Servicio diario - 13 de agosto de 2018


 

Jóvenes italianos: "¡La Iglesia necesita vuestro impulso, intuiciones y fe!"
Rosa Die Alcolea

'Por mil caminos hacia Roma': Envío misionero del Papa a 70.000 jóvenes italianos
Rosa Die Alcolea

Cardenal Stanislaw Rylko: Miembro de la Comisión Pontificia para el Estado Vaticano
Rosa Die Alcolea

Venezuela: Los obispos advierten del deterioro de la justicia en el país
Redacción

Schoenstatt: 50 años de la partida del P. José Kentenich, fundador
Enrique Soros

San Maximiliano Kolbe, 14 de agosto
Isabel Orellana Vilches

 


 

 

 

13/08/2018-19:54
Rosa Die Alcolea

Jóvenes italianos: "¡La Iglesia necesita vuestro impulso, intuiciones y fe!"

(ZENIT – 13 agosto 2018).- “El viaje a Roma fue hermoso y agotador. Piensen, ¡cuánto esfuerzo, pero cuánta belleza! Pero igual de bello y desafiante será el viaje de regreso a sus hogares, a sus países, a su comunidad”, les dijo Francisco.

El pasado fin de semana, sábado 11 y domingo, 12 de agosto de 2018, se celebró en el Vaticano la peregrinación Por mil caminos hacia Roma, un evento de reunión y oración del Papa Francisco con jóvenes italianos, promovido por la Conferencia Episcopal Italiana en preparación para la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema Jóvenes, fe y discernimiento vocacional (3-28 de octubre de 2018).

El secreto está “en ser y saberse ‘amado’, ‘amada’ por Él, ¡Jesús, el Señor, nos ama!” –subrayó el Papa– “Y cada uno de nosotros, al llegar a casa, pongamos esto en el corazón y en la mente: Jesús, el Señor, me ama. Soy amado. Soy amada. Sentir la ternura de Jesús que me ama”.

El sábado, a las 16:30 horas, después de llegar por la mañana a Roma, decenas de miles de jóvenes de casi 200 diócesis italianas y la bienvenida al Circus Maximus, tuvo lugar un momento de animación esperando al Santo Padre Francisco.

A las 18:30 horas, el Papa Francisco llegó al Circo Máximo para el encuentro y la vigilia de oración con los jóvenes. Después de algunas vueltas sobre el papamóvil por la zona del encuentro, el Pontífice y después del saludo al Santo Padre por una representante de los jóvenes italianos, comenzó el diálogo del Papa con los jóvenes, que le hicieron 3 preguntas, y él respondió.

Después de un momento de canto, oraciones y testimonios, el Papa Francisco dirigió una reflexión a los jóvenes que continuaron la fiesta con una noche de celebración, música y testimonios y luego se trasladaron a la Plaza de San Pedro, parando en varias Iglesias de Roma para la Noche Blanca, y participando en diferentes eventos de espiritualidad, arte y cultura, entretenimiento y animación.

A continuación publicamos el saludo del Papa a los jóvenes italianos, pronunciado el sábado, 11 de agosto, por la tarde, en el Circo Máximo, publicado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede y traducido del italiano por ZENIT.

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Saludo del Papa Francisco

Queridos jóvenes,

Gracias por este encuentro de oración, en vista del próximo Sínodo de los Obispos.

También les agradezco porque esta cita fue precedida por una mezcla de muchos caminos en los que se han convertido en peregrinos, junto con sus obispos y sacerdotes, a lo largo de las carreteras y caminos de Italia, en medio de los tesoros de la cultura y la fe que sus padres les dejaron como herencia.

Ustedes han pasado por lugares donde la gente vive y trabaja, ricos en vitalidad y marcado por las labores, en las ciudades como en los países y en los suburbios perdidos. Espero que hayan respirado profundamente las alegrías y las dificultades, la vida y la fe del pueblo italiano.

En el pasaje del Evangelio que hemos escuchado (cfr Jn 20,1-8), Juan nos dice que una mañana inimaginable cambió para siempre la historia de la humanidad.

Figurémoslo, aquella mañana: a la primera luz del alba del día después del sábado, alrededor de la tumba de Jesús todos comienzan a correr. María Magdalena corre para advertir a los discípulos; Pedro y Juan corren hacia el sepulcro… Todos corren, todos sienten la urgencia de moverse: no hay tiempo que perder, debemos darnos prisa… Como María había hecho, ¿recuerdas? – Al poco de concebir a Jesús, para ayudar a Isabel.

