Servicio diario - 22 de octubre de 2017


Jornada Mundial de las Misiones: El misionero nunca está solo
Raquel Anillo

Ángelus: El pensamiento del Papa por los cristianos perseguidos
Raquel Anillo

Ángelus: "Tú perteneces a Dios" (Traducción completa)
Raquel Anillo

El Papa anima el testimonio de las personas con discapacidad
Raquel Anillo

San Juan Pablo II, 22 de octubre
Isabel Orellana Vilches

San Juan de Capistrano, 23 de octubre
Isabel Orellana Vilches


 

 

21/10/2017-11:20
Raquel Anillo

Jornada Mundial de las Misiones: El misionero nunca está solo

(ZENIT — Ciudad del Vaticano, 21 de octubre de 2017).- El misionero nunca está solo y la misión es inseparable de la oración. Esto es lo que los ponentes nos recordaron en la presentación de la 91a Jornada misionera mundial, que ha tenido lugar el 20 de octubre de 2017. El tema del mensaje del Papa Francisco para esta jornada celebrada como cada año el penúltimo domingo de octubre (22 octubre), es "La misión en el corazón de la fe cristiana".

El cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la evangelización de los pueblos, ha recordado la importancia de la "espiritualidad", sin la cual "corremos el riesgo de hacer una actividad social importante, buena, pero....esta actividad tiene un alma, y esta alma se alimenta de la oración".

La fe cristiana, ha añadido, nace del mandato de Jesús a sus discípulos: "Id, bautizad...."Y continúa estando presente en esta obra misionera. Por eso, fundamentalmente, el misionera nunca está solo".

Comentando el mensaje del Papa para esta Jornada, el cardenal ha recordado que el fundamento de la misión es la de "llevar a Jesús como camino, verdad y vida. Si esto no se cumple, podríamos estar en una fase de ideología, de una cierta enseñanza, pero no de un mecanismo querido por Jesús que es el de la salvación, de la santificación, de la gracia y del bien del hombre". Además, "el corazón de la misión es este encuentro de Cristo, al cual todo hombre tiene derecho" y "la actitud vital para la misión es una dimensión de éxodo....de éxodo continuo".

El Padre Tadeusz Nowak, secretario general de la obra pontificia misionera de la Propagación de la fe, ha afirmado en cuanto a él que "la misión de la Iglesia no es un deber solamente para los sacerdotes o los religiosos. Todos nosotros, cristianos, a través del Bautismo y con la fe, estamos llamados a vivir y a proclamar el Evangelio para nuestra vida, para hacer encontrar a Cristo vivo a los otros. Es un deber muy importante para los laicos".

Mons. Protase Rugambwa, presidente de las Obras Pontificias Misionales, ha advertido contra el proselitismo que consiste "en mostrar una cara con intención de conquistar a alguien". La verdadera misión, es "la vida, el testimonio que atrae....la religión debe "atraer" por la manera de hacer y de vivir del creyente".

 

12,5 millones más

La agencia vaticana Fides ha publicado un Dossier estadístico ofreciendo un panorama de la Iglesia en el mundo con motivo de esta Jornada mundial. Constata que "el número de católicos aumenta en el mundo. Son cerca de 1,3 mil millones es decir 17,7 % de la población mundial....el número de bautizados es superior de 12,5 millones en relación al año anterior (2014)"

Según el Dossier, en África viven 1,1 mil millones de personas de las cuales 19,42 % católicos (222 millones), con un aumento del 0,12 %. En América, 982,2 millones de habitantes, de los cuales el 63,6 % son católicos (625 millones) con una disminución del 0,08 %. En Asia con 4,3 mil millones de habitantes, los católicos representan el 3,24 % de la población (141 millones), lo que constituye un dato estable. En Europa, si la población aumenta en (716 millones), el número de católicos, 39,87 % de la población, disminuye por segundo año consecutivo. En Oceanía, viven 38,7 millones de personas de las cuales el 26,36 % católicos (10,2 millones) en aumento de 0,24 % en relación al año anterior.

La Iglesia Católica administra 216.548 institutos escolares por el mundo, frecuentados por más de 60 millones de alumnos; 5,5 millones de jóvenes son seguidos por institutos católicos a lo largo de sus estudios en los colegios y Universidades; Finalmente, unos 118.000 institutos sociales y caritativos católicos — hospitales, leproserías, orfanatos, residencias de ancianos — están presentes por todo el mundo.

