Servicio diario - 09 de enero de 2017


 

El Papa recuerda que los inmigrantes no son una cifra estadística
Posted by Rocío Lancho García on 9 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha recibido al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede para el tradicional saludo al inicio del año, con un discurso dedicado al tema de la seguridad y de la paz, “porque en el clima general de preocupación por el presente y de incertidumbre y angustia por el futuro” considera importante “dirigir una palabra de esperanza, que nos señale también un posible camino para recorrer”.
De este modo, el Santo Padre ha asegurado que si hoy para muchos la paz es un bien que se da por descontado, casi un derecho adquirido al que no se le presta demasiada atención, “para demasiadas personas esa paz es todavía una simple ilusión lejana”. Así, ha advertido de que millones de personas viven hoy en medio de conflictos insensatos. Con frecuencia, ha reconocido, nos sentimos abrumados por “las imágenes de muerte”, “el dolor de los inocentes que imploran ayuda y consuelo”, “el luto del que llora un ser querido a causa del odio y de la violencia”, “el drama de los refugiados que escapan de la guerra o de los emigrantes que perecen trágicamente”.
El Pontífice ha manifestado la viva convicción de que “toda expresión religiosa está llamada a promover la paz”. Sabemos –ha observado– que se ha cometido violencia por razones religiosas, comenzando precisamente por Europa, donde las divisiones históricas entre cristianos han durado mucho tiempo. Por eso ha recordado que en su reciente viaje a Suecia, quiso recordar que “tenemos una urgente necesidad de sanar las heridas del pasado y de caminar juntos hacia metas comunes”. En la base de ese camino “ha de estar el diálogo auténtico entre las diversas confesiones religiosas”. Un diálogo “posible y necesario”, como ha tratado de atestiguar en el encuentro que tuvo en Cuba con el Patriarca Cirilo de Moscú, así como en los viajes apostólicos a Armenia, Georgia y Azerbaiyán. Al mismo tiempo, Francisco ha pedido no olvidar las muchas iniciativas, inspiradas en la religión, que contribuyen, incluso a menudo con el sacrificio de los mártires, “a la construcción del bien común por medio de la educación y la asistencia”, sobre todo en las regiones más desfavorecidas y en las zonas de conflicto.
En concreto, el Santo Padre ha condenado el terrorismo de matriz fundamentalista, “que en el año pasado ha segado la vida de numerosas víctimas en todo el mundo”: en Afganistán, Bangladesh, Bélgica, Burkina Faso, Egipto, Francia, Alemania, Jordania, Irak, Nigeria, Pakistán, Estados Unidos de América, Túnez y Turquía. Son –ha subrayado el Santo Padre– gestos viles, que usan a los niños para asesinar, como en Nigeria; toman como objetivo a quien reza, como en la Catedral copta de El Cairo, a quien viaja o trabaja, como en Bruselas, a quien pasea por las calles de la ciudad, como en Niza o en Berlín, o sencillamente celebra la llegada del año nuevo, como en Estambul.
Por esa razón, ha explicado que se trata de “una locura homicida que usa el nombre de Dios para sembrar muerte, intentando afirmar una voluntad de dominio y de poder”. Así, ha hecho un llamamiento a todas las autoridades religiosas para que unidos “reafirmen con fuerza que nunca se puede matar en nombre de Dios”. El terrorismo fundamentalista –ha observado– es fruto de una grave miseria espiritual, vinculada también a menudo a una considerable pobreza social. Al respecto ha explicado que sólo podrá ser plenamente vencido con la acción común de los líderes religiosos y políticos. A los primeros “les corresponde la tarea de transmitir aquellos valores religiosos que no admiten una contraposición entre el temor de Dios y el amor por el prójimo”. A los segundos “garantizar en el espacio público el derecho a la libertad religiosa, reconociendo la aportación positiva y constructiva que ésta comporta para la edificación de la sociedad civil, en donde la pertenencia social, sancionada por el principio de ciudadanía, y la dimensión espiritual de la vida no pueden ser concebidas como contrarias”. Además, les corresponde también “la responsabilidad de evitar que se den las condiciones favorables para la propagación de los fundamentalismos”.