Tenemos muchos motivos para correr, a menudo simplemente porque hay muchas cosas que hacer y el tiempo nunca es suficiente. A veces nos damos prisa porque nos atrae algo nuevo, bello, interesante. A veces, al contrario, se corre para escapar de una amenaza, de un peligro…

Los discípulos de Jesús corren porque han recibido la noticia de que el cuerpo de Jesús ha desaparecido de la tumba. Los corazones de María Magdalena, de Simón Pedro, de Juan, están llenos de amor y golpeados salvajemente después de la separación que parecía definitiva.

¡Tal vez se reavive en ellos la esperanza de ver el rostro del Señor otra vez! Como en aquel primer día cuando Él prometió: “Venid y veréis” (Jn 1, 39). Quien corre más fuerte es Juan, ciertamente porque es más joven, pero también porque no ha parado de esperar después de ver con los ojos a Jesús muriendo en la cruz; y también porque ha estado cerca de María, y por ello, fue “contagiado” por su fe. Cuando sentimos que la fe falla o es tibia, acudimos a Ella, María, y Ella nos enseñará, nos entenderá, nos hará sentir nuestra fe.

Desde aquella mañana, queridos jóvenes, la historia ya no es la misma. Aquella mañana cambió la historia. La hora en que la muerte parecía triunfar, en realidad, el momento de su derrota se revela. Incluso esa roca pesada, colocada antes de la tumba, no pudo resistir. Y desde aquella alba del primer día después del sábado, cada lugar donde la vida está oprimida, cada espacio en el que domina la violencia, la guerra, la miseria, donde el hombre es humillado y pisoteado, en ese lugar la esperanza de vida todavía puede ser reavivada.

Queridos amigos, habéis emprendido vuestro viaje y vinisteis al encuentro. Y ahora mi alegría es sentir que vuestros corazones laten con amor a Jesús, como los de María Magdalena, Pedro y Juan. Y como son jóvenes, yo, como Pedro, soy feliz de verles correr más rápido, como Juan, motivados por el impulso de sus corazón, sensibles a la voz del Espíritu que anima sus sueños.

Es por eso que les digo: no se conformen con el paso prudente de los que están en la cola al final de la línea. Hace falta valor para arriesgarse y saltar hacia, un salto audaz y valiente para soñar y lograr, como Jesús, el Reino de Dios, y comprometerse con una humanidad más fraterna. Necesitamos la fraternidad: ¡corran el riesgo, sigan adelante!

Estaré feliz de verles correr más que aquellos en la Iglesia que son un poco lentos y temerosos, atraídos por ese rostro tan querido, que adoramos en la Sagrada Eucaristía y reconocemos en la carne del hermano que sufre. El Espíritu Santo les conducirá en esta carrera hacia adelante. La Iglesia necesita su impulso, sus intuiciones, su fe. ¡Tenemos necesidad! Y cuando lleguen donde aún no hemos llegado, tengan paciencia para esperarnos, como Juan esperó a Pedro ante la tumba vacía. Y otra cosa: Caminando juntos, en estos días, han experimentado cuanto trabajo cuesta acoger al hermano o hermana que está a mi lado, pero también cuánta alegría puede darme su presencia si lo recibo en mi vida sin prejuicios y cierres. Caminar solos nos permite estar desvinculados de todo, quizás más rápido, pero caminar juntos nos convierte en un pueblo, el pueblo de Dios. El pueblo de Dios que da seguridad, la seguridad de la pertenencia al pueblo de Dios… Y con el pueblo de Dios te sientes seguro, en tu pertenencia al pueblo de Dios tienes identidad. Un proverbio africano dice: “Si quieres ir rápido, corre solo. Si quieres llegar lejos, ve con alguien”.

El Evangelio dice que Pedro entró a la tumba primero y vio las telas en el suelo y la mortaja envuelta en un lugar separado. Entonces el otro discípulo también entró, el que –dice el Evangelio– “vio y creyó” (versículo 8). Este par de verbos es muy importante: ver y creer. A lo largo del Evangelio de Juan se dice que los discípulos, al ver las señales que Jesús cumplía, creyeron en Él. Ver y creer. ¿De qué signos se trata? Agua transformada en vino para la boda; de algunas personas enfermas recuperadas; de un ciego que recobra la vista; de una gran multitud saciada con cinco panes y dos peces; de la resurrección de su amigo Lázaro, quien había muerto hacía cuatro días. En todas estas señales, Jesús revela el rostro invisible de Dios.

No es la representación de la sublime perfección divina la que transpira de los signos de Jesús, sino la historia de la fragilidad humana que se encuentra con la Gracia que levanta. Hay una humanidad herida que se sana del encuentro con Él; está ahí el hombre caído, que se encuentra una mano tendida a la que agarrarse; está la pérdida de los derrotados que descubren una esperanza de redención.