Fides publica igualmente un vídeo en italiano y en inglés, para conmemorar el 90 aniversario de la proclamación de Santa Teresa de Lisieux como patrona de las misiones (14 de diciembre de 1927) por Pio XI: "Hoy, explica el Padre Ryszard Szmydki, subsecretario de la Congregación para la evangelización de los pueblos, las monjas de clausura son como un corazón que bombea la sangre, es decir la caridad de Cristo, en todo el organismo de la Iglesia universal. Por lo tanto, su amor llega a todas las misiones y a todos los misioneros, que son las manos que bautizan o los brazos que acogen a los pobres y a los que sufren. Si el corazón no bombeara la sangre, el organismo muere.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

22/10/2017-14:35
Raquel Anillo

Ángelus: El pensamiento del Papa por los cristianos perseguidos

(ZENIT — Ciudad del Vaticano, 22 de octubre de 2017).- El Papa Francisco ha evocado a los "cristianos que aún en nuestros días — y son muchos -, en diversas partes del mundo, sufren discriminaciones y persecuciones", en el Ángelus del 22 de octubre de 2017.

Después de la oración mariana con alrededor de 35.000 personas en la plaza San Pedro, el Papa ha saludado la beatificación, la víspera, de 109 mártires españoles, de la Congregación de las Hijas del Corazón Inmaculado de María, muertos por su fe en la guerra civil española, entre 1936 y 1937. Ha deseado que su ejemplo sostenga a los cristianos discriminados y perseguidos.

 

Palabras del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas,

Ayer en Barcelona, Mateo Casals, Teófilo Casajús, Ferrán Saperas y 106 compañeros mártires, pertenecientes a la Congregación religiosa de los Claretianos y muertos por el odio de la fe durante la guerra civil española, han sido beatificados. Que su ejemplo heroico y su intercesión sostengan a los cristianos que aún en nuestros días — y son muchos -, en diversas partes del mundo, sufren discriminaciones y persecuciones.

Hoy celebramos la Jornada mundial de las misiones, con el tema "La misión en el corazón de la Iglesia". Os Exhorto a todos a vivir la alegría de la misión dando testimonio del Evangelio en los medios donde vive y trabaja cada uno de vosotros. Al mismo tiempo, estamos llamados a sostener a los misioneros que han ido para anunciar a Cristo a aquellos que no le conocen todavía, por el cariño, la ayuda concreta y la oración. Os recuerdo que mi intención es la de promover un Mes Misionero Extraordinario en octubre de 2019, para alimentar el ardor de la actividad evangelizadora de la Iglesia ad gentes. El día en el cuál se celebre la memoria de litúrgica de San Juan Pablo II, Papa misionero, confiemos a su intercesión la misión de la Iglesia en el mundo.

Os pido que os unáis a mi oración por la paz en el mundo. En estos días, estoy particularmente atento a Kenia, que visité en el 2015, y por quien oro para que todo el país sepa afrontar sus dificultades actuales en un clima de diálogo constructivo, teniendo en el corazón la búsqueda del bien común.

Y ahora os saludo a todos, peregrinos provenientes de Italia y de diferentes países. En particular, a los fieles de Luxemburgo y a los de Ibiza, al Movimiento Familiar del Corazón Inmaculado de María de Brasil, las hermanas de la Santa Madre de los Dolores. Saludo y bendigo con afección a la comunidad peruana de Roma, aquí reunidos con la imagen del Señor de los Milagros.

Saludo a los grupos de fieles de tantas parroquias italianas, y les animo a continuar su camino de fe con alegría.

Y a todos, os deseo un buen domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Buen apetito y hasta luego!.

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

22/10/2017-16:17
Raquel Anillo

Ángelus: "Tú perteneces a Dios" (Traducción completa)

(ZENIT — Roma, 22 de octubre de 2017).- "¿A quién pertenezco?... Ante todo....perteneces a Dios. Es la pertenencia fundamental. Es Él quien te ha dado todo lo que eres y todo lo que tienes", ha subrayado el Papa Francisco en el ángelus del 22 de octubre de 2017.

"El cristiano, ha declarado ante unos 35.000 peregrinos reunidos en la plaza San Pedro, está llamado a comprometerse concretamente en las realidades humanas y sociales sin oponer a "Dios" y al "Cesar"; oponer Dios y César sería una actitud fundamentalista. El cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades terrestres, pero iluminadas con la luz que viene de Dios".