A este respecto, ha expresado la convicción de que la autoridad política no sólo debe garantizar la seguridad de sus propios ciudadanos “sino que también está llamada a ser verdadera promotora y constructora de paz”.
Por otro lado, el Santo Padre se ha mostrado convencido de que para muchos el Jubileo extraordinario de la Misericordia ha sido una ocasión particularmente propicia para descubrir también la «incidencia importante y positiva de la misericordia como valor social”. De este modo ha invitado a contruir sociedades abiertas y hospitalarias para los extranjeros y, al mismo tiempo, seguras y pacíficas internamente. Esto es aún más necesario hoy en día en que siguen aumentando, en diferentes partes del mundo, los grandes flujos migratorios. Pienso sobre todo en los numerosos refugiados y desplazados en algunas zonas de África, en el Sudeste asiático y en aquellos que huyen de las zonas de conflicto en Oriente Medio. Es necesario –ha subrayado el Papa– un compromiso común en favor de los inmigrantes, los refugiados y los desplazados, que haga posible el darles una acogida digna. Los inmigrantes, ha añadido, “no deben olvidar que tienen el deber de respetar las leyes, la cultura y las tradiciones de los países que los acogen”.
Por eso mismo ha advertido de que “no se puede de ningún modo reducir la actual crisis dramática a un simple recuento numérico”. Los inmigrantes “son personas con nombres, historias y familias”, y “no podrá haber nunca verdadera paz mientras quede un solo ser humano al que se le vulnere la propia identidad personal y se le reduzca a una mera cifra estadística o a objeto de interés económico”. Así, se ha mostrado agradecido a todos los países que acogen generosamente a los necesitados, comenzando por algunas naciones europeas, especialmente Italia, Alemania, Grecia y Suecia. Aunque no se puede olvidar “la hospitalidad ofrecida por otros países europeos y de Oriente Medio, como Líbano, Jordania y Turquía”, así como el compromiso de diferentes países de África y Asia. A este punto ha recordado su viaje a México, donde se sentiió cerca de los miles de inmigrantes centroamericanos “que sufren terribles injusticias y peligros en su intento de alcanzar un futuro mejor”, y que “son víctimas de extorsión y objeto de ese despreciable comercio ―horrible forma de esclavitud moderna― que es la trata de personas”.
Enemiga de la paz es una “visión reductiva” del hombre, que abre el camino a la propagación de la iniquidad, las desigualdades sociales y la corrupción, ha reconocido el Papa.
Prosiguiendo el discurso, el Santo Padre ha subrayado que los niños y los jóvenes son el futuro, se trabaja y se construye para ellos. “No podemos descuidarlos y olvidarlos egoístamente”, ha precisado. Por esta razón, considera prioritaria “la defensa de los niños”, cuya inocencia ha sido frecuentemente rota bajo el peso de la explotación, del trabajo clandestino y esclavo, de la prostitución o de los abusos de los adultos, de los pandilleros y de los mercaderes de muerte.
Y en esta línea, a los jóvenes y toda la población Siria dirige constantemente su pensamiento, a la vez que hace un llamamiento a la comunidad internacional “para que trabaje con diligencia para poner en marcha una seria negociación, que ponga definitivamente fin a un conflicto que está provocando un verdadero desastre humanitario”. El deseo común –ha indicado– es que la tregua que se ha firmado recientemente sea para todo el pueblo sirio un signo de la esperanza que tanto necesita.
También ha lanzado una invitación para erradicar “el despreciable tráfico de armas y la continua carrera para producir y distribuir armas cada vez más sofisticadas”. Causan un gran desconcierto –ha observado– las pruebas llevadas a cabo en la Península coreana, que desestabilizan a la región y plantean a la comunidad internacional unos inquietantes interrogantes acerca del riesgo de una nueva carrera de armamentos nucleares.
Enemiga de la paz es también “la ideología, que se sirve de los problemas sociales para fomentar el desprecio y el odio y ve al otro como un enemigo que hay que destruir”. Por eso, el Santo Padre ha advertido de que desafortunadamente, nuevas formas de ideología aparecen constantemente en el horizonte de la humanidad. Y ha señalado que haciéndose pasar por portadoras de beneficios para el pueblo, dejan en cambio detrás de sí “pobreza, divisiones, tensiones sociales, sufrimiento y con frecuencia incluso la muerte”. La paz, sin embargo, “se conquista con la solidaridad”.