Y Juan, cuando entra al sepulcro de Jesús, lleva en los ojos y en el corazón esas señales hechas por Jesús sumergiéndose en el drama humano para elevarlo. Jesucristo, queridos jóvenes, no es un héroe inmune a la muerte, sino que lo transforma con el don de su vida. Él lleva en sus ojos y en su corazón esas señales hechas por Jesús sumergiéndose en el drama humano para elevarlo. Jesucristo, queridos jóvenes, no es un héroe inmune a la muerte, sino que lo transforma con el don de su vida. Y esa hoja cuidadosamente doblada dice que ya no la necesitará: la muerte ya no tiene poder sobre Él.

Queridos jóvenes, ¿es posible encontrarnos con la Vida en lugares donde reina la muerte? Sí, es posible. Sería un error responder que es mejor alejarse, escaparse. Sin embargo, esta es la novedad revolucionaria del Evangelio: el sepulcro vacío de Cristo se convierte en el último signo en el que brilla la victoria definitiva de la Vida. ¡Entonces no tenemos miedo! No nos mantenemos alejados de los lugares de sufrimiento, de derrota, de muerte. Dios nos ha dado un poder mayor que todas las injusticias y la fragilidad de la historia, más grande que nuestro pecado: Jesús ha vencido a la muerte dando su vida por nosotros. Y nos envía a anunciar a nuestros hermanos que Él es el Resucitado, Él es el Señor, y nos da su Espíritu para sembrar con Él el Reino de Dios. Esa mañana del Domingo de Pascua la historia ha cambiado: ¡tenemos coraje!

¡Cuántas tumbas –por así decirlo– esperan hoy nuestra visita! Cuantas personas heridas, incluso las más jóvenes, han sellado su sufrimiento. “Poniendo –como se dice– una piedra encima”. Con la fuerza del Espíritu y la Palabra de Jesús podemos mover esos cantos rodados y dejar entrar rayos de luz en esos barrancos de oscuridad.

El viaje a Roma fue hermoso y agotador. Piensen, ¡cuánto esfuerzo, pero cuánta belleza! Pero igual de bello y desafiante será el viaje de regreso a sus hogares, a sus países, a su comunidad. Explórenlo con la confianza y la energía de Juan, el “discípulo amado”. Sí, el secreto está ahí, en ser y saber que eres “amado”, “amada” por Él, ¡Jesús, el Señor, nos ama! Y cada uno de nosotros, al llegar a casa, pongamos esto en el corazón y en la mente: Jesús, el Señor, me ama. Soy amado. Soy amada. Sentir la ternura de Jesús que me ama. Yendo por el camino hacia el hogar con valor y alegría, síguelo con la conciencia de ser amado por Jesús. Entonces, con este amor, la vida se convierte en una buena raza, sin ansiedad, sin miedo, esa palabra que nos destruye. Sin ansiedad y sin miedo. Una carrera hacia Jesús y los hermanos, con un corazón lleno de amor, de fe y de alegría. ¡Vayan así!

 

Traducción de ZENIT, Rosa Die Alcolea [Texto original: Italiano]

 

 

 

13/08/2018-09:34
Rosa Die Alcolea

`Por mil caminos hacia Roma': Envío misionero del Papa a 70.000 jóvenes italianos

(ZENIT — 13 agosto 2018).- El Obispo de Roma encomendó el mandato misionero a unos 70.000 jóvenes italianos en la Plaza de San Pedro y bendijo los dones que los chicos llevarán a la Jornada Mundial de la Juventud (Panamá, 22-27 de enero de 2019): el crucifijo de San Damián y la imagen de la Virgen de Loreto.

El pasado domingo, 12 de agosto de 2018, a las 9:30 horas, en la Plaza de San Pedro, el Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el Cardenal Gualtiero Bassetti, presidió la Santa Misa para los jóvenes participantes del encuentro de oración con el Papa Francisco Por mil caminos hacia Roma.

La Santa Sede ha indicado que participaron 90.000 personas en la celebración, aunque se estima que eran unos 70.000 jóvenes los que participaron en el evento de peregrinación a Roma.

Ha sido un evento promovido por la Conferencia Episcopal Italiana en preparación al Sínodo de los Obispos que tendrá lugar del 3 al 28 de octubre de 2018, con el lema Los Ovenes, la fe el discernimiento vocacional.

Al término de la santa Misa el Pontífice llegó a la Plaza de San Pedro, donde después de algunas vueltas sobre el papamóvil entre los jóvenes, y el saludo del cardenal Gualtiero Bassetti, el Santo Padre ha encomendado a los jóvenes el mandato misionario y ha bendecido los dones que los chicos italianos llevarán a la Jornada Mundial de la Juventud (Panamá, 22-27 de enero de 2019): el crucifijo de San Damián y la imagen de la Virgen de Loreto.

