país de adopción”. Es posible que todo el programa de Vox al respecto no sea más que una reivindicación de esas “condiciones jurídicas”; lo iremos comprobando a medida que se vaya explicitando. Sin embargo, según como sea presentado en el debate público, y más cuando el Papa insiste en la prioridad del “deber de acoger al extranjero” del propio punto 2241 del Catecismo, podría apreciarse una incompatibilidad entre el voto a Vox y la doctrina de la Iglesia que requeriría una complicada profundización para ser explicada.

En cuanto al tema territorial, que tal vez es hoy el principal eje de distribución de la pluralidad de posiciones, la doctrina de la Iglesia es clara recomendando el principio de subsidiariedad y la apertura a diferentes fórmulas de organización territorial. Un católico que no comparta la posición unificadora, podría verse ante un dilema entre elegir de acuerdo a su territorio, y elegir de acuerdo a los principios no negociables derivados de su fe. Si VOX no quiere encallar en este punto, debería concretar más su propuesta territorial, especificando cómo respetará derechos históricos, la pluralidad foral civil, y como articulará su administración centralizada de acuerdo al principio de subsidiariedad (¿tal vez revalorizando las diputaciones?).

Finalmente, el populismo y la posición eurocrítica de VOX constituyen un tercer punto de reto para los cristianos. Aunque hoy por hoy Bruselas sea un potente promotor de posiciones laicistas y mundialistas con un posicionamiento de género que confronta con la doctrina católica, también es cierto que la UE se hizo por y para la paz y la prosperidad del continente, y de momento es un instrumento apto para esos fines. Si a ello unimos su origen cristiano, el voto católico europeísta podría no encontrarse cómodo tampoco con VOX.

Estas y otras cuestiones hacen que VOX sea una oportunidad incuestionable, pero también un reto incómodo, pues es casi imposible que los católicos sensibles al deber de acogida a los inmigrantes, europeístas o favorables a la aplicación del principio de subsidiariedad en la organización territorial voten a VOX. Para todos los que difícilmente darán su apoyo a VOX, la irrupción del nuevo partido puede ser positiva si, además de lo que consiga per se, genera cambios en los demás partidos que con VOX compiten.