Para el Papa, "la confianza prioritaria en Dios y la esperanza en Él no comportan una huida de la realidad, sino que (implican) dar activamente a Dios lo que le pertenece. Por eso el creyente mira la realidad futura, la de Dios, para vivir la vida terrestre en plenitud, y responder con valentía a sus desafíos".

Esta es nuestra traducción completa de las palabras pronunciadas por el Papa para introducir la oración mariana.

 

Palabras del Papa antes del Ángelus

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El Evangelio de este domingo (Mt 22, 15-21) nos presenta un nuevo cara a cara entre Jesús y sus oponentes. El tema afrontado es el del tributo al César: una pregunta "espinosa", sobre el carácter lícito o no de pagar el tributo al emperador de Roma, al cual estaba sujeta Palestina en tiempos de Jesús. Había diversas posiciones. Como consecuencia la pregunta dirigida por los fariseos: "Está permitido, sí o no, pagar el impuesto al César, el emperador? "(v. 17) constituye una trampa para el Maestro. En efecto, según lo que responda, sería acusado de estar a favor o en contra de Roma.

Pero Jesús, en este caso también, responde con calma y se aprovecha de la pregunta maliciosa para dar una enseñanza importante, levantándose por encima de la polémica y de los enfrentamientos opuestos. Dice a los fariseos: "Enséñame la moneda de los impuestos". Ellos le presentan una moneda de un denario, y Jesús, observando la moneda, pregunta: "Esta imagen y esta inscripción, de quién son?" Los fariseos no sabían qué responder: "De César".

Entonces Jesús concluye: "Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". (cf. Vv. 19-21). Por una parte, incitando a dar al emperador lo que le pertenece, Jesús declara que pagar el impuesto no es un acto de idolatría, sino de un acto debido a la autoridad terrestre; por otra parte — y es aquí donde Jesús da el" golpe de gracia" — recordando la primacía de Dios, pide de darle aquello que le retorna en tanto que es el Señor de la vida, del hombre y de la historia.

La referencia a la imagen del César, grabada en la moneda, dice que es justo sentirse en pleno título — con los derechos y deberes — ciudadano del Estado; pero
simbólicamente esto hace pensar a la otra imagen que está impresa en todo hombre: la imagen de Dios. Él es el Señor de todo, y nosotros, que hemos sido creados "a su imagen", pertenecemos primeramente a Él. Jesús saca de esta pregunta, que le ha sido hecha por los fariseos, una interrogación más radical y vital para cada uno de nosotros, una pregunta que podemos hacernos: ¿a quién pertenezco? ¿A la familia, a la ciudad, a los amigos, a la escuela, al trabajo, a la política, al Estado? Sí, ciertamente. Pero ante todo — nos recuerda Jesús — tú perteneces a Dios. Es la pertenencia fundamental. Es él quién te ha dado todo lo que eres y todo lo que tienes. Por lo tanto nuestra vida, día tras día, podemos y debemos vivirla en el reconocimiento de nuestra pertenencia fundamental y en el reconocimiento del corazón hacía nuestro Dios, que crea a cada uno de nosotros individualmente, único, pero siempre a imagen de su Hijo amado, Jesús. Es un magnífico misterio.

El cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades humanas y sociales sin oponer "Dios" y "César"; oponer Dios y César sería una actitud fundamentalista. El cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades terrestres, pero iluminándolas con la luz que viene de Dios. La confianza prioritaria en Dios y I esperanza en Él no comportan una huida de la realidad, sino más bien de darle activamente a Dios lo que le pertenece. Por eso el creyente mira la realidad futura, la de Dios, para vivir la vida terrestre en plenitud, y responder con valentía a sus desafíos.

Que la virgen María nos ayude a vivir siempre en conformidad a la imagen de Dios que llevamos en nosotros, en nuestro interior, dando así nuestra contribución a la construcción de la ciudad terrestre.

(C) Traducción de Zenit, Raquel Anillo

 

 

22/10/2017-12:04
Raquel Anillo

El Papa anima el testimonio de las personas con discapacidad

(ZENIT — 21 de octubre de 2017).- El Santo Padre Francisco ha recibido esta mañana a las 11:25 horas en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a los participantes en el congreso Catequesis y personas con discapacidad organizado por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización con motivo del XXV aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica, que ha tenido lugar en la Universidad Urbaniana de Roma del 20 al 22 de octubre.