La misericordia y la solidaridad –ha asegurado el Pontífice– es lo que mueve a la Santa Sede y a la Iglesia Católica en su compromiso decidido por solucionar los conflictos o seguir los procesos de paz, de reconciliación y la búsqueda de soluciones negociadas a los mismos. Así ha mencionado el acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos y el esfuerzo para terminar con años de conflicto en Colombia. Este planteamiento busca fomentar la confianza mutua, mantener caminos de diálogo y hacer hincapié en la necesidad de gestos valientes, “que son muy urgentes también en la vecina Venezuela”, donde las consecuencias de la crisis política, social y económica, están pesando desde hace tiempo sobre la población civil. Del mismo modo sucede en otras partes del mundo, empezando por Oriente Medio, para poder poner fin no solo al conflicto sirio, sino también para promover una sociedad plenamente reconciliada en Irak y en Yemen. La Santa Sede –ha aseverado el Papa– renueva también su urgente llamamiento para que se reanude el diálogo entre israelíes y palestinos. En esta misma línea ha mencionado los conflictos en Libia, así como Sudán y Sudán del Sur, República Centroafricana, República Democrática del Congo y Myanmar. También en Europa, ha asegurado el Papa, la disponibilidad al diálogo es la única manera de garantizar la seguridad y el desarrollo del Continente. Por tanto, se ha alegrado de las iniciativas destinadas “a promover el proceso de reunificación de Chipre” mientras que espera que en Ucrania “se sigan buscando con determinación soluciones viables para la plena aplicación de los compromisos asumidos por las partes”. Toda Europa, ha recordado, está atravesando un momento decisivo de su historia, en el que está llamada a redescubrir su propia identidad. Para ello es necesario volver a descubrir sus raíces con el fin de plasmar su propio futuro.
Finalmente, el Santo Padre ha indicado a los presentes que construir la paz significa también trabajar activamente para el cuidado de la Creación. El Acuerdo de París sobre el clima es un “signo importante de nuestro compromiso común por dejar a los que vengan después de nosotros un mundo hermoso y habitable”. Aunque hay fenómenos que sobrepasan la capacidad de la acción humana. Por eso se ha referido a los numerosos terremotos que han golpeado a algunas regiones del mundo, en particular en Ecuador, Italia e Indonesia.
La paz –ha concluido Francisco– es un don, un desafío y un compromiso. Un don porque brota del corazón de Dios; un desafío, porque es un bien que no se da nunca por descontado y debe ser conquistado continuamente; un compromiso, ya que requiere el trabajo apasionado de toda persona de buena voluntad para buscarla y construirla. No existe la verdadera paz si no se parte de una visión del hombre que sepa promover su desarrollo integral, teniendo en cuenta su dignidad trascendente.



El Papa en Sta. Marta invita a poner a Jesús en el centro de nuestras elecciones
Posted by Redaccion on 9 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha retomado esta mañana la celebración de la misa matutina en Santa Marta, tras la pausa por las fiestas navideñas. De este modo, en la homilía de este lunes, el Santo Padre ha explicado que la vida cristiana es sencilla, no son necesarias cosas extrañas o difíciles, es suficiente con poner a Jesús en el centro de nuestras elecciones diarias.
El centro de nuestra vida es Jesucristo, ha recordado el Papa. “Jesucristo que se manifiesta, se hace ver y nosotros estamos invitados a conocerlo, a reconocerlo, en la vida, en las muchas circunstancias de la vida, reconocer a Jesús, conocer a Jesús”, ha indicado. Subrayando que es importante conocer las vidas de los santos y advirtiendo que no todas “las apariciones” son verdaderas, el Santo Padre ha preguntado si “el centro de mi vida es Jesucristo”.
