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El Papa a la Academia de las Ciencias Sociales: “Trabajemos al servicio del desarrollo humano integral”

RV | 20/10/2017


 

 

“El Estado no puede concebirse como el titular único y exclusivo del bien común sin permitir que los cuerpos intermedios de la sociedad civil expresen libremente su potencial completo. Sería una violación del principio de subsidiariedad que, combinado con la solidaridad, es una piedra angular de la doctrina social de la Iglesia”, lo dijo el Papa Francisco a los participantes en el Encuentro organizado por la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, a quienes recibió en audiencia, la mañana del tercer viernes de octubre, en la Sala Clementina del Vaticano.

En su discurso, el Santo Padre agradeció a los miembros de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales y a las personalidades que participan en estas jornadas de estudio, así como a las instituciones que apoyan esta iniciativa. “Una iniciativa que llama la atención sobre un tema de gran actualidad – señaló el Pontífice – como es el de elaborar nuevos modelos de cooperación entre el mercado, el Estado y la sociedad civil, en relación con los desafíos de nuestro tiempo”.

 

Aumento endémico y sistemático de las desigualdades

En esta ocasión, precisó el Papa, quisiera hablar brevemente de dos causas específicas que alimentan la exclusión y las periferias existenciales: la primera dijo, es el aumento endémico y sistemático de las desigualdades y de la explotación del planeta; y la segunda causa de exclusión es el trabajo no digno de la persona humana. “La primera es el aumento endémico y sistemático de las desigualdades y de la explotación del planeta – afirmó el Obispo de Roma – que es mayor con respecto al  aumento de la renta y de la riqueza. Y, sin embargo, la desigualdad y la explotación no son una fatalidad ni tampoco una constante histórica. No son una fatalidad – precisó el Pontífice – porque dependen, además de las diferentes conductas individuales, también de las reglas económicas que una sociedad decide darse. Basta pensar  en la producción de energía, en el mercado laboral, en el sistema bancario,  en el welfare, en el sistema fiscal y en el sector escolar”.

 

El trabajo no digno de la persona humana

“La otra causa de exclusión – subrayó el Papa Francisco – es el trabajo no digno de la persona humana.  Ayer, en la época  de la Rerum novarum (1891), se reclamaba el ‘justo salario del obrero’. Hoy en día, además de esta sacrosanta exigencia, nos preguntamos también  porque todavía no se ha logrado poner en práctica lo que está escrito en la Constitución Gaudium et Spes: ‘El conjunto del proceso de la producción debe, pues, ajustarse a las necesidades de la persona y a la manera de vida de cada uno en particular’, (No. 67) y - podemos agregar con la Encíclica Laudato si’ - respetando la creación, nuestra casa común”.

 

El desafío de trabajar al servicio del desarrollo humano integral

La creación de nuevo empleo necesita, sobre todo en esta época, señaló el Pontífice, personas abiertas y emprendedoras, relaciones fraternales, investigación e inversión en el desarrollo de energía limpia para resolver los desafíos del cambio climático. Por ello, afirmó el Papa, es necesario que la acción política deba ponerse al servicio de la persona humana, del bien común y del respeto por la naturaleza. “El desafío al que responder es, pues – puntualizó el Santo Padre – el de trabajar con valentía para ir más allá del modelo de orden social vigente, transformándolo desde dentro. Debemos pedir al mercado no solo que sea eficiente en la producción de riqueza y que asegure un crecimiento sostenible, sino que también esté al servicio del desarrollo humano integral”.

 

El desafío de aunar los derechos individuales con el bien común

Refiriéndose al nuevo contexto de la globalización, el Papa Francisco señaló que, no podemos sacrificar en el altar de la eficiencia, de nuestros tiempos los valores fundamentales como la democracia, la justicia, la libertad, la familia, la creación. “Análogo es el replanteamiento de la figura y el papel del Estado-nación en un nuevo contexto como el de la globalización, que ha modificado profundamente el orden internacional anterior. El Estado no puede concebirse como el titular único y exclusivo del bien común – afirmó el Pontífice – sin permitir que los cuerpos intermedios de la sociedad civil expresen libremente su potencial completo. Sería una violación del principio de subsidiariedad que, combinado con la solidaridad, es una piedra angular de la doctrina social de la Iglesia. El desafío aquí es cómo aunar los derechos individuales con el bien común”.

Antes de concluir su discurso, el Papa Francisco alentó a seguir el ejemplo de Charles Péguy, quien veía en la virtud de la esperanza: como una hermana pequeña está en medio de las otras dos virtudes - la fe y la caridad – sujetándolas de la mano y tirando de ellas hacia delante. Me parece, afirma el Pontífice, que esta sea la posición de la sociedad civil: “tirar” hacia delante del Estado y del mercado para que puedan repensar su razón de ser y su forma de actuar.

 

(Renato Martinez – Radio Vaticano)