Red Iberoamericana de

Estudio de las Sectas

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Nº 552

19 de ene. 2018

 

BOLETÍN MONOGRÁFICO: MINDFULNESS

 

1. Con el mindfulness entramos “en el ámbito de las prácticas budistas”.

2. El mindfulness puede llevar a los católicos a un “caos espiritual”.

3. Mindfulness y ciencia: es más el bombo que las pruebas.

4. Mindfulness: ¿terapia alternativa o charlatanería?

5. Los cursos de mindfulness o autoayuda se contarán como horas de trabajo en Andalucía.

6. Psicólogos y psiquiatras advierten de los riesgos del mindfulness.

7. Instructor de mindfulness advierte de que “nunca pretendió ser una aplicación terapéutica”.

 

 

1. Con el mindfulness entramos “en el ámbito de las prácticas budistas”.

FUENTE: Religión en Libertad

 

 

El “mindfulness” o “atención plena” es la última gran moda de la “meditación oriental” y de la New Age que hace furor en Occidente. Esta técnica de origen budista, aunque se intente esconder su connotación religiosa, lleva años despertando un gran interés. Altos ejecutivos, estrellas de Hollywood, profesores, psicólogos y hasta médicos lo recomiendan o utilizan habitualmente dándoles gran visibilidad. Lo cuenta Javier Lozano en Religión en Libertad.

Cientos de manuales y libros sobre el tema se han publicado durante estos últimos años a la vez que se han multiplicado los congresos, retiros y charlas sobre el mindfulness, ya sea como complemento a la oración o como forma de sobrellevar la ansiedad o el estrés. Incluso en el seno de la Iglesia se ha extendido y estas técnicas se pueden encontrar en casas de retiros y como asignatura en colegios católicos.

Un libro para poner en guardia a los católicos

Pero, ¿qué es en realidad la “atención plena”? ¿Es compatible con el catolicismo o sin embargo puede ser dañino para los católicos? Para responder a estas preguntas y arrojar luz ante la confusión que se pueda generar entre los fieles, Susan Brinkmann ha publicado un libro al respecto, A Catholic Guide to Mindfulness, en el que advierte de los peligros de esta última moda de meditación oriental mientras ofrece a los católicos la oración y la adoración como una alternativa profunda y enraizada en la tradición de la Iglesia.

La autora, que durante mucho tiempo fue feminista y seguidora de la Nueva Era, es ahora miembro de la orden terciaria carmelita, escritora y apologeta. Tras haber buscado la verdad en muchos sitios equivocados, ahora pretende ayudar a muchos que como ella antes buscaban la felicidad pero sin saber dónde.

En sendas entrevistas en Catholic World Report y National Catholic Register (reproducimos la segunda en castellano en este mismo boletín InfoRIES), Susan explica en qué consiste, las razones del éxito rotundo que está teniendo, los riesgos que entraña para los católicos pero también para el resto de asiduos a ella y además ofrece a los miembros de la Iglesia una alternativa cristiana a esta técnica oriental.

Una confusión que puede acabar en “desastre espiritual”

Brinkmann afirma que decidió escribir este libro por su preocupación por la cantidad de católicos que intentan “integrar prácticas de meditación de atención plena en sus vidas espirituales o de oración”. En su opinión, muchos llegan a esta situación “al creer que no es una ‘práctica budista’ sino una forma de enfocarse en el ‘aquí y ahora’”.

Sin embargo, cuando se hace la “meditación espacial”, el “escaneo del cuerpo” u otras técnicas de mindfulness, “nos estamos aventurando en el ámbito de las prácticas budistas”. A tenor de su experiencia, “muchos católicos pueden comenzar tratando de mantener estas prácticas separadas pero existe una confusión con respecto a la meditación oriental y cómo difiere de la meditación occidental (uno es un es un ejercicio mental, el otro es un diálogo con Dios), y es por eso que muchos están combinando inadvertidamente los dos, y esto a menudo puede resultar un desastre espiritual, incluso hasta el punto de requerir exorcismos en algunos casos”.

Una técnica que proviene del budismo

El mindfulness es en definitiva un movimiento psicoespiritual dirigido principalmente por psicólogos, aunque el abanico es ahora mucho más amplio, “que han adaptado una antigua práctica budista de meditación como un medio para ayudar a las personas que sufren una variedad de problemas de salud mental” como el estrés o la ansiedad, aunque ya se utiliza para conseguir paz y relajación. Pero concretamente, esta técnica de origen budista representa el séptimo paso en el Noble Camino Óctuple, que los budistas consideran como parte del proceso para alcanzar el Nirvana. Fue introducido en la medicina y terapias occidentales por el biomédico Jon Kabat-Zinn.

Según la autora, son varios los motivos que explican el éxito de esta técnica. En un mundo secularizado que ha abandonado y relegado los valores judeocristianos, “muchas personas están abandonando la religión convencional y están alimentando el hambre espiritual con otras prácticas, que van desde una variedad de filosofías no cristianas y de la Nueva Era hasta el ocultismo”.

En segundo lugar, Brinkmann señala la “necesidad de escapar de las presiones de la vida moderna como otra razón por la cual las personas se sienten atraídas por las prácticas de meditación orientales. Inducen estados alterados de conciencia a través del uso de técnicas diseñadas para vacías o administrar la mente. Esto les da a las personas un falso respiro de sus preocupaciones. Y en una época en la que estamos sufriendo niveles récord de depresión y ansiedad, ¿quién no querría escapar de sus problemas por lo menos durante un tiempo? ¡Por supuesto, que esto es atractivo!”.

