Papa Francisco | viaje apostólico Chile

 

Las esperanzas y las heridas de Chile en espera del Papa Francisco

 

El Santo Padre comienza el 15 de enero su primer viaje internacional del 2018: su primer destino es Chile.

Las tres ciudades que visitará el Papa son Santiago, Temuco y Iquique. El 18 viajará al Perú hasta el 21 que regresará a Roma.

 

 

13 enero 2018, 16:50 | Domitia Caramazza - Santiago de Chile


 

 

Una visita pastoral que tocará diversas realidades concretas de Chile, en particular de Santiago, donde vive el 40% de los habitantes del país.

 

El Cardenal Ezzati: la pobreza nos mueve a crecer en la caridad

Es enorme el abismo entre ricos y pobres, en los respectivos “guetos” urbanos. "El desafío de la pobreza, de mucha gente aun -dice el Cardenal Ricardo Ezzati Andrello, arzobispo de Santiago- nos mueve a crecer en la caridad para vivir como hermanos, hijos de un único Padre, dignamente, todos". La capital del país, en estos últimos años, se ha convertido en una ciudad cosmopolita. La presencia de haitianos, venezolanos, colombianos, bolivianos, dominicanos y ecuatorianos ha cambiado su rostro y la Iglesia ha asumido los retos y oportunidades que ofrece la inmigración como una opción pastoral. Santiago está abierta a la cultura del encuentro "para ser casa común". Lo confirman los testimonios de María de los Santos, de Melba Vega y de Jefferson Menéndez.

 

Los testimonios de los inmigrantes

María es de República Dominicana, donde ha dejado tres hijos y tres nietos. Tiene 60 años y vive hace seis en Santiago "para hacer de abuela" y permitir trabajar a su hija, casada con un chileno. La encuentro en una parroquia que alguna vez fuera comunidad parroquial de los italianos inmigrantes en Santiago. "Me siento bien porque Chile nos acoge". Pensando en el Papa Francisco, afirma: "habla al corazón de las personas. Donde va, trae la paz. Lo necesitamos".

Melba, en cambio, es de El Salvador, inmigrada a los quince años en Santiago, cuando estaba embarazada de un hombre que después la abandonó. Desde hace once años vive con Juan. Está feliz por la visita papal y desea dar un mensaje a los migrantes: "Luchen, vengan para trabajar, caminen por la senda correcta. Pero si vienen a buscar una vida fácil, mejor no vengan”.

Jefferson es ecuatoriano, tiene veintidós años y vive en Chile desde los cuatro. Nos da su testimonio durante un descanso en una peregrinación al Santuario del P. Hurtado, parte del itinerario del peregrino Francisco en Santiago. Jefferson, que partió desde su parroquia Nuestra Señora del Carmen de Keligura, está comprometido, junto a su hermano gemelo, en la pastoral juvenil. "En espera de la visita del Papa, estamos realizando video-comentarios sobre el Evangelio del día que publicamos en youtube". Es una iniciativa que despierta interés en muchos jóvenes. "Espero que todos los jóvenes empiecen a ser parte de la nueva evangelización". También hay inmigrantes que viven en las periferias de Santiago o en el centro de la ciudad, pero hacinados en Cites, viviendas sociales donde un baño puede ser compartido por ocho personas. Representan uno de los nuevos rostros de la pobreza chilena.

 

El problema Mapuche

La presencia de inmigrantes es significativa también en la ciudad de Iquique, donde el Santo Padre viajará el último día de la vista pastoral en Chile. El día anterior estará en Temuco, capital de la región de la Araucanía, que se encuentra en el centro del debate público por el problema de la difícil convivencia con el pueblo originario de los Mapuches. Un pueblo indígena que desde hace años lucha por la reivindicación de su propia tierra, hoy propiedad de empresas agrícolas y forestales. Se trata de un tema históricamente complejo. "Los gestos que el Papa realizará serán proféticos y hablarán de la cercanía del Señor Jesús a la gente", subraya el Cardenal Ezzati. En el último año, pequeños grupos de extremistas han protestado quemando una decena de iglesias católicas y evangélicas, vistas como expresión de la “colonización” cristiana. Pero la mayoría del pueblo Mapuche condena la violencia. "Es una exigencia legítima que nunca ha sido escuchada -explica el arzobispo de Santiago- y hay que trabajar para identificar las causas profundas de la violencia actual".