Después, el Papa Francisco dirigió la oración del Ángelus y finalmente bendijo a los jóvenes que, al final de la celebración, partieron hacia sus diócesis.

 

 

13/08/2018-10:12
Rosa Die Alcolea

Cardenal Stanislaw Rylko: Miembro de la Comisión Pontificia para el Estado Vaticano

(ZENIT — 13 agosto 2018).- El Papa Francisco ha nombrado miembro de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano al Cardenal polaco Stanislaw Rylko, Arcipreste de la Basílica Papal de Santa María la Mayor, en Roma.

Así lo comunicó el pasado sábado, 11 de agosto de 2018, la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Actualmente, Mons. Stanislaw Rylko es presidente emérito del Pontificio Consejo para los Laicos y Arcipreste de la Basílica Papal de Santa María la Mayor. Fue nombrado Cardenal en 2007.

El Papa Benedicto XVI lo nombró Cardenal Diácono del templo romano de Sacro Cuore di Cristo Re en la reunión del Colegio cardenalicio del 24 de noviembre de 2007. Rylko todavía será elegible papa en un Cónclave hasta que cumpla ochenta años el 4 de julio de 2025.

 

Miembro de otras congregaciones

Además de sus funciones principales, el 12 de junio de 2008 fue nombrado por Benedicto XVI miembro de otras congregaciones de la Curia romana. Estas congregaciones son: la Congregación para las Causas de los Santos, la Congregación para los Obispos y la Comisión Pontificia para Latinoamérica.

En agosto de 2010 el cardenal Rylko presidió la vigilia del sábado noche y la Eucaristía final de la Peregrinación y Encuentro de Jóvenes (PEJ), que tuvo lugar entre el 5 y 8 de dicho mes en Santiago de Compostela con motivo del Año Santo Jacobeo.

Asimismo, Mons. Rylko, siendo presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, pronunció el discurso de bienvenida, al concluir la misa de inauguración , en la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Madrid en 2011.

El 28 de diciembre de 2016 fue nombrado Arcipreste y Administrador de la Basílica Papal de Santa María la Mayor.

 

 

13/08/2018-21:00
Redacción

Venezuela: Los obispos advierten del deterioro de la justicia en el país

Sigue el comunicado de prensa emitido por la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana en relación al deterioro de la justicia venezolana, este 13 de agosto de 2018.

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1. El País está pasando por una situación muy delicada: se quiere instaurar una espiral de violencia y se promueve el resquebrajamiento de la Justicia, particularmente cuando todo lo que tiene que ver con ella se está saliendo del control de las leyes y de los procedimientos legales, para enmarcarse en la arbitrariedad que lleva a la persecución fisica, el amedrentamiento, y al atropello del Estado de Derecho. Debemos afirmar como pueblo que la violencia venga de donde venga, implementada a personas, instituciones o al pueblo mismo, debe ser rechazada en todas sus vertientes. Con la paz logramos todo, con la violencia la destrucción.

2. La semana pasada la Comisión de Justicia y Paz de la CEV afirmaba: "las aprehensiones a parlamentarios, funcionarios o ciudadanos con base en indicios o presunciones de la responsabilidad penal, no conllevan a detenciones arbitrarias, tratos crueles o inhumanos, torturas o desapariciones forzadas, supuestos que atentan a todo evento contra la integridad fisica y psíquica de los venezolanos".

3. Debemos recordar que en un Estado de derecho, quien es privado de su libertad, es titular de derechos referibles a las diferentes esferas (derechos relativos a la integridad fisica y psicológica, a las relaciones familiares y sociales, a la integridad moral, etc.). Esto excluye desde luego, no sólo todo tipo de tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes, sino también las condiciones mismas de reclusión en situación de aislamiento, la completa imposibilidad de comunicación y la falta de contactos con otros seres humanos, que las más de las veces provocan graves sufrimientos psíquicos y físicos al privado de libertad. La dignidad de la persona y los derechos fundamentales a ella inherentes no pueden negarse nunca. Ésta es la esencia última de la justicia, que implica fundamentalmente reconocer que toda persona —independientemente de su origen y condición, raza, pensamiento y comportamiento—, por el hecho de ser persona, tiene la misma y fundamental dignidad.

4. Lamentablemente en el país quienes se sienten con poder están usando la única arma de los que no tienen razón: la violencia represiva. Para ejercerla están violando leyes, los articulados de la Constitución Nacional y los Derechos Humanos. Perseguir, someter y enjuiciar arbitrariamente, es el componente que se observa, mientras hay una multitud de pueblo que pide alimentos, medicamentos, luz eléctrica, transporte público, gas, sueldos dignos, detener la inflación. Pero nada de esto está ocurriendo; por el contrario, se quiere ejercer un control social y se promueve el quiebre de la disidencia.