Pero además, apunta un aspecto más sobre el auge del mindfulness. Se puede ganar mucho dinero a través de las “modas psicoespirituales” como esta. “Hemos visto el mismo patrón en el pasado con el reiki. Una vez que estas modas se vuelven de interés común, muchos buscan explotarlas para obtener ganancias”.

Ejemplos de cómo puede dividir una familia católica

En el libro cuenta ejemplos de esta confusión que puede generar en matrimonios católicos. En un caso concreto y real, el esposo practicaba dos veces al día una de estas técnicas de mindfulness para poder sobrellevar el estrés laboral. Hasta ese momento, la familia rezaba todas las noches junta el Rosario pero decidió que no seguiría rezándolo y que seguiría con su meditación porque le parecía más relajante. “Aunque ninguno de nosotros debería rezar sólo por relajación, sino para conversar con Dios, esto muestra lo fácilmente que la gente, en diferentes etapas de su vida espiritual, puede confundirse, sin siquiera darse cuenta, y así ser alejada de Dios en lugar de acercarse a Él”, afirma la autora de este libro.

Y es que insiste en que aunque disfrazado, esta nueva moda proviene del budismo y no es compatible con el catolicismo porque sus fines son diferentes. “Cuando uno entiende bien las intenciones de la oración cristiana y la atención plena está claro que, en su raíz, apuntan en direcciones opuestas”, afirma en el prólogo Anthony E. Clark, profesor de Historia Oriental.

Por ello, cree que la razón por la cual tantos católicos utilizan técnicas de meditación oriental en su vida es “porque sinceramente no entienden de qué se trata la oración cristiana”. “Los cristianos creen que el sufrimiento nos acerca a Dios y nos une con nuestro Señor sufriente. Los budistas creen que el sufrimiento es algo de lo que se puede escapar”, asegura.

Pero además, insiste en que el mayor problema es que técnicas como el mindfulness “son diametralmente opuestas a la concepción cristiana de la oración, que es ‘elevar el corazón y la mente a Dios’. La meditación budista se centra en el yo, mientras que la meditación cristiana se centra en Dios”. Por todo ello, la autora considera que “los católicos no deberían involucrarse en esto, incluso cuando lo recomiende un médico, porque demasiados estudios han demostrado que es dañino”.

Los efectos secundarios de los que no se habla

Durante mucho estas técnicas han tenido buena prensa y estudios favorables. Pero en 2014, investigadores de la Universidad Johns Hopkins revisaron 19.000 estudios sobre mindfulness con los que se popularizó y avaló esta práctica. Del total, sólo 47 cumplían los criterios básicos de un estudio científico serio. De este pequeño número que pasó el corte, sólo encontraron un pequeño efecto de este técnica en la reducción de los síntomas emocionales y ninguna evidencia de que fueran mejores que otros tratamientos.

Sin embargo, no se ha hablado de los efectos secundarios que pueden producir tanto psicológicos como físicos y de los que también alerta en España la publicación Redacción Médica como desde hipersensibilidad a la luz y al sonido a insomnio, movimientos involuntarios del cuerpo. También hubo reacciones de pánico, miedo y ansiedad. Estas reacciones inesperadas se podían mantener durante días, semanas y hasta décadas.

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2. El mindfulness puede llevar a los católicos a un “caos espiritual”.

FUENTE: National Catholic Register

 

 

Susan Brinkmann, que fue feminista New Age, ahora advierte en una entrevista sobre la última novedad en meditación oriental y muestra su preocupación por el intento de muchos católicos de integrar las prácticas de «mindfulness» en su oración o vida espiritual. “Si uno está viviendo actualmente en presencia de Dios, no necesita prácticas budistas como el «mindfulness». Las prácticas cristianas superan con mucho estos métodos meramente humanos, llevándonos a la presencia de Dios, en quien encontramos la verdadera paz y sanación”.

Sabe bien lo que significa buscar la felicidad en los lugares equivocados y ha dedicado su vida a compartir la buena nueva de su fe católica. Su último libro, A Catholic Guide to Mindfulness, advierte de los peligros de la última novedad en meditación oriental y ofrece a los católicos un camino más profundo y santo arraigado en la sabiduría de los santos y los doctores de la Iglesia.

Brinkmann es ahora una apologeta católica, autora ganadora de premios, perteneciente a la Tercera Orden Carmelita y guionista y presentadora de los programas de radio y televisión Living His Life Abundantly y Women of Grace. Reproducimos a continuación la entrevista que le ha hecho Patti Armstrong para el National Catholic Register, traducida al castellano por Helena Faccia Serrano para InfoVaticana (web española que, a pesar de su nombre, no tiene nada que ver con la Santa Sede).

- Primero de todo: ¿qué es esta práctica cada vez más extendida del «mindfulness»?

- El «mindfulness» hunde sus raíces en el budismo y busca conseguir un estado de atención activa y abierta al presente, por lo que uno observa sus pensamientos y sentimientos desde una distancia, sin juzgar si son buenos o malos. Aunque se promociona como una práctica no espiritual utilizada como medio para vencer el estrés y la ansiedad, se practica a través de varias formas de meditación budista, como la «meditación espacial», el «escaneo del cuerpo», la «meditación expansiva de la conciencia». Conectar con Dios no es el objetivo de ninguno de estos tipos de meditación.