En esta línea, el Papa ha explicado que hay tres tareas para “asegurarnos que Jesús está en el centro de nuestra vida”. La primera –ha explicado– es conocer a Jesús para reconocerlo. Por eso ha invitado a preguntarse: “¿a mí me interesa conocer a Jesús? ¿O quizá interesa más la telenovelas o los chismorreos o las ambiciones o conocer la vida de los otros?”. Y para conocer a Jesús, “está la oración, el Espíritu Santo” pero está también el Evangelio, que hay que llevar siempre consigo para leer un pasaje todos los días. Es el único modo –ha asegurado– de conocer a Jesús. Después “es el Espíritu Santo el que hace el trabajo”. Esta es la semilla, quien hace germinar y crecer la semilla es el Espíritu Santo.
La segunda tarea que ha explicado el Papa es “adorar a Jesús”. No solo pedirle cosas y darle las gracias. De este modo ha señalado dos formas de adorar a Jesús: “la oración de adoración en silencio” y “después quitar de nuestro corazón las otras cosas que adoramos, que nos interesan más. No, solo Dios”.
Al respecto, el Pontífice ha explicado que hay una oración de adoración que muchas veces rezamos como papagayos: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”. Adorar, “con pequeñas oraciones con silencio delante de la grandeza de Dios, adorar a Jesús” y decir: ‘Tú eres único, tú eres el principio y el final y contigo quiero permanecer toda la vida, toda la eternidad. Tú eres el único’.
Finalmente, la tercera tarea es seguir a Jesús, como dice el Evangelio del día en el que el Señor llama a los primeros discípulos. Significa “poner a Jesús en el centro de nuestra vida”.
Así, ha explicado que la vida cristiana es simple, es muy simple pero necesitamos la gracia del Espíritu Santo para que despierte en nosotros “estas ganas de conocer a Jesús, de adorar a Jesús y de seguir a Jesús”. Para concluir ha pedido que en la sencillez de cada día –porque cada día para ser cristianos no son necesarias cosas extrañas, cosas difíciles, cosas superfluas, no, es simple– el Señor nos dé la gracia de conocer a Jesús, de adorar a Jesús y de seguir a Jesús”.



Francisco pide la unión de los cristianos para estar al servicio de los más necesitados
Posted by Redaccion on 9 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- En el mundo actual, muchos cristianos de diversas iglesias trabajan juntos al servicio de la humanidad necesitada, para la defensa de la vida humana y de su dignidad, de la creación y contra las injusticias.
Así lo indica el papa Francisco en el vídeo para las intenciones de oración del mes de enero, iniciativa que comenzó el año pasado y proseguirá durante el 2017. “Este deseo de caminar juntos, de colaborar en el servicio y en la solidaridad con los más débiles y los que sufren, es un motivo de alegría para todos”, precisa el Pontífice. De este modo pide unir “tu voz a la mía” para pedir por todos los que contribuyan con la oración y la caridad fraterna a restablecer la plena comunión eclesial al servicio de los desafíos de la humanidad.
En la primera edición de este año, El Video del Papa de enero, “Cristianos al servicio de los desafíos de la humanidad”, busca motivar a los creyentes a trabajar en conjunto al servicio de la humanidad necesitada.
Según las estadísticas oficiales del Anuario Pontificio del Vaticano, el 31% de la población mundial es cristiana, siendo 17,7% de éstos católicos. “Es en la fe y en el testimonio, en la vida concreta del día a día, donde se refleja el deseo de unión de los cristianos. La búsqueda de caminos de unidad es urgente, dice Francisco. Unirnos juntos por la oración y la caridad al servicio de los grandes desafíos de este mundo es la mejor respuesta que podamos hacer al Señor Jesús, cuando rezaba al Padre, con todo su corazón, y nos dejaba su testamento: “para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Mateo 27,21)” explica el padre Frédéric Fornos, SJ, Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa y su rama de jóvenes, el Movimiento Eucarístico Juvenil (MEJ).
Se trata del vídeo número 13 y con él da comienzo a la segunda temporada de vídeos mensuales por los desafíos de la humanidad y de la misión de la Iglesia. El Video del Papa lleva casi 13 millones de visualizaciones, en sus redes propias, desde que inició en enero de 2016 y está cerca de los 4 mil artículos en la prensa global en más de 10 idiomas. Las intenciones son confiadas mensualmente a la Red Mundial de Oración del Papa con el objetivo de difundir y concienciar sobre la imperiosa necesidad de orar y actuar por ellas.