Publicamos a continuación el discurso que el Santo Padre ha dirigido a los presentes en la audiencia.

 

Discurso del Papa

Queridos hermanos y hermanas:

Me alegra encontraros sobre todo porque en estos días habéis abordado un tema de gran importancia para la vida de la Iglesia en su obra de evangelización y formación cristiana: Catequesis y personas con discapacidad. Gracias a Mons. Fisichella por su presentación, al dicasterio que preside por su servicio y a todos vosotros por la labor en este campo.

Conocemos los progresos alcanzados en las últimas décadas frente a la discapacidad. La creciente toma de conciencia de la dignidad de cada persona, especialmente de los más débiles, ha llevado a tomar posiciones valientes de inclusión de aquellos que viven con diversas formas de discapacidad, para que nadie se sienta extraño en su propia casa. Y sin embargo, a nivel cultural todavía hay manifestaciones que hieren la dignidad de estas personas por la prevalencia de una falsa concepción de la vida. Una visión a menudo narcisista y utilitaria lleva, por desgracia, a algunos a considerar marginales las personas con discapacidad, sin percibir en ellas su múltiple riqueza espiritual y humana. Todavía es demasiado fuerte en la mentalidad común la actitud de rechazo de esta condición, como si impidiera ser felices y realizarse a sí mismos. Prueba de ello es la tendencia eugenésica de suprimir a los nonatos que tienen alguna forma de imperfección. De hecho, todos conocemos a tantas personas que, con su fragilidad, incluso grave, han encontrado, aunque con fatiga, el camino de una vida buena y rica en significado. Por otro lado, también conocemos personas aparentemente perfectas y desesperadas. Además, es un engaño peligroso pensar que somos invulnerables. Como decía una chica que conocí en mi reciente viaje a Colombia, la vulnerabilidad pertenece a la esencia del ser humano.

La respuesta es el amor no el falso, melindroso y pietista, sino el verdadero, concreto y respetuoso. En la medida en que se es acogido y amado, incluido en la comunidad y acompañado para mirar hacia el futuro en confianza, se desarrolla el verdadero camino de la vida y se experimenta una felicidad duradera. Esto, — lo sabemos -, se aplica a todos, pero las personas más frágiles son como una prueba. La fe es una gran compañera de vida cuando nos permite sentir en primera persona la presencia de un Padre que nunca deja solas a sus criaturas en ninguna condición de su vida. La Iglesia no puede ser "afónica" o "desentonada" en la defensa y promoción de las personas con discapacidad. Su proximidad a las familias las ayuda a superar la soledad en que a menudo corren el peligro de terminar por falta de atención y apoyo. Esto es aún más cierto por la responsabilidad que tiene en la generación y en la formación en la vida cristiana. A la comunidad no pueden faltarle las palabras y especialmente los gestos para encontrar y acoger a las personas con discapacidad. Especialmente la liturgia dominical tendrá que saber cómo incluirlas, porque el encuentro con el Señor resucitado y con la comunidad misma puede ser fuente de esperanza y de valor en el camino, no fácil, de la vida.

La catequesis, en particular, está llamada a descubrir y experimentar formas coherentes para que cada persona, con sus dones, sus limitaciones y sus discapacidades, incluso graves, pueda encontrar en su camino a Jesús y abandonarse a Él con fe. Ningún límite físico o psíquico puede ser un impedimento para este encuentro, porque el rostro de Cristo brilla en lo íntimo de cada persona. Tengamos también cuidado, especialmente nosotros los ministros, de la gracia de Cristo, para no caer en el error neo-pelagiano de no reconocer la necesidad de la fuerza de la gracia que viene de los sacramentos de la iniciación cristiana. Aprendamos a superar el malestar y el miedo que veces se pueden sentir frente a las personas con discapacidad. Aprendamos a buscar e incluso a "inventar" con inteligencia herramientas adecuadas para que a nadie le falte el apoyo de la gracia. Formemos — ¡en primer lugar con el ejemplo! — catequistas cada vez más capaces de acompañar a estas personas para que crezcan en la fe y den su contribución genuina y original a la vida de la Iglesia. Por último, espero que en la comunidad las personas con discapacidad puedan ser cada vez más sus propios catequistas, también con su testimonio, para transmitir la fe de manera más efectiva.