- ¿Por qué escribió el libro?

- Mi preocupación principal es el intento de muchos católicos de integrar las prácticas de «mindfulness» en su oración o vida espiritual. Creen que no es una «práctica budista», sino un modo de centrarse en «el aquí y ahora». Pero al hacerlo a través de una de las técnicas de meditación disponibles –como la «meditación espacial», el «escaneo del cuerpo» o cualquier otra–, entonces se están adentrando en el reino de las prácticas budistas.

Muchos católicos tal vez empiezan manteniendo estas prácticas separadas, pero hay una idea muy confusa en Occidente respecto a la meditación oriental y su diferencia con la meditación occidental (una es ejercicio mental; la otra es un método para dialogar con Dios), que hace que muchos, sin darse cuenta, combinen ambas, lo que muchas veces lleva a un caos espiritual, hasta el punto de que en algunos casos ha sido necesario un exorcismo.

- ¿Por qué combinar prácticas puede ser un problema?

- Como explico en el libro, tengo una experiencia personal de esto. Nuestro blog «New Age Q&A» en Women of Grace ha recibido recientemente un email de una mujer cuyo marido dejó de rezar el Rosario con su familia porque encontró que este tipo de meditación era más relajante. Aunque nadie debe rezar sólo para relajarse, sino para dialogar con Dios, esto demuestra lo fácil que es que la gente, en distintos estados de su vida espiritual, se confunda –sin ni siquiera darse cuenta– y se aleje de Dios en lugar de acercarse a Él.

- ¿Hay estudios sobre los efectos del «mindfulness»?

- Hay una preocupación cada vez mayor en el mundo científico porque los medios de comunicación dominantes sólo promocionan estudios que defienden los beneficios del «mindfulness», sin informar sobre los estudios que han tenido resultados negativos con esta práctica. Algunos estudios han demostrado que la práctica del «mindfulness» puede resultar contraproducente en gente que se centra demasiado en el momento y deja sus pensamientos atrás, incluso los positivos. También puede llevar a la gente a desconectarse más que a centrarse, por lo que acaban teniendo pensamientos críticos sobre problemas que requieren pensar más profundamente en ellos y no menos.

Además, un meta-análisis de 18.000 estudios sobre «mindfulness» realizado por investigadores de la Johns Hopkins University en 2014 encontró que sólo 47 de ellos eran metodológicamente correctos, es decir, el 0.0026 %. Y de estos 47 que fueron considerados aceptables, la investigación encontró sólo «pruebas moderadas» de disminución de la ansiedad, depresión y sufrimiento, y «pocas pruebas» de mejoría en la salud mental en relación con la calidad de vida. Esta investigación llevó a descubrimientos alarmantes sobre los efectos negativos del «mindfulness», que me llevaron a incluir esta información en el libro con el objetivo de proporcionar un cuadro más completo de esta práctica que la gente no recibe de quienes la defienden y promocionan.

- ¿Por qué el «mindfulness» atrae a la gente?

- Hay varias razones por las que atrae a la gente. Primero, nuestra sociedad cada vez más secularizada ha relegado los valores judeocristianos al cubo de la basura «a nadie le importa nada». El resultado es que mucha gente está abandonando las religiones principales y están alimentando el hambre espiritual resultante con otras prácticas, que van desde cualquier variación de filosofías no-cristianas y/o New Age, hasta el ocultismo.

Segundo, la necesidad de escapar de la presión de la vida moderna es otra razón por la que la gente se siente atraída por las prácticas de meditación orientales, que inducen estados alterados de conciencia a través del uso de técnicas creadas para vaciar y manipular la mente. Esto le da a la gente una falsa sensación momentánea de mejoría de sus preocupaciones.

En una época en la que estamos sufriendo niveles récords de depresión y ansiedad, ¿quién no querría escapar de sus problemas por un momento? ¡Claro que esto les fascina! En la oración cristiana tal vez tengan que enfrentarse a sus problemas, pero lo hacen con Alguien que, realmente, puede resolverlos. En la meditación oriental la única opción es escapar momentáneamente. Después, los problemas siguen ahí.

Tercero, con respeto hacia los psicólogos y otros que fomentan esta práctica, hay mucho dinero involucrado en estas modas psico-espirituales como el «mindfulness». Hemos visto el mismo patrón en el pasado con el Reiki y la «Oración centrante». Una vez que estas modas pasan a ser de interés público, muchos intentan explotarlas para ganar dinero.

- ¿Por qué las alternativas católicas son superiores?

- Si uno está viviendo actualmente en presencia de Dios, no necesita prácticas budistas como el «mindfulness». Las prácticas cristianas superan con mucho estos métodos meramente humanos, llevándonos a la presencia de Dios, en quien encontramos la verdadera paz y sanación.

En lugar de escapar momentáneamente de la ansiedad, la alternativa cristiana ofrece una solución real a la ansiedad y una transformación permanente. Una práctica es una solución fácil; la otra es una oportunidad a largo plazo para un crecimiento personal exponencial hacia el fin último de nuestra existencia en la tierra, la unión con Dios.

Cuando alcancemos la cima de esta unión con Él en la tierra, habremos sido totalmente transformados en una nueva criatura; no será sólo la antigua mejorada. Cuando estemos unidos con nuestro Creador, finalmente nos transformaremos en lo que debíamos ser desde el principio de los tiempos. Esto es una gracia que supera toda comprensión.