En el ángelus del pasado domingo 8 de enero, el Papa invitó a “unirse a la Red Mundial de Oración del Papa, que difunde también a través de las redes sociales, las intenciones de oración que propongo cada mes a toda la Iglesia. Así se lleva adelante el Apostolado de la Oración y se hace crecer la comunión”.


Francisco explica la “riqueza inimaginable” que encuentra en sus viajes
Posted by Redaccion on 9 January, 2017



(ZENIT – Roma).- “Sinceramente, nunca me ha gustado mucho viajar”. Así lo indica el papa Francisco en una nueva entrevista con Andrea Tornielli, periodista italiano del periódico “La Stampa”. La entrevista forma parte de un libro sobre los viajes internacionales del papa Francisco, que incluye episodios inéditos.
De este modo, el Santo Padre cuenta que siempre le ha pesado “estar lejos de mi diócesis, que para nosotros obispos es nuestra esposa”. En un fragmento de la entrevista que ya ha sido publicado, se lee que el Papa habla de su primer viaje a Lampedusa, una visita que no estaba programada. “Sentí que tenía que ir, me habían tocado y conmovido las noticias sobre migrantes muertos en el mar”, “era importante ir allí”.
También cuenta que después de la JMJ de Río de Janeiro, que era un viaje programado antes de su elección, respondió “sencillamente sí” a las invitaciones sucesivas, se dejó llevar. Ahora “siento que debo hacer los viajes, ir a visitar las Iglesias, animar las semillas de esperanza que hay”. Al respecto, el Santo Padre asegura que los viajes “son cansados, pero digamos que de momento lo consigo”. Quizá –añade– me pesan desde el punto de vista psicológico más aún que desde el punto de vista físico.
Asimismo, el Santo Padre asegura que hay “una riqueza inimaginable” en los viajes, “rostros, testimonios, imágenes, experiencias”. Una riqueza que siempre le hace decir “ha valido la pena”.
El Papa también habla del entusiasmo de la gente durante sus viajes. Además, asegura que a las personas que encuentra en estos viajes las lleva en su corazón, reza por ellas, reza por las situaciones dolorosas y difíciles. “Rezo para que se reduzcan las desigualdades que he visto”, explica el Pontífice.
En el caso de Europa, observa el Papa, ha preferido visitar países que “están o han estado en graves dificultades”. Esto, precisa, no significa no tener atención por la Europa que anima como puede a redescubrir y a poner en práctica sus raíces más auténticas, sus valores.
Finalmente, reflexionando sobre la seguridad en los viajes apostólicos, indica que está agradecido a los gendarmes y a los guardias suizos por haberse adaptado a su estilo. “No consigo moverme en los coches blindados o en el papamóvil con los cristales antiproyectiles cerrados”, asegura. Un obispo –observa el Santo Padre– es un pastor, un padre, no puede haber demasiadas barreras entre él y la gente.



La Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas con 182 países
Posted by Redaccion on 9 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La Santa Sede actualmente mantiene relaciones diplomáticas con 182 países. Hoy, el Santo Padre ha recibido a sus representantes para el tradicional encuentro para la felicitación del nuevo año.
Recientemente, el pasado 9 de diciembre de 2016 se establecieron relaciones diplomáticas con la República Islámica de Mauritania, a nivel de nunciatura apostólica y de embajada. A esos 182 estados hay que añadir la Unión Europea y la Soberana Orden Militar de Malta.
En una nota informativa distribuida por la oficina de prensa de la Santa Sede, se recuerda que las cancillerías de embajada con sede en Roma, incluida la Unión Europea y la Soberana Orden Militar de Malta, son 88, tras haberse sumado en el transcurso del año, las embajadas de Palestina, -después de la entrada en vigor del acuerdo global entre la Santa Sede y el Estado de Palestina el 26 de junio de 2015- y de Malasia.
