Católicos
Los seglares asumirán las tareas de formación

Acción Católica se propone desvincularse de la tutela de la jerarquía

La asociación celebra en Santiago un multitudinario encuentro de laicos de parroquias: “Queremos reinventarnos. El franquismo nos hizo daño”

 

Antonio Muñoz, presidente de Acción Católica General explica que la línea de trabajo que se han marcado en este movimiento de la Iglesia Católica es que los laicos asuman el protagonismo propio de este carisma. "Las actividades para seglares en las parroquias, estarán dirigidas por los propios laicos y no por los sacerdotes", afirma.


 

 

En declaraciones a Religión Confidencial, el presidente de Acción Católica  deja claro cuál será el papel de los pastores en el programa para laicos. "Sacerdotes y obispos cooperarán con nosotros, pero no dirigirán, ni su función será de tutela". Así, explica que los laicos trabajarán en la misma línea que los presbíteros y prelados, pero sin depender directamente de sus instrucciones como jerarquía de la Iglesia o administradores de los sacramentos.

AC se propone, no ir en contra de la jerarquía de la Iglesia o por libre, sin atender a sus indicaciones; antes al contrario, se muestran “a su disposición” para lo que necesiten. Sin embargo, esta actitud de obediencia a los obispos no quita para que los laicos asuman competencias que son propiamente suyas, como lo son sus actividades de formación.

La AC quiere recuperar el protagonismo laical de los primeros tiempos del cristianismo, cuando el peso de la evangelización de la Iglesia lo llevaban precisamente los fieles seglares, y no tanto los apóstoles, que al fin y al cabo, eran sólo doce.

 

El daño del franquismo

Miembros de la AC confiesan a RC que su connivencia con la dictadura franquista les “hizo daño”, en el sentido de que se mezclaron cuestiones que no debieron unirse: religión e ideología. Esto les ha pasado factura.

“La AC ya no es lo que era”, se oye decir entre personas mayores que de jóvenes participaron en actividades de la institución. Y es que AC pasó por una grave crisis, abandonando su presencia en las parroquias que ahora busca recuperar y "reinventarse".

 

El congreso en Santiago de Compostela

En el encuentro que celebra la AC la semana que viene en Santiago de Compostela, los 900 participantes debatirán la idea del Papa Francisco de “una Iglesia en salida”, en concreto, los retos pendientes para la formación de los seglares.

Antes, tendrá lugar una peregrinación de 1.200 personas a la tumba del apóstol, que comenzó este jueves y finaliza el miércoles 2 de agosto. Los organizadores quieren “calentar motores espirituales” para preparar el encuentro de laicos de parroquias de la semana próxima.

Los temas a tratar en el congreso interno en Santiago de Compostela se resumen, según la AC, en cuatro enunciados: construir parroquias con actitud de salida, laicos para las parroquias en salida, llamados a santificar el mundo y caminando juntos.

Al encuentro asistirán un total de seis obispos, entre ellos, el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro; el arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina), Mons. Jorge Eduardo Lozano; el obispo de Santiago, Mons. Julián Barrio; el obispo auxiliar de Santiago, Mons. Jesús Fernández; y el presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, Mons. Javier Salinas.

 

Católicos por convicción y no por tradición

Según afirma Muñoz a RC, la AC ha desarrollado un programa destinado en exclusiva a la formación de los laicos, la manera de cumplir con el objetivo de Francisco de ser una Iglesia en salida.

Destaca que este itinerario espiritual ha tenido buena acogida en las parroquias donde lo han presentado, pero a la hora de aplicarlo, chocan con las rutinas de los sacerdotes: “Nadie lo rechaza, pero cuesta aplicarlo porque supone cambiar la mentalidad del ‘siempre se ha hecho así”, dicen.

Dicho programa, que está implantado desde 2009 en algunas parroquias de España, se aplica en una dinámica de grupos, compuestos de no más de diez personas de edades variadas: niños, jóvenes y adultos.

Cada grupo se reúne semanalmente para aprender a unir doctrina y vida: “Se trata de que los laicos se vean enviados a ayudar a los demás y a hacer una sociedad más justa”, explica Muñoz. En definitiva, a “no vivir la fe de puertas para adentro”, sino que sean católicos por convicción y no por tradición, y tengan la conciencia de dar testimonio en ambientes no religiosos: su trabajo, su ocio, sus amistades…

Para ello, el plan formativo se compone de tres bloques distintos que se tratan en cada reunión: doctrina, oración y vivir. El primero consiste en aprender, mediante materiales preparados por la AC, a aplicar la fe a la vida diaria.

Por ejemplo, si un día se tratan las bienaventuranzas, no se explican al modo catequético ni se propone a los laicos aprenderlas de memoria, sino reflexionar y debatir sobre la aplicación de estas enseñanzas a las circunstancias de un cristiano del siglo XXI.

Por último, algunas sesiones de los grupos tratan temas de actualidad: refugiados, elecciones, bioética… no con el ánimo de transmitir ideología y generar en los miembros de los grupos una suerte de mentalidad cristiana, sino con el objetivo de crear “espacios de diálogo” donde se fomente el pensamiento crítico y la conciencia social.

 

Evitar que los adolescentes pierdan la fe

La variedad de edades de los miembros de los grupos obedece a un plan de seguimiento. Según explica Muñoz a RC, este criterio quiere evitar el abandono de la práctica cristiana en edades conflictivas, como la adolescencia y la juventud.

Con el fin de mantener vivos los ideales cristianos y tener referentes atractivos, en la AC consideran importante esta mezcla de edades para motivar a todos sus miembros y apoyarse entre ellos ante la dificultad de ser coherentes con la fe: un ambiente profesional o de amistades adverso por anti religioso, la ruptura de la propia familia, etc.