5. A pesar de toda esta realidad dolorosa, no podemos sucumbir ni como ciudadanos con derechos ni como sociedad en búsqueda de bienestar. La protesta cívica, la organización comunitaria, la unidad como pueblo, el reclamo legítimo del buen funcionamiento de los servicios públicos que les pertenecen al pueblo, son acciones que están avanzando. Para ello debemos seguir fomentando la reconciliación y la paz, la búsqueda de la verdad y un discernimiento espiritual que nos permita saber valorar toda información o hechos que puedan ocurrir en el país; buscar la verdad es tarea de todos.

6. Exhortamos a los organismos de seguridad del Estado a cambiar su actitud, entiendan que estamos en momentos de grandes sacrificios y sufrimientos de nuestro pueblo, de sus propias familias, de sus hijos. No repriman, sino antes bien, acompañen a este pueblo que no tiene otra alternativa sino la de buscar ser escuchado en sus necesidades.

Que María Santísima, la Virgen reconciliadora y de la paz, cuide de nuestro pueblo.

Caracas, 13 de agosto de 2018

Con nuestra bendición.

+ Mons. José Luis Azuaje Ayala
Arzobispo de Maracaibo, Presidente de la CEV

+ Mons. Mario Moronta Rodríguez
Obispo de San Cristóbal, 1° Vicepresidente de la CEV

+ Mons. Raúl Biord Castillo
Obispo de La Guaira, 2° Vicepresidente de la CEV

+ José Trinidad Fernández Angulo
Obispo Auxiliar de Caracas, Secretario General de la CEV

 

 

13/08/2018-08:33
Enrique Soros

Schoenstatt: 50 años de la partida del P. José Kentenich, fundador

Se preparan las celebraciones por los 50 años de la partida del Padre José Kentenich. Su carisma interpela a los miembros de Schoenstatt a vivir una Iglesia en salida.

Fue el 18 de octubre de 1914 que un joven sacerdote alemán le ofreciera su corazón a la Virgen María, junto a un puñado de adolescentes seminaristas, en una minúscula capilla en el valle de Schoenstatt, a escasos kilómetros del río Rin, muy cerca Coblenza, donde este confluye con el Mosela. Le pidieron a María que se estableciera en esa capillita, irradiando sus gracias para todo aquel que llegara a visitarla en la presencia del Señor. Y a su vez, le ofrecieron aspirar a la santidad, forjando sus personalidades en libertad interior, reciedumbre de espíritu y entrega apostólica. Fue la primera Alianza de Amor que se sellara en Schoenstatt, en la capillita que muchos años más tarde se conocería como el Santuario Original. Ese día es considerado como la fundación del Movimiento de Schoenstatt. El joven sacerdote era el Padre José Kentenich.

Una forma de detectar el actuar de Dios en nuestras vidas y en acciones, según el P. Kentenich, es encontrarse ante tres elementos clave: la pequeñez de los instrumentos humanos, la magnitud de las dificultades, y la fecundidad como resultante. Desde el comienzo podemos constatar que Schoenstatt estuvo caracterizado por este principio. La Primera Guerra Mundial había estallado hacía escasas semanas. Poco después de la fundación de Schoenstatt, los muchachos fueron enviados a la guerra. No se puede pensar un peor cuadro si se pretende que un proyecto fructifique. Pero, los jóvenes, que fueron enviados a distintos frentes, allí donde estaban, a través de misivas, compartían sus esfuerzos por crecer en santidad en medio de bombas y granadas, sintiéndose cobijados espiritualmente en el Santuario de Schoenstatt por María, y siendo guiados por el P. Kentenich en este camino de crecimiento interior y la entrega.

 

Una pedagogía revolucionaria que genera líderes con una gran misión

Al finalizar la guerra, regresaron con un gran ímpetu, fortalecidos por las gracias recibidas de María en tiempos tan cruciales. Junto al P. Kentenich decidieron fundar una federación, que incluyera a jóvenes que no pertenecieran a su comunidad, o sea, la idea era llevar la transformación del corazón en María y Jesús hacia afuera, a las periferias, para la transformación del mundo. Se encontraron en Hörde, a las afueras de Dortmund, donde sentarían las bases de esta comunidad. Pero cuál no fuera su sorpresa y desilusión, al enterarse que el fundador, el P. Kentenich, no se haría presente en la jornada. Decidieron avanzar de todas formas, y esbozaron los lineamientos espirituales y estratégicos de la comunidad. Esta actitud del P. Kentenich refleja la forma de actuar que siempre lo caracterizó, y con la que quiso sellar el alma de sus hijos espirituales. Esto es, formar un movimiento de laicos, donde estos se sientan reales protagonistas de la transformación del mundo, despertando y desarrollando su liderazgo. A la vez, cuando quería estar seguro de que se tratara de la voluntad de Dios, se retiraba, como lo hiciera en este caso, acompañando, pero no desde un liderazgo activo, sino como guía paternal, motivando a que la voluntad de Dios se manifestara a través de las almas de la comunidad. Sin duda, un movimiento de laicos era algo revolucionario para la Iglesia de principios del siglo pasado.