También tienen sede en Roma las oficinas de la Liga de los Estados Árabes, de la Organización Internacional para la Migración y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
En el año 2016 se han firmado tres acuerdos. El 20 de mayo fue el acuerdo marco entre la Santa Sede y la República Democrática del Congo sobre asuntos de interés común. Mientras que el 6 de septiembre se firmó el acuerdo marco entre la Santa Sede y la República Centroafricana sobre asuntos de interés común. El 22 de octubre se firmó el acuerdo marco entre la Santa Sede y la República de Benín relativo a la situación jurídica de la Iglesia católica en ese país.
Además de la mencionada entrada en vigor del acuerdo global entre la Santa Sede y el Estado de Palestina, el 3 de marzo de 2016 se ratificó el Acuerdo entre la Santa Sede y la República Democrática de Timor Oriental sobre la situación jurídica de la Iglesia católica
Por otro lado, el 15 de octubre de 2016 entró en vigor la Convención entre la Santa Sede y el Gobierno de la República italiana en materia fiscal, firmada el 1 de abril de 2015.
El 23 de noviembre de 2016 entró en vigor el Avenant entre la Santa Sede y la República francesa, firmado el 25 de julio, a las convenciones diplomáticas de 14 de mayo y del 8 de septiembre de 1828 y a los Avenants de 4 de mayo de 1974, del 21 de enero de 1999 y del 12 de julio de 2005, relativos a la Iglesia y convento de Trinitá dei Monti in Urbe.
Por otro lado, el 15 de septiembre se firmó un memorando de entendimiento entre la Secretaría de Estado y el Gobierno de los Emiratos Árabes Unidos sobre la exención mutua de visados de entrada para los titulares de pasaportes diplomáticos y especiales (oficiales y de servicios).
Por último, el 19 de septiembre de 2016, la Santa Sede se ha adherido, también en nombre y por cuenta del Estado de la Ciudad del Vaticano, a la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción del 31 de octubre de 2003.


La limosnería apostólica abre los albergues 24 horas por la ola de frío
Posted by Redaccion on 9 January, 2017



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La ola de frío que afecta a Italia desde hace varios días ha despertado una nueva iniciativa del Vaticano a favor de los más desfavorecidos. Monseñor Konrad Krajewski, limosnero pontificio, explicó a la agencia Ansa que entregarán a los sin techo que lo requieran sacos de dormir especiales, resistentes hasta a 20º bajo cero. “Hemos puesto a disposición también nuestros coches de la Limosnería para quien no quiera moverse pueda dormir dentro por la noche. Hace algunas noches, por ejemplo, durmió allí una hombre sin hogar de 85 años.
Además, se han abierto 24 horas al día los albergues para poder garantizarles estar resguardados del frío también durante el día. Se trata de el “don de María”, el albergue en el Vaticano gestionado por las hermanas de Madre Teresa de Calcuta. También el centro cercano y a la estación central de trenes Termini y el “don de la Misericordia”, junto a la iglesia del Espíritu Santo en Sassia, a pocos metros del Vaticano inaugurado el pasado 7 de octubre de 2015 con motivo del Año Jubilar.
Allí explicó Krajewski alla Radio Vaticana, acogieron a 20 personas más aunque hay también 40 sillas. Es decir, quien llama a la puerta es acogido y puede permanecer al calor y recibir té, café o algo para comer.
La ola de frío polar ha provocado en Italia 8 fallecidos en dos días.


Beata María Dolores Rodríguez Sopeña – 10 de enero
Posted by Isabel Orellana Vilches on 9 January, 2017



(ZENIT – Madrid).- A caballo entre España y América desplegó su incansable labor esta beata, mujer abanderada para su tiempo, que fue discerniendo su vocación y misión poniéndose a la vera de los desfavorecidos. Nació en Vélez Rubio, Almería, España, el 30 de diciembre de 1848. Pertenecía a la alta sociedad, toda vez que su padre –un reputado jurista que concluyó la carrera antes de la edad reglamentaria–, fue escalando peldaños en su profesión llegando a ser Fiscal de la Audiencia de Almería, y puso al alcance de su familia un elevado status social.