- ¿Puede una persona ser un buen católico y practicar el «mindfulness»?

Depende de lo que usted quiera decir con «buen». Las buenas personas son engañadas todo el tiempo. Personas con buenas intenciones recurren a métodos que las hagan sentir bien en todo momento, pero estos métodos pueden ser perjudiciales espiritualmente.

Si con esta práctica lo único que haces es centrarte personalmente durante unos minutos en la tarea que tienes entre manos, no hay problema. Pero si estás llevando a cabo los típicos métodos para practicar el «mindfulness», que implican todos ellos un tipo de meditación, entonces estás corriendo el riesgo de inducir un estado alterado, que te hará vulnerable a ser dañado psicológicamente o a ser influenciado por entidades espirituales.

Los católicos no deben implicarse en esto, incluso si lo recomienda un médico, porque demasiados estudios han demostrado que es perjudicial; ésta es la razón por la que hay cada vez más investigadores que hablan en contra de esta práctica.

Si un católico quiere practicar siendo «mindful» ahora, en mi libro recomiendo que empiecen utilizando The Practice of the Presence of God, que fue introducida en el siglo XVI por un humilde carmelita, el Hermano Lawrence. No sólo enseña a una persona a estar firmemente arraigado en el presente, sino a hacerlo para, así, vivir continuamente consciente de la presencia de Dios en él.

Se nos enseña a vivir en el momento actual siempre para, de este modo, responder al deseo de Dios en cada uno de los momentos de nuestra vida. Hay una gran diferencia entre un estado de «conciencia» estéril y el profundo reino de éxtasis que encontramos mientras disfrutamos de la presencia del Creador del universo.

- Hábleme de los retiros y conferencias que ha iniciado titulados «La alternativa católica al ‘mindfulness’».

- Mis retiros han sido creados para enseñar a la gente a incorporar la práctica de la presencia de Dios y el sacramento del momento presente en sus vidas. Se realizarán en la Casa de Fátima, en Bedminster, Pennsylvania, el 16 y 17 de febrero y el 23 y 24 de marzo; y en la Casa de Retiro de Malvern, en Malvern, Pennsylvania, el 9 y 10 de junio, de este año. Estamos planificando más.

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3. Mindfulness y ciencia: es más el bombo que las pruebas.

FUENTE: El País

 

 

“¿Qué es el ‘mindfulness’? Nadie lo sabe realmente, y eso es un problema”. Éste es el título con el que el diario español El País ha publicado un artículo firmado por Nicholas Van Dam y Nicholas Haslam, de la Universidad de Melbourne. En él explican que la concentración en el momento presente para aumentar la atención hace furor en las escuelas, los centros de trabajo y las clínicas. Sin embargo, han surgido interrogantes acerca de hasta qué punto está definida e investigada

Probablemente hayan oído hablar del mindfulness. Actualmente se encuentra en todos lados, como muchas de las ideas y las prácticas tomadas de los textos budistas que han pasado a formar parte de la cultura de masas de Occidente. Sin embargo, un estado de la cuestión publicado en la revista Perspectives of Psychological Science muestra que es más el bombo que las pruebas. Algunas revisiones de estudios sobre el tema indican que puede ser útil en caso de problemas psicológicos como la ansiedad, la depresión y el estrés. No obstante, no está claro qué clase de mindfulness o de meditación necesitamos para cada problema específico.

El estudio, en el que participó un numeroso grupo de investigadores, médicos y practicantes de la meditación, descubrió que no existe una definición inequívoca de mindfulness. Esto puede tener repercusiones graves. Si unos tratamientos y unas prácticas muy diferentes entre sí se consideran equivalentes, las pruebas científicas de la validez de uno se pueden emplear erróneamente para defender otro. Al mismo tiempo, si ampliamos demasiado el campo o lo hacemos en la dirección equivocada, puede ocurrir que nos quedemos sin los beneficios de la técnica en general.

Entonces, ¿qué es 'mindfulness'?

Las definiciones de mindfulness son desconcertantemente variadas. Los psicólogos miden el concepto de acuerdo con diversas combinaciones de aceptación, atención, conciencia, focalización en el cuerpo, curiosidad, actitud libre de juicios, concentración en el presente, etcétera. La definición es igualmente poco precisa cuando lo consideramos como un conjunto de prácticas. Un breve ejercicio de introspección a partir de una aplicación para el teléfono móvil realizado durante el viaje de casa al trabajo se puede considerar equivalente a un retiro de meditación de varios meses.

Mindfulness puede hacer referencia tanto a la práctica de los monjes budistas como a lo que hace nuestro profesor de yoga durante cinco minutos al principio o al final de la clase. Por decirlo claramente, mindfulness y meditación no son lo mismo. Algunas clases de meditación implican mindfulness, pero no en todas las prácticas de mindfulness interviene la meditación, y tampoco toda la meditación se basa en la mindfulness.

Mindfulness se refiere principalmente a la idea de concentrarse en el momento presente, pero no es algo tan simple. También hace referencia a diversas formas de practicar la meditación que tienen como objetivo desarrollar la capacidad de ser conscientes del mundo que nos rodea, así como de nuestras pautas y hábitos de comportamiento. En realidad, poca gente coincide en su verdadero objetivo y en qué es y que no es mindfulness.

¿Para qué sirve?