Gracias por vuestro trabajo de estos días y por vuestro servicio en la Iglesia. ¡Nuestra Señora os acompañe!. Os bendigo de corazón y os pido, por favor, que no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.

© Traducción de ZENIT, Raquel Anillo

 

 

22/10/2017-07:36
Isabel Orellana Vilches

San Juan Pablo II, 22 de octubre

«Prontamente beatificado y canonizado, la vida de este papa polaco es impactante. Su fortaleza y carisma, su forma de apurar el caliz mostrando el valor cristiano del sufrimiento sigue grabada en la retina de todos»

Karol Józef Wojty?a, aclamado pontífice Juan Pablo II, conmovió al mundo durante casi tres décadas del siglo )0(. Sus gestos de bondad, la capacidad para llegar al corazón de creyentes y no creyentes, sus dotes de comunicador, los incesantes viajes apostólicos en los que no cesó de transmitir el amor de Dios, como hizo con su ingente obra, sedujeron a millones de jóvenes y adultos. El dolor humano, con su carácter de esencial ofrenda a Cristo, ha tenido en él uno de sus insignes valedores. Al ver los estragos del sufrimiento en su persona, todo el planeta pudo constatar la grandeza del mismo cuando se asume como él lo hizo. Así coronó su vida de entrega entrado el siglo XXI, siendo faro para todos los que sufren

Nació en Wadowice, Cracovia, el 18 de mayo de 1920. Fue el menor de tres hermanos, aunque Olga apenas sobrevivió. Perdió a su madre a los 9 años y poco después a Edmund, el primogénito, un médico que se contagió en el ejercicio de su profesión. Sus padres dejaron en Karol fuertemente arraigada la semilla de la fe católica. Brillante en sus estudios, con una mente privilegiada, cursó filosofía en la universidad Jagellónica de Cracovia. Al mismo tiempo se vinculó a un círculo teatral. En esa época obtuvo varios galardones como jugador de ajedrez. En 1939, durante la invasión nazi, fue peón en una cantera y obrero en una fábrica química. Era un líder nato, joven atractivo, de
carismática personalidad y singular magnetismo para atraer a la gente. Gozaba del respeto y admiración de sus compañeros, católicos idealistas y entusiastas, que conformaron el grupo Unia y que defendían a los más débiles. En 1941, en plena ocupación alemana, falleció su padre, oficial del ejército polaco.

La Gestapo iba tras él, y se recluyó en una buhardilla. Un sastre le dio a conocer a san Juan de la Cruz y se entusiasmó. En esa época se sintió llamado al sacerdocio. Tuvo que formarse en el seminario clandestino de Cracovia hasta que el arzobispo, cardenal Stefan Sapieha, acogió al grupo de aspirantes en su palacio. Ordenado sacerdote en noviembre de 1946, él lo envió a Roma. Estudió en el Angellicum doctorándose en teología con una tesis sobre su estimado santo y reformador carmelita español. En Polonia fue vicario parroquial, capellán universitario y profesor de teología moral y de ética en el seminario y en las universidades Jagellónica y de Lublin; era afín al pensamiento de Scheler, sobre el que hizo su tesis. En 1958 Pío XII lo designó obispo auxiliar de Cracovia. En 1962 participó en el Concilio Vaticano II, donde sus intervenciones sobre el ateísmo y la libertad religiosa no pasaron desapercibidas. Pablo VI lo nombró cardenal en 1967. Al fallecer Juan Pablo I, tras su fugaz asunción de la Cátedra de Pedro, fue elegido para sucederle; tomó el nombre de este antecesor.

A partir de entonces, este polaco, primero en ostentar la altísima misión como Vicario de Cristo en la tierra, inició un pontificado excepcional. Enamorado de la Eucaristía y devoto de María, supo llegar al corazón de todos con independencia de razas, credos, edades, profesiones... Fue un atleta de Cristo, sacerdote y obispo ejemplar, un gran Pastor. También filósofo y teólogo destacado, defensor de la moral y de los derechos humanos, de la cultura de la vida, amante de la paz y de la justicia, papa de los jóvenes y de las familias, adalid de los derechos del no nacido, de los ancianos y de los enfermos. Apóstol de la reconciliación que supo aglutinar a credos diversos en Asís abriendo una vía ecuménica del diálogo interreligioso de un valor incalculable. El papa viajero que recorrió el mundo una y otra vez abrazando y bendiciendo a todos. En su pontificado se registró la caída de la cortina de hierro y el desmoronamiento del imperio soviético, lo que es atribuido por muchos estudiosos a la presencia de un papa del este europeo.