En pocos años, Schoenstatt se expandía por toda Alemania. El Padre Kentenich daba constantemente retiros, a veces tres o cuatro al mismo tiempo, a sacerdotes, educadores, mujeres, hombres, jóvenes. Schoenstatt se había transformado en un lugar de peregrinación y de transformación espiritual. Un tercio del clero alemán pasó por el valle participando de sus retiros.

 

El campo de concentración y pruebas desde la Iglesia

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, el P. Kentenich fue detenido por la Gestapo. En un documento emanado de Berlín, se lo había sindicado como “enemigo número uno”. Es que la libertad interior, esencial en su pedagogía y espiritualidad, eran radicalmente incompatibles con un sistema dictatorial. El P. Kentenich fue enviado al campo de concentración de Dachau, donde en medio de los más graves peligros, se dedicó a dar charlas a los prisioneros en las barracas, a escribir libros sobre espiritualidad para su fundación y oraciones de profundo contenido teológico y espiritual, que salían del campo en forma ilegal, y a ayudar a los prisioneros en sus tremendas dificultades.

Al salir del campo de concentración en 1945, se encontró, como después de la Primera Guerra Mundial, con un Schoenstatt más fortalecido en medio de las pruebas más terribles. Sintió que era hora de llevar la Alianza de Amor al mundo, y comenzó así a recorrer el sur de África y Latinoamérica, compartiendo su misión de la forjación de una persona nueva en María y Jesús.

Su carisma no fue comprendido por algunas personas influyentes en la Iglesia preconciliar, y fue enviado a Estados Unidos, sin que pudiera defenderse de acusaciones. Fueron catorce años de dura prueba. Al igual que durante toda su vida, el P. Kentenich tuvo una fidelidad absoluta a Roma y un profundo amor a la Iglesia. De esos años de cruz y gran dolor surge su deseo de que en su lápida se esculpan las palabras Dilexit Ecclesiam –amó a la Iglesia–.

 

A la casa del Padre

En 1965, Pablo VI lo reintegra plenamente a su Obra, sin que prosperara ninguna acusación de las que había sido objeto. En los tres años siguientes se dedicó por entero a sus hijos espirituales y a la Iglesia, siendo visitado por numerosos obispos y visitando a muchos otros. El domingo 15 de septiembre de 1968 celebró por primera vez misa en la Iglesia de la Adoración, sobre el monte Schoenstatt. Al finalizar, se retiró a la sacristía y se desplomó. Así moría “en medio de la lucha” –como él había sugerido que sería su partida–, uno de los grandes fundadores de la Iglesia, que con visión de profeta supo discernir los signos de los tiempos; con claridad meridiana mostró al mundo un ideal de hombre nuevo anclado en Dios e inserto en el mundo, y con donación magnánima ofreció un perfil de santidad radical y de paternidad transfigurada.

Un mundo desarraigado de Dios, origen y fin de la existencia humana, es un mundo desorientado, enfermo, sin rumbo. Encontrarse con una figura paternal que refleje con tanta fuerza el amor y la cercanía de Dios no es común. El Cardenal Joseph Höffner, obispo de Munich y más tarde arzobispo de Colonia, afirmó que sólo cada 200 o 300 años Dios regala a su Iglesia personalidades como la del Padre Kentenich.

Hoy Schoenstatt se encuentra arraigado en más de cien países, con más de 200 Santuarios, réplicas del Original, en todo el mundo. Varios millones de personas se encuentran vinculadas a las gracias de la Virgen de Schoenstatt a través de grupos de vida, institutos seculares, federaciones y de la visita de la Virgen Peregrina en sus casas.

 

José Kentenich, Rebelde de Dios

De entre centenares de libros escritos sobre el P. Kentenich, mencionamos aquí Rebelde de Dios, del renombrado autor Christian Feldmann, quien lo prologa con las siguientes palabras: “No soy schoenstattiano. Cuando escribí libros sobre figuras de nuestro tiempo que fueran señeras en la espiritualidad: Frère Roger, Madeleine Delbrêl, Edith Stein o Juan Pablo II, me topé una y otra vez con el P. Kentenich, pero no me interesó particularmente. … El P. Rudolf Ammann, de la editorial Patris, trató de entusiasmarme para que escribiera una biografía del fundador de Schoenstatt. A fin de rechazar la invitación con fundamentos convincentes, me ocupé por primera vez de José Kentenich… y fui quedando más y más fascinado.