El mindfulness se ha aplicado a casi cualquier cuestión imaginable, desde los problemas de relación, o con el alcohol o las drogas, hasta la mejora de la capacidad de liderazgo. Los deportistas la usan para encontrar la “claridad” en el terreno de juego y fuera de él, y en las escuelas se ofrecen programas de esta materia. Se puede encontrar en los lugares de trabajo, en los centros médicos y en las residencias para la tercera edad. Las definiciones de mindfulness son desconcertantemente variadas. Los psicólogos miden el concepto de acuerdo con diversas combinaciones de aceptación, atención, conciencia, focalización en el cuerpo, curiosidad, actitud libre de juicios, concentración en el presente, etcétera

También se ha escrito un buen puñado de libros pregonando los beneficios del mindfulness y la meditación. Por ejemplo, en su revisión supuestamente crítica Altered Traits: Science Reveals How Meditation Changes your Mind, Brain and Body [Rasgos alterados. Cómo cambia la meditación nuestra mente, nuestro cerebro y nuestro cuerpo], Dan Golestein sostiene que uno de los cuatro beneficios del mindfulness es la mejora de la memoria de trabajo. Sin embargo, un reciente análisis de 18 estudios que investigaban los efectos de las terapias basadas en esta técnica para la atención y la memoria lo ha puesto en tela de juicio.

Otra afirmación frecuente es que la mindfulness reduce el estrés, algo que pocas pruebas confirman. En cuanto a promesas como la mejora del estado de ánimo y la atención, unos hábitos alimenticios más saludables, mejor calidad del sueño y un control del peso más eficaz, tampoco cuentan con el pleno respaldo de la ciencia.

Mientras que las pruebas de sus efectos benéficos son escasas, a veces la mindfulness y la meditación pueden conducir a la aparición de psicosis, manías, pérdida de la identidad personal, ansiedad y pánico, y provocar que se revivan recuerdos traumáticos. Los expertos opinan que su práctica no es adecuada para todo el mundo, especialmente para las personas que padecen problemas graves de salud mental, como la esquizofrenia o el trastorno bipolar.

La investigación sobre mindfulness

Otro problema de la bibliografía sobre el tema es que, con frecuencia, los métodos de la investigación son poco rigurosos. Las maneras de medir el mindfulness son enormemente variables, y evalúan fenómenos muy dispares al tiempo que les ponen a todos la misma etiqueta. Esta falta de equivalencia entre las medidas y los objetos de medición hace que sea problemático generalizar sobre un estudio partiendo de otro. La investigación sobre mindfulness se apoya excesivamente en las encuestas, que exigen que la gente haga un ejercicio de introspección y hable de estados mentales que a veces son escurridizos y efímeros. Como es bien sabido, estas declaraciones adolecen de parcialidad. Por ejemplo, las personas que aspiran a poseer esta conciencia o atención plena pueden declarar que ya la poseen porque la consideran algo deseable, no porque realmente la hayan alcanzado.

Poquísimos intentos de comprobar si esta clase de tratamientos funciona los compara con otros de probada eficacia, que es el principal procedimiento por el cual la ciencia clínica puede demostrar el valor adicional de las nuevas terapias. Además, muy pocos estudios se llevan a cabo en consultas clínicas corrientes en vez de en contextos de investigación especializados.

Una reciente revisión de diversos trabajos encargada por la Agencia para la Investigación y la Calidad del Cuidado de la Salud de Estados Unidos descubrió que la calidad del procedimiento empleado en muchos proyectos era demasiado escasa como para incluirlos en el análisis, y que los tratamientos de mindfulness tenían un efecto moderado, útil sobre todo para la ansiedad, la depresión y el dolor. Nada demostraba que fuesen eficaces para los problemas de atención, la mejora del estado de ánimo, las drogadicciones, los hábitos alimentarios, el sueño o el control del peso.

¿Qué se debería hacer?

No cabe duda de que mindfulness es un concepto útil y un prometedor conjunto de prácticas. Puede ayudar a prevenir los problemas psicológicos y tal vez sea útil como complemento a los tratamientos actuales. También podría ser de ayuda para el funcionamiento mental y el bienestar generales. Pero la promesa no se cumplirá si no se abordan los problemas.

La comunidad que la practica se tiene que poner de acuerdo en cuáles son sus elementos fundamentales, y los investigadores deberían especificar con claridad de qué manera estos elementos están incluidos en sus evaluaciones y en sus prácticas. La información que aparece en los medios de comunicación debería ser igualmente concreta en lo que se refiere a qué estados mentales y qué prácticas abarca el mindfulness en vez de emplearlo como un término amplio.

Los expertos deberían evaluar sistemáticamente estos efectos cuando estudian las terapias que lo emplean. Las personas que lo practican tienen que estar al tanto de su existencia y no recomendar los tratamientos como primera estrategia si se pueden aplicar otros más seguros y cuya eficacia se haya demostrado más sólidamente

El mindfulness se debería evaluar no por autorreferencia, sino sirviéndose en parte de mediciones neurobiológicas y conductuales más objetivas, como contar las respiraciones. Entonces se podrían utilizar tonos aleatorios para “preguntar” a los participantes si se han concentrado en la respiración (presionar el botón izquierdo) o si su mente ha vagado (presionar el botón derecho).

Siempre que sea posible, los investigadores que estudian la eficacia de los tratamientos de mindfulness deberían compararlos con tratamiento alternativos dignos de crédito. Se debería evitar desarrollar nuevos enfoques de la materia hasta que no sepamos más sobre los ya existentes. Los científicos y los médicos tendrían que emplear pruebas controladas aleatorizadas que fuesen rigurosas y trabajar con otros investigadores ajenos a la tradición del mindfulness.