El gravísimo atentado sufrido en mayo de 1981, poco a poco fue minando su salud. Perdonó al agresor y siguió viviendo alumbrado por Cristo y por María, que lo rescató de una muerte prematura, pudiendo llevar a cabo de manera heroica su responsabilidad. Afrontó magistralmente numerosos problemas y dificultades que se le presentaron. Fue un hombre de oración que mostró siempre una imponente fortaleza ante las adversidades. Los últimos años de su vida no ocultó al mundo su deterioro físico; se mantuvo al frente de la Sede de Pedro dando ejemplo de su inalterable fidelidad a Cristo y a la Iglesia.

Catorce encíclicas, once constituciones apostólicas y 1060 audiencias públicas celebradas dan prueba del alcance de su entrega y ardor apostólico. En uno de sus mensajes recordó: «La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte».

Él lo cumplió con creces. Si se pudiera hablar en términos numéricos sería uno de los pocos pontífices que ostentó uno de los records más altos. Y no solo por los casi veintisiete años de duración de su pontificado, el tercero más largo de la historia. También por la muchedumbre que le siguió en directo y en diferido multiplicando sus palabras y gestos gracias a los diversos medios de comunicación. Ellos mostraron el dolor que produjo su muerte acaecida el 2 de abril de 2005, y el impresionante gentío que se dio cita en su duelo.

Hay que dejar atrás los detractores que tuvo y sigue teniendo, que también han perseguido a otros integrantes de la vida santa, como se ha recordado aquí para otras biografías; ahí está la reciente de Teresa de Calcuta. Es inútil que traten de silenciar con absurdo griterío el eco de las obras de los grandes hijos de Dios. Él es su valedor; no se le puede acallar. Habla a través de los santos aunque pasen los siglos; lo vemos en esta sección de ZENIT todos los días. La realidad es que por sus muchas virtudes Juan Pablo II fue beatificado por Benedicto XVI el 1 de mayo de 2011. Francisco lo canonizó junto a Juan )0011 el 27 de abril de 2014, fiesta de la Divina Misericordia que este gran polaco instituyó.

 

 

22/10/2017-16:41
Isabel Orellana Vilches

San Juan de Capistrano, 23 de octubre

«Religioso franciscano. Predicador, reformador, incansable apóstol, consultor de pontífices, gran jurista y diplomático. Aclamado en Europa y considerado`padre devoto' y 'varón santo'. En California continúa honrándose su memoria»

Juan es otro de esos grandes hombres que pusieron sus talentos al servicio de Cristo y su Iglesia, logrando con la oración y heroica entrega que germinase el Evangelio por doquier. Obtuvo la gloria del cielo y la inmortalidad en el mundo, ésta sin perseguirla. Llevó la bandera de la fe por toda Europa mientras la recorría incansablemente de punta a punta; fue el escenario de su vida y quehacer apostólico. Nunca salió de estos confines y, sin embargo, desde hace siglos California honra su memoria gracias a la humilde misión que su excelso hermano fray Junípero Serra estableció allí en 1776, la más conocida de las que implantó; por algo se le ha denominado «joya de las misiones».

Justamente en esa fundación tiene su origen la ciudad que lleva el nombre de este santo. Después de una catástrofe natural y de diversos vaivenes que la dejaron malparada, comenzó a recobrar su esplendor a finales del s. XIX.

Nació Juan el 24 de octubre de 1386 en Capistrano, L'Áquila, Italia. Cursó derecho en Perugia y allí alcanzó tal prestigio como jurista que Ladislao di Durazzo, rey de Nápoles, lo nombró gobernador de la ciudad. En 1416 intervino como pacificador entre las facciones de Perugia y Malatesta, que se hallaban enfrentadas, y fue hecho prisionero. En la cárcel sufrió una radical transformación. Reflexionó sobre la vida que había llevado, y en un sueño san Francisco lo invitó a unirse con sus discípulos. Eso hizo Juan al ser liberado, después de salir victorioso de interna lucha. Aplacadas las voces contradictorias que brotaban dentro de sí, el único impedimento que podría haber tenido era un matrimonio anterior que, por graves razones de peso, cuando ingresó en la cárcel ya se había anulado.