Los bellísimos parajes de la Alpujarra granadina la vieron crecer y convertirse en una espigada joven que podría haberse aprovechado de su alcurnia para obtener beneficios y, en cambio, no fue tentada para detenerse en ese pedestal. Sus entrañas de piedad la condujeron al lecho de enfermos de tifus y lepra, esquivando a sus padres, a fin de proporcionarles la asistencia humana, espiritual y material que precisaban. Además, era visitadora asidua, junto a su madre, de los pobres de la Conferencia de San Vicente de Paúl. Cuando su padre partió a Puerto Rico, el resto de la familia se afincó en Madrid. Y allí, bajo la dirección espiritual de un sacerdote, prosiguió su acción apostólica en el hospital de la Princesa, en la cárcel y en las Escuelas Dominicanas llevando a todos el néctar de la fe católica.
A los 23 años recaló en Puerto Rico. La urgencia apostólica quemaba sus entrañas y enseguida buscó nuevo director espiritual, el jesuita padre Goicoechea. A renglón seguido creó la Asociación de Hijas de María y centros académicos destinados a paliar las carencias educativas y formación espiritual de la población negra. Santiago de Cuba fue el siguiente destino de su padre y allí llegó Dolores portando en su alma la sed de consolar y asistir a los pobres y enfermos. Debido al cisma religioso no pudo hacer mucho más que visitar a los enfermos militares hospitalizados. Sus graves problemas de visión fueron un veto para unirse a las Hermanas de la Caridad. Luego, un periodo de bonanza le permitió adentrarse en los suburbios creando los «Centros de Instrucción» que extendió en tres zonas distintas. Era un proyecto ambicioso, audaz, que ponía al alcance de los marginados la cultura y la asistencia médica.
En esa diáfana isla, enclave privilegiado del Caribe, perdió a su madre. Y junto al resto de la familia regresó a Madrid en 1877. La atención a los suyos no fue impedimento para su acción apostólica. Un nuevo director espiritual, el jesuita padre López Soldado, la animó en su empeño. Tras el fallecimiento de su padre en 1883 nuevamente sopesó la opción religiosa. Probó con las Salesas la vida contemplativa, pero no perdió el tiempo por esa vía; en diez días se convenció de que no tenía vocación para ello y abandonó la comunidad.
Ante sí se extendía un universo de carencias que reclamaban su atención. Impulsó una «Casa Social» y de mano de una reclusa se adentró en el Barrio de las Injurias, donde instituyó la «Obra de las Doctrinas». En 1892 puso en marcha el «Movimiento de Laicos Sopeña». Extendió la Obra dentro de Madrid y cuando vio oportuno llevarla a Sevilla lo hizo a pesar de no contar con el beneplácito de las personas que la secundaban en su tarea, aunque para ello dimitió como presidenta. Con todo, logró su propósito de establecerla en distintos puntos de España. Las «Doctrinas» se fueron convirtiendo «Centros Obreros de Instrucción» cuya finalidad era atraer a la Iglesia a los alejados de ella, alentando la fraternidad y dignidad del empleado. Ello se sintetizaba en este anhelo que latía en lo más hondo de sí como experiencia vivencial rubricada por su amor al Padre: «Hacer de todos una sola familia en Cristo Jesús». Movida por este sentimiento llevó a las fábricas la esperanza de un futuro mejor anclado en el amor, la justicia y la paz.
En 1900, en el transcurso de una peregrinación a Roma, orando ante la tumba del apóstol san Pedro se sintió llamada a fundar. Para ello contó con la aquiescencia del cardenal Sancha. Y en 1901 surgió la Instituto de Damas Catequistas, actual «Instituto Catequista Dolores Sopeña» de la que fue superiora general. Al año siguiente emprendió otra acción poniendo en marcha la «Obra Social y Cultural Sopeña – OSCUS». En 1914 fundó Roma y tres años más tarde hizo lo propio en Chile. Murió en Madrid el 10 de enero de 1918. En su testamento, entre otras cosas, trazó lo que podríamos considerar epitafio de su vida: «Hijas mías: sed santas, y sobre todo, que tengáis una confianza completa en Nuestro Señor. Yo no he tenido nada, ni virtudes, ni méritos, ni cosas heroicas; solo la confianza sin límites». El centro de su existir fueron Cristo y María. Ante el sagrario había extraído las claves de su quehacer espiritual y apostólico. Juan Pablo II la beatificó el 23 de marzo de 2003.