Por último, los estudiosos y los practicantes de la disciplina deberían reconocer que es verdad que a veces tiene efectos negativos. Igual que los medicamentos están obligados a dar a conocer sus posibles efectos secundarios, los tratamientos de mindfulness también tendrían que hacerlo. Los expertos deberían evaluar sistemáticamente estos efectos cuando estudian las terapias que lo emplean. Las personas que lo practican tienen que estar al tanto de su existencia y no recomendar los tratamientos como primera estrategia si se pueden aplicar otros más seguros y cuya eficacia se haya demostrado más sólidamente.

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4. Mindfulness: ¿terapia alternativa o charlatanería?

FUENTE: NSS Oaxaca

 

 

Esta práctica se ha hecho muy recurrente para sustituir psicoterapias y como herramienta de integración en empresas o en el ámbito educativo, pero muy pocos estudios avalan su efectividad. En las dos últimas décadas, el mindfulness (meditación consciente) ha sido considerado como un remplazo de la psicoterapia o una herramienta para la concentración educativa, de integración en empresas e incluso en la instrucción militar. Sin embargo, carece de metodologías o técnicas específicas y resultados contundentes, que puede ser perjudicial para sus practicantes, de acuerdo con la revista Perspectives on Pshichological Science.

Según leemos en NSS Oaxaca, la publicación científica asegura que la desinformación y los escasos estudios previos de atención pueden llevar a los que suelen practicarla a ser perjudicados o engañados por sus instructores, los cuales también no conocen con exactitud el estado actual de la investigación en torno al mindfulness, por lo que es importante, en principio, definirla y conocer sus beneficios y costos.

Un estudio de la revista, en el que participó un grupo especializado de investigadores, médicos y practicantes de la meditación, reveló que no existe una definición exacta de lo que es el mindfulness. Por tal razón, sus repercusiones podrían ser graves si se toma en cuenta que muchos de sus practicantes reciben tratamientos diferentes pero lo consideran lo mismo, es decir, que estos se pueden estar empleando de manera errónea.

El mindfulness ha sido utilizado para atender problemas para relacionarse, tratar adicciones al alcohol u otras drogas, para mejorar la capacidad de liderazgo, o en deportistas que requieren de una amplia concentración. Algunos de sus procedimientos es tomarse un tiempo para realizar respiraciones, enfocarse en el presente o en concentrarse en las sensaciones corporales.

Otras materias en las que se ha empleado su práctica, es en la reducción del estrés, en mejorar la calidad del sueño o en el control de peso; no obstante, pocas pruebas lo han logrado confirmar. La investigación asegura que la meditación consciente puede conducir a la aparición de psicosis, manías, pérdida de identidad personal, ansiedad, pánico y que se revivan recuerdos traumáticos, por lo que no es recomendable para todas las personas. Por lo anterior, este tipo de tratamientos o terapias no son recomendables a personas que padecen problemas de salud mental como esquizofrenia o trastornos como la bipolaridad.

Recientemente, la Agencia para la Investigación y la Calidad del Cuidado de la Salud de Estados Unidos (AHRQ, por sus siglas en inglés) determinó que la calidad de los procedimientos empleados en el mindfulness tenían un efecto moderado para los tratamientos de ansiedad, depresión y dolor, pero que nada demostraba que fuesen efectivos para problemas de atención, mejora del estado de ánimo, las adicciones o hábitos alimentarios.

El mindfulness, aunque se la ha comparado con la meditación, su falta de delimitación de empleo, le hace tener muchas carencias que todavía hacen que sea calificado como parte de una pseudociencia. Por su parte, la meditación ha sido practicada de manera tradicional durante más de cinco mil años, principalmente en países orientales, con propósitos intelectuales o religiosos.

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5. Los cursos de mindfulness o autoayuda se contarán como horas de trabajo en Andalucía.

FUENTE: Varios medios

 

 

Los funcionarios públicos andaluces podrán acreditar como horas de trabajo no presencial –para alcanzar las 37,5 horas semanales– la realización de cursos de mindfulness (meditación de raíces budistas), de autoayuda o de liderazgo personal, según se recoge en el catálogo hecho público por la Junta de Andalucía (España), y del que se hace eco la agencia Efe.

El catálogo, denominado “Sistema de seguimiento del cumplimiento de la jornada de trabajo del personal empleado público de la Junta de Andalucía”, pretende hacer cumplir la sentencia del Tribunal Constitucional (TC), que ha obligado a la Junta de Andalucía a dejar de aplicar las 35 horas semanales y volver a las 37,5.

Este sistema, según ha explicado el pasado 9 de enero el portavoz del Gobierno andaluz, Juan Carlos Blanco, en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno, cumple “escrupulosamente” con la sentencia del Constitucional, aunque a lo largo de los próximos meses se “pulirá” y “mejorará” para conseguir que al final del año se computen las 91 horas anuales de cada trabajador.

La meditación equivale a 30 horas de trabajo

En dicho catálogo se recoge que los cursos de mindfulness, técnica de meditación de raíces budistas para mejorar la productividad de los empleados públicos y evitar situaciones de estrés, computan como 30 horas de trabajo. Por su parte, el curso de liderazgo personal convalida por 18 horas, aunque en el catálogo hay también actividades formativas como “lenguaje claro para comprender y hacernos entender” –con 10 horas– o “descuentos aplicables en la nómina de la Junta de Andalucía” –60 horas–.