 

Las heridas domésticas

Una violencia que no es noticia es la que se oculta detrás de las paredes domésticas. La Pastoral Social de Caritas de Santiago acoge a víctimas anónimas, mujeres, en la Casa de Santa Ana, salvándolas de sus verdugos. Una de ellas, una mujer de cuarenta y seis años, que está en busca de una casa donde poder vivir tranquilamente con sus hijos, tiene una sola expectativa respecto de la visita del Papa: "Espero la paz, también para mí. Tengo en el corazón odio y rencor, pero espero poder curarme". Otra víctima dice: "Me gustaría poder reunirme con el Papa y ser como aquella mujer del Evangelio, que tocó el manto de Jesús y se sanó. Todo el mundo me ignora, que al menos el Papa me mire".

 

El Pequeño Cottolengo

Invisibles a la mayoría, son también los huéspedes del Pequeño Cottolengo de Santiago. Estructura de trescientos mil metros cuadrados con ocho pabellones, una escuela para menores de veinticinco años, laboratorios, un parque y una iglesia. El instituto acoge trescientas personas con discapacidad intelectual y física leve, media y grave. Son doscientos cincuenta las personas que les prestan ayuda. "La discapacidad social, la de las personas abandonadas, como la mayor parte de ellos, es la peor forma de pobreza". Cristian Glenz, director ejecutivo de la obra de Don Orione, me acompaña en un edificante recorrido por esta periferia existencial. Glenz, ingeniero de 47 años, casado con 4 hijos, ha trabajado mucho tiempo en multinacionales. Hace dos años decidió renunciar y dedicarse a administrar otro tipo de empresas "para compartir con otros todas las bendiciones recibida en mi vida y darles visibilidad". Desea acoger a estas personas como en su casa. "El gran desafío -afirma Glenz- es humanizar la sociedad a través de ellos y combatir la cultura del descarte". Don Claudio, capellán del Pequeño Cottolengo de Santiago y párroco de otras siete comunidades parroquiales, recuerda: "El Papa Pío X envió a Don Orione en la entonces periferia romana (donde se encuentra la parroquia Ognissanti), hoy nosotros lo seguimos en las periferias existenciales, fieles al Papa como lo fue nuestro fundador".

 

El Santuario Nacional de Maipú

La obra de Don Orione está a sólo 7 km. desde el Santuario Nacional de Maipú, otra etapa de la visita pastoral del Papa Francisco en Santiago. "El Santuario mariano ha creado una geografía y una historia de experiencia cristiana en Chile", explica el Padre Carlos Cox Diaz, de la comunidad de Schoenstatt, rector del templo hace doce años. Considera providencial la visita del Santo Padre en el 2018 “Año en que se cumplen 250 años de la independencia de Chile y 250 de la promesa solemne del pueblo chileno a la Virgen de edificar este santuario". Al interior del Santuario se había preparado una muestra titulada El Obispo de Roma, realizada por Héctor Lanz, profesor de religión, apasionado por la liturgia. El santuario nacional será lugar de encuentro privilegiado con los jóvenes.

 

Las esperanzas de los jóvenes

En el contexto del X Sínodo de Santiago, que retoma el mismo tema del Sínodo de los Obispos del próximo mes de octubre de 2018, los jóvenes, la fe y el discernimiento, se inscribe la visita pastoral del Santo Padre. "Es una fiesta de esperanza en la que el Papa va a renovar el espíritu misionero de los jóvenes chilenos" señala el joven Obispo Auxiliar de Santiago, Vice Gran canciller de la Pontificia Universidad Católica de Chile, responsable de la Vicaría de la Esperanza Joven, Mons. Cristián Carlos Roncagliolo Pacheco. Él describe así los rasgos de los jóvenes de su Arquidiócesis: "Son jóvenes inquietos, en búsqueda de Dios, interpelados por la misión, pero con los límites de un contexto secularizado". Su expectativa personal es "que se llene de fuego misionero el corazón de todos ellos, porque la fe crece sólo cuando se comparte".

 

El encuentro con los universitarios

La Pontificia Universidad Católica será el lugar de encuentro del Papa Francisco con los universitarios. "Me entusiasma su visita en Chile. Para encontrarme con él tuve que ir hasta Cracovia, a la Jornada Mundial de la juventud". Sofía tiene veinte años, estudia periodismo, y confiesa no haberse sentido tan cercana a Dios como en aquella ocasión. Y añade: "Muchos de nosotros creemos, otros no creen e incluso odian a la Iglesia… que Francisco pueda mostrar el amor de Cristo. Este Papa es amor y puede mostrar cómo es verdaderamente la religión católica". A pesar de todo, existen unos seis mil universitarios de la Universidad Católica entre los jóvenes comprometidos en las misiones de verano en Chile. Algunos de ellos cooperan en la construcción de capillas en la periferia de Santiago. El nombre originario del proyecto misionero es: 50 capillas para el Papa.

