Editorial

 

Día 8: El engaño de la huelga de mujeres

 

 

05/03/2018 | por ForumLibertas


 

 

El día 8 está convocada una huelga general política, aquella que con tanto empeño persiguió el partido comunista cuando el régimen de Franco, con el fin de propinarle un golpe demoledor. Pero esta, la del día 8, es otra cosa. Pretende ser general, cuando en realidad es política, porque lo reivindica todo más allá de lo laboral, el fin de la escuela concertada, la libertad para abortar (en el país que encabeza los ránkings del aborto en Europa), la educación obligatoria en perspectiva de género, y mucho más. Aunque se olvida, como es lo propio del feminismo de género que la alimenta, de la situación de las mujeres que quieren ser madres, de las embarazadas, y de quienes ya lo son, precisamente aquellas que son las perjudicadas por la brecha salarial, porque esta no se da tanto por la condición femenina, sino en razón de la maternidad. Pero este fin que realiza a la mujer -como hace con al hombre- no interesa a las convocantes, como no interesa, a pesar de reivindicar pensiones justas, las realmente discriminadas: las viudas. Porque la mujer que ha dedicado su vida al hogar es percibida como una traidora por las convocantes de la huelga. Como tampoco figura en el extenso listado de reivindicaciones políticas, el fin de la explotación de la mujer traficada y prostituida, la prohibición de toda tercería. Esas ausencias dicen más que todas las presencias, sobre la ideología de las promotoras, que se enmascaran en la defensa de la mujer.

Pero decíamos más arriba que, referido a lo que es una huelga general política, esta es otra cosa, porque rompe con la unidad de los trabajadores que, en su inmensa mayoría, con las excepciones ya apuntadas de las mujeres con hijos o que desean tenerlos, no tienen problemas salariales por ser mujeres, sino por su condición de trabajadores. Es una huelga que el neoliberalismo asume con satisfacción porque desplaza el eje a una falsa dialéctica entre hombres y mujeres, cuando la real es la misma de siempre, entre asalariados y propietarios y altos ejecutivos, con dos matices concretos fruto de la dinámica del sistema, la dicotomía entre precarios y fijos, y la cuestión decisiva para la justicia social de cómo se distribuye la ganancia de la productividad una vez descontada la inversión y el mantenimiento necesario. No puede ser que toda mejora de la productividad se distribuya en unos términos que, para el capital y los altos directivos, no tiene más limite que la oportunidad, mientras que los salarios se fijan a límites estrictos y se presionan a la baja. No puede ser que la única productividad que parezca contar es la del trabajo, mientras que la del capital, y sobre todo la total de los factores, nunca se tengan en cuenta. Ese es el gran debate de los trabajadores, y no si son hombre o mujeres.

Este es el centro de gravedad de la justicia social. Lo otro, lo del día 8, es simplemente un engaño para fragmentar, dividir a los trabajadores, al mismo tiempo que justifica el abandono de las mujeres que realmente si están discriminadas: las madres y embarazadas, las viudas y las traficadas por la prostitución.