Los funcionarios podrán computar también como horas de trabajo el matricularse en la Universidad, ya sea en un grado o un máster, hacer cursos por internet de formación o asistir a jornadas y congresos específicos. En total son 113 las acciones formativas por internet que la Junta ofrecerá a los trabajadores de la Administración General y los entes instrumentales, entre los que figuran cursos de idiomas, de ofimática, de prevención de riesgos laborales, de medio ambiente o de violencia de género, entre otros.

Ya se está llevando a cabo

Esta noticia sorprendió por exótica, pero a raíz de su publicación se descubrió que ya hay varias sedes de la Junta en la que se practica esta forma de meditación. Según fuentes sindicales, de las que se hace eco el diario ABC, al menos dos sedes de la administración andaluza vienen practicando esta suerte de técnica de meditación y relajación. Se trata de la Consejería de Agricultura y la sede que las delegaciones territoriales tienen en el barrio de los Bermejales (Sevilla). En ambos sitios, confirman a este periódico, «llevan tiempo meditando 15 minutos antes de ponerse a trabajar».

Todo empezó, cuentan quienes conocen de estas sesiones, porque hay algunos funcionarios lo practicaban de forma privada. «Los compañeros les pidieron hacerlo y empezaron hace tiempo», indican las mismas fuentes. Añaden que son los propios empleados públicos los que solicitan hacer esta meditación.

«Les ayuda mucho porque les quita estrés y les relaja, que la vida de los funcionarios es dura», reivindican fuentes sindicales. «La gente no es consciente que desde 2010 vivimos rodeados de recortes de sueldo y de más hora de trabajo», añaden. La diferencia, explican desde los sindicatos, es que «ahora ese tiempo les va a poder contar como trabajo» gracias al catálogo de actividades que justifican las 2,5 horas de teletrabajo de la Junta.

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6. Psicólogos y psiquiatras advierten de los riesgos del mindfulness.

FUENTE: ABC

 

 

Mindfulness es la meditación de origen budista que la Junta de Andalucía ha incluido dentro de las actividades que se pueden computar como tiempo de trabajo sus trabajadores, según explica Manuel Moguer en el diario ABC. Definirla es tan complejo como medir de forma empírica su capacidad de ayudar a las personas. Para el psiquiatra José Ignacio del Pino, la meditación es una forma válida de trabajar con la mente. Pero advierte de los peligros de dejar que cualquiera lo haga con un ejemplo muy gráfico: «La meditación es como un atajo, un camino más corto para llegar a un sitio de la mente. Pero hay que tener cuidado con quién te lleva, porque te puede perder o llevar donde no quieres».

Para el doctor Del Pino es importante que quien trabaje con la meditación o con el mindfulness sea personal sanitario. Lo apoya en otra metáfora: «Se puede entender la meditación como un bisturí muy afilado. Si se lo das a un médico te opera y cura. Si se lo das a Jack el Destripador te hace una carnicería». Al final, explica este psiquiatra, el mindfulness no es más que «el mismo perro con distinto collar». Para el doctor Del Pino, antes que mindfulness, estas técnicas se han llamado antes de muchas formas. «Está el método Silva de control mental, la programación neurolingüística de Bandler y Grindbeg, la hipnosis, que se conoce desde los egipcios... El problema es que con el tiempo estas técnicas adquieren mala fama y hay que cambiarles el nombre, venderlas de otra forma».

La mala fama de la que habla este psiquiatra tiene que ver por un lado con los programas de televisión (que hacen espectáculo de técnicas legítimas para la medicina psiquiátrica) o de connotaciones mágicas que se le daba a estas formas de tratamiento hace siglos. «No hay nada de eso, es más sencillo. Es la forma de llegar a un estado de sugestión en el que lo consciente se adormece pero lo subconsciente sigue trabajando». Al final, si es personal sanitario quien lo imparte, este psiquiatra está de acuerdo en que puede ayudar a mejorar la concentración o reducir el estrés. O ser «peligrosa si se hace en malas manos».

Para el decano del Colegio de Psicólogos de Andalucía Occidental, Fernando García, «la meditación tiene más que ver con la creencia que con la ciencia». ¿Es dañino? No por sí mismas. ¿Ayudan? Puede ser, explica. Pero con control y personal preparado del ámbito sanitario. «Los psicólogos usan técnicas de meditación, puede ser útil. Pero eso no quiere decir que el mindfulness sea psicología», explica García, quien señala un gran problema a este tipo de prácticas: «La meditación en malas manos puede ser un peligro porque puede hacer que afloren problemas psicológicos larvados.

Qué es mindfulness

De la forma más sencilla posible, mindfulness es meditar para lograr una atención plena del individuo. Del yo interno y de las circunstancias. Para el instructor de mindfulness Alejandro Moreno es una capacidad del ser humano que se entrena mediante la meditación. «Es una capacidad que tenemos todos pero tenemos perdida», indica Moreno.

Este profesional del mindfulness explica que se formó en Barcelona con un profesor tras trabajar durante años en banca. Una depresión le llevó al mindfulness y la meditación, con la que ahora se gana la vida. «He dado cursos en empresas o en la cárcel, a presos», indica. Moreno indica que está «en un nivel de supervisión, se tarda unos cuatro años en llegar a él».