Descubrí un sacerdote que con su impetuoso entusiasmo arrolló la desesperanza del cristianismo contemporáneo. Un sacerdote que sueña con el pasado mañana, con una Iglesia rejuvenecida, de rostro resplandeciente, con un hombre nuevo y una sociedad humana justa y pacífica. ¿Cómo logró este sacerdote, de complexión no muy robusta, superar sin amargura el campo de concentración, el confinamiento en un lúgubre búnquer, el humillante destierro decretado por las autoridades romanas y catorce años de exilio, y sin embargo hablar siempre con una sonrisa, de la fe en la Divina Providencia? ¿De dónde sacaba este hombre sus fuerzas? Esta es la emocionante historia de amor entre Dios y el hombre José Kentenich”.

 

Mensaje del Presidente Internacional de Schoenstatt

El argentino P. Juan Pablo Catoggio, presidente de la Presidencia Internacional de Schoenstatt, en una carta dirigida a los miembros del Movimiento, expone los desafíos a los que se enfrenta Schoenstatt a los 50 años de la partida de su fundador a la casa paterna.

Sobre la continuidad del carisma del P. Kentenich en sus hijos espirituales, expresa Catoggio: “Dios nos ha llamado con y en nuestro fundador. Creemos en él, en su carisma y su misión. Creemos que por la Alianza de Amor con María, Dios nos hace partícipes de su espíritu de fundador. Si ‘permanecemos en él’, si permanecemos vinculados en alianza con él, entonces él ‘permanece en nosotros’ y su carisma se hace creadoramente actual y fecundo en y para la Iglesia”.

Y sobre la misión de Schoenstatt para la Iglesia y el mundo, remata: “El Padre Kentenich mira con alegría la fuerte corriente misionera que hoy inspira a la Familia. Tomando la expresión de nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, queremos ser un ‘Schoenstatt en salida’, un Schoenstatt misionero, que con alegría anhela propagar el mensaje del Evangelio en la forma particular del mensaje de Schoenstatt en la Iglesia y el mundo de hoy. La alianza se hace misión, la alianza se hace cultura. En todos los ámbitos de la vida: juventud, familia, educación, Iglesia, en todas las áreas de la sociedad y la cultura”.

El texto completo de la carta del P. Juan Pablo Catoggio puede leerse aquí.

Tanto junto al Santuario Original en el valle de Schoenstatt en Alemania, como en centenares de ciudades en el mundo, se celebrará en torno al 15 de septiembre 2018, los 50 años de la partida del P. José Kentenich a la Casa del Padre.

 

 

 

13/08/2018-21:03
Isabel Orellana Vilches

San Maximiliano Kolbe, 14 de agosto

«El hombre que confió en la Inmaculada. Franciscano, mártir de la caridad. Se ofreció como víctima en el campo de concentración de Auschwitz para salvar a un padre de familia. Había fundado la Milicia y la Ciudad de la Inmaculada»

De él dijo Juan Pablo II que «hizo como Jesús, no sufrió la muerte sino que donó la vida» . Poco antes de la invasión de Polonia, el santo había escrito: «Sufrir, trabajar y morir como caballeros, no con una muerte normal sino, por ejemplo, con una bala en la cabeza, sellando nuestro amor a la Inmaculada, derramando como auténtico caballero la propia sangre hasta la última gota, para apresurar la conquista del mundo entero para Ella. No conozco nada más sublime». Dios le tomó la palabra.

Raymond nació en Zdunska Wola, Polonia, el 8 de enero de 1894. Sus padres, María Dabrowska, que no pudo cumplir su sueño de ser religiosa, y Julio Kolbe, integrados en la Tercera Orden Franciscana, le transmitieron su fe y devoción por la Virgen. De cinco varones habidos en el matrimonio, dos fallecidos prematuramente, los tres que sobrevivieron crecieron impregnados de la espiritualidad franciscana. En 1906 el pequeño Raymond había tenido una visión en la que María se le presentaba con una corona blanca y otra roja cuyo simbolismo interpretó como una simbiosis de pureza (la blanca) y vaticinio de su martirio (la roja). María Dabrowska, conocedora del hecho, guardó en su corazón, como hizo la Virgen, esta espada de dolor que sabía iba a ser motivo de gloria eterna para su querido hijo. Éste asentó en la Madre del cielo su vida y quehacer apostólico.