Otros jóvenes, en cambio, son misioneros en las poblaciones donde viven. Jorge Hernández, de treinta y dos años, de la Comunidad Cristo liberador, busca "vivir el Evangelio sin hacer proselitismo, participando a los demás de nuestras actividades, atentos a sus necesidades, también a las de un simple abrazo". Jorge no tiene miedo de salir de la parroquia para encontrarse con aquellos jóvenes que constituyen una periferia existencial del país porque se hallan entre los principales consumidores de drogas y de alcohol. "Creo que uno de los desafíos de la Iglesia -afirma- es el de ser más atractiva y coherente. Quien no se siente representado por la Iglesia, a causa de los escándalos, no conoce las comunidades cristianas que viven en la alegría y están comprometidas con la caridad".

 

La cárcel femenina San Joaquín

Una auténtica comunidad de encuentro privilegiado con Cristo y la misericordia de Dios, otra de los lugares que visitará el Papa Francisco en Santiago de Chile, es el pabellón católico Mandela del Centro Penitenciario femenino San Joaquín. Nelly León Correo, de la Congregación del Buen Pastor, es la capellana de la cárcel. Ella será quien dará la bienvenida al Papa Francisco. "Me siento muy contenta y honrada. Creo que es un reconocimiento al servicio pastoral de la Congregación a la que pertenezco, que está presente en las cárceles de Chile desde 1855". La hermana Nelly, de origen campesino, la menor de ocho hermanos relata su vocación adulta. "Estudiaba pedagogía en la universidad y entré en la Congregación en 1983". Trabaja en el centro penitenciario femenino San Joaquín desde hace trece años. "Estoy feliz con mi vocación. Siempre quise hacer este tipo de servicio". La apasiona, como cristiana y como mujer, que es consciente de la importancia del rol femenino en el mundo. En Chile "las mujeres encarceladas se consideran muertas". La hermana Nelly, para devolverles su dignidad y ayudarlas a levantarse a través de un itinerario de inclusión social y formación integral de la persona, decidió abrir, junto al p. Alfonso Baeza, una casa de acogida, que se transformó, en el 2009, en la Fundación Mujer levántate. El nombre de la Fundación hace referencia en forma explícita al Evangelio de Marcos, donde Jesús ordena que se levante a una joven considerada muerta. "Estas mujeres no están muertas, están encarceladas. Están privadas de su libertad, no de su dignidad como personas. El reto es nutrirlas del amor de Dios".

 

Historias de conversión

Son diversas los frutos, en este sentido. Se trata de auténticas conversiones de vida, como la de una mujer de treinta y cuatro años, madre de un niño de ocho, hija de un narcotraficante. Tenía diecisiete años cuando asesinaron a su padre en un ajuste de cuentas. Convertida ella misma en una traficante de drogas decidió vengar al padre. Luego, en la cárcel, aprendió que vengarse no significa hacer justicia. Hoy es una "persona nueva". Nancy, en cambio, de 41 años, madre de cinco hijos, está acabando de cumplir una pena el mismo delito de tráfico de drogas. La encuentro en la capilla de la cárcel: "Podré ir a ver al Papa al santuario de Maipú. Aquí he conocido el amor de Dios, gracias a la hermana Nelly", afirma con alegría. Luego, con lágrimas en los ojos, dice esperar que el Papa Francisco "se acerque a las ancianas e inválidas que están en la cárcel".

 

Carabineros encargados de la protección del Papa en Chile

En Chile, los carabineros serán responsables de la seguridad del Papa en todos sus traslados: "Coordinaremos con la guardia papal -explica don Lorenzo Torres Riquelme, Capellán de los carabineros de la octava región y responsable de la oficina de comunicaciones del Episcopado castrense-. El Papa está acostumbrado a estar muy cerca de la gente y la gente desea estar cerca de él, esto le da un carácter particular a nuestra tarea". Junto a él se encuentra la teniente Pamela Sandoval Echeverria, del departamento de comunicaciones sociales: "Es una gran misión preparar esta visita tan esperada también por parte de la Institución. La seguridad del Papa es fundamental". Es una joven mujer preparada para enfrentar situaciones de posible peligro. Espera "que la presencia del Santo Padre conduzca al compartir de la fe, de la esperanza y del amor".

 

Un compañero de estudios del joven Bergoglio

La Iglesia local ha tenido una intensa preparación espiritual para recibir adecuadamente el mensaje del Evangelio a través de las palabras y el testimonio del Papa Francisco. Entre quienes manifiestan sus buenos deseos ante la visita está el padre Fernando Montes, jesuita, ex rector de la universidad Alberto Hurtado de Santiago y ex superior de los Jesuitas en Chile. Fue compañero de estudios del joven Bergoglio en la Casa Loyola y colaboró con él en el Capítulo General de la Congregación: "que se pueda decir del Papa lo mismo que se decía del Padre Hurtado -el santo jesuita chileno-: que su paso sea una visita de Dios a nuestra Patria”.