«Yo no soy terapeuta, mis sesiones son psicoeducativas. Yo les enseño a quienes vienen herramientas para que ellos gestionen su estrés. Pero no hago terapia», explica Moreno. Este es un punto clave, porque en opinión de psicólogos y psiquiatras, la práctica de la meditación o del mindfulness puede hacer aflorar problemas psicológicos. ¿Qué se hace entonces si quien está conduciendo la sesión no es un profesional médico? Ahí hay un problema, entienden. Al que se ha enfrentado este «instructor», que recuerda que en una ocasión ha tenido un alumno que ha sufrido un ataque de ansiedad tras una sesión.

Para Moreno, el mindfulness vale para darse cuenta cuando la mente empieza a dar vueltas, «a rumiar. Eres capaz de darte cuenta y pararla». También es buena para mejorar, dice, «la capacidad de atención y concentración». Se puede aprender a distinguir, añade, «a un líder de un jefe».

Con el mindfulness en medio, hay dos trincheras. La de los psiquiatras y psicólogos, que creen que las técnicas de meditación son una ayuda terapéutica que debe conducir un profesional médico. Por otro los profesores de mindfulness, que entienden que son técnicas que se pueden aprender en escuelas e impartir, sin tener por qué saber de medicina. En medio, los funcionarios de la Junta de Andalucía, que podrán meditar, aún sin saber quién impartirá las sesiones y contarse ese tiempo como trabajo.

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7. Instructor de mindfulness advierte de que “nunca pretendió ser una aplicación terapéutica”.

FUENTE: Clarín

 

 

Recogemos a continuación un artículo publicado en el diario argentino Clarín por Martín Reynoso, que es psicólogo e instructor de mindfulness. Aunque está claramente a favor de lo que denomina “valiosísima técnica”, previene frente a su aplicación indiscriminada.

En los últimos años se ha abierto la canilla del mindfulness: se derrama por todos lados, como terapia o entrenamiento para alcanzar mayores niveles de bienestar pero también en muchas ocasiones, para aliviar sintomatología variada. En tal sentido, la aplicación de esta valiosísima técnica (que puede transformarse en un modo de vivir, en una actitud vital) se ha vuelto en algunos casos indiscriminada, poco asertiva, o al menos desaconsejable.

¿Por qué esto? Porque su uso terapéutico ha introducido la esperanza de solucionar todo a través del mindfulness, desde dolores crónicos hasta ansiedad y rasgos de impulsividad, por ejemplo. Su filosofía budista de raíz, la sabiduría de sus fundamentos y el profundo bienestar que pregona nos hace anhelar esos niveles de paz y equilibrio emocional. Así, quienes la enseñan, en muchos casos se abrazan a esta consigna de hacer de él un bálsamo generalizado para todos los problemas de la vida.

Pero no todo lo que brilla es oro. Veamos. Uno de los problemas del mindfulness es que, a partir de algunos resultados promisorios con pacientes con dolor crónico y ansiedad, por ejemplo, se lo ha intentado aplicar masivamente (en algunos casos) en todos los pacientes que padecen estas condiciones y muchas otras más.

Aclaremos esto: el mindfulness nunca pretendió ser una aplicación terapéutica en principio. El mindfulness no tiene objetivos. Es una práctica que, bien entendida, supone el experimentar, sobre la base de las enseñanzas originarias del Buda, la profundidad de cada momento con una cualidad atencional especial: intencionalmente y sin juzgar. Toda la práctica conlleva la exploración consciente, con lo que llamamos nuestra mente de principiante, de las experiencias internas y externas.

No quedan dudas de que la práctica regular de mindfulness conduce a cambios (que aún no conocemos científicamente muy bien) en la cognición, en la emoción y en la manera en que experimentamos el mundo (incluidos los vínculos sociales). Es, sin dudas, un método casi contra-cultural que nos inmuniza de la multitarea, la distracción y la reacción automática, pero esto no necesariamente puede ser proyectado a la atención de patologías que incluyan estas características con un criterio meramente utilitario/eficaz.

Ocurre que, por ejemplo, muchos profesionales hacen una asociación directa: si el mindfulness brinda atención penetrativa, equilibrio emocional, paciencia y auto observación amorosa, todo esto es aplicable a la persona ansiosa. Entonces, ¡cómo no habría de servir! Pero esta simplificación de los efectos de la práctica es errónea. Ese impacto no se da necesariamente en todas las personas ni siempre. Necesitamos especificar en qué situaciones, mediante qué prácticas y luego de cuánto tiempo de entrenamiento, accedemos a estos beneficios. Si no, estamos confundiendo.

Hay estudios en pacientes con trastornos craneales o infartos cerebrales, pacientes oncológicos, pacientes con estrés postraumático…hoy se ha multiplicado la aplicación del mindfulness vigorosamente en la ciencia. Lo que tenemos claro por ahora es que las personas que hacen un entrenamiento continuo, a través de un protocolo claro y reproducible, mejoran la percepción de su propio estado de salud, la actitud y la adherencia a las terapias que realizan (a veces esto es designado científicamente como “niveles de calidad de vida”) y, en muchos casos, disminuyen niveles de estrés y ansiedad. Pero de aquí en más, todo está por demostrarse.

La aplicación indiscriminada del mindfulness dentro de una pseudo actitud científica y una omnipotencia balsámica para todos los problemas de salud, es algo que los profesionales debemos cuidar con celo para no transformar a este entrenamiento, tan valioso y transformador, en un conjunto de buenos deseos y expresión mediática. De nosotros los profesionales depende.

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