A los 13 años ingresó en el seminario franciscano de Lviv, junto a Francisco, su hermano mayor. Allí acrecentaba su oración, su amor al estudio y daba pruebas de férrea vocación. Sin embargo, la promesa de defender a María, que ambos hicieron, iba acompañada para Raymond de la idea de las armas. Combatiría por Ella rememorando el día en el que el monarca polaco Juan Casimiro consagró su país a la Virgen, ante la imagen de Nuestra Señora de Czestochowa. Todo ello venía a su mente y a su corazón porque la paz se había roto en la frontera de Lviv ocupada por los rusos y dominio austriaco. No tardó en darse cuenta de que sacerdocio y armas eran irreconciliables, pero se sentía llamado a engrosar las filas de los que se disponían a luchar para defender su patria.

Hubo un momento en que experimentó el aguijón de la duda respecto a su vocación; influyó en la voluntad de su hermano, y los dos decidieron abandonar el convento. Pero ahí estaba la madre, orando y velando por sus hijos, con tanta fe que llegó a visitarlos justo en el momento oportuno. Era portadora de una gozosa noticia. Les comunicó que iba a unirse a ellos Joseph, el menor de los hermanos, y que ambos progenitores habían acordado dedicarse a servir a Dios exclusivamente.

Disipada la vacilación, en septiembre de 1910 Raymond inició el noviciado. Al profesar tomó el nombre de Maximiliano. Cursó estudios de filosofía y teología en Roma entre 1912 y 1919, obteniendo el doctorado en ambas disciplinas, aunque también destacaba brillantemente en matemáticas y en física. En esta época la Virgen le inspiró la fundación de la Milicia de la Inmaculada. Ya sacerdote regresó a Polonia con una gran debilidad física, pero con un espíritu apostólico imbatible. Su mala salud lo liberó de otros compromisos y pudo dedicarse por entero a promover la Milicia que materializó en su país junto a otro grupo de religiosos en 1919. Llevado por su excelso amor a María, y creyendo que era una vía para rescatar las almas, creó la revista mensual «Caballero de la Inmaculada», cuya tirada ascendía al millón de ejemplares en 1939. Con esta publicación llegaba a hogares polacos y de otros lugares del mundo. Al mismo tiempo impartía clases en Cracovia.

En 1929 fundó la primera «Ciudad de la Inmaculada», que tuvo su sede en el convento franciscano de Niepokalanów, y que pronto fue bendecida con tal cúmulo de vocaciones que se convirtió en el mayor monasterio de la época y uno de los más numerosos en toda la historia de la Iglesia. Dos años más tarde, respondiendo a la solicitud de petición de misioneros que hizo el papa, partió voluntariamente a Japón donde creó otra nueva Ciudad y difundió la revista mensual. Abrió un noviciado y un seminario. Con un apostolado en el que incluía prensa y radio seguía adelante con su sueño de «conquistar todo el mundo, todas las almas, para Cristo, para la Inmaculada, usando todos los medios lícitos, todos los descubrimientos tecnológicos, especialmente en el ámbito de las comunicaciones».

En 1936 regresó a Polonia ya que en su ausencia Niepokalanów había atravesado alguna crisis. Con la ocupación nazi acogió allí a miles de desplazados de Pozna?, los cobijó y asistió espiritualmente. En febrero de 1939 la Gestapo le apresó y le internó en los campos de concentración de Amtlitz y en el de Ostrzeszów. Aunque fue liberado, en 1941 volvieron a detenerle. Le condujeron a Pawiak y de allí le trasladaron a Auschwitz asignándole el número 16670. El 3 de agosto de 1941 se escapó un prisionero, y como castigo fueron seleccionados otros 10 para ser ejecutados. Raymond escuchó el clamor de uno de ellos, Francis Gajowniczka, que sufría por su familia. Dio un paso al frente y se ofreció al comandante para morir en su lugar al tiempo que daba fe de su condición sacerdotal. Era otro signo visible de su santidad.

Fue condenado a morir de hambre en una cámara subterránea, el temible búnker n° 13, junto a los 9 restantes prisioneros. Él, que había escrito: «Tengo que ser tan santo como sea posible», en esas condiciones siguió oficiando la Santa Misa con la ayuda de algunos guardianes que le proporcionaban lo preciso para consagrar, compartiendo rezos y cánticos con sus compañeros y alentándoles en esas crueles circunstancias. Tres semanas más tarde era el único superviviente; el resto fueron muriendo poco a poco. De modo que sus verdugos le aplicaron una inyección letal el 14 de agosto de 1941. Su madre tuvo directa noticia del martirio que estaba dispuesto a sufrir por la carta que él le había dirigido. Pablo VI lo beatificó el 17 de octubre de 1971. Juan Pablo II lo canonizó el 10 de octubre de 1982.