Tribunas

Estos sí son intelectuales

 

José Francisco Serrano Oceja

 

Vivimos en tiempos de manifiestos, escritos, proclamas y de más formas reivindicativas. Si lees que un grupo de intelectuales ha escrito un texto, por sistema, sospecha. Con demasiada frecuencia descubrimos que son intelectuales los que los medios dicen que lo son. Por tanto, hay que echarse, en no pocas ocasiones, las manos a la cabeza, y pasar página.

El titular que leí decía que un grupo de intelectuales habían firmado un manifiesto en defensa de Europa, de la verdadera Europa. Lo primero que hice fue ir a ver quiénes eran los firmantes.

Ciertamente, me llevé una sorpresa. Ahí estaban, como rúbricas en primera línea, entre los conocidos, mis admirados Rémi Brague, Chantal Delsol, Pierre Manent, el maestro Dalmacio Negro Pavón, o los fantásticos Roger Scruton y Robert Spaemann.

Más abajo aparecían los nombres de un grupo de buenos amigos, entre otros, Francisco J. Contreras Peláez, Rafael Sánchez Saus, Elio A. Gallego García, Jerónimo Molina, Serafín Fanjul, Ángel David Martín Rubio, Enrique García Máiquez o Jorge Soley Climent.

Dice este grupo de intelectuales, con su “Declaración de París”, que el problema de Europa no es el yihadismo, pongamos por caso, sino “la falsa Europa”. “Esta falsa Europa se imagina a sí misma como la culminación de nuestra civilización, pero en realidad quiere confiscar nuestro hogar. Recurre a exageraciones y distorsiones de las auténticas virtudes de Europa al tiempo que se mantiene ciega a sus propios vicios”, escriben.

Entre los elementos que conforman la crisis están el lenguaje políticamente correcto, el mito del progreso, una libertad falsa y una igualdad también engañosa, porque pretende asentar la hegemonía de la civilización occidental aparentando neutralidad.

Todos estos elementos son utilizados por los tecnócratas y las élites para insuflar un cierto fatalismo que justificaría los déficits democráticos de la Unión Europea. Los firmantes insisten: “Rechazamos la falsa pretensión de que no hay alternativa responsable a la solidaridad artificial e impersonal de un mercado unificado, una burocracia transnacional y un entretenimiento superficial”.

El Papa ha dirigido, en días pasados, un importante discurso a los participantes en el Congreso (Re)Thinking Europe, organizado por la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE), para valorar la contribución de los cristianos al futuro del proyecto europeo. Entre las claves de su discurso destacan tres: la recuperación del sentido de la persona y de la comunidad, la superación del prejuicio laicista y del conflicto generacional a consecuencia de lo que Francisco denomina “un déficit de memoria”.

Pensar Europa, tarea de todos.

 

José Francisco Serrano Oceja