Se hizo franciscano en Perugia en octubre de 1416, a la edad de 30 años.

Primeramente fue destinado a misiones humildes. En ese momento la necesidad de regresar a la observancia primitiva gravitaba sobre la comunidad, instada por san Bernardino de Siena. Ambos entablaron entrañable amistad.

Bernardino le enseñó teología y Juan le correspondió estando a su lado; le defendió frente a las acusaciones de herejía. Además compartieron similares bríos que les llevaron a preservar la fe frente a los infieles. Aún no había sido ordenado, y Juan comenzó a destacar en la predicación. A los 33 años recibió ese sacramento. Entonces el papa le nombró inquisidor de los fraticelos, y emprendió una misión itinerante por distintos estados europeos. Combatió las herejías de los husitas, participó en la dieta de Frankfurt y fue artífice de la unidad entre los armenios y Roma. De forma reiterada le designaron vicario general de la observancia, fue nuncio apostólico en Austria, etc.

Hacía poco que era sacerdote cuando dijo: «Aunque no tengo la última responsabilidad, estoy decidido a invertir todas mis fuerzas, hasta el último momento de mi vida, en defensa del rebaño de Cristo». Lo demostró. Era un hombre de oración, gran penitente. Su rostro era, en sí mismo, un tratado de vida ascética. Dormía dos horas y, a veces, una sola; austero en sus alimentos, templado y prudente en sus juicios, todo caridad y dulzura, entregado por completo a su prójimo. Las huellas del rigor que se impuso iluminaban sus ojos; eran una candela viva de amor a Cristo. La gente le seguía y le escuchaba enfervorizada, viendo en su llamada a la conversión una invitación del cielo. En Brescia predicó ante 126.000 personas. Su fama a la hora de sanar a los enfermos le precedía, y muchos intentaban tomar como reliquia trozos de su túnica. Sabiendo el valor de la formación, instó a sus hermanos al estudio: «Ninguno es mensajero de Dios si no anuncia la verdad; y no puede anunciar la verdad quién no la conoce; y no puede conocerla si no la aprendió [...]. Deben encontrar el tiempo para dedicarse a las letras y a las ciencias... para no tentar a Dios con vanas presunciones...».

Los pontífices contaron con él valorando sus excelentes dotes para la diplomacia, su prudencia y fidelidad a la Sede de Pedro. Tanto Martín V, como Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III le encomendaron diversas causas delicadas que solventó admirablemente. Declinó ser obispo en tres ocasiones; prefería mantener la misión de predicador. En 1430 se implicó en un asunto que incumbía directamente a su Orden: la unidad. Para lograrla propuso las constituciones martinianas (en honor de Martín V), pensando que con ellas podría mediar entre las dos tendencias polarizadas que surgieron entre los franciscanos: el laxismo y el rigorismo. No tuvo éxito en su empeño. Sufrió críticas e incomprensiones internas, que se unieron a otras externas.

Fue un ardoroso defensor de la fe en lugares de batalla. Animaba a las tropas a luchar bravamente por Cristo: «Sea avanzando que retrocediendo, golpeando o siendo golpeados, invoquen el nombre de Jesús. Solo en Él está la salvación y la victoria». La última en la que participó fue en 1456, en Belgrado, obteniendo la victoria con su fe; tenía entonces 70 años. Tres meses más tarde, el 23 de octubre de ese año, murió en Vilak a causa de la peste. En aras de su proverbial obediencia al pontífice hubiese ido donde fuera. Así se lo había confesado a san Bernardino: «Soy un viejo, débil, enfermizo... No puedo más... Pero si el papa lo dispusiera de otra forma, lo acepto, aunque deba arrastrarme medio muerto, o bien debiera atravesar barreras de espinas, fuego y agua». Pero Dios había previsto que entregase su sangre después de haber participado heroicamente en esta guerra contra el turco.

El legado que dejaba a sus hermanos, a la Iglesia y a la posteridad era, como el de todos los santos, un compendio de virtudes heroicas desplegadas sin descanso por amor a Cristo. Tan aclamado en Europa que se le ha considerado «stella Bohemorum», «lux Germanie», «clara fax Hungarie», «decus Polonorum», también «padre devoto» y «varón santo». Inocencio X lo beatificó el 19 de diciembre de 1650. Alejandro VIII lo canonizó el 16 de octubre de 1690.